"La ciudad y sus muros inciertos" Haruki Murakami

—Para entrar y salir de la ciudad no hay más que este portón —aseveró el guardián, señalando con sus dedos regordetes el objeto al que se refería—, y quien lo atraviesa para entrar nunca volverá a atravesarlo para salir. La muralla no lo permitiría. Es un precepto de esta ciudad y, como tal, hay que tomárselo en serio. Quien entra se compromete a su cumplimiento aunque no haya firma ni sello de sangre que lo suscriba, cual contrato indeleble. Estás al corriente de ello, ¿verdad?

—Lo estoy —confirmé.

—Hay una cosa más. Puesto que aquí, en esta ciudad, desempeñarás la labor de leer sueños, se te entregarán unos ojos para dicho cometido. Esto también es preceptivo, no se pueden hacer excepciones. [...]

Así fue mi entrada en la ciudad: me desprendí de mi sombra bajo la implícita asunción de no volver a atravesar aquel portón para salir, y recibí unos ojos de lector de sueños de córnea arañada.


No sé muy bien que es lo que puedo contar de esta novela. No llego a entender cómo yo, una lectora con ninguna afición a la fantasía, me he sentido atrapada por esta historia de ciudades increíbles en las que sus habitantes carecen de sombra, cuyos relojes carecen de manecillas, cuyos únicos animales son los unicornios o los pájaros que la sobrevuelan, cuyo único combustible es el aceite de colza, cuya biblioteca carece se libros pero atesora sueños que nuestro protagonista tiene que leer con unos ojos alterados al efecto. Una ciudad de muros inciertos pues estos cambian de forma como si de un fluido se tratara en un afán, tal vez, por evitar ser aprehendidos en un mapa, por evitar que la huida de los que habitan en su interior sea sencilla.

Y somos incapaces de entender qué encierran esos muros inciertos. Incierto es también su contenido. ¿Es un sueño? ¿Es la imaginación? ¿Es una realidad paralela?

Me cuesta entender que esta novela me haya fascinado, como siempre por otra parte me sucede con las novelas de Haruki Murakami. Pero ninguno de sus libros leídos y disfrutados contiene tal cantidad de hechos increíbles, fantásticos, imposibles. Ninguno, inopinadamente, me ha atrapado y hechizado tanto como La ciudad y sus muros inciertos.

El narrador de la primera parte habla en segunda persona. Se dirige a una joven, su única amiga, de la que puede que esté enamorado. Ambos carecen de nombre, como muchas cosas en esta historia. Ella fue quien le habló de la ciudad amurallada de donde ella provenía, donde según sus palabras se encontraba su auténtico yo del que ella tan solo era una sombra. El narrador duda, el lector duda, de si la ciudad existe de verdad o es una mera fantasía de la joven.

«Según entendí, la ciudad nació de ti. O bien fue creación original tuya, o bien ya existía su germen oculto desde el principio en tu interior. No obstante, si bien eso es cierto, también es verdad que yo, con mis preguntas, completamente volcado en querer saber más, intervine en la materialización objetiva, visible y susceptible de ser descrita por medio del lenguaje, de aquella entidad propia que, en principio, solo habitaba en ti. Tú hablabas y yo, devoto apóstol tuyo, tomaba nota y dejaba constancia escrita de tus palabras, tan fiel y detalladamente como se hacía en la Antigüedad con los filósofos y los religiosos. Y para dicho menester, en mi condición de idóneo escribiente rendido a tu causa, confeccioné un pequeño cuaderno donde solo anoté tus inspiradoras palabras. Aquel verano nos dedicamos a eso con ferviente entusiasmo y entrega».

Pero no, no debía de ser fantasía porque un buen día la joven desaparece y el muchacho ya no sabrá de ella más que por alguna carta, hasta que incluso estas dejan de llegar. No debía de ser fantasía porque, paralelamente a la historia de amistad entre los dos adolescentes, en capítulos alternos, vemos que el joven, ya hombre maduro, ha conseguido entrar en la ciudad y se nos va narrando su vida allí. Y es en esa ciudad, en esa parte, en la que la fantasía desborda todos los márgenes: unicornios, sombras que languidecen extramuros, ausencia de música, de animales, de tiempo... Y sin embargo toda la historia de esa ciudad y las vivencias del hombre en ella, me resultan fascinantes. 

«Así pues, con la llegada del otoño, apostados para pasar la noche y expuesto su pelaje dorado a la fría luz del atardecer, los unicornios, cuyo número ha de rozar el millar, esperan en completo mutismo a que los últimos y lejanos ecos del cuerno terminen de deshilvanarse en el viento.

El día llega a su fin en la ciudad. Los días pasan y las estaciones se suceden. Tanto estas como aquellos son fugaces. El tiempo en la ciudad, sin embargo, no se rige del mismo modo, es de una naturaleza diferente».


En la ciudad el hombre lee los sueños y la joven, que sigue siendo igual de joven y que no lo reconoce, le prepara infusiones para fortalecer su vista y ayudarlo en su tarea.

