"Canción dulce" Leila Slimani
"El bebé ha muerto. Bastaron unos pocos segundos. El médico aseguró que no había sufrido. [...] La niña, en cambio, seguía viva cuando llegaron los servicios de emergencias".
Así empieza "Canción dulce" de la escritora Leila Slimani. Luego nos cuenta de Myriam, la madre, en estado de shock, y de "la otra", a la que tuvieron que salvar porque, tras agredir a los dos niños, no supo matarse a sí misma y se cortó las venas de las muñecas y se clavó el cuchillo en la garganta, todo ello con escasos resultados.
"Sin papeles, no" le había dicho Myriam a Paul cuando se plantearon contratar una niñera. No quería al cuidado de sus hijos una persona que temiera a las autoridades, que no se atreviera a llamar a la policía o a ir a un hospital en caso de necesidad. "Aparte de eso, que no sea demasiado mayor, que no lleve pañuelo y que no fume". Tampoco quería una magrebí. Ella misma lo es y no deseaba que se estableciera demasiada familiaridad entre ellas. Eso y que dispusiera de tiempo suficiente para que Myriam puediera volver a trabajar.
Myriam se quedó embarazada muy joven. Se enamoró de su vida de madre y ama de casa y del entorno hogareño que ello suponía. Ni hablar de canguros ni de guarderías. Siempre con el dulce peso de la criatura en brazos, rodeada del dulce ambiente de una casa con olor a talco, colonia de bebé y leche materna. Así, pegada a su madre, se crió Mila.
Pero los hijos crecen y una siente que tal vez ya no es tan necesaria y debería empezar a cambiar de actividad, retomar el trabajo, recuperar la propia vida postergada en favor del hijo... salvo que vuelvan los pañales y las papillas y la necesidad de hundirse de nuevo en la muelle blandura del mundo de los bebés. Por eso, Myriam se quedó embarazada de nuevo. Pero las cosas no siempre salen como se planean. "No había medido el alcance de lo que se avecinaba. [...] El agobio le pasaba factura. Myriam perdía vitalidad. Cada vez odiaba más las salidas al parque infantil. Los días de invierno se le hacían interminables. [...] Su necesidad de salir a caminar sola iba en aumento. De gritar como una loca en la calle. «Me están comiendo viva», se decía a veces".
No sabe Myriam cómo la entiendo. Cómo entiendo el odio a los parques infantiles, a la sensación de no tener límites propios, a no saber dónde termina la madre y empieza el hijo, un hijo adorado por supuesto, pero al que ninguna madre debe estar dispuesta a entregar su vida como rehén de la del niño. ¿Qué vas a poder ofrecer a tus hijos si de ti no ha quedado nada? Creo que unas ciertas dosis de egoísmo maternal evitan muchos problemas a la larga.
Myriam decidió recuperar su vida, hacer gala de su egoísmo y evitar problemas futuros una tarde en que, mal vestida, con el pelo sucio y al borde de la depresión, se encontró con un antiguo compañero de la facultad que le ofreció trabajo en su bufete de abogados.
Así llegó Louise a casa de los Massé. No fue algo casual. Las entrevistas fueron muchas y muchas las candidatas rechazadas, pero Louise se enamoró de Mila al primer golpe de vista y el flechazo fue mutuo, y luego se contagió a los padres, y Louise, francesa, viuda y con una hija mayor que ya no la necesita, se convirtió en la niñera ideal.
Louise empezó a moverse por la casa con la eficiencia y la magia de un hada: limpiaba, colocaba, organizaba, cocinaba, adoraba a los niños y los niños la adoraban; siempre dispuesta a quedarse un poco más, a llegar un poco antes. La vida de Paul y Myriam se convierte en algo con lo que no habían contado ni en sus sueños más optimistas cuando se plantearon contratar una niñera.
¿Qué falló entonces? Nos preguntamos qué llevó a la tragedia que encontró Myriam aquella tarde cuando "llegó a casa más temprano que de costumbre. [...] Sentada en un vagón de la línea 7 del metro había pensado en darles una sorpresa a los niños. Al llegar, se detuvo en la panadería. Compró una baguette, un postre para los críos y un bizcocho a la naranja para la niñera. Es su preferido".
