"Vínculos de sangre" Amalia Hoya

La escarcha me cubría los hombros y el intenso frío me obligaba a tiritar. Uno de los soldados me regaló su capote, todavía recuerdo el tacto áspero de la tela cuando mi madre me envolvió en él. En cambio, mis pies no tenían remedio; llevaba unas zapatillas poco adecuadas para caminar por el terreno pedregoso, el barro y los charcos. Y los gruesos calcetines hacía rato que se habían empapado.

Mis padres y yo huíamos de la guerra. Él era un capitán del ejército republicano que había luchado en la batalla de Santander a las órdenes del general Mariano Gamir Ulibarri, responsable militar de las Vascongadas, Asturias y Santander. Y mi madre, una maestra y activista republicana que escribía artículos en El Diario Montañés y, más tarde, en La República.

Dos años antes, las tropas de Franco habían conquistado toda la franja norte de España, por lo que, perdida la zona, mi padre decidió llevarnos con él a Zaragoza con intención de unirse a las tropas que libraban la batalla en el Ebro. 

Y así seguirían huyendo a medida que las tropas franquistas avanzaban. Y saldrían de España cuando ya todo estaba perdido para terminar en el campo de concentración de Argelès- sur- mer. Y esa huida y esa tremenda estancia en la playa francesa habilitada para acoger a los exiliados españoles, la historia que parte de esos hechos y que llega hasta 1960 en Berlín es lo que nos va contando Julia en capítulos que se van alternando con la historia actual, la que nos cuenta Marta y que tiene lugar en Madrid en 2016.

Marta es una joven que guarda muchos resentimientos con el pasado. Su madre murió cuando ella era una niña, su hermano, trece años mayor, la maltrata y atemoriza desde que recuerda, su padre, un maltratador autoritario, nunca ha mostrado aprecio por ella manifestando una predilección clara por su hijo varón y reprochando a la madre, cuando vivía, el cariño con el que él pensaba que estaba criando a una niña débil y blanducha.

Ahora, muerto también el padre, a Marta solo le queda su hermano, con el que la relación no ha mejorado; su tía Margarita, hermana de su padre, pero que en nada se parece a él; su amiga y socia en el Gabinete de decoración e interiorismo, Lucía, y su novio, Sergio, que no le sirve de mucho a la hora de compartir tristezas y problemas.

«El silencio repentino de la casa me hace sentir con más fuerza la soledad. Soledad compartida, la peor. No tengo en quién confiar. A Sergio lo único que le importa es su trabajo en el banco, le da igual lo que me pase o necesite. Ni siquiera es cierto lo que opina de mí. Siete años de convivencia y sigue sin conocerme. Tendría que sacudir la pereza y atreverme a poner fin a una relación tan frustrante».

Y es que a Marta le están pasando cosas. Desde hace unos días recibe wasaps anónimos de alguien que cada vez se muestra más amenazante, alguien que parece saberlo todo de ella, que, con el tiempo, se manifestará como una presencia constante en su vida, que, de forma solapada, parece no perderla de vista y estar al tanto de todo lo que hace. «¡Zorra! Llevas una vida espléndida: buen negocio, piso lujoso, coche caro, ropa elegante. Tú, tu hermano y la vieja estáis forrados y el que no pueda que se joda. Lo vais a pagar muy caro. Esto acaba de empezar».

Cuando se lo cuenta a Alba, una clienta del gabinete y antigua amiga de su madre, la mujer le proporciona la dirección de un detective privado y el encuentro de Marta con dicho detective, o más bien con su hijo, dejará al descubierto toda una serie de secretos. Algunos se los han ocultado a Marta toda la vida y otros los irá descubriendo ella a medida que, ayudada por el detective, Iván Reyes, vaya siguiendo las pistas que, tanto desde el pasado como en la actualidad, van surgiendo en su camino. 

Y siguiendo esas pistas viajará a la Isla de Ré, muy próxima a La Rochelle, y a un pueblecito cercano a Comillas en Cantabria. Irá descubriendo cosas de su pasado y del de su madre, y la historia enlazará con la de Julia, que mientras tanto nos ha ido contando sus vivencias en Argelés- sur- mer y más tarde, ya en su vida adulta. Y sabremos también de lo que le sucede a Marta mientras investiga ayudada por Iván por el que pronto se sentirá atraída y que también guarda sus secretos. Y es que Marta es una mujer a la que se le han ocultado y se le tratan de ocultar demasiadas cosas, una mujer a la que el desconocimiento de algunos hechos del pasado y otros del presente la ha transformado en una mujer vulnerable. 

Al descubrimiento de ese pasado se une un presente que cada vez se vuelve más peligroso porque el acosador de Marta no ceja en su empeño por aterrorizarla y cada vez irá siendo más violento y materializando sus amenazas de todas las formas imaginables. 

Amalia Hoya

Vínculos de sangre es la segunda novela que leo de Amalia Hoya. Es una novela muy entretenida que indaga en hechos del pasado ficticios, pero que bien podrían haber sido (otros similares lo habrán sido) reales. Y nos muestra también, cómo esos hechos repercuten muchos años después en personas que nada sabían de ellos. Una novela que compagina acontecimientos de los años más negros de la historia de España y de Europa con una historia policial muy negra también, bien planteada y bien resuelta. 

Si Obsesión en Venecia nos llevaba a Venecia y a Praga a principios del siglo XX, Vínculos de sangre parte de hechos acontecidos entre 1939 y 1960, en distintos lugares de Europa y nos lleva hasta 2016 donde pasado y presente se encuentran de una manera que nos atrapa totalmente y que cuesta dejar de leer.

Título del libro: Vínculos de sangre

Autora: Amalia Hoya
Nacionalidad: España

Editorial: Caligrama

Año de publicación: 2024

Año de publicación original: 2024

Nº de páginas: 506