"Instrumental" James Rhodes

"La música clásica me la pone dura. Ya sé que para algunas personas esta no será una frase muy prometedora. Pero si quitáis la palabra «clásica», a lo mejor ya no está tan mal. Puede incluso que entonces pase a ser comprensible. Porque entonces, gracias a la palabra «música», tendremos algo universal, algo emocionante, algo intangible e inmortal".
Así empieza esta novela que duele como duele la belleza mancillada; como duele la inocencia pervertida. Esta novela mezcla lo más sublime y lo más depravado de una forma que no había visto nunca. Tal vez sea porque la belleza salvó al autor de la depravación; tal vez sea porque la belleza enjuga nuestros ojos aturdidos y nos da un respiro para soportar tanta perversión, tanto dolor, tanta iniquidad. Esta novela duele como solo puede doler la realidad, la pura vida; con un dolor que se pega a los huesos y no se puede desprender a lo largo de las 288 páginas del libro.
James Rhodes (Londres, 1975) fue un niño violado al que le robaron la infancia y las ilusiones y le hicieron pensar que la vida era dolor y que para poder soportarlo debía salir de sí mismo y verse desde lejos, desde muy arriba. 
"Me utilizaron, me follaron, me destrozaron, me manipularon y me violaron desde los seis años. Una y otra vez durante años y años". Así termina el primer capítulo (él los llama temas), el que se titula Bach, Variaciones Goldberg Aria GLENN GOULD, PIANO; el que comienza hablando de Bach y de Goldberg y de cómo Bach compuso las Variaciones Goldberg y de cómo Glenn Gould se convirtió, en 1955, en uno de los primeros pianistas en interpretarlas y grabarlas al piano, porque son una de las composiciones más difíciles y frustrantes para un pianista y, normalmente, se interpretan en clavicordio.
Cada uno de los veinte temas comienza hablando de un compositor, una de sus obras y un músico (o varios) que la interpreta. En cada tema emplea la letra cursiva para hablar de música clásica y sigue, con letra normal, contándonos su vida porque ha decidido utilizar sus experiencias vitales y musicales para promocionar todo aquello (discos documentales, asociaciones benéficas) que sirva para ayudar a los que sufren y no tienen voz, pero también para cambiar su propia vida, para ganar dinero y comprar cosas y convertirse en alguien visible, "Porque en cierto sentido creo que existe la pequeña posibilidad de que el éxito (comercial), unido a la atención recibida, acabe arreglando lo que falla en mí. Y si esto no sucede, me iré a Las Vegas, me gastaré una disparatada cantidad de dinero en un lapso de tiempo aún más disparatadamente corto, y después me volaré la tapa de los sesos".
James Rhodes tiene 38 años cuando redacta este libro. Hace seis que salió del último hospital pisquiátrico y en esos años ha pasado de no tener nada a ser un famoso concertista de piano y salir en la televisión. Su inmediato proyecto, nos cuenta, es un documental para Channel 4 que se proyectará en horario de máxima audiencia y que se estima que verá un millón de personas.
Pero para llegar hasta aquí el camino ha sido excesivamente difícil. La violación a manos de su profesor de gimnasia en la escuela primaria lo sacó de la infancia y lo convirtió en una víctima insensible, sin empatía, convencido de que el mundo carecía de bondad, convertido en un "psicópata en miniatura, con todas las letras". Tras abandonar la escuela primaria, ingresó en un internado, pero para entonces, algo se había roto en él y el psicópata en miniatura utilizaba el sexo para conseguir lo que quería o necesitaba, sexo con adultos o con alumnos mayores como un medio para conseguir unos fines: pura transación comercial. "Me insinuaba a hombres de cierta edad y a chicos y hacía todo lo que me pedían porque…, bueno, porque era lo que me parecía lógico. [...] con diez años, mientras estaba de vacaciones, entré con un tío de cuarenta y tantos (que se encontraba con su familia) en los baños para comerle la polla a cambio de un helado, y ni siquiera hoy considero que fuera un abuso porque yo lo decidí. Yo le hice el gesto con la cabeza. Yo lo conduje. Quería un helado".
