"Los impotentes" Nicolás Giacobone


«No sabe adónde ir. No saber adónde ir es importante. Cada paso, un paso hijo del azar.

Falso. Cada paso es una decisión. Aunque no sepa dónde va, tiene que decidir hacia dónde apuntar el pie. Hay una táctica detrás de cada paso. Una táctica inmediata y no demasiado analizada, pero táctica al fin. Cada decisión es una decisión táctica.

Su plan no es perfecto. Emilia decía que aspirar a la perfección es inhumano pero que al mismo tiempo no nos queda otra.

Alguien le pregunta a alguien la hora y Pan apura el paso. No le importa la hora. No tiene que importarle. Solo sabe que es de día y no debe faltar mucho para que anochezca. Sabe que es lunes porque ayer, que aún chequeaba el día y la hora, era domingo. Espera no tardar en olvidar qué día y hora es».


No sabemos a dónde va Pan. Ni siquiera él lo sabe. Sólo quiere huir, olvidar. Olvidarlo todo: el día, la hora, su pasado, su presente. No saber nada (aún) de su futuro. El lector sabe un poco de qué huye, por qué huye. Lo sabe porque lo ha leído en la sinopsis y se pregunta si no hubiera sido mejor ir descubriendo por sí mismo lo que se esconde tras la huida de Pan. Claro que entonces no podría escribir sobre este libro sin miedo a destripar esa trama que la sinopsis respetaba. Claro que tampoco estamos ante un libro de misterio o intriga en el que haya que ocultar quién es el asesino. Y también es cierto que saber cuál es el meollo de la historia, fue lo que despertó mi interés por la novela.

«En los medios de comunicación la llamaron "monstruo". Un periodista la comparó con Josef Fritzl, un viejo austríaco de Amstetten acusado de haber tenido encerrada a su hija en un sótano y haberla violado sistemáticamente. Emilia no entiende de dónde se agarra semejante comparación. Pan no es su hijo. El único delito que cometió fue haberlo comprado. Luego no hizo más que cuidarlo, educarlo, ofrecerle una vida que probablemente no hubiese soñado en tener.
Nunca pensó en Pan como hijo. Era el hombre de su vida. Un hombre criado en su casa, educado según sus más detallados designios, pero sin dejar de ser libre. Ese detalle es esencial: la libertad. ¿Por qué en las entrevistas no habló de la libertad?».

¿Cuál fue el mayor pecado de Emilia Mayer, escritora de éxito, eterna candidata al Premio Nobel que esperaba obtener con la novela que tenía entre manos? ¿Fue el hecho de haber comprado un bebé o el de haberse metido en su cama como regalo de quince? Tampoco es que Pan protestara. Antes bien, el sexo con Emilia se convirtió en una obsesión para él. Al menos hasta que poco antes de cumplir los treinta años pareció perder el interés. Por Emilia, no por el sexo.

Pan ha vivido sus treinta y cinco años en la seguridad del hogar. Ni siquiera ha ido al colegio. Emilia le dio a elegir entre hacerlo o seguir los estudios en casa. Pan eligió esto último e Imelda Ortiz se convirtió en su tutora y en su niñera.

«Emilia le hizo la pregunta una sola vez. Le dio tiempo para pensarlo. Pan no tardó en decirle que prefería quedarse en casa y no volvieron a hablar del tema.
Imelda insiste en que en realidad Emilia nunca le dio la opción de elegir. La escritora había construido un ámbito de tanta comodidad que nadie de tan corta edad hubiese estado en condiciones de elegir con independencia».

¿Es cierta la libertad que Emilia presume haber concedido a Pan? ¿Acertó Emilia al ofrecerse a ayudarlo en todo, a respaldar cualquier actividad que quisiera emprender? ¿Puede realmente afirmar que «No es su culpa que haya terminado siendo un vago, un desganado, una persona completamente desprovista de pasión»?».

Ahora el chico no solo ha decidido abandonar la casa sino que también ha contado al mundo su vida con Emilia. De resultas, la carrera literaria de la mujer se ha arruinado. Las editoriales la han cancelado. Sus libros han desaparecido de las librerías y en su ordenador languidece el borrador de su última novela, la que de seguro, finalmente, le habría conseguido el Nobel. 

