"Helena o el mar del verano" Julián Ayesta


«[...] parecía que Dios era injusto, porque nosotros no teníamos la culpa de haber nacido. Porque nacer era jugarnos ir al infierno por ir al cielo y si nosotros decíamos que bueno, que nos jugábamos el peligro de ir al infierno por la probabilidad de ir al cielo, muy bien, entonces Dios tenía razón en mandarnos al infierno si perdíamos, pero de otra manera no, porque nos metían como en un partido que no teníamos más remedio que jugar y además que uno no sabía por qué iba a tener la culpa de que Adán y Eva pecasen, porque uno no estaba allí para decirles que no comiesen la manzana. Pero pensar en estas cosas era pecar también porque todos los misterios son mucho más complicados de lo que uno se piensa, y, si se piensa bien, uno no sabe nada en absoluto, y sabe Dios cómo serán de verdad las cosas».

El protagonista y narrador de esta preciosa y magnífica nouvelle es aún muy joven para saber que, con dios o sin dios, la vida es injusta; que nadie te pide permiso para meterte en ella de cabeza con todos sus riesgos y todas sus apuestas que puede que no estés en condiciones de enfrentar. Es muy joven, un niño en realidad, para saber que lo que te juegas tampoco es el cielo o el infierno sino un cielo o un infierno en la vida porque de donde nazcas dependerá tu felicidad o tu desgracia. Nuestro narrador no parece haber caído mal en este mundo. Su familia parece bastante acomodada. Ambientada a finales de los años veinte en Gijón, nos encontramos un ambiente que disfruta de la playa, de automóviles, de comidas de fiesta en el jardín de casa acompañadas por los «los curas (que no se dice "curas", se dice "señores sacerdotes") que habían dicho la misa cantada», de educación en el colegio de los Jesuitas. En resumen una familia muy bien situada, lo que no evita que el niño tenga sus penas y sus preocupaciones. 

La novela está dividida en tres partes En verano, En invierno y En verano otra vez. En ese año que se supone que pasa veremos al niño cambiar, madurar, adquirir nuevas preocupaciones y nuevas ilusiones. Los siete capítulos (tres, uno y tres respectivamente en cada parte) son como siete estampas de la vida del narrador. Podrían ser relatos porque no tienen mucho que ver unos con otros salvo el estar protagonizados por el mismo narrador y la misma familia. De hecho se publicaron como tales relatos que fueron apareciendo en distintas publicaciones a lo largo de diez años. 

En verano nos encontramos con un niño despreocupado. Su narración está llena de anécdotas familiares e igual nos cuenta el almuerzo familiar que la tarde en la playa o una noche en casa de sus tíos y primos. El lenguaje es sencillo como corresponde a un niño. Aunque ya hacia el final se ve que algo de la infancia se va perdiendo. El lenguaje es pretendidamente infantil con esa repetición de la "y" al principio de cada frase que se usa en varias ocasiones. 

«Y después íbamos a vestirnos detrás de las rocas. Y allí la arena estaba muy fría y entraba un viento frío y los niños titiritábamos porque estaba oscureciendo.
Y luego cada cual cogía un bulto —menos las señoras— y volvíamos a casa. Y volvíamos por el camino cantando y cogiendo moras, que aún estaban calientes.
Y sentía uno la espalda pringosa y que resquemaba y empezaba a salir una luna muy grande.
Y cantaban las ranas y los sapos.
Y olía a tomillo».

En invierno las preocupaciones del niño cambian. Vuelve al colegio de Jesuitas en el que estudia y casi todo el capítulo de esta parte está presidido por su preocupación religiosa. Su angustia por el pecado, por la traición a Jesucristo que había muerto por él y por todos. Y la liberación posterior del perdón. Pero también hay tiempo de risas y felicidad, de reuniones con familiares y con amigos de los padres, con charlas de futbol. Un niño que empieza a ser aceptado en reuniones de adultos y hasta se le invita a participar en conversaciones y en ritos poco aptos para su edad «tío Arturo cogió un vaso y me sirvió coñac con seltz y me lo entregó haciéndome una reverencia diciéndome: —Eres ya un hombre».