Nos quedamos transidos cuando nos preguntamos cuáles fueron las causas que hicieron que Myriam se desgarrara en aquel grito, uno de esos gritos que, por fortuna, la mayoría de la gente no tendrá que oír en su vida, pero que sí oyó su vecina, Madame Grinberg, aquella tarde; un grito de esos "que se lanzan en la guerra, en las trincheras, en otros mundos, en otros continentes" que consideramos menos civilizados, con menos capacidad de control, más dados a sentimientos salvajes y desatados, pero que es el único grito posible en cualquier mundo, en cualquier continente, cuando llegas a casa y encuentras muerto a tu hijo, a tu hija agonizante y a la niñera, culpable y herida.
Los Massé son una pareja moderna y liberal. Louise es tratada como uno más de la familia; la infinita confianza depositada en ella hace que se le den cada vez más responsabilidades, que todos, padres e hijos, dependan cada vez más de ella y su buen hacer. Ella se siente feliz, siente que, después de tanto tiempo, alguien la necesita, que ha encontrado su sitio. "Sylvie, la madre de Paul, se burló de ellos. «Jugáis a los señores generosos con la niñera. ¿No creéis que os estáis pasando?»".
Leila Slimani irá adentrándose en ese mundo aparentemente perfecto y nos irá mostrando sus fisuras con gran acierto porque también nos irá mostrando la trastienda, lo que Louise vive más allá de los Massé, cuando llega a su piso triste y vacío, a sus recuerdos desolados, a su barrio lejano, tan lejano que antes de las seis de la mañana ya está en marcha: caminata, tren de cercanías, metro. Cada mañana deja atrás su triste vida en el extrarradio para acceder a un trocito de paraíso en el centro de París. Louise va también construyendo su nido en casa de los Massé. Se siente querida, se siente necesaria, sus anhelos se llenan, su vida cobra sentido. Pero corre el riesgo de olvidar que esa vida, que cada vez le parece más real, no es más que un trabajo y que ese trabajo puede terminarse, de hecho, se terminará en algún momento. Y corre el riesgo de pensar que los Massé son sus amigos, y Mila y Adam algo más que unos niños a los que le pagan por cuidar.
Leila Slimani es una autora de padre marroquí y de madre franco-argelina. "Canción dulce" es su segunda novela con la que obtuvo el Premio Goncourt en 2016. Yo no la conocía de nada, pero con esta novela ha sido capaz de cautivarme porque, con un estilo sencillo y muy directo, analiza las relaciones sociales y habla de cosas que pocas veces se tratan sobre el papel, la pantalla o en las conversaciones.
La novela se despliega ante nosotros y nos va enfrentando, por una parte, al buenismo en el que se cae a veces cuando se pretende dotar de amistad y camaradería a relaciones en las que, posiblemente, tan solo cabe el respeto; por otra, a la confusión que se produce cuando se toma lo que no es más que un trabajo como parte de la propia vida; cuando el trabajador se siente tan necesario que no concibe que se pueda prescindir de sus servicios y se toma prerrogativas que van más allá de lo que le corresponde.
Y es que, en ese mundo de relaciones desequilibradas y un tanto impostadas, el cansancio termina por manifestarse y una parte se siente cansada y agobiada y la otra, temerosa al ver su estatus en peligro. Y en esta novela todo eso se cuenta de una manera magistral.
Así empieza "Canción dulce" de la escritora Leila Slimani. Luego nos cuenta de Myriam, la madre, en estado de shock, y de "la otra", a la que tuvieron que salvar porque, tras agredir a los dos niños, no supo matarse a sí misma y se cortó las venas de las muñecas y se clavó el cuchillo en la garganta, todo ello con escasos resultados.
"Sin papeles, no" le había dicho Myriam a Paul cuando se plantearon contratar una niñera. No quería al cuidado de sus hijos una persona que temiera a las autoridades, que no se atreviera a llamar a la policía o a ir a un hospital en caso de necesidad. "Aparte de eso, que no sea demasiado mayor, que no lleve pañuelo y que no fume". Tampoco quería una magrebí. Ella misma lo es y no deseaba que se estableciera demasiada familiaridad entre ellas. Eso y que dispusiera de tiempo suficiente para que Myriam puediera volver a trabajar.
