"Abril encantado" Elizabeth von Arnim

«Y resultaba tan asombroso sentir esta dicha total, ya que allí estaba, sin hacer ni tener la intención de hacer una sola cosa desinteresada, sin ir a hacer nada que no quisiera hacer. Según todas las personas que había conocido a lo largo de su vida, habría debido tener por lo menos remordimientos. No tenía ni un remordimiento. Algo fallaba en alguna parte. Era asombroso que en casa hubiera sido tan buena, tan terriblemente buena, y sólo hubiera conseguido sentirse atormentada. Allí los remordimientos de todo tipo habían sido el pan suyo de cada día; molestias, dolores, desalientos, mientras ella mantenía una generosidad constante. Ahora se había desembarazado de toda su bondad y la había abandonado como una pila de ropa empapada, y lo único que sentía era alegría. Se había despojado de la bondad, y disfrutaba de su desnudez. Estaba completamente desnuda y exultante. Y allí, alejado en la bruma borrosa de Hampstead, estaba Mellersh enfadado». El párrafo con el que abro esta entrada...