"El hilo azul" Anne Tyler

Abby tenía un truquillo que empleaba cada vez que Red se comportaba como un viejo cascarrabias. Evocaba el día en que se había enamorado de él. «Era una hermosa tarde amarilla y verde, y soplaba una suave brisa…», decía, y todos los recuerdos volvían a ella: la novedad de la situación, un mundo entero de descubrimientos que se abrió por arte de magia ante ella cuando se dio cuenta por primera vez de que esa persona en la que apenas se había fijado durante todos esos años era en realidad un tesoro. Era «perfecto», así lo veía Abby. Y entonces ese chico de ojos claros y rostro apacible resplandecía entre las arrugas y el decaimiento de Red, entre sus párpados caídos y las mejillas hundidas, entre las dos hendiduras profundas que se le formaban en la comisura de la boca, y Abby restaba importancia a su obstinación general, a su tozudez, a su irritante creencia de que la simple y fría lógica podría resolver todos los problemas de su vida. Y en ese momento Abby se sentía tan feliz por haber...