Pero hay más personajes. Tenemos al impotente. El único que lo es en sentido literal en toda la novela. En sentido literal, porque impotencias hay muchas. Puede que luego hable de ellas. Se trata de Alfonso Miranda a quien «En lo que va de sus cincuenta años, el pene nunca se le puso duro como se ponen el noventa y cinco por ciento de los penes». Y está Carolina Klug a quien conocemos casada y con una niña pequeña y reencontramos más adelante, con un terrible trauma vital por medio y con una hija ya adulta. Además es la editora jefe de la editorial Pasillos, una ocupación que era la ilusión de su vida y que, por fin, ha cumplido. Pero la editorial no acaba de despegar. Hasta que es ella la que recibe la última novela de Emilia, la que tendría que haberla lanzado al Nobel de no haber salido a la luz su escabroso pasado. Lo que pasa es que la novela no la firma Emilia sino Pan. Sólo el lector (y los más directos interesados) sabe que la novela no la ha escrito Pan. Cuando la editora se pone en contacto con él, acepta con total naturalidad ser el autor y defenderá esa autoría a pecho y espada.

¿Se trata de un regalo desinteresado que Emilia le hace a Pan para compensarle de alguna manera? ¿Es más bien una forma de dar a conocer su obra que, de otra manera hubiera quedado arrumbada y cancelada? ¿No se muestra Pan un tanto egoísta e interesado culpando a Emilia de todos sus males, pero aprovechándose de ella a la menor oportunidad?

Y abundando en los personajes, están Imelda, la tutora de Pan, y Carlos, su marido. Ellos tienen su importancia en la trama y con ellos tendrá Pan un comportamiento que pone de manifiesto cómo es en realidad, y nos hace plantearnos (de nuevo) cuánto de víctima y cuánto de aprovechado tiene el personaje.

Nicolás Giacobone

Creo que nunca había escrito una reseña con tantos interrogantes. Y es que interrogantes es lo que queda después de leer Los impotentes. Quien pase por la novela teniendo muy claro quienes son víctimas y quienes verdugos, quién se aprovecha de quién, es que no ha captado la verdadera esencia de la historia. No digo que yo la haya captado. Tanto interrogante demuestra que no, pero desde luego no es una novela para salir de ella imbuido de certezas. Todos tienen su porción de miseria y sus minutos de grandeza. En unos predomina más una cosa que la otra. Todos se aprovechan de las circunstancias porque todos tienen carencias que llenan como pueden. 

Cada uno tiene su propia impotencia (sí, dije que hablaría de ellas) y puede que la menos lesiva sea la de Alfonso, tan física en realidad, tan soportable en cuanto encuentra un mecanismo y una mujer capaces de sortearla. Son peores las impotencias del alma. Todas esas cosas que no sabemos, que no podemos, que nos faltan irremediablemente. O que no sabemos apreciar. En una entrevista el autor afirma: «Creo que hay una glorificación de lo que tenemos para mostrar, y los seres humanos somos, en mayor medida, carentes. Muchas veces nos definen más nuestras limitaciones que nuestros talentos».

Nicolás Giacobone obtuvo el Oscar en 2015 por su guion de Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia), una de mis películas favoritas y de las pocas que tengo reseña en el blog. Tiene además otras dos novelas que ya he apuntado en mi lista porque es un autor al que pienso seguir tanto en su faceta de novelista como en la de guionista. 

Nota final tomada de Google:
En Argentina, la edad de consentimiento sexual es de 13 años. Sin embargo, la ley establece algunas consideraciones importantes. A partir de los 13 años y hasta los 16, se considera el delito de estupro si existe un aprovechamiento de la inmadurez sexual del menor o una relación de poder desigual con el adulto. A partir de los 16 años, se considera que hay consentimiento pleno, pero si existen actos que atenten contra el desarrollo sexual del adolescente, se puede considerar delito. 



Comentarios

  1. ¡Hola, Rosa!
    Maravillosa reseña 👏🏻 Me contenta ver que tú también has disfrutado de "Los impotentes", un libro peculiar, atrevido, cuyos personajes se mueven en esa gama de grises que es la vida misma.
    Como bien dices, todos padecen algún tipo de impotencia y todos son víctimas y victimarios en algún momento de la trama. Una historia llena de sombras y luces que, por otra parte, existen en todos los seres humanos.
    El autor hace crítica de muchas realidades y la novela tiene tanto trasfondo que se presta a grandes reflexiones y a un buen intercambio de opiniones por todos esos interrogantes que quedan dando vueltas en nuestras cabezas. Un autor que sin duda hay que seguir leyendo ;)
    Un beso.