Pero viene la segunda parte de las tres que tiene el libro. Nos volvemos a encontrar al hombre de nuevo en Tokio. Ha conseguido salir de la ciudad amurallada no sabe cómo y nosotros tampoco, aunque lo iremos descubriendo. Esta parte es más realista aunque no está libre de hechos sobrenaturales que no voy a mencionar porque el descubrirlo en su momento, justo cuando el autor lo dispone, forma parte del encanto maravilloso de la historia. El personaje, harto de su trabajo en una editorial y de su vida en la capital, decide perseguir un sueño (literalmente hablando pues un sueño nocturno es el que le inspira) y acepta el puesto de bibliotecario en una ciudad lejana, Z**, ubicada entre montañas. 

Aquí hay personajes admirables: Tatsuya Koyasu, el antiguo director de la biblioteca y a quien nuestro protagonista va a suceder. Este personaje guarda muchos secretos y será, con sus conversaciones inigualables, quien sirva de apoyo y hasta de amistad (o algo que se le parece mucho) al recién llegado; un joven autista con una sudadera que muestra un dibujo del Yellow Submarine de la película de los Beatles, un joven que lee y lee libros de todo tipo, habla lo imprescindible y es capaz de dibujar un mapa de la ciudad amurallada tan solo con lo que le ha oído contar al nuevo director de la biblioteca; Saeda, la otra empleada fija de la biblioteca, guía y ayuda imprescindible para el protagonista en lo que se refiere a la biblioteca, a la ciudad y a sus habitantes; la dueña del café en el que toma los deliciosos muffins de arándanos, con la que llegará a tener una amistad que va un poquito más allá. Pero solo un poquito.

Ambas ciudades, Z* y la ciudad amurallada, por momentos pueden llegar a parecer un trasunto una de la otra, pero será pura apariencia. Las diferencias son notables y el lector las percibe desde el principio.

«De pie, rodeado por una blanca extensión de nieve, de vez en cuando alzaba la mirada al cielo de puro azul y me quedaba sumido en la perplejidad: ¿a cuál de los dos mundos pertenecía yo en aquel instante de mi vida? 
¿Me encontraba dentro de los confines de aquella muralla de ladrillo o fuera de ellos?».

La tercera parte, mucho más corta que las anteriores, nos lleva de nuevo a la ciudad amurallada y en ella tendrán lugar hechos tan fantásticos como los que ya sabemos que suceden en ese entorno de fantasía. Y la novela se cierra. Llega a su final y cerramos el libro satisfechos con el mismo. No hay escena en que se expliquen los misterios, cómo podría haberla, pero el juego de luces y sombras me ha parecido perfecto. Y nunca mejor dicho. La realidad se entremezcla con la fantasía (no con la ficción, ficción es todo) de una forma sorprendente, porque a la larga, distinguir entre una y la otra no es sencillo. Sueño y vigilia, imaginación y vivencia, sombra y sujeto... ¿Cuáles son los que conforman la realidad?

«"No, realidad no hay más que una", dirán algunos. Tal vez. Igual que la tripulación de un velero a punto de hundirse se aferra al mástil de la embarcación, nosotros también nos aferramos desesperadamente a una sola realidad, quizás porque no nos queda otro remedio».

Haruki Murakami

Sí, los que me conocéis sabéis que me da mucha pereza la literatura japonesa y que no soy muy aficionada a la fantasía y, sin embargo, siempre vuelvo sobre Murakami, con pereza sí, pero con miedo a su fantasía, nunca. Hace ya tiempo que me atrapó con ella y La ciudad y sus muros inciertos ha quedado ya en mi memoria como la mejor novela que he leído del autor.

Libros leídos de Haruki Murakami con fecha de lectura entre paréntesis y enlace cuando lo hubiere:
"Tokio Blues" (2008)
"Kafka en la orilla" (2008)
"1Q84" Libros 1 y 2 (2018)
"1Q84" Libro 3 (2018)
"Sueño" (2019)
"La muerte del comendador" Libro 1 (2021)
"La muerte del comendador" Libro 2 (2022)

Título del libro: La ciudad y sus muros inciertos
Autor: Haruki Murakami
Nacionalidad: Japón
Título original: 
Machi to Sono Futashikana Kabe (街 と その 不確かな 壁)
Traducción: Juan Francisco González Sánchez
Editorial: Tusquets
Año de publicación: 2024
Año de publicación original: 2023
Nº de páginas: 576
 

Comentarios

  1. Hola, Rosa. Pues me ocurre exactamente lo que tu comentas. Sin ser la fantasía un género que me atraiga especialmente, Murakami tiene algo hipnótico. Te sumerge en sus historias y no puedes soltarlas. El ritmo, el tono... No sé, tiene algo muy especial. Hace tiempo que no leo nada de él pero me ha gustado mucho lo que cuentas de esta historia y que te haya atrapado tanto, así que la anoto. Besos y buen fin de semana.

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