James Rhodes
Pero para entonces ya llevaba consigo la salvación porque, teniendo siete años, encontró en su casa una casete con "La chacona" que Brahms compuso para violín y Busoni transcribió para piano. En sus propias palabras, la pieza le salvó la vida, aunque tardaría mucho tiempo en darse cuenta.
Hasta entonces, hasta que la música se convirtió primero en su afición más placentera y, más tarde, en su medio de vida y consiguió sacarlo adelante; incluso después, en los intermedios en que la cordura se tomaba vacaciones y lo dejaba solo con sus demonios, también le salvaron la vida, o eso pensaba, las drogas, el alcohol,  los medicamentos, el tabaco ("El puto tabaco. Lo mejor que se ha inventado desde que el mundo es mundo", y tengo que decir que, aunque yo ya no fumo, estoy absolutamente de acuerdo con él). Le salvó la vida autolesionarse con cuchillas y tranquilizar su mente y su conciencia con las endorfinas que tal acto induce a segregar en el sistema nervioso. Le salvó la vida "el chico" y, mucho más adelante, su hijo. 
Entró y salió varias veces de centros psiquiátricos. Intentó ser una persona normal y hacer lo que hacen las personas normales: un trabajo espléndidamente remunerado en la City londinense, una esposa, un hijo, "Caí en el error de creer que a una persona como yo, con mi pasado y mi cabeza, aquello le podía salir bien [...]  enseguida me daría cuenta de que hacer prácticamente cualquier cosa que no fuera fingir ser normal me iba a presentar menos problemas".
James Rhodes solo tenía 38 años cuando redactaba este libro. Puede que sea muy pronto para que alguien decida escribir sus memorias, pero el dolor envejece y proporciona mucho bagaje, mucho que compartir, mucho que enseñar, porque como él mismo dice, alguien que fue adicto a la heroína y lo dejó, sabe mucho más del asunto que cualquier médico o psiquiatra que no sabría ni cómo pincharse. 
Los abusos dejan marcas que no se olvidan jamás. Dejan huellas psíquicas (tendencias suicidas y personalidad múltiple entre otras), pero también físicas (dolores de espalda, sangrado al defecar, tics...). De todo ello nos habla en este libro y lo hace sin evitar dolores ni sobresaltos, sin dulcificar lo terrible con un lenguaje lleno de eufemismos en el que nunca se permite caer, transmitiendo con la crudeza de las palabras toda la realidad de tan brutales actos. "Que un hombre de cuarenta años le meta la polla por el culo y a la fuerza a un niño de seis años no se puede considerar abuso. Es muchísimo más que un abuso. Es una violación con ensañamiento". Tan solo la música y el amargo y sutil sentido del humor del autor dulcifican la violencia y el salvajismo de las experiencias narradas. La música le salvó a él y nos salva a nosotros, a medida que leemos, de caer en el más terrible espanto.
Junto a estas tremendas experiencias, nos explica sus intentos, sus triunfos y sus fracasos a la hora de superarlas. Y lo hace con sinceridad, sin ahorrarse críticas duras hacia su propia persona, sin engañarse ni engañarnos, con total honestidad y crudeza. "esta mezcla tan excesivamente indulgente de odio por mí mismo y quejicosa autocompasión en la que parezco estar atrapado no es quien quiero ser".
Pero no solo nos habla de duras experiencias y complejos de culpabilidad; no solo refiere su lucha con las drogas, los psiquiátricos y los recuerdos dolorosos de su infancia. También nos cuenta sus ideas acerca de otras cosas como pueden ser las relaciones de pareja en las que, por encima de todo aconseja: "Sé generoso. Sé generoso todo el rato. Hasta que estés agotado, y luego sigue siéndolo un poco más"; el mundo elitista y cerrado de la música clásica gestionado por "gilipollas ampulosos y anticuados a los que parece procurar un placer perverso seguir garantizando que la música «de verdad» sea el privilegio de una escasa élite a la que consideran lo bastante rica (y, por tanto, lo bastante inteligente) para entenderla"