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    1. He disfrutado mucho y os agradezco a Marian y a ti el habérmelo dado a conocer. Es una novela magnífica en la que se nos derrumban muchas certidumbres y son sustituidas por interrogantes. la víctima, sin dejar de serlo (o puede que sí), llega a manifestarse como una persona interesada, manipuladora y egoísta.
      Seguiré leyendo al autor porque como escritor me ha convencido del todo. Como guionista ya lo había hecho con esa película maravillosa que me cautivó en 2014. Con razón en 2015 se llevó los Oscar más importantes: mejor película, mejor director y mejor guion original. Se ve que Nicolás Giacobone sabe crear historias muy interesantes y, lo más importante, sabe contarlas.
      Un beso.

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  2. ¡Hola!!
    la verdad es que te ha quedado una reseña magnífica, Rosa, has transmitido toda la esencia de la novela y lo que mayormente el lector percibe, incluidas todas esas incertidumbres que nos deja.
    Ya sabes que yo leí esta novela con Mariana en Mayo y que ambas la disfrutamos mucho, imaginarás que con tantos interrogantes la cosa dio para mucho hablar y comentar.
    Es curioso eso de que realmente impotente físicamente solo hay uno, Alfonso, pero la impotencia de la que sí adolecen todos y cada uno de los personajes, es la psicológica, como digo en mi reseña "la que surge a veces ante las distintas situaciones en la vida, ante la imposibilidad de ver realizados sueños y metas". Y es que todos ellos andan desorientados sin saber cómo afrontar lo que la vida les depara, cada uno con sus carencias determinadas. Por cierto que me ha encantado esto que dices: "Todos tienen su porción de miseria y sus minutos de grandeza", porque es tal cual.
    Es una lectura muy curiosa, de esas que se salen de lo común, a mi también me enganchó desde los comienzos, porque deseas saber hacia donde te lleva la cosa.
    Por cierto que yo no leí la sinopsis (solo al acabarla) y me gustó ir descubriendo todo por mí misma, yo descubrí esta lectura por una recomendación literaria que hicieron en La Cadena Ser una mañana y me quedé con la copla, fue un acierto
    Me alegra mucho que la hayas disfrutado tanto como lo hicimos nosotras en su momento
    Un beso.

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    1. Como le digo a Marianna arriba, os agradezco mucho el haberme descubierto esta novela y a Nicolás Giacobone en su faceta de novelista. Ya sabes que me gusta mucho sumergirme en historias con personajes contradictorios, con situaciones confusas que llevan a reflexionar y que nos rompen los esquemas. A esta novela ya iba un poco preparada por vuestras reseñas y ya sabía que Pan no era tan víctima ni Emilia tan monstruosa. La idea que saqué al leeros se ha confirmado totalmente. Es muy interesante la evolución de todos los personajes, pero sobre todo, como es lógico, la de estos dos que son los más importantes. También me ha gustado mucho esa impotencia que manifiestan todos lo personajes, cada uno, a su manera; cada uno, la suya. En resumen, una muy buena novela que tuvo que dar lugar a debates de lo más jugoso entre vosotras.
      Un beso.

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  3. Hola, Rosa, pues no conocía al autor y me ha sorprendido saber que es el guionista de Birdman, una película que a mí también me gustó mucho. La novela parece interesantísima, con personajes muy bien armados y llenos de matices. Una historia muy profunda, por lo que cuentas. Me ha encantado leerte. Anotada. Un beso.

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    1. Yo tampoco relacioné a Nicolás Giacobone con esa película en un principio, pero en cuanto empiezas a investigar sobre él es lo primero que sale. La sombra del Oscar es muy alargada. La novela es muy interesante, en efecto y espero que si te animas la disfrutes.
      Un beso.

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  4. Hola Rosa. Las Mavamar ya me habían convencido con esta historia, controvertida y compleja donde las haya. Aunque Marian no las tiene todas consigo de que me vaya a gustar. Quizá por todos esos interrogantes que deja. Pero no me importa si se refieren a reflexiones que provoca la novela, a que dé qué pensar. Los que me ofenden son los que no resuelven la historia y me quedo sin saber quién o qué.
    Me da igual lo que diga la ley en el sentido de que creo que un argentino de 13 años es un niño igual que otro de cualquier parte del mundo y si encima se aprovechan, peor. Con 15 me parece que aunque sepa lo que hace es muy fácil de manipular.
    Desde luego la impotencia física en este libro es lo de menos.
    Y todos hemos sido víctimas y verdugos en la vida, queriendo o sin querer. Desde luego es un libro que no deja indiferente y eso es muy bueno.
    Besos

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