"El corto tiempo de las cerezas" Manuel Cerdá
Hace unos meses se publicó en la Revista MoonMagazine mi reseña sobre una novela de Manuel Cerdá, "Adiós, mirlo, adiós". Desde entonces, tenía pendiente "El corto tiempo de las cerezas", novela que Manuel Cerdá escribió en 2015, y de la que "Adiós, mirlo, adiós", de 2016, es la continuación.
"Adiós, mirlo, adiós" empieza el 11 de noviembre de 1918, el día en que el New York Times anuncia la firma del armisticio que pone fin a la Gran Guerra, y se prolonga hasta agosto de 1990, apenas unos meses antes de la caída del Muro de Berlín.
A lo largo de los setenta y dos años que narra la novela, siguiendo las peripecias de Sam Sutherland y de sus padres, fuimos testigos de los hechos históricos más significativos del siglo XX en Estados Unidos y en Europa: la Ley Seca, la caída de Wall Street, el Berlín de los años veinte, la ascensión de Hitler al poder, La Guerra Civil española con su dura posguerra, la Segunda Guerra Mundial, el terror creciente y obsesivo en Estados Unidos hacia el comunismo que desembocó en la Caza de Brujas, el mayo del 68, la caída del Muro de Berlín.
Una historia novelada del siglo XX, la misma que escribió Ken Follett en los tres tomos como tres ladrillos que constituyen la Trilogía del siglo, pero para mí mucho mejor (salvando la mayor ambición al abarcar muchos más escenarios del conocido best seller) porque está mejor escrita, carece del tono didáctico y machacón de la trilogía de Follet, no tiene tanta paja y, sobre todo, tiene mucha más alma, más sentimiento, más emoción.
La novela se lee perfectamente sin necesidad de saber nada de la historia anterior, pero siempre que una novela me gusta no puedo resistir la tentación de leer cualquier continuación o precedente escrito que exista, así es que era cuestión de tiempo que me acercara a "El corto tiempo de las cerezas".
Aquí se nos narra la historia de Samuel Valls, el abuelo materno de Sam Sutherland, y abarca desde 1849, con el nacimiento de Samuel, hasta 1912.
Samuel es el cuarto hijo de una familia de campesinos sin tierra que, ante la acumulación de deudas y la imposibilidad de pagar el arrendamiento, se ve obligada a trasladarse a la ciudad y buscar trabajo en alguna de las distintas fábricas que allí abundan.
Samuel aprendió a mamar en la fábrica donde trabajaba su madre, con dos meses, y aprendió a trabajar, nunca tuvo tiempo de jugar, en otra fábrica a los seis años.
Pero Samuel no tiene intención de deslomarse trabajando como su padre para terminar tan pobre como empezó y con el único consuelo del alcohol. Sin miedo a la pobreza y sin ambiciones materiales, desde los doce años decide ser el único dueño de su destino. Trabaja en lo que le sale - recoger las cerezas y llevárselas a Farinetes a su casa "Aprovecha ahora, muchacho, que el tiempo de las cerezas es muy corto. Como todo lo bueno. Come las que quieras"; recoger hierbas para el curandero Guisambola, esparto para un alpargatero, leña para las fábricas, hielo de la cava para quien se lo pida - y se va haciendo adulto, y de la mano de su amigo Esclafit, empieza a sentir necesidades que nunca se le hubieran ocurrido. Quiere entenderlo todo, saberlo todo, controlar su mundo... y aprende a leer.
A partir de ahí la vida de Samuel se despega, definitivamente, del futuro que le tenía asignado su origen.
Trabajará en un periódico, se verá obligado a huir a Barcelona, tras el Golpe de Pavía que puso fin a la Primera República, por participar en las revueltas de los trabajadores. Allí se dejará tentar por los negocios más locos y desenfadados de la época, y después de peripecias de todo tipo, viudo y sin problemas económicos, terminará instalándose en París.
Lo político y lo social se mezclan en esta novela, aunque se dé más importancia a lo social. Se ambienta en un mundo convulso, en la época en que las máquinas empiezan a sustituir a los hombres causando gran cantidad de desempleados. "Las máquinas, lejos de mejorar la suerte de quienes trabajan con ellas, solo causan estragos en sus vidas. Bienvenidas sean, pero no sin ningún tipo de consideración hacia los trabajadores.[...] son un gran invento. Pero si solamente benefician a unos, [...]deja de ser algo bueno, algo útil, y se convierte en un instrumento de opresión". La situación tiene desesperados a trabajadores y parados que no ven otra solución que las huelgas y las revueltas para intentar conseguir alguna mejora. Es la época de las grandes esperanzas. Se funda la Asociación Internacional de Trabajadores (la Primera Internacional) y empiezan los enfrentamientos entre anarquistas y socialistas.