Myriam se quedó embarazada muy joven. Se enamoró de su vida de madre y ama de casa y del entorno hogareño que ello suponía. Ni hablar de canguros ni de guarderías. Siempre con el dulce peso de la criatura en brazos, rodeada del dulce ambiente de una casa con olor a talco, colonia de bebé y leche materna. Así, pegada a su madre, se crió Mila.
Pero los hijos crecen y una siente que tal vez ya no es tan necesaria y debería empezar a cambiar de actividad, retomar el trabajo, recuperar la propia vida postergada en favor del hijo... salvo que vuelvan los pañales y las papillas y la necesidad de hundirse de nuevo en la muelle blandura del mundo de los bebés. Por eso, Myriam se quedó embarazada de nuevo. Pero las cosas no siempre salen como se planean. "No había medido el alcance de lo que se avecinaba. [...] El agobio le pasaba factura. Myriam perdía vitalidad. Cada vez odiaba más las salidas al parque infantil. Los días de invierno se le hacían interminables. [...] Su necesidad de salir a caminar sola iba en aumento. De gritar como una loca en la calle. «Me están comiendo viva», se decía a veces".
No sabe Myriam cómo la entiendo. Cómo entiendo el odio a los parques infantiles, a la sensación de no tener límites propios, a no saber dónde termina la madre y empieza el hijo, un hijo adorado por supuesto, pero al que ninguna madre debe estar dispuesta a entregar su vida como rehén de la del niño. ¿Qué vas a poder ofrecer a tus hijos si de ti no ha quedado nada? Creo que unas ciertas dosis de egoísmo maternal evitan muchos problemas a la larga.
Myriam decidió recuperar su vida, hacer gala de su egoísmo y evitar problemas futuros una tarde en que, mal vestida, con el pelo sucio y al borde de la depresión, se encontró con un antiguo compañero de la facultad que le ofreció trabajo en su bufete de abogados.
Así llegó Louise a casa de los Massé. No fue algo casual. Las entrevistas fueron muchas y muchas las candidatas rechazadas, pero Louise se enamoró de Mila al primer golpe de vista y el flechazo fue mutuo, y luego se contagió a los padres, y Louise, francesa, viuda y con una hija mayor que ya no la necesita, se convirtió en la niñera ideal.
Louise empezó a moverse por la casa con la eficiencia y la magia de un hada: limpiaba, colocaba, organizaba, cocinaba, adoraba a los niños y los niños la adoraban; siempre dispuesta a quedarse un poco más, a llegar un poco antes. La vida de Paul y Myriam se convierte en algo con lo que no habían contado ni en sus sueños más optimistas cuando se plantearon contratar una niñera.
¿Qué falló entonces? Nos preguntamos qué llevó a la tragedia que encontró Myriam aquella tarde cuando "llegó a casa más temprano que de costumbre. [...] Sentada en un vagón de la línea 7 del metro había pensado en darles una sorpresa a los niños. Al llegar, se detuvo en la panadería. Compró una baguette, un postre para los críos y un bizcocho a la naranja para la niñera. Es su preferido".
Nos quedamos transidos cuando nos preguntamos cuáles fueron las causas que hicieron que Myriam se desgarrara en aquel grito, uno de esos gritos que, por fortuna, la mayoría de la gente no tendrá que oír en su vida, pero que sí oyó su vecina, Madame Grinberg, aquella tarde; un grito de esos "que se lanzan en la guerra, en las trincheras, en otros mundos, en otros continentes" que consideramos menos civilizados, con menos capacidad de control, más dados a sentimientos salvajes y desatados, pero que es el único grito posible en cualquier mundo, en cualquier continente, cuando llegas a casa y encuentras muerto a tu hijo, a tu hija agonizante y a la niñera, culpable y herida.
Los Massé son una pareja moderna y liberal. Louise es tratada como uno más de la familia; la infinita confianza depositada en ella hace que se le den cada vez más responsabilidades, que todos, padres e hijos, dependan cada vez más de ella y su buen hacer. Ella se siente feliz, siente que, después de tanto tiempo, alguien la necesita, que ha encontrado su sitio. "Sylvie, la madre de Paul, se burló de ellos. «Jugáis a los señores generosos con la niñera. ¿No creéis que os estáis pasando?»".