James Rhodes en el Gijón Sound Festival en 2016

En sus conciertos nadie viste de etiqueta, se puede aplaudir en cualquier momento, él habla mientras toca y cuenta cosas acerca de los compositores a los que interpreta. Él acerca la música clásica para ponerla al alcance de cualquiera y sacarla del mundo encorsetado y ampuloso en que siempre ha estado encuadrada; para acercarla a los jóvenes que van en vaqueros a escuchar a sus rockeros favoritos.
Y al inicio de cada tema, la música, siempre la música: los autores, los intérpretes: Brahms, Shubert, Bach, Mozart, Chopin, Shostakóvich, Bruchner, Ravel,  Rajmáninov... cada uno con su locura particular y sus rarezas y sus sufrimientos y maltratos y sus desafectos. Y su enorme genio.
"Solo hay dos cosas en la vida que tengo garantizadas: el amor que me inspira mi hijo y el amor que me inspira la música. Y (que entren ahora los violines de historia lacrimógena propios de Factor X) lo que apareció en mi existencia cuando tenía siete años fue la música".



Comentarios

  1. Hola Rosa.

    Con unos episodios tan devastadores, J. Rhodes necesita aferrarse a la vida mediante un anclaje firme, en este caso fue la música (más tarde también su hijo), como si ésta estuviese filtrando continuamente su alma, para depurarla de los recuerdos tóxicos.

    Los fines de semana, mientras preparo el desayuno de la familia, suelo escuchar “A vivir” en la Ser (8:00 – 12:00h), con Javier del Pino y su colaborador… ¡el mismo James Rhodes!

    Hace tiempo que reside en Madrid (huía de la meteorología deprimente de Londres, que también se ha apoderado del carácter londinense, según él).

    Lo que me deja siempre fascinado es la enorme pasión con la que habla de la música u otros temas, lo hace en inglés con traducción al castellano, pero en su voz hay un énfasis entusiasta… que tiene algo de efecto terapéutico al escucharle, a mí me impresiona.

    Decía Schopenhauer que la música, es capaz de sublimar el espíritu de las personas a cotas inalcanzables para el resto de manifestaciones artísticas y culturales, incluida la literatura.

    Algo de poder sanador parece tener… al menos con J. Rhodes, porque leyendo su biografía a nadie le hubiese sorprendido mucho que el tipo se arrojase por un puente.
    Así es, a J. Rhodes lo mantiene en este mundo, su hijo y su piano.

    Impresionante reseña, Rosa, que percibo escrita con tus sensaciones a flor de piel.

    Nos dejas frases tuyas muy poderosas, esta me ha gustado mucho: “

    “(…) tal vez sea porque la belleza enjuga nuestros ojos aturdidos y nos das un respiro para soportar tanta perversión, tanto dolor, tanta iniquidad.”

    Te deseo un buen finde, rodeada de lo bello ;)

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    1. Me has aportado un montón de datos que no conocía. No tenía ni idea de que colaborara en "A vivir que son dos días". Antes lo oía mucho, pero hace tiempo que a esas horas me dedico a pasear o al blog y escribiendo nunca oigo la radio. Me gustaba más cuando lo llevaba Beatriz Domínguez. Tampoco sabía que vivía en Madrid. Lo hacía en Londres aún.
      Veo que has leído el libro. Es muy duro y me ha dejado realmente sobrecogida. A mí me salva la literatura, aunque no ha tenido que hacer el terrible trabajo de salvarme de situaciones tan extremadas. Soy poco musical, la verdad. Cuando salgo a pasear me llevo canciones en español, bastante "clásicas" (desde coplas, a boleros, tangos, Serrta, sabina, Aute, un montón de sudamericanos; como ves, estoy al día ja, ja), con lo que todo se vuelve a resumir en literatura.
      Gracias por tus palabras. Es cierto que la reseña me salió de una piel arañada de emociones. Es algo que consiguen los mejores libros.
      Un beso.

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  2. Leí una reseña acerca de esta obra hace tiempo, creo que fue en el blog de Juan Carlos, y ahí conocí a este autor. La vida pasada por este hombre es digna de una novela y que lo cuente sin paliativos tiene mucho mérito.
    Cuando apareció en Gijón me acordé de lo que supe de él a través de aquella reseña. Desde luego no es un músico al uso y eso se nota en su forma de interpretar.
    Al igual que pensé con aquella primera toma de contacto, no creo que lea este libro, me parece demasiado duro y yo soy muy blandita, aunque saber de gente que sabe superar traumas de ese calibre me parece interesante.
    Así que tú también crees que el tabaco es lo mejor que se ha inventado. Como ex-fumadora que también soy tengo que estar en desacuerdo contigo, hay otra cosa mucho mejor: ¡el chocolate!
    Besosss.

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    1. Ah, creo que también leí otra reseña de Rhodes en el blog de María Delgado.

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    2. Pero, ¿estuviste en el concierto de Gijón? No me queda claro. Juan Carlos estuvo en uno en Madrid.
      El libro es duro, pero cada vez me atraen más esas historias que apelan a las vivencias menos triviales. Creo que me paso a los autores de siempre y dejo las novedades para cosas muy concretas y muy bien aconsejadas. Es la forma de no llevarme chascos.
      Y no estoy de acuerdo contigo. El chocolate está bien y a mí me entusiasma, pero ese cigarrín antes de acostarse, viendo la noche... o cuando las circunstancias están a punto de acabar con tu cordura y un par de caladas ta la devuelven intacta. Como decía aquel "todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral o engorda" y yo añadiría "o produce cáncer".
      Un beso.

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    3. Nooo, no estuve en Gijón. Cuando digo que "lo vi" me refería a que vi en las noticias que actuaba allí. Lo siento, no me expresé bien.
      Besos.

