"La luz difícil" Tomás González

En este momento, a pesar de los hechos que voy escribiendo, o tal vez por eso mismo, veo que tiendo a divertirme. La verdad es que ha pasado mucho tiempo desde aquello, diecinueve años, y la pena en mi corazón sólo en ciertos instantes se hace tan punzante como fue entonces; las llamas y el agobio, sólo por momentos, tan asfixiantes como en esos días. Todavía me abruma lo ocurrido, por supuesto, y me hace fumar y acostarme a dormir un poco, pues fue duro, pero la alegría aflora siempre, o casi siempre, como trozo de madera en el agua, no importa lo profundo del horror de lo vivido.

En este momento, David, el narrador, es un anciano. Estamos en 2018 y nos narra sus vivencias de hombre viejo, solo, casi ciego, atendido por tres personas de la misma familia, que ya son también su propia familia, la única que le queda: Ángela, cocinera, limpiadora, mujer para todo en la vida del narrador; Juan Pablo (o José Luis), jardinero y marido de Ángela; José Luis (o Juan Pablo, nunca se ha aclarado), chofer e hijo de los anteriores. Pero a la vez nos cuenta lo que aconteció hace diecinueve años, en 1999, cuando su hijo Jacobo decidió que no podía soportar más el dolor y se sometió a un suicidio asistido. 

Tenemos así el relato de aquel día terrible en el que Jacobo y su hermano Pablo viajan a Portland, Oregón, uno de los estados en los que suicidio asistido es legal. Legal, pero solo para los habitantes del estado. Jacobo, por llegar desde Nueva York, no tiene ese derecho. Es por ello por lo que solo viajan él y Pablo, para no llamar la atención. Mientras tanto, David y Sara esperan en su piso de la Calle Dos acompañados por su tercer hijo y algunos amigos. Ese piso en el que las ventanas «dan a un cementerio bellísimo. Marble Cemetery, se llama».

David pasa de una época a otra sin demasiada transición y además nos lleva más atrás para contarnos la historia de la familia, sus andanzas desde que salieron de Colombia y recalaron en Estados Unidos.

«Habíamos llegado a Nueva York en 1986. En el 83 habíamos salido de Bogotá para Miami, donde alcanzamos a estar tres años largos, de los cuales no me arrepiento para nada, pues no fueron malos. Yo había conocido Miami y los Cayos en un viaje anterior, y quería trabajarlos en mi pintura. Se puede decir que me fui para Miami en busca del agua y de la luz»

No he dicho que David es pintor. O era pintor más bien porque desde que la degeneración macular lo está dejando ciego ha cambiado la pintura por la escritura y aun para eso se tiene que servir de una lupa enorme. Aquel terrible día en el que esperaba la muerte de su hijo, David estaba tratando de pintar la espuma que brota al moverse la hélice del ferry a Staten Island cuando abandona el muelle. Espuma blanca contra el verde del agua. Y no era para él un empeño tan solo artístico. El cuadro de la espuma era para él, en aquellos momentos, algo mucho más importante. Como en esos juegos que nos imponemos de niños tratando de saber cuál va a ser el futuro: si no piso la raya de la baldosa, aprobaré el examen, pongo por caso. Para David, de la obtención precisa del color y la luz en la espuma del ferry dependía la vida de la familia en aquellos momentos críticos. «Era una lucha contra la aniquilación, en la que, para vencer el caos, había que plasmarlo como agarrando a un diablo por la cola y estrellándolo contra una tapia».

Como nos cuenta casi veinte años después, consiguió captar la luz y la espuma, y el cuadro está colgado en alguna sala de algún lugar de Boston. A pesar de la muerte de Jacobo, consiguió seguir viviendo. La tragedia no aniquiló a la familia. Tal vez la hizo más fuerte. David nos cuenta cómo, ante ese dolor, esa muerte deseada como liberación, dejó atrás los problemas imaginarios, esos que conforman las quejas de los humanos que no se han encontrado aún con verdaderos motivos de queja. Esas tristezas que nos aquejan de vez en cuando sin motivo alguno pierden toda su relevancia ante la queja motivada, ante la que sí tiene causa y justificación. Nada como la cruda tragedia para terminar con la farsa grotesca. «Tan largo sufrimiento, el de él, el mío, el de todos, terminó por barrer las peores acumulaciones de telarañas brumosas de mi alma, las más densas, las más imaginarias, y me dejó casi limpio de tristezas arbitrarias».

