"Las maldiciones" Claudia Piñeiro
Alguien puede llegar a la política por muchos motivos. Unos más legítimos, otros menos. También por error, por desidia, por no saber decir que no. Por estar en el lugar preciso, en el momento preciso. O en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Porque de algo hay que vivir, y ése sí que era para mí un motivo legítimo en aquel entonces, cinco años atrás: los pocos pesos con los que había llegado a Buenos Aires no iban a alcanzarme más que para vivir, con lo justo, a lo sumo un par de meses. [...] Y todo porque una mañana, sin pensarlo demasiado, acompañé a Sebastián Petit, el amigo con quien compartía el cuarto de la pensión, a una entrevista de trabajo. Así es como llegué yo a la política. O mejor dicho a los políticos. A la política, debo reconocer, no creo haberme ni acercado. Quien así habla es Román Sabaté un joven de Santa Fe que llegó a Buenos Aires cumpliendo así «una idea peregrina, un deseo dicho en voz alta que no tenía fecha cierta; sería en algún momento, no sa