Por lo político se pasa más de largo. Los hechos revolucionarios de 1854 y 1856; la Revolución de 1868 - La Gloriosa - y la consecuente huida de Isabel II; el breve reinado de poco más de dos años de Amadeo de Saboya y su abdicación en 1873; la más breve Primera República, la restauración borbónica; todos estos hechos se mencionan de pasada porque lo realmente importante es la situación social en la que se va desarrollando la vida de Samuel.
Pero no todo es trabajo y revolución. Samuel se enamora y se casa, aunque ambos conceptos y las personas sobre las que se materializan no coinciden; enviuda y se instala en París para favorecer la carrera artística de su hija Camila. Se volverá a enamorar, ya mayor, y sufrirá y se enamorará de nuevo.
No solo de España y su situación se habla en este libro porque Samuel viaja mucho. Además de París, en cuyo barrio de Montmartre se instala definitivamente, acompañará a su hija en sus actuaciones y nos hablará de Londres donde, en Whitechapel, descubrió que "la miseria no está lejos del bienestar"; de Nueva York donde le sorprendió la extravagancia de millonarias que se hacían incrustar brillantes en cada uno de sus dientes o portaban un collar elaborado con ojos de indios peruanos; y de Viena que para él "simbolizaba mejor que ninguna otra ciudad las contradicciones entre lo nuevo y lo viejo, la modernidad y la tradición, cuya coexistencia estaba a punto de minar los fundamentos sobre los que se sustentaba la cultura liberal del siglo XIX".
Manuel Cerdá es historiador además de escritor. En esta novela se tratan episodios históricos de la segunda mitad del siglo XIX, un siglo que se dilata hasta 1914, si no cronológicamente, sí históricamente. Pero, en las propias palabras del autor, la novela "no pretende contar la historia del mismo a través de los hechos más sobresalientes que marcaron dicha época sino a través de cómo estos fueron vividos por su protagonista, Samuel Valls, de qué manera influyeron en su ánimo y definieron su personalidad". Es Samuel quien interpreta los hechos porque aunque la novela está contada en tercera persona, el narrador no es omnisciente sino que, a partir de cierto momento, está siempre en la cabeza de Samuel y habla desde la perspectiva de Samuel.
Y por boca de ese narrador y a través de los ojos de Samuel, Manuel Cerdá nos narra los hechos que, desde el siglo XIX, llevaron a los convulsos acontecimientos que recorrieron todo el siglo XX. Nos da las claves y nos deja preparados para adentrarnos en su siguiente novela (aunque igual se disfrutan si se leen en orden inverso) y transitar por ese siglo desdichado de "Adiós, mirlo, adios" en el que, "ha habido más muertos por violencia que en toda la historia de la humanidad".
Lástima que en la coexistencia entre lo nuevo y lo viejo, entre los adelantos tecnológicos y científicos y la atávica condición humana tendente a la autodestrucción, siempre salga vencedora la segunda.
El corto tiempo de las cerezas from Manuel Cerdà on Vimeo.
Por si a alguien le interesa, dejo en enlace del booktrailer de "Adiós, mirlo, adiós" con la preciosa canción "Bye, bye, blackbird" de Miles Davis.
"Adiós, mirlo, adiós" empieza el 11 de noviembre de 1918, el día en que el New York Times anuncia la firma del armisticio que pone fin a la Gran Guerra, y se prolonga hasta agosto de 1990, apenas unos meses antes de la caída del Muro de Berlín.
A lo largo de los setenta y dos años que narra la novela, siguiendo las peripecias de Sam Sutherland y de sus padres, fuimos testigos de los hechos históricos más significativos del siglo XX en Estados Unidos y en Europa: la Ley Seca, la caída de Wall Street, el Berlín de los años veinte, la ascensión de Hitler al poder, La Guerra Civil española con su dura posguerra, la Segunda Guerra Mundial, el terror creciente y obsesivo en Estados Unidos hacia el comunismo que desembocó en la Caza de Brujas, el mayo del 68, la caída del Muro de Berlín.