Como no lo ha aniquilado a él la muerte de Sara, dos años antes de ese presente en el que escribe sus recuerdos, casi ciego, en su casa de La Mesa (La Mesa de Juan Díaz, su nombre completo). Escribe, pasea, viaja cada tanto a Girardot, con Ángela y su hijo chofer (José Luis o Juan Pablo), y allí disfruta del hotel de cinco estrellas y la piscina. Ahora, como entonces, no se ha dejado abatir, aunque cada día llega la hora difícil. La hora en la que la luz nos trae una tristeza y una melancolía a la que no podemos sustraernos.

«Llegó, implacable, el atardecer. La media luz se apoderó del cementerio, abajo, y el cielo se puso azul oscuro. A esa misma hora, aquí en La Mesa, por los árboles dan vueltas los murciélagos [...] Siempre ha sido esta la hora más difícil de mis días desde que tengo memoria. También lo era en Nueva York, donde salía a tomarme un trago en silencio en algún bar de los menos concurridos».

Tomás González

La luz difícil es una novela tan dura como bella. Bella en la forma, porque el autor escribe con  una especie de cadencia poética que nos arrastra, y bella en el contenido, porque, a pesar de la dureza de algunos hechos, predomina la fuerza que nos mantiene vivos aun cuando uno pensaría que ya no puede seguir enfrentándose a tanto dolor. Contra lo que podría parecer, el dolor físico, el de Jacobo, es más paralizante, más insoportable, que el dolor del alma, el de la pérdida, el de la vejez... Y no destripo nada. Lo primero que se lee en la sinopsis es la búsqueda de la muerte por parte de Jacobo.

Título del libro: La luz difícil
Autor: Tomás González
Nacionalidad: Colombia
Editorial: Alfaguara
Año de publicación: 2012
Año de publicación original: 2011
Nº de páginas: 136
 

Comentarios

  1. ¡Hola, Rosa!
    Parece mentira, pero no conozco la prosa de Tomás González, uno de los más respetados escritores latinoamericanos de nuestro tiempo.
    "La luz difícil es una novela tan dura como bella", con esta oración me has atrapado :) Por lo que nos cuentas, una novela que habla del dolor y de la muerte, pero pienso que en el fondo también podría interpretarse como una historia que le canta a la vida.
    Otro título que se viene apuntado, en algún momento me acercaré al autor, gracias por la reseña y por la sugerencia.
    Besos y feliz fin de semana ;)

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    1. ¡Hola Mariana!
      Yo ni siquiera conocía al autor de nombre, pero la reseña de Lorena me dejó totalmente enganchada. Lo pillé en la biblioteca en préstamo digital antes de haberla leído entera. Sí que es un canto a la vida. El personaje narrador se levanta sobre el dolor, la enfermedad y la pérdida para seguir luchando y viviendo. No creo que yo fuera capaz de tanto. Además la novela está escrita con una gran belleza que atrapa. No la dejes porque creo que te gustará mucho.
      Un beso.

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  2. Buenos días, Rosa.
    Efectivamente, lo que nos cuentas sobre la novela pinta muy duro. Las temáticas de la pérdida y del dolor siempre son así. Tomo nota de este título, aunque lo dejaré para un momento de especial fortaleza interior.

    Un abrazo, y feliz fin de semana!!

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    1. ¡Buenos días, Undine!
      Es una novela preciosa que infunde ánimo. Una ve los sufrimientos de otras personas, y ve que esos sufrimientos no los vencen y que luchan por seguir adelante. Dicho así, podría parecer un libro de autoayuda, pero nada más lejos de la realidad. Es una gran novela que te recomiendo.
      Un beso.

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  3. Hola, Rosa. También yo anoto este libro que no conocía y creo que me va a gustar. Me ha encantado todo lo que cuentas en la reseña: el tono, la cadencia poética, el tema pese a la dureza que tiene y la forma de tratarlo. Una recomendación estupenda, parece. Un beso y gracias por el descubrimiento.

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    1. Sí que es una buena recomendación. Una preciosa prosa para una historia más preciosa aún, dura, pero reconfortante. Y que te engancha desde el principio.
      Un beso.

