Dos de... Leïla Slimani


Le pays des autres es una bilogía escrita por Leïla Slimani. Consta de dos libros: La guerre, la guerre, la guerre y Regardez nous danser. En castellano no se han traducido los títulos literalmente. La primera entrega se ha titulado como la bilogía, El país de los otros, mientras que la segunda sí que se ha traducido literalmente: Miradnos bailar.  

Confieso que cuando empecé la lectura de El país de los otros no sabía que había una continuación. Lo supe al terminar la lectura, que es cuando me dedico a indagar e investigar sobre lo leído. Me había gustado tanto esa novela que decidí leer la otra a continuación y hacer una entrada para la sección Dos de... que la tengo un poco abandonada. 


"El país de los otros". Leïla Slimani.
 
Ante aquella mujer desnuda y vaciada de sus fuerzas, imaginó la intimidad que compartía con aquel moro tempestuoso. Se la imaginaba claramente después de haber visto en el pasillo el fruto asqueroso de esa unión, y le produjo una arcada, un sobresalto de rabia. Por supuesto, sabía que el mundo había cambiado, que la guerra había trastocado todas las reglas, todos los códigos, como si hubieran puesto a las personas en un recipiente y las hubieran removido, entrechocando unos cuerpos de los que opinaba que era indecente que se tocaran. Aquella mujer dormía en los brazos de ese moro velludo, de ese patán que la poseía, le daba órdenes. Todo eso era injusto, no entraba dentro de la norma, esos amores creaban caos y desgracias. Los mestizos anuncian el fin del mundo.

Mathilde conoció a Amin Belhach en Alsacia durante la Segunda Guerra Mundial en la que el hombre luchó en el ejército francés en un regimiento de espahíes. Se casaron en Francia al terminar la guerra por el rito católico y en 1946 ella llegó Marruecos, donde ya la esperaba su marido, para instalarse, primero en la casa familiar en la medina de Meknés y, tres años después, en la finca que Amin había heredado de su padre a veinticinco kilómetros de la ciudad.

El primer acercamiento de Mathilde a su nueva vida fue esperanzador. Había salido huyendo de su pueblo alsaciano y de un futuro más que previsible y que no la ilusionaba en absoluto. Mathilde aprendió árabe y ayunó en el Ramadán, su suegra la admiraba por ser la primera mujer instruida que había tratado, ella que no sabía leer ni escribir; su cuñada Selma, de diez años, la adoraba y el cariño era mutuo. Empezó a escribir cartas entusiastas a su hermana acerca de la vida con la familia de Amin en la medina de Meknés. Todo era nuevo y exótico, «Se imaginó que impresionaría a Irene y a su padre, Georges, y que, en sus dormitorios del primer piso de su casa burguesa, por las noches la envidiarían, pues ellos se habían contentado con el hastío, en lugar de la aventura; con el confort, en lugar de una vida de novela»

Con el paso del tiempo la realidad se impone. Poco a poco va notando la situación de inferioridad en que viven las mujeres marroquíes con respecto a los hombres, y todos los marroquíes con respecto a los colonos franceses. La situación se complica más aún cuando empiezan las revueltas. La mezcla y el mestizaje no se admiten. Amin sufre el desprecio de algunos, su hermano Omar entre ellos, por haber luchado con los franceses; Mathilde es rechazada por unos y por otros; por los marroquíes, por ser francesa; por los franceses por estar casada con un marroquí. «Mira esta. Un moro la ha dejado preñada».

Mathilde encuentra no pocas dificultades para adaptarse a la nueva tierra, la nueva cultura, el desprecio hacia el mestizaje y las duras condiciones de vida en el campo. Y es que, tras unos años viviendo en la medina, se trasladan a la finca. Para entonces han tenido una hija, Aicha, y aún tendrán otro hijo, Selim. La finca no es lo que el padre de Amín había imaginado y el tratar de hacerla rentable le absorbe al hombre todo su tiempo y le enturbia el carácter.

