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Mostrando entradas de febrero, 2020

"Irina" Empar Fernández

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"Hice cuanto pude por olvidar que me llamaba Cadavieco Marón.  La hoja se separaba del árbol.  Para mis nuevos amigos, para mis colegas en el laboratorio, para los conocidos que nada sabían de mi pasado fui en adelante Irina Korovin. Poco a poco conseguí tener una nueva vida" . No es el inicio del libro, pero es el momento en que una vida se inicia tras acabar otra. Es el momento en que, después de resistir y luchar contra lo inevitable, Asunción decide que ya no le queda nada de su vida anterior, ni padres, ni hermanos, ni patria; es cuando decide que a partir de entonces será Irina y adquirirá una nueva patria, una nueva familia, una nueva vida. " Irina ", la cuarta novela que leo de Empar Fernández, me vuelve a dejar la sensación de las anteriores. No me acaban de convencer, pero... Las otras tres son las que forman parte de lo que se ha llamado Trilogía de la culpa , una calificación que por sí misma me las hace muy interesantes pues la culpa es uno de los s

"Prótesis" Andreu Martín

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"No hay nada más siniestro que la sonrisa de una calavera. [...]  Miguel Vargas Feinoso tiene su sonrisa de calavera metida en un vaso de cristal, con agua y una pastilla de Corega Tabs. Se pasa horas y horas mirándola, cada noche, desde que se la arranca de las encías hasta que la devuelve a su sitio, en la boca. La mira con sus ojos rasgados, felinos y desagradables y, mientras lo hace, respira por la nariz acompasadamente, a un ritmo quizá más acelerado de lo normal. Noches enteras con la vista fija en ella y pensando que ha pasado mucho, mucho tiempo" . Empiezo mi primer libro de Andreu Martín publicado en 1980 y recuerdo " Justo ", de Carlos Bassas del Rey, y " Ya no quedan junglas a donde regresar ", de Carlos Augusto Casas, ambas protagonizadas por hombres mayores, ancianos, cosa que me resultó original. Y pienso, "vaya, no era tan original, ya había ensayado el recurso Andreu Martín hace cuarenta años" . Pero no. Respiro tranquila y dev

"Jauja" Use Lahoz

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"Jauja. Su padre y su abuelo utilizaban esa palabra para referirse a la abundancia. Y ella creció con ella, con aquel término, y su contrario, la carencia. Aún recuerda la primera vez que la pronunció en el bar de Montalbán, delante del amigo de su padre, Melchor, aquel hombre chistoso que la invitó a un Kas y a unas patatas" . Y que cambiaría su vida para siempre. Si aquel día sintió que Jauja era aquella bolsa de patatas y aquel Kas, anoche se dio cuenta de que era en ese mismo momento, por primera vez, cuando realmente supo lo que era Jauja. Anoche en el escenario, tras el estreno de " El jardín de los cerezos ", cuando tuvo ante sí el aplauso y la entrega del público, cuando sintió que había triunfado plenamente en su papel de Liuba, entonces fue cuando sintió realmente lo que era Jauja. Claro que no es lo mismo el país de Jauja a los siete años que a los cuarenta. Los niños se conforman con menos. Una golosina, un sencillo juguete puede resumir el paraíso me

"El cielo enjaulado" Christine Leunens

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"El gran riesgo de mentir no estriba en que las mentiras sean falsedades, y, por tanto, irreales, sino en que se vuelven reales en la mente de los demás [...]  Han pasado muchos años desde que sembré las mentiras y, por consiguiente, de las vidas de las que hablo. Pero tendré que separar las ramificaciones con más cuidado que nunca y determinar cuáles brotaron de la verdad y cuáles de la falsedad" . Quien así habla es Johannes  Betzler, nacido en Viena en 1927 y que se dispone a contarnos una historia en la que, efectivamente, es difícil saber hasta dónde llega la verdad y dónde empieza la mentira, porque los sucesos a los que vamos a asistir tienen mucho de esperpéntico o tal vez lo tienen solo por la forma en que se narran y son todos ciertos. Nos quedaremos con la duda, pero la historia tiene poco desperdicio. Johannes tiene casi once años (le faltan trece días para cumplirlos) cuando tiene lugar el Anschluss, la anexión de Austria a la Alemania nazi como una provinc

