"Mi valle" Mario Santos y Lores Espinosa
Este fin de semana he estado en León y, gracias a una amiga que me avisó (gracias Blanca, de todo corazón), he hecho un viaje al pasado. He viajado a la nostalgia de esos recuerdos que se van, que nunca se van, pero a veces es como si volvieran, no tienen de donde volver, para arañar el alma y dejar un poso de plácida melancolía. Volví a mis veintitrés años, veinticinco, veintisiete… Volví a otra vida en sentido literal.
Corría el año 1984 cuando una mañana de mayo, un muro de 100 metros de altura y 337 metros de ancho amaneció con una enorme pintada en su panza: “DEMOLICIÓN”. El Muro era una presa erigida en 1965 en medio del río Esla a su paso por el término municipal de Crémenes. El muro era la presa tras cuya mole de hormigón el mítico río debía remansarse y acumularse para formar un embalse que sepultaría bajo sus frías aguas nueve pueblos y uno de los valles más ricos de la provincia (de Europa llegué a oír a algún especialista) en lo que a ganadería y pesca se refiere, por no hablar lógicamente de riqueza paisajística y medioambiental. Un valle paradisíaco que amenazaba con desaparecer para siempre de llevarse a cabo los planes que para él, como para otros valles de la provincia antes, se habían decidido.
Los pueblos (Anciles, Salio, Huelde, Éscaro, La Puerta, Burón, Pedrosa del Rey, Riaño y Vegacerneja), tras casi veinte años de amenaza no cumplida, estaban llenos de vida. Franco había muerto y, creían, con él la manía compulsiva de inaugurar pantanos; gobernaba el PSOE que muchas veces se había mostrado en contra de esas obras grandiosas y grandiosamente destructivas; estábamos por liquidar el siglo XX en apenas quince años y nadie pensaba que tal barbarie se fuera a llevar a efecto.
La gente, los jóvenes sobre todo, vivían en el valle, abrían negocios, seguían con las vacas y el muro era una zona más de juegos para los niños de la zona.
Pero en 1984, el propio gobierno del PSOE, con el pretexto de una moratoria nuclear que paralizaba la construcción de Lemóniz y otras tres centrales nucleares más, cedía al chantaje de las bombas de ETA y dejaba en el limbo del olvido la tan denostada central. Una barbaridad de obra como todas las nucleares, pero con el agravante de estar situada a treinta kilómetros de una población con un millón de habitantes (Bilbao) con pocas facilidades geográficas para su evacuación en caso de ser necesario. Esa moratoria nuclear que salvó Lemóniz del Uranio fue la sentencia de muerte del valle de Riaño. ¿No le veis la relación? Seguid leyendo.
Pero en 1984, el propio gobierno del PSOE, con el pretexto de una moratoria nuclear que paralizaba la construcción de Lemóniz y otras tres centrales nucleares más, cedía al chantaje de las bombas de ETA y dejaba en el limbo del olvido la tan denostada central. Una barbaridad de obra como todas las nucleares, pero con el agravante de estar situada a treinta kilómetros de una población con un millón de habitantes (Bilbao) con pocas facilidades geográficas para su evacuación en caso de ser necesario. Esa moratoria nuclear que salvó Lemóniz del Uranio fue la sentencia de muerte del valle de Riaño. ¿No le veis la relación? Seguid leyendo.
Entre
esos días esperanzados y luchadores de mayo del 84 y unos pocos días tristes y
derrotados de julio del 87, unas cuantas personas de distinta índole, edad,
formación e intereses íbamos a encabezar una lucha épica (David contra Goliat
se llega a decir en el documental), romántica y, aunque nosotros no lo sabíamos
entonces, abocada a la derrota más vil.
Surgieron asociaciones para la defensa del Valle: surgió la "Coordinadora para la defensa de los valles amenazados por grandes embalses", la "Coordinadora de Afectados de la Comarca de Riaño (CACOR)"; se escribieron artículos en periódicos y revistas, se hicieron manifestaciones, se celebró la "I Fiesta del capilote"; ya ni recuerdo (era otra vida) en la cantidad de cosas en las que participé (participamos) para intentar salvar la comarca. Nos acusaron de tener intereses secretos y contesté en una carta en el Diario de León que sí que tenía interés, el interés de no ver la comarca inundada porque ese día no iba a tener suficientes lágrimas para derramar.
Riaño (el valle entero) era un paraíso. En primavera se llenaba de capilotes, unos preciosos y enormes narcisos que cada año íbamos a fotografiar en unas praderas que suponían los pastos más ricos que quedaban en la provincia tras haber sido inundados los valles del Luna y del Porma.