«Durante meses, dejó de acostarse en el lecho conyugal. Comía cualquier cosa de pie en la cocina, mientras hablaba con Mathilde usando unos términos que ella no entendía. Parecía un demente y la miraba con los ojos desorbitados e inyectados en sangre. A él le habría gustado poder expresar cómo se sentía, pero lo único que sabía hacer era agitar los brazos con un gesto extraño y brusco [...] Reconocer su fracaso lo habría matado. No era ni por las máquinas, ni por el clima, ni siquiera por la incompetencia de sus obreros agrícolas. No. Lo que lo consumía por dentro era pensar que su propio padre se hubiera equivocado. Aquella tierra no servía para nada. Solo una pequeña capa era cultivable, pero bajo ese delgado espesor había mineral de toba, una roca gris e indiferente, una piedra contra la que chocaba constantemente su ambición».

El país de los otros abarca desde 1946 hasta 1957. Veremos la evolución de los personajes. Mathilde y Amín, pero también Selma, Omar, Aicha... Veremos a Mathilde enfrentándose a las circunstancias, defendiendo a las mujeres de su familia, aunque no siempre lo consiga y en algún momento se deje vencer por el tremendo peso de la tradición, y la veremos poniendo su granito de arena para aliviar las duras condiciones de los campesinos. Veremos a Aicha crecer y empezar a interpretar el mundo que la rodea. Veremos a Selma convertirse en una mujer rebelde a la que su rebeldía aplasta como una losa. Veremos la transformación de un país en el que en 1953 «unos hombres se preparaban para luchar, para conseguir la independencia, y otros para negársela». Veremos una novela apasionante en la que dos mundos se mezclan en un cóctel, muchas veces, explosivo.


"Miradnos bailar". Leïla Slimani.

En el momento de la independencia, las mejores tierras seguían en manos de los franceses y la mayoría de los campesinos marroquíes vivían en la miseria. Desde el Protectorado, que había permitido realizar inmensos avances sanitarios, el crecimiento demográfico del país era galopante. En diez años de independencia, las tierras de los campesinos se habían ido parcelando hasta alcanzar unas superficies tan pequeñas que no podían vivir de sus cultivos. En 1962, Amín había comprado una parte de la propiedad de Mariani y las tierras de la viuda de Mercier, [...] Había adquirido también las máquinas, el ganado, las existencias en almacén, y, por un módico precio, alquilaba a algunas familias de obreros unas parcelas que regaban con agua de las acequias. [...] En 1964, disfrutó de importantes subvenciones de la Administración para regar una parte de su hacienda y comprar equipos modernos. Amín no dejaba de comentárselo a Mathilde: "Hassan II ha entendido que somos ante todo un país rural y que la agricultura es lo que requiere ayudas".

Diez años han pasado desde que abandonamos a la familia Belhach en el libro anterior. Diez años en los que algunas cosas han mejorado, otras siguen igual y algunas han empeorado. Las tierras siguen en manos de los mismos, los pobres siguen siendo pobres, los gobernantes marroquíes con Hassan II a la cabeza no son mejores de lo que lo fueron los franceses. Tal vez son incluso peores pues no están afectados por la culpa casi inconsciente y la condescendencia con que los trataban los colonizadores. «Los franceses jamás se hubieran atrevido a decir que les afligía que el pueblo fuera tan propenso a quejarse y mendigar. Jamás se hubieran atrevido, como hacían los marroquíes, a criticar la falta de honradez de las criadas, la pereza de los jardineros, el retraso de la gente humilde». Los burgueses marroquíes se parecen tanto a los franceses, han copiado hasta tal punto las maniobras del colonialismo, que cuesta pensar que un día fueron enemigos. 

Sí que ha prosperado Amín, tanto que va a construir la piscina que hace tiempo le pide Mathilde, tanto que les han propuesto hacerse socios del Rotary Club. Ambos, marido y mujer, han experimentado el paso del tiempo de forma distinta. 

«Mathilde había envejecido y [...] aparentaba más edad. Tenía el cutis, constantemente expuesto al sol y al viento, muy curtido. La frente y las comisuras de los labios, cubiertas de arrugas. Incluso el color verde de sus ojos había perdido el brillo, como un vestido demasiado usado. Había engordado. [...] Amín se había vuelto aún más apuesto. Las sienes habían emblanquecido, y se había dejado crecer un fino bigote entrecano que le hacía parecerse a Omar Sharif».

