"Flores de papel" Ebbaba Hameida


«Vivías entre dos mares que chocaban en tu mente cándida. La efervescencia del Mediterráneo te animaba a experimentar con tu cuerpo, pero la sobriedad del desierto te obligaba a reprimir el deseo. Italia y el Sáhara, dos mundos incompatibles y tú, desesperada por satisfacerlos. Eras consciente de tus deberes como mujer saharaui y a la vez escuchabas a las italianas con la curiosidad de quien quiere volar. Querías encajar, integrarte en Occidente, pero la arena pesaba demasiado.

Una nube de advertencias te decía que no eras como tus amigas, eras la hija de un hombre respetado y cualquier acto, por insignificante que fuera, iba a mancillar el honor de tu linaje. La Ley de Alá te acoge en su seno, sin embargo, es férrea con aquellos que la quebrantan: sufren el repudio, el ostracismo y el exilio. Y de nuevo tus amigas italianas no lo entendían. ¿Quién te va a ver? ¿Qué más dará un beso? Un beso, ¿qué se sentiría al dar un beso? ¿Será como en las películas de amor?».


Aisha es el personaje al que se refiere ese narrador en segunda persona. Aisha es la tercera (por edad) de las mujeres que protagonizan esta historia y también la única cuyos capítulos correspondientes se escriben en segunda persona. Tal vez porque Aisha es también, al menos en gran medida, Ebbaba. Leila, su abuela, y Naima, su madre, son los otros dos personajes que pueblan estas páginas. Sus correspondientes apartados se narran en tercera persona. 

Tres generaciones de mujeres son el pretexto ideal para narrar tres momentos de la historia del Sáhara Español. Leila nació en una jaima en el desierto de Mauritania en 1939, y en una jaima vivió hasta que, casada, con cuatro hijos y embarazada del quinto, se trasladó a la costa de Marruecos. 

«Desde hace semanas viven en un poblado llamado El Argub en el Sáhara español, una tierra próspera gracias a las inversiones del país colonizador. No son los únicos, muchas familias llevaban tiempo asentándose en las localidades costeras [...] Alí le repite una y otra vez que este es el futuro, que es una gran oportunidad para empezar una nueva vida lejos de las penurias de un desierto inclemente. Además, gracias a la intermediación de un primo suyo, él ha sido contratado como peón en la constructora española Cuberta. Le pagan un salario suficiente para mantener a sus cuatro hijos y construir la casa».

Naima es el resultado de ese quinto embarazo, y aún hubo dos más. Nació a finales de la década de los sesenta en El Argub y allí vivió hasta que, con la marcha de los españoles las cosas se complicaron. Los marroquíes invaden los territorios del Sáhara español y empieza la guerra con el Frente Polisario con el que simpatizan las hijas mayores de Leila, Fatis y Salka. Animada por éstas, la familia se traslada hacia el este y se establece en Um Draiga, un campamento de refugiados que ha organizado el Frente Polisario. No pasan demasiado tiempo allí. Los bombardeos con napalm y fósforo blanco de febrero de 1976, a los que toda la familia sobrevive, los llevan a adentrarse más en el desierto, más hacia el este, hasta los campamentos de refugiados de Tinduf en Argelia. Y es allí donde nace Aisha en 1989.

Leila conoce la libertad de la vida nómada, las noches en la jaima, los cielos estrellados «Por las noches se tumba junto a su padre. Mientras su madre hace el té, él le enseña los astros». Pero también padecerá las tradiciones que la obligan a casarse siendo casi una niña sin consultarle, con un hombre al que no conoce y que la llevará lejos de su familia, de su jaima  y de Mauritania. «Se llama Alí. Un nómada de Ahel Sahel, nombre por el que se conoce a las tribus del Sáhara Occidental»

Naima vive la guerra, la lucha, se prepara para servir a su país. Empezará por asistir un curso de enfermería que la llevará fuera de su casa y la enfrentará a su madre quien no ve la necesidad y no quiere que la familia se separe. «Mi padre es más abierto, pero ella está obsesionada con nosotras: siempre juntas, siempre juntas. ¡Como si no hubiese nada más!»Aún se casa en una boda concertada, pero ya es capaz de poner ciertas condiciones. 

«Por cierto, Naima, el día de la boda de Mutha vino un primo de tu padre que quería conocerte. ¡Dice que quiere casarse contigo! —le cuenta su hermana mayor—. Parece buena persona —aclara rápidamente.
—¿Es militar?
—No. Es civil, un maestro.
—Haré lo que mamti quiera que haga, pero me gustaría hablar con él antes».