Leila Slimani |
Leila Slimani es una autora de padre marroquí y de madre franco-argelina. "Canción dulce" es su segunda novela con la que obtuvo el Premio Goncourt en 2016. Yo no la conocía de nada, pero con esta novela ha sido capaz de cautivarme porque, con un estilo sencillo y muy directo, analiza las relaciones sociales y habla de cosas que pocas veces se tratan sobre el papel, la pantalla o en las conversaciones.
La novela se despliega ante nosotros y nos va enfrentando, por una parte, al buenismo en el que se cae a veces cuando se pretende dotar de amistad y camaradería a relaciones en las que, posiblemente, tan solo cabe el respeto; por otra, a la confusión que se produce cuando se toma lo que no es más que un trabajo como parte de la propia vida; cuando el trabajador se siente tan necesario que no concibe que se pueda prescindir de sus servicios y se toma prerrogativas que van más allá de lo que le corresponde.
Y es que, en ese mundo de relaciones desequilibradas y un tanto impostadas, el cansancio termina por manifestarse y una parte se siente cansada y agobiada y la otra, temerosa al ver su estatus en peligro. Y en esta novela todo eso se cuenta de una manera magistral.
Título del libro: Canción dulce.
Título original: Chanson douce.
Título original: Chanson douce.
Autora: Leila Slimani.
Traducción: Malika Embarek López.
Editorial: Cabaret Voltaire.
Año de publicación: 2017.
Año de publicación original: 2016.
La leí en navidades y ne gusto mucho
ResponderEliminarLos premios Goncourt nunca decepcionan,pero este ha sido el mejor de los últimos años.
EliminarUn beso.
¡Hola Rosa! Lo he leído hace poco (unos meses) y me impactó la historia sobre todo sabiendo que está basada en hechos reales (ocurridos en Nueva York hace unos 6 años). Te deja preguntándote ¿que puede llevar a alguien a hacer algo así?
ResponderEliminarBesos
Pensé hablar de ello (lo del caso de Nueva York), pero se me hacía muy largo y he preferido dejarlo. Ya he decidido que no me importa demasiado si las novelas son o no reales, lo que me importa es que me cuenten una buena historia.
EliminarTe crea muchas preguntas alguna de las cuales te la tienes que responder tú misma y eso me encanta.
Un beso.
Me ha encantado leerte, Rosa, pues al margen de lo concerniente al libro, también aprecio tu franqueza como madre, por expresar sin ambages un sentimiento real y común, la sensación de ver tus alas cortadas por la dedicación y responsabilidad que requiere el cuidado de los hijos, algo que siempre tendemos a esconder bajo las opiniones políticamente correctas, pero al acostarte y cerrar los ojos aún despierto… los pensamientos te llevan a una realidad menos idílica.
ResponderEliminarPara empezar, yo nunca he sentido la llamada de la paternidad, receloso de coartar mi libertad de movimiento, así de claro, egoísta de mi tiempo, y fíjate, padre de dos hijas, un hecho que vislumbraba, pues conocía los deseos de mi mujer.
Para colmo en mi caso, por circunstancias de horarios laborales (mi mujer sale muy pronto) soy yo quien despierta a mis hijas, prepara sus desayunos, cambia pañales a la pequeña, las viste, las lleva al cole y a la guarde, después prepara meriendas y las recoge, las lleva al parque, las da de merendar y juega con ellas. Más tarde llega mi mujer, sobre las 18:00 (una hora razonable, la verdad), y me “libera” (es que no encuentro mejor palabra, en serio) de la tensión y atención que requiere estar pendiente de dos niñas durante muchas horas, día tras día, uff, adoro a mis hijas, pero estoy agobiado, siento que disponen de mi tiempo como si estuviera prisionero de sus vidas (como has expresado tú).
De todas formas asumo mi responsabilidad, amo a mis hijas, y ellas, por lo que veo, adoran a su papá. Ellas están en su mundo, que es lo que corresponde a dos niñas de su edad, ser risueñas y jugar, y mis tribulaciones son asunto mío... de eso te aseguro que no se enteran, jeje.