En invierno la nieve lo cubría volviéndolo más bello si cabe.
El Yordas, el Gilbo, Peñas Prietas dibujaban un horizonte que jamás podré borrar de mi mente y, como los pueblos estaban sentenciados a muerte por ahogamiento, habían dejado de crecer, no se construía, pero se cuidaban las casas y los pueblos guardaban la fisionomía de veinte años antes:
Se intentó todo. Se propuso una alternativa que, con pequeños embalses que no inundaban ningún pueblo y algunas otras medidas de fácil ejecución permitía regar las mismas hectáreas (el pretexto para el despropósito era convertir en regadío zonas de la comarca de Tierra de Campos, al sur de la provincia).
Los futuros regantes acusaban a los defensores del valle de insolidarios por no querer compartir el agua (qué difícil es compartir el agua cuando para ello tienes que morir ahogado). Se dividió a la provincia (la dividió el interés secreto de la Administración y el Ministro Cosculluela por el pantano) en regantes y defensores de Riaño.
Pero los defensores del valle sabíamos que el agua nunca iba a regar los campos sedientos del sur; sabíamos que la única función del embalse era regular el caudal del Duero en su curso medio-bajo para una serie de centrales hidroeléctricas que la empresa llamada entonces Iberduero tenía instaladas a pie de presa en embalses cerca de la frontera con Portugal. Estas centrales tenían muy baja productividad en las épocas en que el Duero bajaba con poca agua y los embalses quedaban con capacidades del 40% e incluso menos. El embalse de Riaño ha conseguido mantener esos embalses a una capacidad constante superior al 80%. Lo que Iberduero perdía en Lemóniz, lo ganaba (el PSOE se lo regalaba) a costa de la vida de nueve pueblos, una comarca entera, un paraíso más que se pierde en la Tierra. Como si anduviéramos sobrados.
Va a hacer treinta años que se cerraron las compuertas de la presa (el 31 de diciembre de 1987) y ni una gota del agua de Riaño ha sido vista por los hipotéticos regantes.
El documental se titula “Mi valle”. Ha sido realizado en 2015 por dos jóvenes, Mario Santos y Lores Espinosa y este fin de semana, tercero consecutivo, se ha proyectado en León con la sala llena.
He vuelto a ver a la guardia civil pegando a los habitantes del pueblo como si de terroristas se tratara.
El documental me ha vuelto a recordar a algunos de mis amigos subidos a los tejados y siendo desalojados a garrotazos; las monedas que echábamos en los camiones que venían para cargar lo que la gente quisiera sacar de sus casas antes de echarlas abajo, porque en Riaño, al contrario de lo que había sucedido en otros embalses, los pueblos fueron reducidos a escombros meses antes de su inundación; me ha trasladado de nuevo a la manifestación a la que acudí en otoño del ochenta y seis (creo que fue la última vez que estuve en Riaño) y en la que coincidimos embarazadas mi prima (su marido es de Riaño), Pastora Vega (la madre de Imanol Arias era de un pueblo del valle) y yo. Afortunadamente para mí, todo el trauma de derribos, desalojos, inundación, y demás desastres me pilló en medio de un embarazo de riesgo y, posteriormente, un parto con un mes de incubadora, depresión postparto y toda una serie de circunstancias que, aunque finalizaron felizmente, me tuvieron lo suficientemente preocupada como para que el fin de Riaño no me doliera más de la cuenta. En gran medida, lo olvidé, lo borré de mi memoria.
Dos años después, las circunstancias de mi trabajo me hicieron cambiar de ciudad, y con la ciudad cambié tantas cosas que terminé cambiando de vida, y tardé muchos años en pasar por el viaducto cuya carretera sobrevuela las aguas que sepultan el pueblo en el que tantas horas pasamos durante más de tres años.
El documental ha supuesto, al menos para mí, la vuelta a un paraíso robado, el reencuentro con un tiempo perdido, el enfrentamiento con los fantasmas de lo que fue y ya no volverá a ser. Ha sido triste, un poco traumático, aunque menos de lo que esperaba. Era parte de mi pasado que ha viajado en el tiempo, que me estaba esperando en el presente y que, al final, ha conseguido encontrarme.
*Para Ordoño Llamas. In memoriam. Tu espíritu seguirá sobrevolando los picos que dibujan el paisaje de Riaño. Y mi memoria.
