"Expiación" Elizabeth von Arnim
Aquella importante zona residencial del sur de Londres apreciaba a los Bott, familia de una sólida posición económica en continua y creciente prosperidad. Eran su columna vertebral. Donaban, presidían, daban discursos, inauguraban. Titford estaba lleno de Botts y todos y cada uno de ellos eran un orgullo para la vecindad. Cuando se casaban, cosa que hacían con absoluta puntualidad al llegar a la edad apropiada, o cuando tenían descendencia, también de forma puntual una vez casados —excepto Ernest, que no había tenido hijos—, Titford se regocijaba de corazón; cuando morían, cosa que hacían al llegar a la vejez y no antes —excepto Ernest, al que se lo había llevado un accidente de coche—, Titford lo sentía de corazón y de corazón compadecía a quien sobrevivía, en general, por esa extraña ley de la naturaleza que hace que la embarcación que parecía más frágil acabe por ser la más resistente, una viuda.
Estamos en el día en que se abre el testamento y Milly no responde a estímulos externos. Es como si la pérdida de Ernest la hubiera despojado de toda voluntad, de todo lo que no sea estar sentada carente de expresión y mirándose las manos apoyadas en el regazo.
Todos se desviven por ella: la anciana señora Bott, su suegra, así como la innumerable parentela de cuñados y cuñadas pues no en vano Ernest tenía cuatro hermanos y cinco hermanas, todos ellos casados y con hijos, y algunos con nietos. Desde que hace veinticinco años, Milly entró en la familia, el aprecio por ella no ha hecho más que aumentar. Solo era
«una chiquilla entonces, [...] con un aspecto ridículamente joven para ser la esposa de un hombre que rozaba la mediana edad, pero que desde el primer momento se comportó como lo haría una dama de su posición y continuó comportándose como debía a pesar de lo que hizo su hermana en esa misma casa solo tres meses después. Y así se había comportado siempre desde entonces».
Aquel asunto de su hermana fue lo único que empañó su relación con los Bott, pero ella se comportó con toda dignidad cuando la hermanas se fue para siempre y nunca volvió a mencionarla o a tener relación con ella. O eso es lo que oficialmente se cree en la familia.
Todos sienten mucha pena por Milly, aunque también saben que ha quedado en una buena posición. Una buena casa y una excelente renta harán que no tenga que preocuparse de las cuestiones crematísticas de la viudedad. Pero la apertura del testamento va a dar un vuelco a la idea que la familia tiene de Milly y va a poner en riesgo lo que más valoran por encima de cualquier otra cuestión: la reputación de la familia en Titford, donde todos se conocen y guardar un secreto es casi imposible. ¿Cómo comportarse para que lo que se vislumbra no salga a la luz?
¿Qué secreto escondía el testamento?
«Le ha dejado a Milly solo mil libras, mil míseras libras de las cien mil que tenía, y el resto irá a parar a una maldita institución benéfica. ¿Es esa la forma de comportarse con una esposa que se ha entregado durante veinticinco años? ¡Y con Milly, nada menos! [...]
Y debe venderse todo: la casa, los muebles, hasta el último dichoso objeto, para donarlo a esa institución. ¡Y menuda institución! [...] Se trata de un asilo en Bloomsbury para mujeres descarriadas. Ninguno de nosotros ha tenido nunca nada que ver con cosas como esas. No sabía que Ernest hubiera pensado jamás en esos sitios. Lo que quiere decir… ¡Que me aspen si sé lo que quiere decir! Y para Milly, para la mejor esposa que haya tenido un hombre, nada. Ni un solo mueble. Nada salvo esas mil libras peladas».
Pero con ser malo el exiguo legado, lo peor fue lo que se añadió a ese legado «Dejó dicho: "Mi esposa sabrá por qué"». Y sí, la esposa sabe por qué y los Bott, que en principio se indignan con Ernest por su jugarreta a la pobre Milly, enseguida empiezan a sospechar ese porqué. Y es que algunos se acuerdan de la hermana de Milly y piensan que, al fin y al cabo, tiene su misma sangre.
Y sí, Milly sabe por qué. Lo que no sabía es que Ernest se había enterado también. Y no importa que lo diga porque se sabe desde el principio y tampoco es esto un libro de misterio. Milly tiene un amante. Más que amante es un compañero de vida porque el adulterio dura ya desde hace diez años y en la actualidad son más amigos que amantes.
Los Bott sospechan lo que hay. ¿Qué otra cosa puede hacer que Ernest deje todo su dinero a una entidad benéfica para la ayuda a mujeres descarriadas y avise de que su esposa sabe por qué? Ahora todo el empeño de la familia se dirige a evitar que en el pueblo se sepa la verdad, a ver cómo pueden hacerse cargo de Milly para que nadie note su animadversión hacia ella y su atención se reparta entre todos. Se empiezan a ver las miserias de los hermanos y cuñados. Tan solo la anciana señora Bott, se muestra más partidaria de la vida y los buenos sentimientos que del rencor y la mezquindad.