Perdona que te suelte todo este tocho, pero leyendo tu estupenda reseña, acerca de lo que narra Liela Slimani en esta historia, y lo tú has expresado como madre... tenía que decirlo.
Ya había merodeado este libro. Me lo tendré que apuntar, claro ;)
Besos.
Siempre he dicho que en la idea de los hijos y la maternidad (o paternidad) hay mucha literatura. Luego nada es lo que pensábamos; hay cosas mejores y cosas peores.
EliminarA mí nunca me gustaron los niños, ni siquiera sé por qué quise tener hijos, pero el caso es que quise y adoro a mi hijo (31 añitos, la criatura), pero me alegro de que se valga por sí mismo. Te leo lo que cuentas de tu día a día con las niñas y me dan los siete males y la pena mora. Lo único envidiable (hasta cierto punto) es la juventud que ello presupone.
Yo viví un curso sola con el niño de tres años y te aseguro que faltó poco para que hiciera aguas. Cuando lo metía en la cama, empezaba a vivir.
Aunque no es ese el tema principal de la novela, sí que lo muestra de una forma muy ilustrativa y que cualquiera que lo haya vivido sabrá reconocer.
La otra parte de la historia es menos tratada y mucho más dura.
No lo dejes pasar.
Un beso.
Hola Rosa, me ha gustado mucho tu reseña y me ha llamado bastante la atención una novela que si defines como magistral en su mirada hacia las relaciones humanas desequilibradas, no tengo duda de que debe ser muy buena. Por otra parte ese mundo tan confortable y mágico como es mundo de los bebés, daría para múltiples reflexiones en torno a la paternidad/maternidad y al posterior desarrollo individual de los padres, de las parejas o de los propios hijos.
ResponderEliminarEn cuánto al suceso en sí, nos llevaría también a ver como la novelista trata a fondo la culpa y creo que lo mejor para ello es enfrascarse en la novela.
Gracias por la recomendación y buena semana lectora, besos.
Sí, esa venta que se nos hace del maravilloso mundo de los hijos, que nadie se atreve a contradecir por miedo a que le tachen de monstruo, no es más que una idea muy parcial de lo que suponen esos años dedicados al cuidado de los niños pequeños. Claro, luego salen esas historias literarias o cinematográficas en que se ve la cantidad de sentimientos negativos que se esconden alrededor de esas relaciones.
EliminarPero como le digo a Paco, la novela es mucho más. Yo creo que el tema fundamental es la relación entre la pareja y la niñera y todas las expectativas que cada uno va creando.
Muy a tener en cuenta.
Un beso.
¡Hola Rosa! Ya de nuevo tu casa, qué ganas de leerte porque lo dices todo tan bonito...
ResponderEliminarProfunda reflexión la que planteas: qué pasa cuando lo que se supone un trabajo se convierte en una vida, en "tu" vida, y sabes que algún día se acabará (trabajo y vida).
Creo que es una novela que me gustaría y que recomendaré también a mi amiga Bahía que, como sabes, es argelina.
Un beso muy fuerte, amiga. Y espero coger ya la seguidita ;-)
Bienvenida, Chelo, cuánto tiempo sin verte por aquí. Creo que la novela os gustará a ti y a tu amiga Bahía. La autora tiene una madre medio argelina medio francesa y la protagonista femenina, Myriam, he sido incapaz de encontrarlo, pero también tiene alguna ascendencia magrebí. Lo que sí he encontrado es que habla árabe y no quiere hablarles a los niños en esa lengua, ni que la niñera lo hable.
EliminarUna historia realmente dura, pero con mucho que enseñar.
Un beso.
Hola Rosa.
ResponderEliminarPues otro libro pendiente, me gusta mucho como lo enfocas, esa maternidad no tan perfecta que llega a asfixiar, la niñera que a veces llega a creer que la vida de los señores es la suya...apuntado.
Muy feliz semana.
Además de que es una novela muy buena (los Premios Goncourt suelen serlo) engancha desde el principio y se lee muy bien por su prosa ágil y sencilla y su no mucha extensión. Creo que es imposible que a alguien no le guste.
EliminarUn beso.