En esta segunda entrega, no obstante, el protagonismo pasa a los hijos. Aicha y Selim han crecido. Ella estudia medicina en Estrasburgo y allí la pillan los sucesos de mayo del 68. Pero Aicha no es proclive a rebelarse contra nada. Los problemas del mundo y de su país le son ajenos. Vive metida en sí misma y en sus estudios. Es la primera de la familia en tener una carrera, la primera que podrá tomar las riendas de su vida sin depender de otros o de un destino nada favorable a las mujeres de su país.

Selim ha dejado de ser el niño que era y no está claro que pueda enfrentarse al mundo en calidad de adulto. La figura de su padre lo aniquila. Toda la sociedad en general lo mira con ojos de padre amedrentador. Tal vez por eso su vida se va desordenando cada vez más. Lanzado al mundo de los adultos demasiado pronto, no tiene tiempo de asimilar los cambios que supone dejar de ser niño. 

«Había sido pequeño, y ahora ya no lo era, así, con semejante brutalidad, sin ninguna explicación. Lo habían expulsado del mundo de las caricias, de las dulces palabras, de la indulgencia, para arrojarlo, sin miramientos, sin aclararle nada, a la vida de los hombres. En este país, la adolescencia no existía. No había tiempo ni espacio para las tergiversaciones de esa edad indecisa, de ese limbo de oscuridad y titubeo. Esta sociedad odiaba cualquier forma de ambigüedad y consideraba a los futuros adultos con desconfianza, confundiéndolos con esos horrorosos faunos de la mitología, con pezuñas de macho cabrío y torso de muchacho».

Veremos también las trayectorias de Selma y Omar. Cada uno a su manera, diametralmente opuestas, terminarán por acercarse como nunca lo estuvieron siendo hermanos en la misma casa. 

Leïla Slimani

La bilogía El país de los otros narra las historias paralelas de una familia y de un país. El país evoluciona, pero no mejora. Las esperanzas que se habían puesto en la Independencia son burladas por los nuevos gobernantes y ya no queda ni esa esperanza. La familia tiene una evolución más feliz. Mejora, prospera, a los hijos los siguen los nietos con la llama de ilusión y de continuidad que da el paso de las generaciones, pero algo tiene Amín clavado que le impide disfrutar plenamente de lo conseguido. 

«Mathilde entendió entonces que, durante toda su vida, su marido sentiría miedo de que le arrancaran lo que había conquistado. Para él, cualquier momento feliz era insoportable, puesto que se lo había robado a otra gente.
Amín había avanzado, paso a paso, como una tortuga, un animal digno y trabajador. Había avanzado hacia un objetivo aparentemente modesto —una casa, una esposa, unos hijos— y no había entendido que dicho objetivo, una vez logrado, lo haría cambiar. Mientras siguiera en la lucha, amenazado por los demás, por la naturaleza, por su propio agobio, se sentía fuerte. Pero la vida cómoda, el éxito, la abundancia lo asustaban. Su cuerpo estaba corrompido por un veneno, atiborrado de suficiencia burguesa. Se sentía como una fruta que hubiera macerado en su jugo y hubiera perdido su redondez y su firmeza. La gente creía que era rico. La gente creía que había tenido suerte y le pedía que compartiera un poco con ellos. Que reparara la injusticia y la incuria del destino».


Leïla Slimani es una autora de padre marroquí, madre franco argelina y nacida en Rabat, donde cursó sus estudios hasta terminar en el Liceo francés. Es entonces cuando se va a estudiar a París. En 2016 obtuvo el Premio Goncourt por su novela Canción dulce

Comentarios

  1. Hola, Rosa. Tenía a esta autora metida en el cajón de los no me atrevo por sus otras novelas como Canción dulce. Me gusta mucho lo que cuentas y creo que ésta sí es para mí. Aunque en Marruecos las cosas no vayan a ser fáciles creo que no es excesivamente dura.
    Y qué peligrosos son esos amores exóticos y el choque cultural aunque como en este caso, puede salvarse.
    Voy a ver si consigo los dos a la vez y leerlos como si fuera uno solo.
    Besos

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    1. No, no se puede considerar que estas dos novelas sean duras, al menos no en el sentido que creo que te hace pasarlo mal. Hay dureza en las vidas de algunos personajes, pero no hay violencia. Es muy interesante ese choque de culturas y el ver cómo evoluciona el país y cómo las esperanzas puestas en la independencia se quedan en nada. También la evolución de los personajes es muy interesante. Yo los leí como si se tratara de una novela única y los he disfrutado mucho.
      Un beso.