Os dejo, por si os interesa, un pequeño trailer del documental. Es muy cortito y salen un par de personas conocidas. Os recomiendo que lo veáis porque os ayudará a entender mejor lo que allí sucedió.
Surgieron asociaciones para la defensa del Valle: surgió la "Coordinadora para la defensa de los valles amenazados por grandes embalses", la "Coordinadora de Afectados de la Comarca de Riaño (CACOR)"; se escribieron artículos en periódicos y revistas, se hicieron manifestaciones, se celebró la "I Fiesta del capilote"; ya ni recuerdo (era otra vida) en la cantidad de cosas en las que participé (participamos) para intentar salvar la comarca. Nos acusaron de tener intereses secretos y contesté en una carta en el Diario de León que sí que tenía interés, el interés de no ver la comarca inundada porque ese día no iba a tener suficientes lágrimas para derramar.
Riaño (el valle entero) era un paraíso. En primavera se llenaba de capilotes, unos preciosos y enormes narcisos que cada año íbamos a fotografiar en unas praderas que suponían los pastos más ricos que quedaban en la provincia tras haber sido inundados los valles del Luna y del Porma.
Pradera de capilotes |
Yo haciendo pinitos con esquís de travesía |
El pueblo de Riaño |
Los futuros regantes acusaban a los defensores del valle de insolidarios por no querer compartir el agua (qué difícil es compartir el agua cuando para ello tienes que morir ahogado). Se dividió a la provincia (la dividió el interés secreto de la Administración y el Ministro Cosculluela por el pantano) en regantes y defensores de Riaño.
Pero los defensores del valle sabíamos que el agua nunca iba a regar los campos sedientos del sur; sabíamos que la única función del embalse era regular el caudal del Duero en su curso medio-bajo para una serie de centrales hidroeléctricas que la empresa llamada entonces Iberduero tenía instaladas a pie de presa en embalses cerca de la frontera con Portugal. Estas centrales tenían muy baja productividad en las épocas en que el Duero bajaba con poca agua y los embalses quedaban con capacidades del 40% e incluso menos. El embalse de Riaño ha conseguido mantener esos embalses a una capacidad constante superior al 80%. Lo que Iberduero perdía en Lemóniz, lo ganaba (el PSOE se lo regalaba) a costa de la vida de nueve pueblos, una comarca entera, un paraíso más que se pierde en la Tierra. Como si anduviéramos sobrados.
Va a hacer treinta años que se cerraron las compuertas de la presa (el 31 de diciembre de 1987) y ni una gota del agua de Riaño ha sido vista por los hipotéticos regantes.
El documental se titula “Mi valle”. Ha sido realizado en 2015 por dos jóvenes, Mario Santos y Lores Espinosa y este fin de semana, tercero consecutivo, se ha proyectado en León con la sala llena.
He vuelto a ver a la guardia civil pegando a los habitantes del pueblo como si de terroristas se tratara.
Una foto que se publicó en periódicos de todo el mundo. |
El documental me ha vuelto a recordar a algunos de mis amigos subidos a los tejados y siendo desalojados a garrotazos; las monedas que echábamos en los camiones que venían para cargar lo que la gente quisiera sacar de sus casas antes de echarlas abajo, porque en Riaño, al contrario de lo que había sucedido en otros embalses, los pueblos fueron reducidos a escombros meses antes de su inundación; me ha trasladado de nuevo a la manifestación a la que acudí en otoño del ochenta y seis (creo que fue la última vez que estuve en Riaño) y en la que coincidimos embarazadas mi prima (su marido es de Riaño), Pastora Vega (la madre de Imanol Arias era de un pueblo del valle) y yo. Afortunadamente para mí, todo el trauma de derribos, desalojos, inundación, y demás desastres me pilló en medio de un embarazo de riesgo y, posteriormente, un parto con un mes de incubadora, depresión postparto y toda una serie de circunstancias que, aunque finalizaron felizmente, me tuvieron lo suficientemente preocupada como para que el fin de Riaño no me doliera más de la cuenta. En gran medida, lo olvidé, lo borré de mi memoria.
Dos años después, las circunstancias de mi trabajo me hicieron cambiar de ciudad, y con la ciudad cambié tantas cosas que terminé cambiando de vida, y tardé muchos años en pasar por el viaducto cuya carretera sobrevuela las aguas que sepultan el pueblo en el que tantas horas pasamos durante más de tres años.
