"Detrás del cielo" Manuel Rivas
Un año antes, no lejos de allí, en el mismo bosque, había aparecido un cadáver. A la vista de los estragos del cuerpo, a la intemperie, la muerte había ocurrido varios días antes. Presentaba una herida principal, un gran tajo en el vientre. Después, los carroñeros habían hecho su trabajo. Nadie dudó en señalar al culpable. Era cosa del Solitario. […] Sé todo esto porque yo estaba allí, como uno más en la búsqueda. Él tenía el apodo de Inverno. Y no se habló mucho de su caso. Inverno tenía más que fama de furtivo. Era un tipo hosco, que pensaba que el monte y el bosque eran suyos. Y los demás estábamos de sobra, en todos los sentidos. En uno de sus cepos había caído una vez un perro maravilloso, un grifón azul llamado Alecrín. Ese perro era mío. Lo encontré moribundo, despellejado. Sí, era mío ese perro. Así que, si todo el mundo llegó a la conclusión de que había sido el Solitario quien mató a Inverno, pues allá ellos. No iba a ser yo quien llevase la contraria. Y se acabó el cuento....