La tenía apuntada desde que salió,pero por unas cosas y otras la he ido dejando pasar. Voy a tener que subirla de puesto en la lista, me gusta lo que cuentas.
ResponderEliminarBesos
Creo que merece la pena que le subas varios puestos. Es muy buena y no sólo hace reflexionar, sino que también engancha.
EliminarUn beso.
Una historia brutal, a la que no le puedo hallar un final, pero que evidentemente no será feliz ante un drama semejante. No sé si en la novela se estudia el trasfondo psicológico de esa mujer que, al hilo de sus insatisfacciones personales, puede pasar de ser un ser humano aparentemente equilibrado a una asesina de aquellos a los que parecía adorar. ¿Qué subyace en la mente de Luise para que, de la noche a la mañana, se convierta en un monstruo? Al menos eso es lo que se desprende de la reseña que nos has ofrecido. ¿O acaso se puede decir aquello de "no es lo que parece" y hay otra explicación?
ResponderEliminarUna novela para disfrutar y sufrir al mismo tiempo.
Un beso.
Hay varias explicaciones, ninguna concluyente, pero, entre todas, te dibujan un personaje con muchos matices y mucho sentimiento escondido, aunque no toda la culpa es suya. Se le abren unas expectativas que no responden a la realidad.
EliminarMe temo que tendrás que leer el libro para desentrañar el misterio.
Un beso.
La psique del ser humano es tan frágil, que el desequilibrio llama a nuestra puerta con suma facilidad. ¿Quién puede esperar de una persona sensata, prudente, educada, entregada y laboriosa una reacción de asesina de niños?
ResponderEliminarUn libro que promete una buena dosis de horas de lectura interesante y que gracias a ti he descubierto.
Muchas gracias por ello.
Por cierto, el querer ser padre o madre es a parte de algo instintivo, cuestión de vocación.
Un beso.
Lo que yo creo es que la paternidad/maternidad se nos vende como lo que tiene que ser obligatoria mente, la única forma de vivir una vida plena y así se crean muchas vocaciones falsas. Pero un hijo no se puede abandoar como los hábitos y vienen las frustraciones etc. Yo creo que es un tema en el que no escogemos con libertad, sino empujados por las circunstancias.
EliminarRespecto a lo que le sucede a esa mujer tan eficiente y maravillosa para llegar a hacer lo que hace, tendrás que leer el libro como le digo a Josep María.
Un beso.
Es una historia tremenda y Leila Slimani la cuenta de una manera genial. Es muy fácil empatizar con Myriam, tan absorbida y anulada por su maternidad. Sin embargo, poco a poco, ella y Paul van tendiendo sin querer la trampa en la que ellos mismos caerán. Porque a veces lo queremos todo y todo no se puede querer. ¿Hasta dónde renunciar? ¿Cómo lograr un equilibrio? Qué difícil es. Muchos aquí lo habéis vivido o lo vivís en primeras carnes y lo habéis expresado en los comentarios.
ResponderEliminarEl personaje de Louise, aunque accesible solo hasta cierto punto, también tiene mucha tela que cortar. Y otra cosa que me ha gustado mucho de esta novela es ese 'buenismo' al que hacía referencia la madre de Paul y que destacas en una de las citas de esta reseña. Hay en el trasfondo de esta historia un cierto tufillo más que a racismo a clasismo, que es lo que realmente es el racismo en muchas de las ocasiones. Bueno, una novela muy muy recomendable en mi opinión.
Besos
Esa faceta del "buenismo" que mencionas es lo que más me ha llamado la atención. Ese progresismo impostado que hace que se trate con excesiva familiaridad, casi como a una amiga, a una persona que trabaja para uno, y cuando esa persona se toma confianzas a las que se imagina que tiene derecho por el trato recibido, entonces viene el hartazgo y el no poder soportarlo.
EliminarMyriam y Paul, por supuesto lo quieren todo y no se dan cuenta de que eso es imposible y de que para llegar a un equilibrio hay que renunciar a algunas cosas.
Todo contribuye a lo que sucede; lo que Louise guarda y las expectativas que se le crean.