En verano otra vez se va haciendo más alargada la sombra de Helena que ya lo ocupa todo. Llega en el primer capítulo de los tres que componen esta tercera parte y el niño va a recogerla al tren. No me puedo resistir a esta cita. es larga, pero tan hermosa, tan ilustrativa, tan sensual...

«Era por la mañana. Íbamos en carro y el carro olía a hierba seca y a manzanas maduras.
La burra se llamaba Manolina y era gris.
Gris.
Íbamos a la estación a buscar a los primos que llegaban de Madrid a veranear.
El jardinero, que es el dueño del carro, se llamaba Manuel el Jardinero y era jardinero y arreglaba el jardín para que no salieran boliche y hierba entre las flores del jardín.
Manuel el Jardinero huele a vino y nos daba un vaso cuando íbamos a su casa mientras cenaba y levantaba el vaso mirándolo al trasluz para decir muy serio: "Sangre de Cristo", y dejaba la marca de los dedos en el vaso y arreaba la burra con una vara de avellano muy brillante.
Unos prados están llenos de rocío y otros ya llenos de sol y de amapolas.
Olía a fresas de mayo y al sol azul».

La felicidad es total ante la perspectiva. «Pensaba en el verano que me esperaba junto a Helena, bajo aquel cielo, entre los prados verdes, los ríos y los árboles, sabiendo que ella me quería, y casi se me llenaban los ojos de lágrimas». Tres capítulos preciosos impregnados de Helena y de su amor por Helena. Tres capítulos en los que, casi inadvertidamente, se nos cuenta que el niño ya no es un niño y se ha convertido en un adolescente ante nuestros ojos más o menos atentos. 

Julián Ayesta

Julián Ayesta nació en Gijón en 1019. Fue diplomático y como tal ocupó cargos en Holanda, Austria, Líbano y fue embajador en Yugoslavia entre 1984 y 1986. Como escritor se dedicó sobre todo al teatro siendo Helena o el mar del verano su única novela. Publicada en 1952 se supone que en ella el autor refleja en gran medida sus recuerdos de infancia. Las críticas fueron muy diversas y aunque algunos la consideraron una de las mejores novelas de la posguerra, otros no la apreciaron por su sentido lírico y alejado de los dramas que sí manifestaban las novelas de la época. Tomemos el ejemplo de El Jarama, Nada, La colmena o La familia de Pascual Duarte

No, no son dramas lo que cuenta esta nouvelle, pero no por eso tiene menos valor. Es una historia ambientada antes de la Guerra Civil y antes de la República que muchos consideraban la causa de aquella. No hay historias de guerra o de disturbios. En ella se aprecia un lirismo (anunciado por la cita de Garcilaso que abre el libro) y una nostalgia por el amor adolescente y la infancia en general (hay también una cita de Aleixandre) que puede que no fueran muy del gusto de la época. De ahí las dos tendencias contradictorias de las críticas en el momento de la publicación. «Sin embargo, el tiempo pasa, las heridas sanan y los corazones rotos vuelven a estar completos. Ahora es el momento en el que las dos partes están preparadas para una relación: la crítica actual de la nouvelle de Ayesta no tiene nada en común con la de hace 70 años. La obra fue reeditada por Arión en 1958, por Seix Barral en 1974, por Sirmio en 1987, por Planeta en 1996 y por Acantilado en los 2000 y en 2021, cosechando opiniones cada vez más amables». Esto leemos en un artículo que recomiendo porque es bastante interesante. 

Como también recomiendo la novela porque es una verdadera delicia que nos transporta al verano de la infancia, a los amores adolescentes, a un mundo desaparecido como siempre son desaparecidos los mundos del pasado. Lo dicho una nostálgica delicia. 

Este libro lo he leído recomendado por Mar en su blog Leyendo con Mar. Dicha recomendación me llegó a través del Reto Serendipia Recomienda 2025. Si queréis saber cuáles son las otras dos que he elegido y las que he recomendado a mi vez podéis verlo en esta entrada de mi blog.