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  2. Una historia interesantísima. El choque cultural, el paso del tiempo, la evolución del país... Me ha gustado mucho todo lo que cuentas, Rosa, y por lo que dices la autora vale mucho la pena. La conocía de nombre pero no he leído nada de ella así que la tengo en cuenta. Un beso. Estupenda esta doble reseña.

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    1. Yo la conocí cuando ganó el Goncourt con Canción dulce, una novela que me gustó mucho y que me dejó con ganas de leer más a la autora. Entre tanto como se nos amontona han tenido que pasar siete años para que me volviera a encontrar con Leïla Slimani y he de decir que no ha bajado nada el listón.
      Un beso.

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  3. Una época de 1946 a 1957 convulsa aún en la posguerra y que me ha llamado la atención por esa combinación de colonos franceses, los marroquíes y las mujeres que conformaban una especie de escala social. No conocía a la autora y creo que esta biología es una buena oportunidad para ponerse con ella. Magníficamente explicada la reseña.
    Un beso, Rosa.

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    1. Entre los dos libros se llega hasta 1972 por lo menos. Es sumamente interesante ver la evolución del país y de los distintos personajes porque hay alguno con una andadura que lo lleva por caminos bastante siniestros. Una autora muy a tener en cuenta.
      Un beso.

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  4. ¡Hola Rosa!
    Slimani me gusta muchísimo, me flipó Canción dulce y En el jardín del ogro (veo que leíste Canción dulce y aprovecho para recomendarte En el jardín del ogro), siempre estoy pendiente de lo que publica, pero últimamente entre bilogías (cuyos temas tampoco es que me maten) y los de relatos, pues no hay manera de que escriba una novela sin más, cuando lo haga la leeré, seguro, no me la perderé.
    Entiendo que esta bilogía es de las que a ti te gustan, posguerra en Marruecos, esa ambientación, buenos personajes (esta autora sabe construirlos), una buena prosa y una y una trama interesante, pues...
    Me alegra que las hayas disfrutado
    Un beso.

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    1. A mí también me gustó mucho Canción dulce y andaba con ganas de leer algo más de la autora y han pasado más de siete años... En el jardín del ogro será lo siguiente que lea. Yo empecé este libro sin saber que era una bilogía. Tampoco me hubiera disuadido. Ya sabes que no me molestan las trilogías, bilogías y series en general. Estos dos libros se pueden leer uno detrás de otro como si fuera uno solo. Así lo he hecho yo y así lo he disfrutado. Pero entiendo que si no te atraen los temas tampoco te vas a meter con dos libros que son largos, aunque a mí se me han hecho cortos, la verdad. Seguiré tu recomendación.
      Un beso.

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  5. ¡Hola! Me gustan mucho este estilo de historias, complicadas por los choques culturales, por la sociedad que margina a los diferentes, y en este caso, la adaptación a un nuevo país, donde las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres. He leído uno que otro libro ambientado en Marruecos, por lo que me gustaría conocer más de esta historia. Espero tengas un lindo día y muchas gracias por la reseña. ¡Besos!

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    1. A mí me encantan las historias ambientadas en el mundo árabe. Es una cultura muy diferente, pero que en España ha dejado gran influencia. Así como las historias ambientadas en el Lejano Oriente (China, Japón, Corea etc.) me dan mucha pereza, las ambientadas en los países árabes me atraen mucho. Ojalá te animes con esta historia y te guste tanto como a mí.
      Un beso.

