"Detrás del cielo" Manuel Rivas

Un año antes, no lejos de allí, en el mismo bosque, había aparecido un cadáver. A la vista de los estragos del cuerpo, a la intemperie, la muerte había ocurrido varios días antes. Presentaba una herida principal, un gran tajo en el vientre. Después, los carroñeros habían hecho su trabajo. Nadie dudó en señalar al culpable. Era cosa del Solitario. […]

Sé todo esto porque yo estaba allí, como uno más en la búsqueda. Él tenía el apodo de Inverno. Y no se habló mucho de su caso. Inverno tenía más que fama de furtivo. Era un tipo hosco, que pensaba que el monte y el bosque eran suyos. Y los demás estábamos de sobra, en todos los sentidos. En uno de sus cepos había caído una vez un perro maravilloso, un grifón azul llamado Alecrín. Ese perro era mío. Lo encontré moribundo, despellejado. Sí, era mío ese perro. Así que, si todo el mundo llegó a la conclusión de que había sido el Solitario quien mató a Inverno, pues allá ellos. No iba a ser yo quien llevase la contraria. Y se acabó el cuento.


El hilo conductor de toda la trama de Detrás del cielo es una cacería para terminar con el Solitario, un peligroso jabalí albino que anda suelto, fuera de la piara, y que ya ha matado a un hombre. O eso se supone. Hay otro animal importante en la narración, Divagante, un lobo solitario. «Yo sabía que, a veces, sus caminos, el del Divagante y el del Solitario, se cruzaban en el monte. O que iban con el mismo rumbo, en paralelo. Encontraba huellas frescas muy próximas unas de otras. En las trochas del aire tenían que saber el uno del otro». Y dos cuervos, Xallas y Navia.

El narrador de la historia es Dombodán, un personaje enigmático que desde el principio nos deja muchas incógnitas que requerirán de nuestra aportación para resolverlas, como ya se ve en la cita con la que empiezo. Un joven extraño al que el jefe de la partida de caza, Estanis, tiene como a una mascota «Me quería mucho, Estanis. Me quería como a un perro». Todos en realidad lo tratan como a una mascota sobre todo Meco, el taxista.

«No me caía bien Meco. [...] Todos hacíamos bromas, pero a mí él me trataba como a un pagano. Esas cosas: Le llueve en el tejado, Tiene el casco averiado, Le falta un riego, Le anda el viento en las ramas, Juega con los suplentes, Le falta un hervor, No se aparta bien de los coches, Está a menos cuarto, Le falta una patata para el kilo, No lleva los patitos en fila. Y así todo. De esos que se ríen de sus chistes antes de contarlos. Quizás porque yo era el más joven, o porque en la cuadrilla era el único natural de Tras do Ceo, el mozo del lugar, y me tocaba cargar con la basura. O porque me consideraba un papanatas. No es el único imbécil que me considera un imbécil».

Muchas maneras de llamarlo idiota o imbécil. Puede que hasta el lector, cuando aún está el libro comenzando, haya tomado a Dombo por un poco lento, pero ya lo dice él mismo, hay muchos imbéciles que lo toman por imbécil. Dombo no es un ser convencional, pero dista mucho de ser tonto. Poco a poco lo iremos descubriendo como un personaje con una gran capacidad para juzgar y analizar los hechos que nos va contando; para percibir a los demás y saber cuando lo tratan bien, cuando lo aprecian y cuando lo tienen como un criado del que aprovecharse.  

En medio de la cacería y alternando con la narración de la misma, Dombo nos va contando su vida, la de su familia y la del pueblo, Tras Do Ceo. Nos hará partícipes de los parentescos que lo unen a algunos personajes «El padre de Estanis era tío de mi padre»; de los familiares que más cerca tiene y que más han influido en él como Antón, el Otro, su padrino y hermano de su madre; Eutel o Paipai, su padre; Maimai, su madre; su hermana Chelo. Eutel y el Otro son las personas que más le han influido. «Siempre en duelo, Eutel y el Otro. Mi padre contra mi padrino. Pero cuando se trataba de los animales y del monte, firmaban una especie de tregua que a mí me hacía feliz»