Una historia novelada del siglo XX, la misma que escribió Ken Follett en los tres tomos como tres ladrillos que constituyen la Trilogía del siglo, pero para mí mucho mejor (salvando la mayor ambición al abarcar muchos más escenarios del conocido best seller) porque está mejor escrita, carece del tono didáctico y machacón de la trilogía de Follet, no tiene tanta paja y, sobre todo, tiene mucha más alma, más sentimiento, más emoción.
La novela se lee perfectamente sin necesidad de saber nada de la historia anterior, pero siempre que una novela me gusta no puedo resistir la tentación de leer cualquier continuación o precedente escrito que exista, así es que era cuestión de tiempo que me acercara a "El corto tiempo de las cerezas".
Aquí se nos narra la historia de Samuel Valls, el abuelo materno de Sam Sutherland, y abarca desde 1849, con el nacimiento de Samuel, hasta 1912.
Samuel es el cuarto hijo de una familia de campesinos sin tierra que, ante la acumulación de deudas y la imposibilidad de pagar el arrendamiento, se ve obligada a trasladarse a la ciudad y buscar trabajo en alguna de las distintas fábricas que allí abundan.
Samuel aprendió a mamar en la fábrica donde trabajaba su madre, con dos meses, y aprendió a trabajar, nunca tuvo tiempo de jugar, en otra fábrica a los seis años.
Pero Samuel no tiene intención de deslomarse trabajando como su padre para terminar tan pobre como empezó y con el único consuelo del alcohol. Sin miedo a la pobreza y sin ambiciones materiales, desde los doce años decide ser el único dueño de su destino. Trabaja en lo que le sale - recoger las cerezas y llevárselas a Farinetes a su casa "Aprovecha ahora, muchacho, que el tiempo de las cerezas es muy corto. Como todo lo bueno. Come las que quieras"; recoger hierbas para el curandero Guisambola, esparto para un alpargatero, leña para las fábricas, hielo de la cava para quien se lo pida - y se va haciendo adulto, y de la mano de su amigo Esclafit, empieza a sentir necesidades que nunca se le hubieran ocurrido. Quiere entenderlo todo, saberlo todo, controlar su mundo... y aprende a leer.
A partir de ahí la vida de Samuel se despega, definitivamente, del futuro que le tenía asignado su origen.
Trabajará en un periódico, se verá obligado a huir a Barcelona, tras el Golpe de Pavía que puso fin a la Primera República, por participar en las revueltas de los trabajadores. Allí se dejará tentar por los negocios más locos y desenfadados de la época, y después de peripecias de todo tipo, viudo y sin problemas económicos, terminará instalándose en París.
Lo político y lo social se mezclan en esta novela, aunque se dé más importancia a lo social. Se ambienta en un mundo convulso, en la época en que las máquinas empiezan a sustituir a los hombres causando gran cantidad de desempleados. "Las máquinas, lejos de mejorar la suerte de quienes trabajan con ellas, solo causan estragos en sus vidas. Bienvenidas sean, pero no sin ningún tipo de consideración hacia los trabajadores.[...] son un gran invento. Pero si solamente benefician a unos, [...]deja de ser algo bueno, algo útil, y se convierte en un instrumento de opresión". La situación tiene desesperados a trabajadores y parados que no ven otra solución que las huelgas y las revueltas para intentar conseguir alguna mejora. Es la época de las grandes esperanzas. Se funda la Asociación Internacional de Trabajadores (la Primera Internacional) y empiezan los enfrentamientos entre anarquistas y socialistas.
Por lo político se pasa más de largo. Los hechos revolucionarios de 1854 y 1856; la Revolución de 1868 - La Gloriosa - y la consecuente huida de Isabel II; el breve reinado de poco más de dos años de Amadeo de Saboya y su abdicación en 1873; la más breve Primera República, la restauración borbónica; todos estos hechos se mencionan de pasada porque lo realmente importante es la situación social en la que se va desarrollando la vida de Samuel.
Pero no todo es trabajo y revolución. Samuel se enamora y se casa, aunque ambos conceptos y las personas sobre las que se materializan no coinciden; enviuda y se instala en París para favorecer la carrera artística de su hija Camila. Se volverá a enamorar, ya mayor, y sufrirá y se enamorará de nuevo.