Realmente el racismo duele ser más clasismo que otra cosa. Nadie discrimina a un negro rico, culto y bien vestido, por otra parte Louise, es blanca y francesa, no así Myriam que habla árabe y tiene antepasados magrebies.
Realmente, muy recomendable.
Un beso.
Sí, más que a Louise (no me he explicado muy bien por no extenderme demasiado en el comentario), me refiero a las otras niñeras que se retratan en la novela. Ahí sí que hay varias magrebíes, pero claro, pertenecen a un estrato social 'inferior' al de Myriam. Ella misma prefiere que su propia niñera no comparta raíces con ella. Y Louise, aunque blanca, está más cerca socialmente de las otras niñeras. Aunque en el fondo creo que ella vive aislada por el resentimiento y ese es uno de los grandes problemas que desencadenarán el terrible suceso.
EliminarBueno, ya no me extiendo más.
Besos
Te explicaste bien. Ciertamente, el problema es social. Louise, francesa, pertenece al mundo de las niñeras, que son en su mayoría extranjeras y muchas magrebíes. Myriam, magrebí, pertenece al mundo de los "señores". El recismo es más bien un problema social.
EliminarLouise, de todas formas, es cierto que está aparte de todo. Su pasado la tiene metida en una burbuja de la que quiere salir adoptando la vida de la pareja para la que trabaja, y como ellos le permiten hacerse ilusiones, la tragedia está servida. Aunque para que la tragedia sea tan extrema es porque la cabeza de Louise anda muy desajustada.
Cuanto más reflexiono, más completa me parece la novela.
Un beso.
Lo tuve apuntado hace tiempo y descargué una versión digital disponible. Creo haber leído algo de Lorena, que reforzó mi decisión de obtenerlo.
ResponderEliminarUn libro por demás interesante, aún para alguien que no tiene hijos como es mi caso. Os leo a ti y a Paco y tengo la seguridad de que algo me he perdido en esta vida.
Gracias por tu reseña, que duplica las ganas de leerla.
Un beso.
Fue la reseña de Lorena la que hizo que me interesara por el libro. Yo no lo encontré en digital. Amazon solo lo tenía en papel y así lo compré.
EliminarLa novela es muy interesante aunque no tengas hijos porque eltema no son los hijos sino más bien las relaciones de dependencia mutua entre los padres y la niñera. Lo que ellos le ofrecen y lo que ella espera... hay que leerla para saberlo y te la recomiendo mucho.
Respecto a lo de perderte algo por no tener hijos, te diré que algo has perdido, pero también algo has ganado. Tener hijos tiene sus ventajas y sus inconvenientes, como no tenerlos. Creo que en ambas situaciones hay que disfrutar de las ventajas y tratar de obviar los inconvenientes. Es lo que le decía hace años a una amiga que no conseguía quedarse embarazada. Por fin lo consiguió y ahora creo que si pudiera chascar los dedos y volver al momento anterior a tener a su hijo, lo haría encantada.
Un beso.
Qué libro tan interesante, es un tema que da para una buena tertulia, pero tampoco voy a insistir en lo que ya han dicho otros compañeros en los comentarios y en tu fantástica reseña. Parece liberador poder admitir que los niños son exigentes y pueden agotar a los padres, la sociedad a veces es muy pacata y lo ve todo como una película de Disney. Yo llegué a un punto en el que me dije: cuando estés con los niños, estás con ellos al cien por cien. Precisamente porque trataba de hacer otras cosas a la vez y el estrés era increíble. Disfruto de ellos, llegará un momento en el que se alejarán de mi y pensando en esa soledad futura, el esfuerzo me pesa menos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí que da para una buena tertulia. Espero que así sea porque es el escogido para la próxima tertulia del instituto en la que pasa algo curioso: los libros que han gustado a la mayoría dan menos juego que los que no han gustado. Con estos se debate más y el debate es más vivo. A ver.
EliminarOtra cosa que me resulta curiosa de esta pequeña tertulia que se organiza con los comentarios es que en casi todos se resalta la parte de lo que puede agobiar la maternidad/paternidad y mucho menos la parte de las relaciones padres/niñera que creo que es el tema fundamental de la novela. Puede que sea porque los que por aquí andamos no hemos tenido ese tipo de servicio de esa manera. Yo tuve una chica que se encargaba de dejar al niño en el cole, pero nunca tuve alguien que pasara el día completo con él.