El documental ha supuesto, al menos para mí, la vuelta a un paraíso robado, el reencuentro con un tiempo perdido, el enfrentamiento con los fantasmas de lo que fue y ya no volverá a ser. Ha sido triste, un poco traumático, aunque menos de lo que esperaba. Era parte de mi pasado que ha viajado en el tiempo, que me estaba esperando en el presente y que, al final, ha conseguido encontrarme.
*Para Ordoño Llamas. In memoriam. Tu espíritu seguirá sobrevolando los picos que dibujan el paisaje de Riaño. Y mi memoria.
Puede que a alguien le parezca bonito, pero eso es solo porque no conoció el original ni sabe la cantidad de sufrimiento que ocultan sus aguas. |
Rosa, me ha conmovido mucho este relato de lo que pasó. He estado dos veces en Riaño, de visita. Y supe de lo que sucedió años atrás. El lugar, aunque me pareció precioso en su presente, tenía una aura especial y trágico por la historia que conservaba (¿entre sus aguas?). Un abrazo.
ResponderEliminarPuede que a los que llegan de nuevas el lugar les parezca bonito. La elegancia y rotundidad de sus picos es insuperable, pero los que lo conocimos en origen y paseamos bajo sus aguas y cogimos capilotes con los ojos contaminados de oro y verde y esquiamos sobre su manto blanco inmaculado y vimos sus chopos anaranjados en otoño a la orilla del río y comimos sus truchas pescadas por un amigo... Eso sí era belleza.
EliminarUn beso.
Hola!!!! Yo era pequeña y lo recuerdo a la perfección, mis padres sufrían mucho con esto. Tengo amigos de Riaño que luego fueron a Siero de la Reina, y sus vidas cambiaron de forma radical.
ResponderEliminarLa verdad es que a veces me pregunto como hemos dejado que nos hagan tantas cosas, en aquellos tiempos había menos información y menos poder de convocatoria.
Besos y me ha encantado leerte, aunque el tema me da mucha pena.
Dice Julio Llamzares en el documental que si toda la provincia se hubiera levantado contra en embalse, tal vez se hubiera parado. No lo sé, lo que sí sé es que había mucha desunión. No solo los regantes estaban a favor del embalse, también gente de pueblos cercanos a Riaño que decían que ya habían cobrado las indemnizaciones. No se puede creer, pero había quien les envidiaba y hubiera deseado que su pueblo también hubiera sido metido en el proyecto para cobrar las indemnizaciones. Como si un poco de dinero (la mayoría eran ganaderos que con lo que cobraron pudieron comprarse un piso en León con suerte) te resolvieran la vida.
EliminarUn beso.
Lo que conlleva una anegación de tierras cuando desaparecen bajo las aguas para sus habitantes es pena rabia y desolación. El conocido Imanol Arias es nacido en Riaño. Rosa la madre de Imanol no es Pastora Vega. Ella fue su esposa y madre de sus hijos. Quizás lo has puesto bien pero te refieres a que Pastora Vega estaba embarazada al mismo tiempo que tu prima y tu. Su madre está entre parentesis y por supuesto es de Riaño. Han vivido es Ermua y en aquellos tiempos los conocia a toda su familia.Su hermana vivi ahora en Eibar. Un abrazo
ResponderEliminarPor supuesto, me refería a que coincidimos embarazadas mi prima, Pastora Vega y yo. Tal vez me he expresado mal. Entre paréntesis he puesto la relación que ellas tenían con Riaño, aunque bien podían no haber tenido ninguna como no la tenía yo, más allá que el por por el valle.
EliminarYo tenía entendido que la madre de Imanol era de un pueblo de la zona (puede que Salio), pero no del mismo Riaño, aunque puedo estar equivocada.
Un beso.
Rosa, tus letras y la narración desde la emoción vivida me han hecho sentir una tristeza inmensa. Siempre pienso en lo fácil que es decir en nombre del progreso pero ¿y toda la vida que se pierde? Esos parajes preciosos, esos recuerdos enterrados bajo el agua, nada vuelve a ser igual en las personas que han dejado a la fuerza sus hogares, me produce muchísima tristeza, esas vidas que se destrozan porque ya nada es igual, por muchas indemnizaciones ni sustitutivos que se intenten, lo que se queda bajo el agua nunca vuelve.
ResponderEliminarY el trocito del documental me ha traido la melancolía por todo aquello perdido que ni siquiera era necesario, pero a veces no somos capaces de aliarnos para buscar el bien común, demasiados intereses.