Otro personaje fundamental, el personaje que más me ha llegado y unos de los más apreciados por Dombo es Mundi. Mundi vive solo en la palloza de Chamil, rodeado de monte, aislado en invierno, con el techo de la palloza dejando entrar el agua porque ya no hay colmo de centeno ni quien sepa techar, teniendo que subir al alto del Picolo, el único sitio donde había cobertura cuando quería hablar con su nieto. Mundi a quien visitó una funcionaria del Ministerio de la Soledad «me preguntó si había pensado alguna vez en el suicidio. Y yo le dije la verdad. En quitarme la vida, sí. Algunas veces. Pero en el suicidio, nunca».

Mientras avanza la jornada de caza, la violencia se va condensando, una violencia etérea y sutil al principio que se va volviendo espesa y manifiesta. Y también avanza la historia del pueblo y de la familia de Dombo, y de la granja, Chorima, en la que viven. Avanza el pasado hacia su encuentro con el presente, se va desenmascarando a algunos personajes y se va materializando la visión que de ellos nos da Dombo. Una visión descarnada, como venida de fuera, de un ser que no siente apego más que por dos o tres personas, un joven que se distancia de todo para sobrevivir, pero al que las circunstancias acaban por atrapar. Y las circunstancias son violencia, corrupción, crueldad, venganza. Todo, incluso el asesinato, es válido si conviene a los que manejan los hilos. 

Una imagen de la sociedad actual en toda su cruel realidad. Porque de la actualidad hablamos. Podría ser una historia ambientada en los años cincuenta del pasado siglo, una novela de las más típicas de aquellos autores que escribían a mediados del siglo XX. Solo algunos detalles nos ubican en un tiempo actual, pero en una sociedad que ha avanzado muy poco. El Chisme, con el que Dombo hace fotografías y en cuyo buscador frota en busca de información; ese rey de España que sale en la televisión con un rifle y un elefante al que ha cazado; ese Confinamiento que se declaró debido a la pandemia. «Y todo envuelto en el mal de aire de la pandemia. Un candado más en las puertas del Edén».

Es que no he hablado del Edén. Detrás del cielo está el Edén, un Edén de nombre engañoso. O tal vez no, porque en el Edén fue donde el hombre perdió el cielo a cambio de la sabiduría. «El Edén era también un campo de internamiento. Estaba precintado por orden judicial. No se podía entrar y salir sin permiso».

Y siempre los animales de fondo, esos animales que representan todo lo opuesto a las miserias del ser humano.

«—Si no fueran los más inteligentes, si no fueran los más fuertes, se quedarían con la manada. No tendrían que luchar. Solo obedecer.
—No sé de nadie que pudiendo ser jefe no lo fuese —dijo Paipai, esta vez muy serio—. Si tienes miedo a eso, ya no eres el mejor.
—¡Escucha, Eutel! El Divagante y el Solitario son los más valientes. Se fueron por no querer pelear.
—¿Y eso qué mérito tiene? —dijo mi padre.
—No todo va a ser mandar, Eutel —dijo el Otro».

Manuel Rivas
 
Aunque es la primera vez que Manuel Rivas viene a este blog, hace tiempo que lo leo. Ahora hacía ya muchos años que no me encontraba con él y ha sido toda una experiencia porque Detrás del cielo me ha resultado una lectura apasionante. No voy a negar que tiene su dificultad, que el lector tiene que poner de su parte para ir desentrañando los enigmas que aparecen a lo largo de sus páginas. Tal vez no se resuelvan todos, pero la satisfacción obtenida compensa con creces ese pequeño esfuerzo que, al menos para esta lectora, ha contribuido en gran medida al placer de la lectura.

Dice Paco Ignacio Taibo II (y se cita al principio del libro) «
Una novela negra es aquella que tiene en su corazón un hecho criminal que genera una investigación. Lo que ocurre es que una buena novela negra investiga algo más que quién mató o quién cometió el delito, investiga a la sociedad en la que los hechos se producen. Empieza contando un crimen, y termina contando cómo es esa sociedad». Si eso es cierto, y así lo creo, no cabe la menor duda de que esta historia es negra en grado sumo.