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  3. Magnífica reseña Rosa, pero el libro por ahora no me lo llevo que no estoy anímica mente preparada para la él.

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    1. Muchas gracias, la verdad es que es una historia dura, pero, para mí, merece la pena.
      Un beso.

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  4. Tremenda reseña y tremenda historia Rosa. Como se suele decir el autor no se anda por las ramas al explicar los episodios más duros y violentos de su vida. Y la música parece que ejerce como sujeto salvador y para poder enterrar de alguna manera esos demonios interiores. Es un músico que la primera vez que lo vi que de asombrado pero muy satisfecho por su cercanía y naturalidad en la forma de vestir.
    Buen fin de semana, un beso.

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    1. No lo conozco como músico. realmente cuando empecé a leer la novela, solo tenía referencias de varias reseñas de gente de la que me fío mucho. Luego he sabido, por Paco Castillo que viene en España y colabora con la Ser y me he dado cuenta de que era mucho más famoso de lo que yo pensaba. A ver si da algún concierto en Santander yy puedo verle.
      Un beso.

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  5. Me he quedado sobrecogida tras leer tu reseña! No quiero ni imaginarme como me quedaría si leyera el libro. De las mejores reseñas que he leído nunca, Rosa. Ojalá pudiera salir algo tan brutal de mis teclas como tu escrito. Impresiona

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    1. Muchas gracias, Noemy, qué palabras tan bonitas dedicas a mi reseña. Desde luego es de esas que te salen de muy adentro porque despiertan toda una serie de sentimientos que, cuando te pones sobre el teclado y te dejas llevar, van saliendo sin darte cuenta tú misma de todo o que guardabas al respecto.
      La novela es muy dura y, desde luego, sobrecoge, pero merece la pena.
      Un beso.

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  6. RHODES a través del sonido ha podido escapar de los demonios de su mente ....la música le ha salvado le ha dado fuerza para escribir sus experiencias ha encontrado otro camino donde seguir caminando y viviendo estremece y nos hace vibrar en otra dimensión ,....estremece y da otra dimensión a nuestros pensamientos a nuestros conceptos y aporta esa fuerza que todos tenemos y sale a flote y despierta cuando se llega al maximo grado de resistencia.
    Es otra dimensión del alma ....entre la bondad y la frialdad donde emerge su obra...

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    1. Hay vidas que cuesta superar. Parece que James Rhodes, lo ha conseguido. No solo con la música, también ha influido su carácter, sus ganas de salir adelante, su necesidad de hacer vuelta atrás porque hacia adelante solo se abría el abismo. Su fuerza y valor, en una palabra.
      Es cierto que la novela (?) crea conceptos y cambia los existentes.
      Un beso.

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  7. Hola, Rosa.
    Tu reseña me ha impresionado muchísimo, el tema de los abusos a niños me descompone, no creo que llegue a leer el libro nunca porque me impactaría demasiado la crudeza. Ya tengo los ojos llorosos con lo que he leído, así que imagina.
    No puedo llegar a imaginar el horror que habrá vivido J. Rhodes, y me admira profundamente que haya conseguido dejar atrás al menos parte de esa historia. Las novelas que tratan de superación personal me encantan... pero el tema del abuso es superior a mí, así que por esta vez mi lista se queda como estaba.
    De verdad, una gran gran reseña. Impactante.
    Un beso enorme

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    1. Gracias, Chari. La reseña me ha salido impactante porque quedé impactada por la novela. La historia que cuenta y la forma de contarla, nos golpea en el puro centro. Menos mal que la música y el humor del autor nos dan un respiro que nos permite seguir. Ha habido momentos en que he tenido que parar y refrescar un poco la mente y los ojos de tanto dolor que acumulaban.
      Entiendo que haya quien no pueda con estos temas. Yo casi he cruzado mi propio límite.
      Un beso.

