"El murmullo de las abejas" Sofía Segovia

"Aunque la vida no da garantías, a veces sí da regalos" . A Simonopio, el regalo de la familia Morales Cortés, lo trajo la nana Reja. Cuando volvió por fin aquella mañana. La nana Reja ya no es nana de nadie y pasa los día en una mecedora con la que ya se ha convertido en madera; madera la mecedora, madera ella misma. Tan solo el llanto que nadie más oyó fue capaz de levantarla de su balanceante asiento y llevarla por el camino hacia el puente bajo el que un bebé lloraba cubierto por un manto de abejas que lo abrigaba y lo protegía. Ya no es nana de nadie, pero lo había sido de muchos niños. De Guillermo Morales y de sus veintidós hermanastros. Y luego de los hijos de Guillermo del que solo uno, Francisco, había sobrevivido. Ahora Francisco está casado y tiene dos hijas, pero la nana Reja "ya no amamantó a las hijas de Francisco y de su esposa, Beatriz. El tiempo se había encargado de secar a Reja, que ya ni se acordaba cuántos niños de los alrededores habían vivido...