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  4. ¡Hola, Rosa! Suelo decir que la vida es una sucesión de amarguras por nimiedades hasta que, de repente, nos asalta una tragedia que las borra. Bueno, el ser humano es así. Hay un refrán clásico "Cuando el diablo se aburre mueve el rabo y mata moscas". Pero bueno, que ya me voy yendo por los cerros de Úbeda. Una novela, por lo que comentas, en la que mi "tocayo" es el eje fundamental y, viendo tu valoración, el autor lo dota con una personalidad emocional fuerte pese a su estado de salud. Una novela que, seguro, nos hará ver la vida de otra manera... Al menos mientras recordemos su lectura, ja, ja, ja... Un fortísimo abrazo!

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    1. He conocido a mucha gente que se quejan de lo mal que les va la vida cuando en realidad, salvo las pequeñas contrariedades, normales del día a día, nunca han tenido más problemas. Muchas veces digo que la felicidad es algo genético, salvo desgracias claras y objetivas de las que nadie está a salvo. Esta es una novela en la que me ha asombrado la fuerza del protagonista y narrador y sus ganas de seguir viviendo a pesar de todo, de las muertes que lo han dejado solo, de la enfermedad que le impide pintar y pronto le impedirá escribir. Nos hace ver la vida con afán de apurarla a tope pase lo que pase, pero es cierto que tras leerla, pasamos a otra cosa y enseguida olvidamos sus enseñanzas.
      Un beso.

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  5. Hola Rosa! Pues no conozco al autor ni esta novela. De todas formas, ahora con el verano encima y con la niña cada vez más tiempo en casa no quiero meterme en leer novelas duras o profundas, necesito cositas ligeritas que si no me cuesta mogollón! Me alegro que te haya gustado. Un besote!

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    1. La novela es dura, aunque engancha desde el principio, pero entiendo que los niños requieren toda nuestra atención y tal vez lecturas más ligeras nos ayudan a relajarnos.
      Un beso.

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  6. Es cierto que la prosa de Tomás González es de esas que arrastran. La de esta novela me pareció una lectura muy luminosa y no solo por la prosa del escritor colombiano. Hay en ella, como en la búsqueda por parte de su protagonista de esa luz difícil que captar en sus cuadros, un canto a la vida con sus brutales contrastes, en los cuales, precisamente, reside la auténtica belleza de la vida.
    Como ya te comenté, me alegro mucho de que te haya gustado tanto esta novela.
    Besos

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    1. Me ha encantado la novela. Es pura sensibilidad y narrada con pura poesía. Y ciertamente es luminosa. Esa voluntad del narrador de seguir viviendo a pesar de todo lo que le falta me resulta sorprendente porque yo no creo que hubiera recuperado las ganas de vivir ya desde la muerte del hijo. Siempre me resulta muy ajena a mi forma de ser esa voluntad de agarrarse a la vida. Yo creo que no podría soportar tanta tristeza y soledad.
      La prosa arrastra desde el principio y me ha encantado la novela. Muchísimas gracias por tantos descubrimientos.
      Un beso.

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  7. Hola Rosa, no conozco al autor, pero por lo que cuentas de la historia pinta dura si, pero esa belleza de la prosa y que enganche desde el principio son motivos suficientes para que me la lleve apuntada, eso sí tendré que buscarle el momento adecuado. Besos.

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    1. Pues ojalá le encuentres pronto el momento porque merece la pena. Es dura, pero está contada con tantas ganas de vivir y tanto espíritu positivo que tampoco agobia en exceso.
      Un beso.

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  8. Hola, Rosa. Acabo de terminar un libro sobre un suicidio que, de hecho, mañana entrevisto a su autora y ando dándole vueltas a ver cómo toco el tema porque ella cuenta el suicidio de su hermano. En fin, que, de suicidios estoy servida ya para una temporada. Sí te diré que me ha llamado mucho la atención lo del "suicidio asistido". Eso me ha dejado con mucha intriga. Besos

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    1. Tengo dos casos de amigas cercanas a las que se les ha suicidado un hermano. No imagino situación más terrible. Te hace muy difícil llegar a retomar algo parecido a la normalidad, si es que llegas a conseguirlo. Esto del libro es distinto. Es un suicidio terapéutico por imposibilidad de soportar el dolor físico. Es una novela muy recomendable. Aunque entiendo tus reticencias.
      Un beso.