Las otras novelas que he leído de Manuel Rivas con el año de lectura entre paréntesis:

"¿Qué me quieres amor?”. (1997)

El lápiz del carpintero”. (1998)

 “En salvaje compañía”. (1999)

 “Mujer en el baño”.  (2004)

 “Los libros arden mal”.  (2007)

 “Todo es silencio”.  (2011)

 “Detrás del cielo”.  (2024)


Título del libro: Detrás del cielo
Autor: Manuel Rivas
Nacionalidad: España
Título original: Tras do ceo
Traducción: Manuel Rivas (del gallego)
Editorial: Alfaguara
Año de publicación: 2024
Año de publicación original: 2024
Nº de páginas: 216

Comentarios

  1. Hola, Rosa. Empiezas fuerte el año con un libro que para mí es muy diferente. Me gusta muchísimo ese ambiente aislado, rural, de pequeña comunidad donde nada es fácil.
    Me preocupa un poco lo de tener que resolver por mi parte, es que soy malísima para eso. Y también las cosas que se quedan un poco en el aire. Pero me parece buena idea para leerlo cuando quiero algo muy diferente. Le echaré un vistazo.
    Besos

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    1. El ambiente rural es fundamental en el libro. Esa violencia que se genera a veces entre los que se conocen muy bien, entre los que están condenados a verse casi cada día; esa sensación, más patente en los sitios pequeños, del que se cree superior; la violencia que se va generando y que mayormente es más implícita que explícita; en fin, todo me ha gustado y puede que algún detalle se me haya pasado porque el narrador es bastante sutil, pero igualmente ha disfrutado muchísimo.
      Un beso.

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  2. ¡Hola! Interesante recomendación, no lo conocía, pero tiene muchos elementos que me gustan además de que esta editorial y colección me suele gustar en general. Genial reseña, besos :)

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    1. Pues si te animas con el libro o con el autor espero que lo disfrutes. Sí, Alfaguara lleva muchos años publicando libros con mucha calidad.
      Un beso.

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  3. Rosa, hace escasos tres días lo tuve en mis manos para empezar a leerlo. He leído algo de Rivas y me gustó pero cuando leí la sinopsis de este, y vi que había cacería de por medio, me eché para atrás. Me pareció poco atractivo a mis ojos. Ahora veo que el lector tiene que poner de su parte - cosa que no me importa - pero si quedan cosas en el aire eso sí me preocupa. Por otro lado, la violencia me incomodará un tanto. En fin, que no las veo todas conmigo y, de momento, este libro se queda en la estantería. Besos

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    1. A mí me ha gustado mucho, pero te diré que lo pusimos para la tertulia del instituto y no le gustó a casi nadie. No es que queden cosas en el aire, es que me temo que se me haya escapado algún detalle, pero no me he percatado de ello, tampoco se me ha quedado nada en el aire. Es que a veces el narrador insinúa sutilmente, como en la cita con la que se abre esta entrada. Si en algún momento te animas, espero que te guste.
      Un beso.

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  4. ¡Hola Rosa! pues al principio según te leía pensaba que no era para mi por el tema de la caza, estoy totalmente encontrado de la caza y no me gustan los cazadores. Pero la verdad que según seguía leyendo pues me has picado mucho la curiosidad y me parece una lectura muy curiosa. Además no he leído nada del autor y podría ser un buen comienzo con él y los libros que te hacen estar pendiente e ir analizándooslo y descubriendo todo pues me gustan mucho. Es muy probable que me anime a leerlo
    Un beso.

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    1. Ciertamente hay una caería, pero lo que más sale en el libro son los recuerdos de Dombo sobre el pueblo, su familia y algún personaje más. La cacería aparece alternando con esos otros episodios. Es una novela que me ha encantado y que me ha costado no meter entre las mejores de 2024, pero tendría que haber sacado otra y eso aún me costaba más. Un gran autor Manuel Rivas y el Premio Nacional de las Letras que le ha sido otorgado este año (y del que aún no había hablado) más que merecido.
      Un beso.

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