No solo de España y su situación se habla en este libro porque Samuel viaja mucho. Además de París, en cuyo barrio de Montmartre se instala definitivamente, acompañará a su hija en sus actuaciones y nos hablará de Londres donde, en Whitechapel, descubrió que "la miseria no está lejos del bienestar"; de Nueva York donde le sorprendió la extravagancia de millonarias que se hacían incrustar brillantes en cada uno de sus dientes o portaban un collar elaborado con ojos de indios peruanos; y de Viena que para él "simbolizaba mejor que ninguna otra ciudad las contradicciones entre lo nuevo y lo viejo, la modernidad y la tradición, cuya coexistencia estaba a punto de minar los fundamentos sobre los que se sustentaba la cultura liberal del siglo XIX".
Manuel Cerdá |
Y por boca de ese narrador y a través de los ojos de Samuel, Manuel Cerdá nos narra los hechos que, desde el siglo XIX, llevaron a los convulsos acontecimientos que recorrieron todo el siglo XX. Nos da las claves y nos deja preparados para adentrarnos en su siguiente novela (aunque igual se disfrutan si se leen en orden inverso) y transitar por ese siglo desdichado de "Adiós, mirlo, adios" en el que, "ha habido más muertos por violencia que en toda la historia de la humanidad".
Lástima que en la coexistencia entre lo nuevo y lo viejo, entre los adelantos tecnológicos y científicos y la atávica condición humana tendente a la autodestrucción, siempre salga vencedora la segunda.
El corto tiempo de las cerezas from Manuel Cerdà on Vimeo.
Por si a alguien le interesa, dejo en enlace del booktrailer de "Adiós, mirlo, adiós" con la preciosa canción "Bye, bye, blackbird" de Miles Davis.
Ilusión me ha hecho a mí leer esta reseña que no esperaba. Y mucha. Mi narcisismo se desboca y voy a presumir de crítica que me compara con Ken Follet y para bien, pues 'Adiós...' "está mejor escrita".
ResponderEliminarMi más sincero agradecimiento por tan amables palabras, Rosa. Un abrazo y recuerdos de Prudencio, que te visitará pronto.
Os lo anuncié ayer por Facebook a Txaro y a ti.
EliminarKen Follet es un plasta, cosa de la que tú no padeces para nada.
Sí "Adiós, mirlo, adiós" me gustó más. También influirá que la época me atrae más y que cuanto más se escribe, mejor se hace.
Aquí me quedo esperando a Prudencio. Qué intriga!!
Un beso, Manuel.
¡¡¡¡Hola!!!!
ResponderEliminarPues me apetece mucho, me gusta la historia y lo que nos dices, como siempre una reseña de diez. ¡¡¡¡Y te lo agradece el autor, menuda suerte!!!!
Besos y muy feliz finde.
Si te gusta la historia, estas dos novelas te gustarán, y si no te gusta la historia, te gustarán las novelas. Primero las cerezas y luego el mirlo. Yo las he disfrutado mucho. Te las recomiendo.
EliminarEl autor, además de buen escritor, es un hombre encantador y sencillo.
Un beso.
Muy interesante Rosa, a mi me gustan bastante las novelas históricas y por lo que comentas valen la pena. El único problema a veces es que según el autor te acaba dando tantos datos que te pierdes un poco en la historia, por lo que comentas en este caso se leen bien.
ResponderEliminarLa única cosa es que son dos libros y claro ahora ya empiezo a tener menos tiempo para la lectura pero me las apunto.
Como dice Marigem es todo un lujo que el autor sea el primero en comentar.
Un beso guapísima
Aquí no hay datos históricos en los que perderse. Lo que predomina es la trama y lo que viven sus personajes, pero a través de ellos, se percibe la historia y sus causas y consecuencias. Si andas mal de tiempo, empieza por el segundo, "Adiós, mirlo, adiós. Creo que la historia del siglo XX nos es más amena, por cercana, que la del XIX.
EliminarUn beso.
Sin duda, la Historia entre mejor si "somos invitados" a vivirla. Excelente recomendación y muchos éxitos al autor.
ResponderEliminarSí, vivir la historia a través de unos personajes y su implicación en los acontecimientos es la mejor forma de aprender Historia.
EliminarEsperemos que se cumpla tu deseo de éxito al autor.
Un beso.
Reconozco que las novelas de este estilo me imponen un poco, a pesar de que el argumento, el título e incluso la portada llaman tanto al lector.
ResponderEliminarEso sí, si es una historia con buen ritmo se aprende muchísimo.
Un abrazo.
