Entradas

"Abril encantado" Elizabeth von Arnim

Imagen
«Y resultaba tan asombroso sentir esta dicha total, ya que allí estaba, sin hacer ni tener la intención de hacer una sola cosa desinteresada, sin ir a hacer nada que no quisiera hacer. Según todas las personas que había conocido a lo largo de su vida, habría debido tener por lo menos remordimientos. No tenía ni un remordimiento. Algo fallaba en alguna parte. Era asombroso que en casa hubiera sido tan buena, tan terriblemente buena, y sólo hubiera conseguido sentirse atormentada. Allí los remordimientos de todo tipo habían sido el pan suyo de cada día; molestias, dolores, desalientos, mientras ella mantenía una generosidad constante. Ahora se había desembarazado de toda su bondad y la había abandonado como una pila de ropa empapada, y lo único que sentía era alegría. Se había despojado de la bondad, y disfrutaba de su desnudez. Estaba completamente desnuda y exultante. Y allí, alejado en la bruma borrosa de Hampstead, estaba Mellersh enfadado». El párrafo con el que abro esta entrada...

"El dragón negro" Fernando Benzo

Imagen
Cinco cadáveres. La habitación apenas llegaba a los treinta metros cuadrados. Estaba en la parte trasera de una nave industrial, en el polígono Polvoranca, a poco más de doce kilómetros de Madrid. Había una mesa con cuatro sillas en el centro, unos archivadores a un lado y un único ventanuco en lo más alto de la pared del fondo. Y cinco cadáveres. Los mataron con unos segundos de diferencia. No supieron que iban a morir. No tuvieron tiempo ni para sorpresas, ni para lamentos, ni para hacer preguntas. Ninguno gimió o gritó o llegó a hacer ademán de defenderse. Entraron dos hombres. Abrieron la puerta de una patada y dieron un paso al frente. Misma altura, mismos vaqueros y camiseta negros, mismos pasamontañas cubriéndoles la cara. Mismos fusiles AK-47 en las manos. Cinco inexplicables cadáveres. Rumanos. Dos asesinos un tanto torpes, al menos uno de ellos que se quitó el pasamontañas antes de tiempo, lo suficientemente antes como para que una mujer le viera la cara. « Cuando le p...

"Los siguientes" Pedro Simón

Imagen
El padre niño empezó con la muerte de mamá. Si hoy me preguntaran que cuándo arrancó la cuenta atrás, diría que fue justo entonces. Fue morirse mamá hace ya ocho años y comenzar a hacerlo papá. Como si en el viejo dique se hubiese abierto una vía de agua y algo se resquebrajara sin remedio. Poco a poco. Rendija a rendija. Gota a gota. Chop-chop-chop. Gotas que iban haciendo gotera. Gotera que iba haciendo charco pequeño. Charco pequeño que iba haciendo charco grande. Así, hasta empantanarlo todo: su forma de manejarse en el día a día, la alimentación, la manera de vestirse, el aseo más básico, la memoria […] Dejó hasta de leer, ese hombre que tragaba libros como si fueran polvorones dejó de abrirlos. Se quedó sin ventanas por las que asomarse. Mi madre niña también empezó con la muerte de papá. En realidad, ya había empezado antes, pero la presencia de mi padre era como un muro de contención que ayudaba a enmascarar los hechos. Eso y el que él no nos contara nada, discreto y calla...

"La bastarda de Estambul" Elif Shafak

Imagen
Últimamente había decidido eliminar de su vocabulario ciertas palabras, y ahora que recordaba aquella decisión, ¿por qué no empezar por la palabra «vergüenza»? Aun así no tuvo la sangre fría de pronunciar en voz alta lo que a esas alturas sabían ya todas las presentes: que no había marido que pudiera dar consentimiento a aquel aborto. El feto no tenía padre. En lugar de un BA-BA, un padre, lo que había era NADA. Por suerte para Zeliha, el hecho de no tener marido resultó ser una ventaja en lo que a las formalidades se refiere. Por lo visto, no necesitaba la aprobación escrita de nadie. Las normas burocráticas ponían menos empeño en rescatar a los niños nacidos fuera del matrimonio que a los de parejas casadas. En Estambul, un niño sin padre no era más que otro bastardo, y un bastardo no era más que otro diente podrido en las fauces de la ciudad, listo para caerse en cualquier momento. Y por suerte para Asya, su madre se arrepintió en el último momento. Así llegó ella al mundo, una...

Dos de... Leïla Slimani

Imagen
Le pays des autres es una bilogía escrita por Leïla Slimani. Consta de dos libros: La guerre, la guerre, la guerre y Regardez nous danser . En castellano no se han traducido los títulos literalmente. La primera entrega se ha titulado como la bilogía, El país de los otros , mientras que la segunda sí que se ha traducido literalmente: Miradnos bailar .   Confieso que cuando empecé la lectura de El país de los otros no sabía que había una continuación. Lo supe al terminar la lectura, que es cuando me dedico a indagar e investigar sobre lo leído. Me había gustado tanto esa novela que decidí leer la otra a continuación y hacer una entrada para la sección Dos de... que la tengo un poco abandonada.  " El país de los otros ".  Leïla  Slimani.   Ante aquella mujer desnuda y vaciada de sus fuerzas, imaginó la intimidad que compartía con aquel moro tempestuoso. Se la imaginaba claramente después de haber visto en el pasillo el fruto asqueroso de esa unión, y le pr...

"Al este del Edén" John Steinbeck

Imagen
—Recuerdo que me sentía algo resentido con Dios —explicó Adam—. Tanto Caín como Abel ofrecieron lo que poseían, pero Dios aceptó el presente de Abel y rechazó el de Caín. Eso siempre me pareció injusto. Jamás lo comprendí. ¿Y usted? —Acaso lo consideramos desde diferentes puntos de vista —replicó Lee—. Me parece recordar que esta historia fue escrita por y para un pueblo de pastores, que nada tenían de agricultores. ¿No es natural que el dios de los pastores encontrase más valioso un rollizo cordero que una gavilla de cebada? Siempre se debe sacrificar lo mejor y más valioso. —Sí, eso lo entiendo —dijo Samuel—. Pero, Lee, permítame advertirle que vaya usted con cuidado y procure no llamar la atención de Liza con sus razonamientos orientales. —Sí —intervino Adam con fogosidad—. Pero ¿por qué condenó Dios a Caín? Eso fue una injusticia. La cita con la que comienzo es una de las conversaciones más apasionantes que aparecen en esta novela. Aunque no lo parezca.  Recuerdo que de ...