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  9. No me sonaba de nada, ni siquiera su autor. Pero me tientas, pese a la dureza de la historia. Pero sí está tan bellamente contada como indicas, parece merecer mucho la pena.
    Besotes!!!

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    1. Merece la pena en serio y, aunque es dura, está narrada con tal espíritu positivo que no se hace especialmente agobiante. Te la recomiendo.
      Un beso.

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  10. Hola, Rosa. Ya he leído alguno sobre este tema y recuerdo una noticia de algunos meses en la que una madre no le abría la puerta a los sanitarios que venían a buscar a su hija, a la que le habían concedido la eutanasia. Ella le pedía a su hija que aguantara un poco más, la hija no podía. Al final creo que se paralizó la cosa y la hija no lo hizo. Pero cuánto dolor tienes que sentir para desear ese descanso y hasta qué punto podemos exigirle a alguien que siga adelante. Es un tema complicado y se ve que el autor lo ha enfocado por el lado luminoso, sin restar dolor ni quitarle gravedad al asunto pero dejando esa puerta abierta para el padre, para que pueda seguir adelante. Me lo apunto.
    Besos

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    1. El tema de la eutanasia, suicidio asistido lo llaman en este caso, es muy complejo. Yo creo que se tiene que afrontar con mucho respeto por parte de todos y mucho amor por parte de los familiares. El dolor de perder a un hijo es algo que no quiero ni imaginarme, pero el de verlo sufrir es aún mayor. No entiendo el egoísmo de ver a un hijo con dolores insoportables, queriendo morir como única forma de liberarse y los padres tratando de convencerlo o incluso presionándole para que no lo haga. Queres es también saber renunciar cuando la otra persona ya no puede más. Creo que te gustará la novela.
      Un beso.

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  11. Ufff Rosa, por lo que cuentas se ve que es tan dura como bella, sin duda, pero creo que los temas que abordan de momento no consiguen que me apetezca leerla, porque creo que en mí, predominaría percibirla como mucho más dura que bella, pero bueno, más adelante..., nunca se sabe.
    Muchas veces la familia "no propia" es la mejor que podemos tener, la que más nos cuida y mima
    ¿Te puedes creer que no conocía a este autor colombiano? ese es un punto a favor, ya que como sabes me suelen gustar muchos los autores y autoras latinoamericanas por sus prosas tan especiales, como en este caso por lo que cuentas, con cierto toque poético
    Me alegra que la hayas disfrutado
    Un beso.

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    1. Yo tampoco conocía al autor, pero hace poco Lorena hizo una magnífica reseña de esta novela y me convenció. me convenció mucho la historia, pero creo que más aún las citas del libro que incluía y es que la prosa del autor es preciosa.
      La historia es dura, no lo puedo negar, pero también es cierto que el talante del personaje y cómo está narrada, le quita algo de drama y nos la acerca como algo muy llevadero. Te lo recomiendo mucho.
      Un beso.

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  12. Hola, Rosa.
    Qué duro. Una vez vi un documental sobre personas con enfermedades terminales que decidían que antes de que su cuerpo degenerara más, tomar la decisión del suicidio. Me impresionó, sobre todo un caso, el de una madre que sabía lo que su hijo iba hacer, pero para no involucrar a los familiares, y no tener problemas legales, éste no informó de cuándo, ni dónde. Aquella pobre mujer lo explicaba con una pena, por no haber podido acompañarlo en esos últimos momentos. Su mensaje era de lucha para que otras familias no les pasara lo mismo. Rompía solo con verlo.
    A veces uno solo necesita escuchar los gritos de otros para darse cuenta de la vida que tiene.
    Esa fortaleza es admirable.
    Un beso.

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    1. Es algo terrible desear la muerte porque tus condiciones físicas te hacen la vida excesivamente dolorosa, pero más terrible es aún que te impidan (o no te ayuden) a librarte de un cuerpo que solo te causa sufrimiento. Y que sea el amor, más o menos egoísta de tus seres queridos, pase, es entedible, pero que sean las leyes inhumanas de un país es inaceptable.
      Un beso.

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