Creo que todos nos vemos más representados en los padres que ven su vida un tanto coartada por los hijos que en los padres que tienen que asumir a un extraño cuidando de ellos.
Un beso.
Es un relato brutal por la actualidad del tema que trata. No soy madre, y aunque entiendo que la abnegación es casi inevitable cuando se tienen hijos, creo que también es muy importante, sobre todo como mujer, saber vivir la propia vida. No conocía yo tampoco esta historia, pero leer tu reseña ya solamente me sirve como introducción a la reflexión que esta lectura produce cuando te haces con ella.
ResponderEliminarUn beso.
El tema de la novela podría ser ¿qué pasa cuando encuentras la persona ideal que te libera de pasar todo tu tiempo con tus hijos y te permite volver a trabajar y recuperar tu vida? ¿qué pasa cuando cada vez le das más atribuciones y delegas más en ella? ¿eres consciente de que es una persona con su vida separada de la tuya, sus necesidades y sus aspiraciones?
EliminarEs todo muy complejo en esta novela, pero por otra parte tan real que me siento representada en algunos aspectos. Y creo que no es necesario tener hijos para caer en alguno de los errores que denuncia.
Un beso.
Hola, Rosa.
ResponderEliminarNo sé lo que he pensado al leer el inicio, la verdad; la imaginación a veces es un arma, pero he contenido la respiración. Aunque después al seguir leyendo tu reseña, la verdad es que la gravedad de la trama no ha disminuido.
Las relaciones personales son complicadas, hasta qué punto uno puede dar o quedarse rezagado sin que ello pueda provocar un problema futuro.
Me parece una lectura muy interesante, con un fondo que hace reflexionar.
Un beso.
Es que cuando empieza describiendo la muerte por asesinato de dos niños a manos de su niñera, es imposible que la gravedad de la trama disminuya. Creo poder decir que ni siquiera se llega a entender, aunque sí se pueden encontrar las razones que hicieron a Louise reaccionar de esa manera. No se la entiende ni se la disculpa, por supuesto, pero se encuentra una cierta lógica de comportamiento.
EliminarDesde luego, si algo consigue es hacernos reflexionar.
Un beso.
¿Qué angustia, no?
ResponderEliminarSí, se puede decir que te invade la angustia desde la primera frase y a medida que lees vas buscando la explicación. Y algo encuentras. Muy interesante.
EliminarUn beso.
a mi me encanto leerlo
ResponderEliminarbesitos!
Es que es genial. No creo que haya alguien a quien no le guste.
EliminarUn beso.
Llegué a esta lectura a través del blog de Lorena, me pareció interesante y decidí leerlo. El comienzo sin duda es de los que entrecorta la respiración, me dejó impactada, quizás haya lectores que al leer el inicio les eche para atrás, a mí me atrapó. Una cruda historia perfectamente contada.
ResponderEliminarAbrazos Rosa.
Ese principio, que podría considerarse que destripa la trama, es lo que te atrapa. Aunque en algún sitio la califica como novela negra, no creo que sea así. No se trata de averiguar el culpable, lo sabemos desde el principio, lo interesante es llegar a explicarse algo tan terrible e inesperado.
EliminarMi bien contada, en efecto.
Un beso.
La leí hace unos meses y me gustó mucho, impactante y con capacidad para retener al lector, a pesar de lo crudo del tema, muy recomendable. Gracias.
ResponderEliminarUna novela tan dura como maravillosa y exponente de un mundo que no sabe mantenerse en el equilibrio en lo que se refiere a las relaciones. Oscilamos entre el desprecio y la condescendencia. Las diferencias, tanto raciales como sociales, no terminan de encontrar su tono adecuado.
EliminarUn beso.
Hace un par de semanas que terminé de leerlo por recomendación de un amigo, un desasosiego inteligente y algo inquietante. Me egustó mucho.
ResponderEliminarCasi se me escapa este comentario. Me pareció una novela de lo mejor que leí el año pasado. Sorprendente, dura, crítica... y encima con intriga y que engancha. Lo tiene todo.
EliminarUn beso.