Y se casará con Adel, un hombre comprometido con la libertad de su país. Y ella misma irá adquiriendo más compromiso y dejará su puesto de enfermera para ir al frente, pero antes tiene que formarse en una escuela para mujeres, mientras el marido se va a Cuba para formarse en la lucha. 

Aisha es la primera que sale de África. Su salud hace que desde pequeña se traslade a Italia con una familia de acogida. Su vida se verá dividida entre Europa y África, entre las diversiones normales de una niña y adolescente en Italia con sus preocupaciones de novios, besos, experiencias sexuales, fiestas... y su tradición y las recomendaciones de su familia. 

«—Aisha, ¿cómo se dice sexo en tu idioma? [...]
—No lo sé, yo creo que eso en mi tierra no existe.
[...] Buscas y rebuscas en tu diccionario mental de hassanía y solo encuentras vacío, una laguna velada por tu cultura. ¿Cómo es posible que no la conozcas? Antes de comenzar el liceo volviste durante dos años al desierto y prácticamente eras bilingüe. Vaffanculo, mi madre no ha dicho esa palabra en su vida».

Pero no consiguió olvidar su desierto y su familia. Volvió durante dos años antes del instituto reclamada por sus padres y volvió definitivamente por voluntad propia porque la dicotomía entre sus dos culturas la estaba destruyendo. Y volvió aunque su padre quería que estudiara en Europa y luchara por las libertades de su pueblo. Finalmente, de nuevo su enfermedad, obligará a su salida del Sáhara. Esta vez vendrá a España y aquí, de la mano de un profesor, descubrirá la historia de su pueblo. Aysha empieza a sentir curiosidad y se interesa e indaga, y se entera y sigue indagando. Y decide que no va a estudiar Medicina como su familia esperaba porque lo que quiere es dar a conocer la historia de su pueblo.

«¿Estudiar medicina? En esa presentación solo podías sentirlo, sin expresarlo, pero acababas de reconocer la verdadera herida de tu pueblo: el silencio. A partir de aquí empezaste a hacerte preguntas. ¿Existen médicos que curen el silencio? ¿Se puede curar con la palabra? La palabra para el vacío es como el agua en el desierto, verbaliza el dolor de las almas olvidadas y aligera el peso del silencio. ¿Podías ser una doctora a través de la palabra? ¿Podías curar desde la diáspora? Tu abuela buscaba al viajero porque siempre trae información. Tu madre esperaba noticias pegada a un transistor. Pero ¿quién contaba sus historias? ¿Quién escuchaba sus relatos? Su voz no existía más allá de la Hamada . Por fin, te diste cuenta de que podías convertirte en su altavoz y frenar al siroco, ese que tanto se empeñaba en enterrar sus vidas bajo unas dunas prestadas».

Ebbaba Hameida

Ebbaba Hameida es una periodista saharaui nacida en 1992 en los Campamentos de refugiados de Tinduf, en Argelia. Flores de papel es en gran parte una novela autobiográfica. El hecho de ser celíaca obligó a la autora a una estancia en Italia desde los cinco años. Con catorce decidió regresar a casa, pero su salud empeoró y tuvo que salir de nuevo del Sáhara, esta vez hacia España donde vivió con otra familia de acogida en Extremadura. Como se ve, una trayectoria muy similar a la de Aysha. Estudió Periodismo en la Complutense de Madrid y trabaja en RTVE. Junto a otras mujeres periodistas ha luchado para que el sexismo desaparezca de la profesión y para que se extreme el cuidado en el tratamiento de las noticias sobre violencia machista. Es vicepresidenta segunda de la sección española de Reporteros sin Fronteras.

Flores de papel es una novela sumamente interesante para saber más sobre el conflicto del Sáhara, la 53 provincia española hasta que ya no interesó seguir manteniéndola y se la dejó a su suerte y a expensas de una invasión, una guerra y un exilio que aún no ha terminado. Un conflicto del que se sabe muy poco en España. Aquí se mezcla con la vida de tres mujeres que va evolucionando a medida que lo hace la situación de su tierra. Una novela que recomiendo y que me ha cautivado desde las primeras páginas porque está muy bien escrito, sus personajes principales son muy creíbles y muy capaces de transmitir mediante su vida la situación del pueblo saharaui, y finalmente por la forma en que se nos cuenta la historia de ese pueblo en los últimos sesenta años. 

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