«Pobres niños, pobres niños, todos tan irascibles y enfadados. Lo único que podía hacer la anciana era seguir allí sentada y escuchar, con las manos temblorosas agarradas a la empuñadura del bastón. Era inútil intentar detenerlos. Tenían que seguir con ello. [...] Era una pena que no se dieran cuenta, y que nadie pudiera hacerles darse cuenta, de que al final no importaría nada lo que Ernest hubiese querido decir ni lo que Milly hubiera hecho y que bien podrían haber sido amables y felices todos juntos esa tarde en particular, [...] Lástima que se desperdiciase todo de aquella manera, y solo para enfadarse y decir cosas desagradables».
Pero Milly tiene sus propios planes y por la mañana ha desaparecido. La acompañaremos en su periplo por Londres que durará una noche y día y medio. Tras ese breve periodo volverá a su casa resignada a lo que quieran disponer con ella. En ese día y medio Milly se enfrentará con una realidad mucho más amarga de lo que había podido imaginar. Sí voy a dejar en el silencio lo que sucede en ese periodo londinense. Tan solo señalar que Milly lo toma como parte de lo que se merece. No juzga mal a nadie. Toda la culpa se la echa encima en exclusiva. «Qué extraño e inesperado giro de los acontecimientos, pensó, mirando al vacío; pero no tenía ninguna duda de que ahí, al fin, estaba en brazos de la expiación… Y no era menos expiación por haber llegado de una forma tan desconcertante, con una sonrisa en el rostro».
Vuelve a Titford y a los Bott y, de nuevo, las mezquindades, las decepciones y frustraciones de la familia se van dejando ver mientras Milly se resigna a todo lo que le va surgiendo, a todo lo que otros disponen para ella.
Elizabeth von Arnim |
Expiación figura ya desde tan temprano entre mis mejores lecturas de 2025. Y creo que nada la va a bajar de ese pedestal. También Vera, que leí en 2023, formó parte de lo mejor de ese año. Elizabeth von Arnim es una autora que me tiene muy enganchada y sorprendida. Sus novelas tienen unos personajes muy complejos, con muchos matices y aristas que ir siguiendo a medida que la autora los va sacando a la palestra. Las situaciones que plantea, las relaciones humanas que muestra, sirven para analizar la compleja psicología de los distinto personajes. Una psicología que la autora disecciona mediante diálogos, reflexiones y comportamientos. Veremos actuar y pensar a varios de los Bott, veremos lo que les mueve, cómo se sienten ante su vida familiar. Son todos muy distintos, pero todos tienen algo en común, un miedo cerval a lo que puedan pensar de ellos en el pueblo, a que se sepa lo que ha sucedido.
Tan solo Milly y la anciana señora Bott se salvan en este catálogo de personajes. Hasta Ernest nos resulta antipático y es que, como dice Jan Arimany en la nota del editor que siempre cierra las ediciones de Trotalibros, «Incluso asumiendo la presuntuosa idiosincrasia de la familia Bott, el de Ernest es un acto egoísta porque con su testamento desata el escándalo que había querido evitar en vida».
Termino con un diálogo que me parece imperdonable dejar fuera, un diálogo que deja clara la fascinante personalidad de la anciana señora Bott.
«— [...]Siempre he pensado que es bonito volver a casa. Edith no lo hará, por supuesto, porque está enfadada, pobrecita, así que ella y yo cenaremos aquí tranquilas, las dos solas. Hay pastel de ruibarbo, Edith. Te gustará. Siempre he pensado que los primeros ruibarbos son muy sabrosos.
La puerta se cerró tras las que se marchaban antes de que Edith recuperara el habla. Entonces, con una profunda amargura, exclamó:
—¡Ruibarbo!
—Sí, con nata —asintió la anciana.
Se hizo un silencio. Luego Edith, mirando a la figura de la silla con un desprecio helado, le dijo:
—No tienes ningún sentido de la proporción, ¿verdad, madre?
Y la anciana respondió:
—Tal vez no, cariño. —Y después de un instante le preguntó—: ¿Y tú?».
Y es que hay muchas proporciones a la hora de juzgar a los demás.
Título del libro: Expiación
Autora: Elizabeth von Arnim
Nacionalidad: Reino Unido
Título original: Expiation
Nacionalidad: Reino Unido
Título original: Expiation
Traducción: Raquel C. Rojas
Editorial: Trotalibros
Año de publicación: 2023
Año de publicación original: 1929
Nº de páginas: 384
Hola, Rosa. También a mí me encanta esta autora y ya tenía la novela anotada. Da una hondura psicológica a los personajes, como dices, y arma un puzle tan perfecto con ellos que realmente es adictiva. Genial esta recomendación. Un beso.
ResponderEliminar