Un beso
Ha pasado mucho tiempo, pero nunca olvidaré las barbaridades de todo tipo que hubo que oír. Por parte de los futuros regantes que yya se veían millonarios como había pasado con los riegos de otros embalses; por parte de gente del pueblo que estaba deseando que lo inundaran por animadversión hacia otros que vivían y trabajaban en el valle; por parte de gente de pueblos vecinos, no afectados y que siempre habían querido que el pantano los hubiera inundado también para haber cobrado; por parte, en fin, de gente a la que ni le iba ni le venía, pero como ya "habían cobrado" tenían que aguantarse y el proyecto ser llevado a cabo.
EliminarLos egoísmos y mezquindades que sacan estos asuntos a relucir, solo se pueden comparar con la generosidad de otras personas como los espeleólogos que treparon a la presa para hacer la pintada. Lo mejor y lo peor del ser humano.
Un beso.
Gracias por compartir esta historia, Rosa, que es parte de tu propia historia personal, resulta conmovedor. Me ha recordado un poco a la novela de Julio Llamazares "Distintas formas de mirar el agua". Y por supuesto, es indignante pensar en la cantidad de injusticias que se han cometido y se cometen, porque haya democracia o no, parece que siempre prevalece el interés del más fuerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es que Julio Llamazares tiene su terrible historia detrás. Tiene un precioso poema creo que de su libro "La lentitud de los bueyes" que dice: "Yo vengo de una tierra de pastores que perdió su libertad cuando perdió sus ganados y sus pastos". Él no lo recuerda porque era muy pequeño, pero a él también le inundaron su valle (el del Porma). Allí no tiraron las casas. Yo he paseado entre sus esqueletos cuando vaciaron el embalse hace años para limpiar o algún otro tipo de mantenimiento. Nunca como entonces, me sentí en Comala.
EliminarHay intereses que no entienden de democracias e igual chantajean y compran a unos que a otros. El dinero y el poder siempre triunfan. Por eso se le llama Poder.
Un beso.
Emotiva y sincera historia la que cuentas, Rosa. Recuerdo mucho el activismo de Imanol Arias en contra de la desaparición de esos pueblos. Yo he estado hace muy poco por Las Hurdes y ahí se encuentra un pueblo abandonado, Granadilla, que no llegó a ser anegado pir las aguas del embalse del mismo nombre, aunque sí lo fueron todas las tierras de las que vivían sus habitantes que,or ello, hubieron de abandonar la zona.
ResponderEliminarEs una auténtica tragedia humana que choca con intereses ajenos. Es muy interesante la relación que realizas entre una detención, la de Lemoniz, y una consolidación del proyecto, la presa de Riaño. Vivimos en un mundo interconectado y lo que se da a unos se ha de quitar a otros. ETA no sólo arrasó vidas en el País Vasco principalmente, sus violentas reivindicaciones las vinieron a pagar otros -leoneses como los de Riaño- que, más sumisos, no protestaron en demasía.
Un beso
Nunca se nos ocurrió culpar a ETA por lo que sucedió en Riaño. Pareciéndonos una barbaridad lo que hicieron en Lemóniz, nos alegramos de que la central no se llevara a efecto. Pero como dice un chico en el documental, los leoneses no sabemos poner bombas, eso fue lo que inundó Riaño y los gobernantes cobardes se rindieron a dos poderes, el dinero y Poder de Iberduero y las bombas de ETA. Me alegro mucho de que la central Lemóniz sea una ruina. Y te diré un secreto: en aquellos días, algunos de los activistas contra el volcán, proponían hablar con ETA para ver si ponían un poco de goma 2 y volaban la presa, pero prevaleció el ¿sentido común?...
EliminarUn beso.
No hay gobierno que se resista cuando los intereses económicos de los lobbies empresariales se enfrentan con los e los ciudadanos contribuyentes de a pie.Antes era el dictador después es PSOE pretendido gobierno defensor de los intereses del pueblo que resulto ser un fiasco desde lo de la ¡OTAN NO! y después siendo ¡Sí! ahora unos de derechas podridos de corrupción como el mismo partido antes citado. Los poderosos siempre amagan y ponen zanahorias a unos y hacen promesas a otros. Al final los únicos que salen favorecidos son ellos y sus protegidos.
ResponderEliminarTriste historia la de Riaño y la de aquellos leoneses a los que les arrebataron sus pueblos y su valle.
Besos tristes por ese recuerdo.
Alguna "D" y alguna "coma" me salté, pues escribí como los indignados a los que ellos llaman terroristas.