Estas novelas tienen muy buen ritmo. No son de esas en las que abundan los datos históricos ni mucho menos. Son historias con personajes que viven acontecimientos históricos, pero predomina la trama de ficción.
EliminarUn beso.
Intenté leer la trilogía de Follet y creí morirme con el primer tomo, pues como bien dices tiene mucha paja y es muy machacón.
ResponderEliminarCreo que esta que presentas y según tus palabras es mucho mejor así que me la apunto (y la lista crece y crece y sigue creciendo).
Besos.
Las listas crecen de manera alarmante. La mía va a reventar. Están publicando libros todos mis autores preferidos. Una ruina y una ansiedad total por falta de tiempo.
EliminarEstas novelas De Manuel Cerdá, creo que te gustarán. Como le digo al propio Manuel más arriba, Ken Follett es un plasta de mucho cuidado.
Un beso.
Hola Rosa, después de unas semanas desconectada vuelvo por aquí a ponerme al día con las reseñas que has ido dejándonos y que no he podido leer. Me ha encantado el enlace que nos has dejado del booktrailer, esa unión de música e imágenes, fantástico, espero disfrutar igual de los dos libros que mencionas del autor.
ResponderEliminarAbrazos Rosa.
Ambos booktrailer están hechos con mucho gusto y cariño y la música de Miles Davis es genial.
EliminarYo también espero que los disfrutes y que me cuentes.
Un beso.
¡Hola Rosa! ...¡Que reseña tan interesante! Me la llevo apuntada. Me encantó que te comentara el autor...Un besote y que tengas un lindo día!
ResponderEliminarPues espero que te gusten y me alegro si has disfrutado con la reseña.
EliminarUn beso y buen día también para ti.
Holaa
ResponderEliminarMe encantan este tipo de historias, las novelas históricas son mis favoritas y las disfruto mucho, me gusta que a pesar de que hay tocas de política no sea el centro y se cuente todo, su vida en general. Y me ha gustado mucho que se puedan leer por separado, aunque si me llama tanto la atención, mejor leer el otro también!
Bueno, a sido un placer pasar por tu blog, te encontré por la iniciativa de "seamos seguidores" y ya te estoy siguiendo!
Te dejo un beso enorme!!
Bienvenida al blog. Me pasaré por el tuyo también.
EliminarSon dos novelas con mucha Historia y con muchas historias, se leen muy a gusto y se disfrutan mucho.
Un beso.
Todo un lujo tener a ese autor de tu lado.
ResponderEliminarMe ha parecido una reseña extraordinaria. Lo sigo diciendo: "Como todas las tuyas". Yo ya dejé de hacerlas por temor a parecer un soso si se empieza a comparar.
Como Conxita las apunto, pero tanto por leer y ahora tan poco tiempo para hacerlo.Pero es historia, y la historia "Me pone"
Besos
Pues si la historia "te pone", seguro que estas historias inmersas en la Historia te gustarán.
EliminarNo creo que nadie se dedique a comparar reseñas, pero por lo que recuerdo (hace ya tanto) las tuyas eran tan buenas como cualquiera y más que muchas. A ver si te prodigas un poco.
Un beso.
Muy interesante Rosa, un argumento de un personaje que se zarandea entre la supervivencia.
ResponderEliminarTe lo comenté una vez no suelo leer libros que continúen con otros, pero esta me la apunto para un futuro. No para de crecer, ¡dichosa lista! ;)
(Ahora empezaré con un regalo, :) )
Un besazo.
No tienen por qué continuar. Yo, de hecho, leí en primer lugar el segundo, sin saber que existía esta que reseño. Luego he leído este, pero se puede leer solo uno (en cuyo caso te recomiendo "Adiós, mirlo, adiós", a no ser que seas na enamorada del siglo XIX. Yo es que prefiero el XX), leerlos, como yo, en orden inverso, etc.
EliminarUn beso..
Sí, una lástima.
ResponderEliminarYo debo ser de los pocos bichos raros que no ha leído a Ken Follet. La verdad que estos libros que comentas me llaman mucho más la atención.
Besos
No te has perdido nada y has ahorrado mucho tiempo. Yo es que soy un poco masoquista y entre lo que me gusta la historia y que me los recomendaba gente cercana, he ido cayendo, pero creo que me he curado por completo.
EliminarLos libros de Manuel son mejores, aunque, probablemente, solo unos pocos lo reconozcamos.
Un beso.