"Las hijas de otros hombres" Richard Stern

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"Hasta el día en que el señor Merriwether se marchó de casa —un mes después de su divorcio—, los Merriwether parecían una familia serena e ideal. Padres e hijos se reunían con frecuencia en el salón para leer en sus rincones preferidos: Priscilla, junto al resplandor del fuego, y los otros a la luz de viejas lámparas de bombillas protegidas por pantallas de cristal rosa y ámbar. Con el paso de los años, el calor del fuego había abombado el papel pintado a rayas de la pared, y, junto con otras presiones, había formado bultos en los sillones y sofás de velludillo" . La casa de los Merriwether nos envuelve en su muelle calor de hogar. Dan ganas de encerrarse en ella, dejarse mecer por la dorada caricia del fuego y leer a la luz rosa y ambarina de sus antiguas lámparas. La casa de los Merriwether nos podría engañar si no fuera porque desde la primera página sabemos que todo termina cuando el señor Merriwether abandona la casa un mes después de su divorcio. Robert Merriwether

Sin reseña XIX

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Unas series policiacas se terminan, como la de María Ruiz de Berna González Harbour (al menos, por ahora) y otras empiezan. Este año me he propuesto leer series de autores españoles que conozco de otras novelas y que me proporcionan suficiente garantía como para meterme con su faceta de serie negra y policial. Es el caso de Toni Hill y de Carlos Bassas del Rey. Y ya adelanto que ambas primeras entregas de sendas series me han dejado con muchas ganas de más por lo que seguirán apareciendo por aquí. Este año he empezado con la salud un poco complicada. Nada serio, pero sí latoso, pues entre gripes, infecciones de garganta y de muelas, llevo casi dos meses de antibióticos y bajón físico y moral. Ello ha hecho que me haya costado bastante concentrarme en la lectura y que haya preferido leer bastante novela policíaca que siempre nos mantiene más en vilo y más entretenidos, que es justo lo que yo precisaba. En esta decimonovena  entrega de Sin reseña , hay cuatro novelas que pertenecen

IV Reto Nos gustan los clásicos

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Por cuarto año consecutivo, participo en esta iniciativa  del blog " Un lector indiscreto " de Francisco Jesús Portela.  Este año de nuevo se puede escoger entre leer siete u ocho libros para completar el reto y yo elijo leer ocho libros que la única condición que deben tener para cumplir el reto es que  deben haber sido publicados originalmente antes de 1980.  El año pasado cumplí el reto con creces pues leí 11 libros publicados antes de 1980. Si quieres saber cuales fueron, puedes verlos  aquí . Por si te interesa participar, te dejo aquí el enlace a la convocatoria de Francisco para la cuarta edición del reto cuya inscripción finaliza el 29 de febrero: IV Reto Nos gustan los clásicos Mis lecturas para este cuarto reto, que me fijo en ocho libros, son (iré actualizando esta entrada a medida que vaya leyendo los libros y publicando las reseñas) : " Rebelión en la granja ". (1945). Leer " Las hijas de otros hombres ". Richard Stern. (1973)

"Zuleijá abre los ojos" Guzel Yájina

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"Zuleijá abre los ojos. Está oscuro, como en una bodega. [...]No obstante, el frío exterior no se cuela por las rendijas, gracias a que el previsor Murtazá selló las ventanas antes de la llegada del invierno. Un buen amo de casa, Murtazá. Y también un buen marido. Ahora ronca abundante y ruidosamente en su lado de la estancia, el lado reservado a los hombres. Duerme, duerme, Murtazá, que el sueño más profundo es el que se tiene antes del amanecer" . Además a Zuleijá no le conviene que Murtazá se despierte porque lo que se dispone a hacer, tiene que hacerse en secreto. Zuleijá va a robar comida, no mucha, tan solo un par de láminas de manzana, un par de láminas elaboradas con manzana cocida y aplastada y después puesta a secar al final del verano para tenerla lista para los duros meses de invierno. Tan solo dos láminas va a coger la mujer. Se le hace la boca agua solo de pensar en aplastar un trocito entre la lengua y el paladar. Pero jamás haría eso la joven. Jamás robaría