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"¡Absalón, Absalón!" William Faulkner

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El jinete permanecía inmóvil, barbado, mostraba las palmas de sus manos; detrás, los negros salvajes y el arquitecto cautivo se apretujaban en silencio, llevando en una paradoja incruenta las palas, picas y azadas de la conquista pacífica. Luego, en su largo no-asombro, Quintín vio cómo dominaban silenciosamente las cien millas cuadradas de tierra tranquila y atónita, cómo extraían de la Nada silenciosa, con violento esfuerzo, una casa y un parque, y los arrojaban como barajas sobre una mesa bajo la mirada del personaje pontifical de las palmas elevadas, para crear el Ciento de Sutpen, el Hágase el Ciento de Sutpen, como antiguamente se dijo Hágase la Luz. [...] Al parecer, este demonio se llamaba Sutpen (el Coronel Sutpen). El Coronel Sutpen. Que vino no se sabe de dónde y sin anunciarse, con una banda de negros vagabundos, y llevó a cabo una plantación. (Arrancó violentamente una plantación, según dice la señorita Rosa Coldfield). La arrancó violentamente. Y se casó con su hermana El

"El pacto del agua" Abraham Verghese

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«Lo que pasó, pasó», le dirá nuestra joven recién casada, convertida ya en abuela, a su nieta (que lleva su mismo nombre) cuando ésta le ruegue que le hable de sus ancestros. La niñita ha oído rumores de que la suya es una genealogía repleta de secretos y que entre sus antepasados había traficantes de esclavos, asesinos y un obispo apartado del sacerdocio. «Niña, el pasado es el pasado y, además, cada vez que lo recuerdo es distinto. Te hablaré del futuro, que tú misma crearás.» Pero la niña insiste. ¿Dónde debería empezar la historia? ¿Con Tomás el incrédulo, quien insistió en tocar las heridas de Cristo antes de creer? ¿Con otros mártires de la fe? Lo que la niña pide es la historia de su propia familia, de la casa del viudo con el que su abuela se casó, una morada sin salida al agua en una tierra de agua, un hogar repleto de misterios. Pero esos recuerdos están tejidos con telarañas, el tiempo ha hecho agujeros en la tela y ella tiene que zurcirlos con mitos y fábulas. […]  Una

"Trampa para Cenicienta" Sébastien Japrisot

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A pesar de los defectos, poco a poco me fui haciendo una imagen de mí misma que no cuadraba con aquello en lo que me había convertido. Yo no era tan tonta, tan vanidosa ni tan violenta. No tenía deseo alguno de beber, ni de levantarle la mano a una criada torpe, ni de bailar encima de un coche, ni de caer en los brazos de un corredor sueco ni del primer chico que pasase y tuviese los ojos bonitos y la boca tierna. Pero aunque todo aquello podía parecerme incomprensible a causa del accidente, no era lo más inquietante. Sobre todo, no me creía aquella sequedad de corazón que me había permitido, antaño, irme de fiesta la misma noche que me enteré de la muerte de la madrina Midola e incluso olvidarme de ir a su entierro. «Me llamo Michèle Isola, tengo veinte años. La historia que les cuento es la historia de un asesinato. Soy el investigador, soy el testigo, soy la víctima, soy el asesino, soy los cuatro a la vez, pero ¿quién soy?» .  ¿Quién es la narradora de esta historia que se divid

"El neandertal desnudo. Comprender a la criatura humana" Ludovic Slimak

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Puede que en la inmensidad del universo —enigma supremo— existan otras inteligencias exteriores a nosotros, lejanas. Pero lo que está claro es que antes ya existieron, en un tiempo que nos parece lejano pero que en realidad está muy cerca. Ahora bien, esas inteligencias se han ido extinguiendo […] y eso supone un punto de inflexión en la historia de la humanidad, pues marca el último instante en que una consciencia exterior al ser humano —tal como lo concebimos— ha existido, nos ha encontrado, nos ha rozado; una alteridad perdida que […] supondría el renacimiento instrumentalizado de una consciencia que no nos pertenece. […] Sin embargo, hasta la fecha esta consciencia exterior a nosotros mismos, esta inteligencia ya apagada, solo ha sido definida desde la frágil base de la inteligencia humana, tal como nos es perceptible al instante. El neandertal es una de esas inteligencias a lo lejos. Y de entre todas las inteligencias ya extintas, probablemente sea la más fascinante. Cier

"Los elegidos" Nando López

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—Que no enredo, madre —se justificó Asun—, que es la sangre, que avisa. La Reme ladeó la cabeza en señal de desaprobación y regresó de nuevo a su costura, concentrada en la tarea pendiente que aún la aguardaba y con la que, entre estrecheces, había logrado sacar adelante aquella casa. No quería desmentirla, pues bien sabía lo que esos avisos, como ambas los llamaban, podían traer consigo, pero ni era buena idea airearlos como si tal cosa ni tampoco ponerlos en palabras, que cuanto más se los nombra, Asun, más verdad se vuelven. A la Reme aquellas intuiciones le provocaban auténtico pavor, pues jamás habían servido como preludio de una buena noticia, sino que siempre habían sido la antesala de las dificultades que habían jalonado su vida. Asun, sin embargo, aún confiaba en que esos avisos pudieran ser el inicio de algo bueno o, cuando menos, moderadamente aceptable. Quizá porque, como decía su madre, a sus veintitrés aún tenía la esperanza menos gastada que ella. El aviso de Asun

"La hora del lobo" Toni Hill

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A la gente le fascinan los psicópatas criminales y el porqué es una de las preguntas que más le cuesta responder. Lo piensa mientras oye, una vez más, la misma cuestión, ahora formulada por la presentadora. ¿Por qué nos interesan tanto esos seres? ¿Por qué queremos saber más cosas de ellos? —Supongo que porque son unos monstruos reales, de carne y hueso —responde—. Malvados que existen de verdad, no como los de los cuentos, y que matan o hacen daño para satisfacer una pulsión. Todos podemos al menos entender, que no justificar, un crimen motivado por la venganza, la codicia, incluso los celos. Sin embargo, nos cuesta mucho ponernos en la piel de alguien que mata por placer. Esa es la figura que representa la crueldad en su esencia más pura. —Se detiene un momento y luego añade—: Y, como en los cuentos infantiles, conocer a fondo sus historias tiene el valor de prepararnos, de protegernos en cierto sentido. Aprendemos de niñas a no cruzar el bosque solas porque en él hay lobos, y esa