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  8. Hola Rosa!! Yo conocía el libro desde hacía tiempo pero no pude leerlo hasta que me vi preparada, porque creo que estas historias tienen su momento. Es muy duro, la verdad, pero merece la pena su lectura. A mí me gustó mucho.
    Como compositor nunca he escuchado nada de él, sólo he leído los dos libros que ha escrito, pero tampoco tengo mucho conocimiento musical.
    Hace unas semanas Rhodes vino a Barcelona para la presentación de Fugas, que también lo publica Blackie Books, y fui a verlo a Casa del libro. La verdad es que fue bastante sobrecogedor porque había personas que se emocionaron y explicaron que su libro les había servido de mucha ayuda. Entiendo que pasaron por cosas similares. Y Rhodes explicó que se marchó de Inglaterra porque allí no es querido, y que de hecho, se realizó un juicio porque no que querían que el libro se publicara por el escándalo que implicaba. Dijo que en España se siente como en casa y que Madrid es ahora su hogar, y habló muy bien de los españoles!! La verdad que fue muy emotivo, porque parecía muy simple y bastante tímido.
    Volviendo al libro, me alegro de que te haya gustado. Creo que hablar sin tapujos y llamar las cosas por su nombre hace las situaciones más reales.
    Ahh se me olvidaba, en la charla también se comentó que las mujeres superan antes los abusos, o al menos suelen ser más dadas a hablar de ellos, mientras que los hombres suelen hundirse más. Supongo que esto es porque aunque una violación siempre es un suceso atroz, tenemos más interiorizado que es algo que le sucede a las mujeres, y para los hombres resulta un estigma mucho mayor.
    Muy buena reseña guapa!!! Un besote y feliz domingo!!

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  9. Aparte de que las violaciones y abusos están más asumidos como algo que les sucede a las mujeres, es que creo que las mujeres tenemos más facilidad para hablar y compartir nuestros problemas. los hombres, por lo general, son más reservados, más de guardarse sus cosas y quedarse con ellas dentro.
    leí que hubo un juicio porque su ex mujer y madre de su hijo, no quería que se publicaran las memorias. Me imagino que quería proteger al hijo de la atención mediática que el libro podía suponerle.
    Veré de hacerme con su segundo libro, pero un poco más adelante. hay que dejar pasar un tiempo antes de volver a sumergirse en esos temas y además quiero leer antes alguna reseña. Otro libro de memorias me mosquea un poco.
    Un beso.

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  10. Literariamente me gustó más el Rhodes desbordando pasión por la música clásica que el que toca temas más íntimos y dolorosos. Pienso además que su pretensión era esa, pues lo considero un excelente divulgador de música clásica. Obviamente es imposible leer este libro y abstraerse de toda la dureza que cuenta. Y me parecieron muy interesantes también sus reflexiones sobre las consecuencias posteriores, porque al niño violado no solo le joden (y perdón por el vocablo) la infancia sino toda la vida.
    Besos

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    1. Cuando habla de música clásica hace un ejercicio de exaltación de la belleza y se nota su entusiasmo y lo adorna con un estilo en consonancia. Es cierto que literariamente esa parte es mejor.
      En la parte en que cuenta sus vivencias cambia totalmente el registro y en lugar de belleza (poca belleza hay que pueda paliar el horror), aparece el lenguaje brutal con el que cuenta tan brutales experiencias.
      Las secuelas que la violación reiterada deja en él, tanto las físicas como las psíquicas, desde luego que le han jodido (yo también soy de vocablos claros y contundentes) toda la vida. Por mucho que se "recupere" (en lo que sea posible), nunca será el que hubiera sido de no haber sucedido esos hechos.
      Un libro que no me hubiera gustado perderme.
      Un beso.

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  11. Rosa me ha encantado leerte. Sigo a James desde hace tiempo, radio, conciertos pero he intentado varias veces leer su libro y no he podido.
    Como bien dices, trasmite su verdad, sus vivencias de una forma de carnada.
    Me interesa. Cuando me encuentre preparada, lo intentare de nuevo. Gracias por tu reseña

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    1. Hay que reconocer que la historia es dura y puede producir una gran tensión y violencia implícita. Me imagino que mucha gente, por carácter o por circunstancias varias, no está puede no estar condiciones de enfrentarse a ella.
      Me alegro de que al menos te haya gustado mi reseña. Espero que cuando te decidas a leer el libro, lo encuentres tan bueno como yo.
      Un beso.

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  12. ¡¡Qué cosa tan rara me ha pasado!! Justo ahora estoy leyendo esta novela y estoy segura de haberla conocido a través de esta reseña. Sin embargo y por más que busco, no encuentro mi comentario (tenía curiosidad por saber qué opinaba antes de leerla). En fin, fenómenos extraños de blogger :P

    Aun estoy al principio, así que no puedo opinar con demasiada base, pero hasta la presente me está pareciendo tremendamente original y también dura, como era de esperar. Ya veremos :))

    ¡Un beso, Rosa!

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    1. Ja, ja. Pues lo más gracioso es que si me preguntaran, diría que había leído tu comentario y lo había contestado. se ve que las dos estamos confundidas.
      A ver que resuelves cuando la termines, pero, de momento, me alegro de que te esté gustando. Es muy dura, pero, como dices, muy original y la dureza se va paliando con el respiro que da la música.
      Ya me contarás.
      Un beso.

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