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  6. Esta reseña me ha removido un poco porque estas dos novelas le hubieran gustado a mi madre, ella que era de Melilla y que eso de convivir con dos culturas lo conocía muy pero que muy bien, de modo que se que y estoy completamente convencida que le hubiera encantado.
    Las dos novelas que por lo que nos cuentas a través de tu reseña, no parecen que no sean duras, las anoto en mi lista de pendientes para cuando pueda leerlas, ay Rosa estoy tan liada y agotada que no tengo tiempo de coger un libro entre manos, pero todo llegará estoy segura y volveré a leer lo sé.
    Un beso.

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    1. Qué lástima, Tere, que no puedas leer. Cuando las pérdidas y las tristezas nos atacan, la lectura es la grieta que nos permite escapar de nuestro interior atribulado y volar lejos de la realidad, aunque sea tan solo por unos minutos. Espero que pronto puedas de nuevo tener libros entre manos y que te animes con estas novelas en honor de tu madre (no sabía que fuera de Melilla). Estoy segura de que las disfrutarás.
      Un beso.

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  7. ¡Hola, Rosa!
    Una autora que ya he leído, me encanta su prosa, suave y ágil, y qué bien sabe incomodar y sacudir con esos temas fuertes y también dolorosos. Por lo que cuentas, has disfrutado mucho de esta saga familiar que, con ese telón de fondo, nos acerca a la historia de Marrueco.
    Creo haber leído que la autora se inspiró en la historia de su familia, de sus abuelos, dando vida así a unos personajes maravillosos.
    Como sabes, hoy día prefiero leer libros autoconclusivos, pero no descarto acercarme a esta saga, intuyo que estamos frente a una historia preciosa, aunque dura y agridulce. Al parecer hay un tercer libro en camino que cerraría esta trilogía ficcional, de ser así, prefiero esperar a que se publique la tercera y última parte de la historia y poder leerla completa.
    Genial esta sección "Dos de..." ;)
    Un beso.

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    1. Es una sección que tenía un poco abandonada o más bien, no se había dado la necesidad de usarla. No siempre son dos de igual autor, también pueden ser de tema similar. Esta vez era obligado casi porque ambos libros cuentan la historia de la misma familia dejando entre ambos diez años. Es como un libro en dos volúmenes.
      Siendo la madre de Leïla Slimani franco argelina bien pudiera ser Aisha, la hija de Mathilde y Amin, la madre de la autora o haberse inspirado en su madre para crear el personaje.
      No sabía que hubiera un tercer libro previsto. De hecho, cuando empecé el primero no sabía que había un segundo. Espero que no tarde en salir esa tercera parte para que no se me olviden las dos anteriores.
      Un beso.

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  8. De esta autora he leído Canción dulce, que me gustó pero no me entusiasmó, sinceramente. Pero ahora me tientas con esta bilogía, por los temas que trata, y por ese choque cultural que parece plasmar muy bien. Tomo nota.
    Besotes!!!

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    1. A mí Canción dulce sí que me gustó mucho. De hecho, no sé cómo he tardado tanto en leer otro libro de la autora. Espero no tardar otro tanto el leer el siguiente. Esta bilogía, que al parecer será trilogía, es muy distinta en temas y ambientación a Canción dulce y creo que podría gustarte.
      Un beso.

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  9. En el grupo de lectura hay una tertuliana que vivik en Marruecos durante los años de protectorado español. Creo que está autora y estos libros le gustarían mucho. Casi estoy convencido de que habrá leído obras de esta escritora, pero por si así no fuera tomo nota de su nombre y de estos y otros títulos de sus libros. Creo que toda la biología o al menos el primero de ellis podría ser un buen título para comentar en nuestra tertulia.
    Muchas gracias por tu reseña, Rosa.
    Un beso

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    1. Para alguien que haya vivido en Marruecos en esa época esta autora y estos libros (parece ser que habrá un tercero) tienen que ser de lo más atractivo. A mí me gusta mucho todo lo relacionado con el Magreb y el Próximo Oriente, y esta autora ya me convenció con Canción dulce, su Premio Goncourt, que estaba ambientada en París, pero creo que aún me han gustado más estos dos libros que al parecer, tratan sobre su propia familia. Para una tertulia pueden ser muy interesantes si además tenéis a alguien que puede ilustrar más el tema por conocerlo de primera mano.
      Un beso.

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