EliminarYo ya pasé toda la indignación y toda la tristeza. Ahora solo me queda una profunda melancolía y una nostalgia infinita por ese paraíso y algún otro que he perdido, porque he sido tan afortunada que he conocido más de un paraíso. O he sido tan desgraciada que he perdido más de un paraíso. Prefiero verlo de la primera forma.
EliminarUn beso.
¡Hola! Acabo de descubrir tu blog, me quedo por aquí ^^
ResponderEliminarEspero que te pases por el mío y te quedes (; Un beso (-:
¡¡Ay, por favor!! Un año después de su publicación veo este comentario. Perdona. No sé cómo se me pudo pasar. A veces, me sucede.
EliminarMuchas gracias por tu visita.
Un beso.
Estuve en Riaño un día lluvioso de una fría primavera, veníamos de hacer senderismo por los Picos de Europa y ya de regreso a Madrid nos desviamos para hacer un alto y pasear por los alrededores del pantano.
ResponderEliminarSaber cuántas historias quedaron sepultadas bajo las aguas me entristeció sobremanera, es una sensación que se repite siempre que veo un pantano, especialmente cuando la sequía deja al descubierto algún campanario u otra construcción a la vista, me angustia la constatación de que allí hubo gente viviendo, sintiendo y que tuvo que abandonar su hogar.
En una ocasión incluso hice una pequeña travesía en una barca (no en Riaño, sino en un pantano de Huesca) y durante todo el trayecto sentí un gran desasosiego.
Gracias por traernos estos bonitos recuerdos, Rosa, que son un pedacito de ti. Y espero que sigas siendo tan combativa como en aquella ocasión; perder batallas no debe ser obstáculo para seguir luchando si la causa lo merece.
Besos, amiga.
No sé si son un pedacito de mí o un gran pedazo que dejé por el camino. Durante muchos años, aquella etapa de mi vida se vio enmascarada por las nuevas aventuras y expectativas que iban surgiendo, pero a medida que se cumplen años y por delante va quedando menos, se vuelve la vista atrás y se recuperan etapas pasadas, sobre todo cuando algunos acontecimientos, unos desgraciados y otros felices, te lo van poniendo todo delante quieras o no..
EliminarImposible imaginar todo lo que allí quedó sepultado porque si pudiéramos hacerlo, no podríamos aguantar tanto dolor como se suma.
Un beso muy grande.
Impactada me has dejado, Rosa, con tu manera de contarlo enlazando experiencias tuyas. Me pilla lejos pero a ver a quien no deja compungido los hechos.
ResponderEliminarTu crónica me ha parecido buenísima y de lo que yo me declaro defensora es de estas reseñas tuyas en las que imprimes tu sello más personal.
Por cierto, las fotos que has escogido son muy bonitas (a pesar de todo).
¡Un beso!
Las fotos son de la red, salvo en la que salgo yo con los esquís que pongo el autor. Era un paraje tan bello en el que era imposible que una foto quedara mal a no ser que te empeñaras mucho. Me imagino que lo sigue siendo, pero todo lo pasado me impide verlo.
EliminarDejé una parte de mi juventud allí de muchas maneras, lo que creo que se nota en el post.
Un beso.
Un beso.
Nunca hemos hablado de Riaño, pero desde distinta provincia, yo también anduve por allí en aquellos tiempos.
ResponderEliminarIncluso quizás, coincidimos en alguna manifestación, yo con dos churumbeles de uno y cuatro años.
Se nota que éramos jóvenes, ahora, de solo pensarlo, me siento una madre irresponsable
Pues fíjate, yo embarazada y tal y como se las traían los de la Guardia Civil. Es cierto que nunca hemos hablado del tema. No es un tema que me haya gustado mucho tratar, pero creo que el documental ha sido como un pequeño revulsivo. Tenemos que hablarlo.
EliminarUn beso.
Rosa, me entristece mucho saber la historia del pantano de Riaño. En aquella época era muy joven, y estaba ocupada en otras cosas. Lamento mucho todo lo que pasó, es doloroso, muy doloroso ver cómo tu lugar de residencia se va a pique, que hay intereses creados. Siempre hay alguien que se favorece por todo ésto, y lástima que sean los gobernantes.
ResponderEliminarOjalá se hubieran podido beneficiar los regantes, pero sabíamos, y así ha sido, que eso nunca sucedería.
EliminarFue triste, fue traumático, pero no tiene remedio. Siempre hay batallas perdidas para contar. Lo importante es que no perdamos el criterio y la forma de ver las cosas.
Un beso.