Comentarios

  1. Ay, Rosa, qué maravilla de novela traes hoy. Una belleza. Y qué bonito lo has contado. Me has despertado el gusanillo de volverla a leer. Igual la recupero estos días. Una historia de pérdida y de nostalgia, sencilla pero honda también. Me ha gustado muchísimo tu reseña. Un beso.

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    1. Es magnífica ¿verdad? Todas las reseñas que he leído me han atrapado y cuando vi que Mar la recomendaba en Serendipia vi la ocasión perfecta. Gracias por tus palabras. A un libro tan bello y tan sencillo es difícil hacerle los honores.
      Un beso.

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  2. ¡Hola Rosa!
    Me has puesto los dientes largos con esta reseña y con esta novela, la verdad que tiene buenísima pinta y todo lo que cuentas me atrae mucho. Desde esa forma como está escrita desde el punto de vista de un niño que va madurando, descubriendo el amor y la vida en general, hasta saber que es en cierta forma autobiográfica. Esas ambientaciones en veranos, que nos traen tantos recuerdos nostálgicos de los nuestros me suelen encantar. Y sí..., esa cita que no has podido resistir poner y compartir con nosotros es magnífica, hermosa como dices.

    Lo leeré en algún momento, eso seguro (aunque es muy cortita, tan solo 88 páginas), aunque la única pena que me da es saber que el autor no escribió más que esta novela, porque seguro es de esas que cuando la acabas después de haber descubierto a un autor que no habías leído antes, piensas en volver a él más pronto que tarde.
    Un gran descubrimiento...
    Un beso.

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    1. Julián Ayesta escribió relatos y sobre todo teatro. Los siete capítulos de esta novela se publicaron como tales relatos en diversas revistas a lo largo de los años. Eso es algo que supe cuando, tras leer la novela, busqué información sobre el autor. Se nota que son como estampas de la vida del niño y se supone que son autobiográficos. De hecho el autor nació en Gijón de padre abogado, como el personaje y narrador.
      Como ya has visto en las citas que pongo y, sobre todo en esa última que resalto, su prosa es muy bella y delicada. El niño narrador transmite sentimientos sencillos y acontecimientos de la vida diaria. No hay grandes acontecimientos ni sucesos truculentos, pero todo el libro rezuma humanidad, vida, familia y una inmersión en la naturaleza que se ha vuelto imposible en nuestros días urbanos y acelerados. Una belleza de novela para degustar en tragos cortos.
      Un beso.

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  3. Hola, Rosa.
    Hace mucho tiempo que de vez en cuando alguien me recuerda que todavía no he leído esta novela. Y la verdad es que no sabría decir por qué. Me gusta esa mirada infantil y los recuerdos de esa época pre oscuridad que vino con la guerra y la posguerra.
    Y en especial la ciudad, que es el motivo por el cual mucha gente de mi alrededor la ha leído, incluso sin ser lectores habituales.
    Me la imagino como una especie de álbum. Y me recuerda a un lcoo a una parte de Historia de un beso, peli de José Luis Garci.
    Creo que este verano va a ser buen momento.
    Besos

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    1. Es un libro ideal para cualquier época, pero puede que el verano se le preste más, aunque el capítulo que ocurre en invierno hace que esta sea también una estación ideal para la lectura de este libro. Lo dicho, cualquier momento es bueno para disfrutar de esta delicia.
      Por lo que he leído, está ambientado incluso antes de la República por lo que pienso que es a finales de los años veinte cuando suceden los hechos. Y sí, algunos de los ambientes que se ven pueden asimilarse a Historia de un beso. Me encanta Garci, ahora que lo mencionas. No dejes pasar este libro porque creo que lo vas a disfrutar.
      Un beso.

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  4. Me gustan las historias con un regusto a nostalgia como esta, que cuenta hechos del pasado desde la perspectiva de un niño preadolescente. Y más tratándose de relatos más o menos independientes. Además, tu forma de contarlo me ha resultado tan placentera que me ha picado el gusanillo, je, je.
    Un beso.

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    1. Es una novela magnífica que creo que te gustará. No es trepidante ni cuenta acontecimientos importantes. Son escenas de la vida de un niño que está descubriendo el mundo real y está contado con mucha sensibilidad. Muy recomendable.
      Un beso.

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  5. ¡Hola! Me ha encantado tu reseña, ya que se nota que esta historia esta llena de recuerdos, de melancolía y nostalgia. Me gustan ese tipo de historias, que tocan el corazón y logran emocionar al lector. Gracias por la reseña y espero tengas una excelente semana. ¡Besos!

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    1. Es una novela que recomiendo. Se lee en poco tiempo y resulta de lo más agradable. Es una muy buena novela.
      Un beso y feliz semana para ti también.

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  6. ¡Uy, Rosa, se me había olvidado el reto Serendipia recomienda 2025! Veo que tú ya estás embarcada en él y yo aún no he leído ninguno de los tres libros que elegí. Gracias por recordármelo, amiga.
    Desde luego esta novelita por lo que dices es una preciosidad. No la conocía. Sí conozco el nombre del autor, pero me sonaba más como poeta que como prosista. La buscaré y la leeré pues la prosa poética, las novelas cargadas de lirismo me encantan.
    Muy interesante toda la evolución en el tiempo que ha tenido la crítica desde su aparición en 1952 "Helena o el mar del verano". Está claro que la crítica es hija de su tiempo y que éste impone una manera de ver y de enjuiciar las obras de arte.
    Espero que este verano descanses y disfrutes del mar o la montaña. Del mar lo haces todo el año, así que imagino que te decantarás por la montaña. ¿Me equivoco?
    Un beso

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    1. Este es ya el segundo que leo para el reto de Serendipia. me queda uno que leeré después del varano. Julián Ayesta era sobre todo dramaturgo y poeta, y también publicaba relatos. Dde hecho, como digo, los capítulos de esta novela se publicaron de forma independiente como tales. Ahora, como novela funcionan de maravilla. Creo que te gustará. Su prosa es muy sencilla, pero a la vez muy hermosa. No lo dejes pasar pues creo que, como profesor de lengua te va a resultar muy interesante.
      Ya en su época hubo quien la apreció mucho, pero por entonces los novelistas con historias sobre la reciente guerra civil y la terrible posguerra de la que aún no habían terminado de salir, tenían más predicamento (cuando lograban pasar la censura, claro). Es además una novela de formación que creo que te gustan. vamos, que no la puedes dejar pasar.
      Un beso.

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  7. ¡Hola, Rosa!
    Como ya imaginarás, no conocía al autor y tampoco había visto este título en las redes.
    Genial tu reseña y sugerencia de lectura, así como el artículo de elperiodico.com sobre esta novela que podríamos catalogar como una deliciosa autoficción. Cambian los tiempos, cambian las críticas y las revaluaciones nos descubren obras maravillosas que vale la pena leer.
    Esa prosa delicada, lírica y sensorial de Ayesta para reflejar el paso de la infancia a la adolescencia y capturar la esencia del primer amor, me hace pensar en el libro de Erri de Luca que acabo de leer con Marian, "Los peces no cierran los ojos". Una novela corta que te recomiendo con total confianza y sin reservas, segura de que la prosa del autor te va a enamorar.
    Me llevo apuntada "Helena o el mar del verano" de Julián Ayesta, la leeré en mi próximo viaje ;)
    Un beso.

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    1. Yo tampoco lo conocía de nada hasta que hace unos meses leí una reseña en el blog Leyendo con Mar y me llamó mucho la atención. Después leí alguna otra que también me atrajo y cuando vi que Mar lo recomendaba en Serendipia recomienda, no me lo pensé. Es una delicia de historia, más bien de historias vertebradas por ese niño que descubre el mundo y su relación con todo lo que le rodea.
      Es curioso que cuando se publicó tan solo algunos críticos supieron apreciar la novela. En una época en la que lo que estaba de moda eran historias duras sobre la posguerra que se estaba viviendo (con más o menos crítica dependiendo de la habilidad o torpeza de los censores), esta novela debió de parecer demasiado lírica y demasiado inane para el gusto del momento. En ese viaje o en otro (o en tu casa) no dejes de disfrutar de esta novela.
      Un beso.

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