Dos de Pauline Delabroy-Allard


Definitivamente esta sección va a dar (está dando) mucho más de sí de lo que me había imaginado. Descubrí a Pauline Delabroy-Allard gracias a los blogs MarianLEEmásLIBROS y Los libros de Mava que hicieron recientemente una lectura conjunta de La hija. Me atrajo tanto lo que contaban que me apresuré a hacerme con el libro y quedé tan encantada que, viendo que en la Biblioteca tenían también su novela anterior, Voy a hablar de Sarah, que ambas eran no muy extensas y, sobre todo, lo muchísimo que me gustó La hija, decidí leerlas seguidas y hacer otro Dos de... 


"La hija". Pauline Delabroy-Allard
Pauline ha decidido conseguir su primer carnet de identidad. Nunca ha tenido ninguno a pesar de que tiene ya treinta años. No sabemos bien por qué se decide a tenerlo ahora. Tal vez porque está embarazada esperando su primera hija, tal vez porque cree que ya es hora de tener una identidad oficial, tal vez porque quiere ver sobre el carnet, hacer definitivamente oficiales, esos tres nombres que la acompañan y que descubrió en el instituto

«Cuando me examiné de la prueba final de bachillerato fui consciente de ello por primera vez. Las listas de los resultados estaban publicadas en formato grande en el patio del instituto. [...] Una amiga señaló mi línea con el dedo. ¡Pauline, aquí estás! Pero ¿qué es esto? ¿Por qué tienes un nombre de tío, se han equivocado o qué? Pues no, no se habían equivocado. Acababa de cumplir diecisiete años, había aprobado el examen final de bachillerato, y con nota, un siete. Y aquello iba acompañado de un paquete de preguntas, con esos tres nombres pegados al mío. Jeanne, Jérôme, Ysé. ¿Quiénes son esos, quién eres?».

Jeanne, Jérôme, Ysé. No son nombres de nadie que conozca, abuelos, amigos de los padres, padrinos... Son tres nombres que a Pauline no le dicen nada y, para colmo, uno es masculino. Imposible acudir a las fuentes naturales: los padres que le pusieron esos nombres. En la familia de Pauline no se habla del pasado. La familia de Pauline, padres, hermano y hermana,  disfrutan hablando y contándose cosas, pero jamás se habla del pasado. Enseguida vemos que es una familia extraña y, para quien no se hubiera dado cuenta, enseguida Pauline nos hace un retrato más que revelador.

«No tenemos televisión. No tenemos ropa nueva. No tomamos Nocilla por la mañana. No comemos caramelos. No cruzamos las fronteras del país donde hemos nacido. No hablamos del pasado de nuestros padres. No hacemos preguntas. [...] No escuchamos canciones populares. No sabemos quién es Johnny Hallyday. No sabemos quién es Michel Platini. No hacemos preguntas. No preguntamos quién es Johnny Hallyday. No preguntamos quién es Michel Platini. No preguntamos quiénes son nuestros padres»

En el verano de su embarazo, de vacaciones con su pareja a la que tan solo conoceremos como «ella», Pauline da con la primera pista que la pone en camino de averiguar algo acerca de uno de sus nombres. «Quiero excavar la gruesa capa de esa identidad que es la mía, que parece ser la mía, antes de parir una nueva identidad»Pero es lo sucedido en el día en que París se quedó blanco y mudo lo que la lleva sin poder evitarlo a una indagación sin pausa. Lo sucedido en ese día es que ella se quedó muda y fue incapaz de contestar al médico que le preguntaba por el nombre de la niña «nacida en medio de la nieve que ha cubierto París. Ya no sé pronunciar su nombre. Lo he olvidado. En mi mente, todo está blanco. Es un mundo, un mundo nuevo. Enteramente blanco». Y sobre ese blanco, Pauline quiere escribir la historia de los tres nombres intrusos que acompañan al suyo legítimo y decide hacerlos tan legítimos como el que siempre ha usado.

El relato, narrado en primera persona, de cómo va descubriendo el origen de esos nombres es, para mí, de una belleza que emociona. El ver cómo va haciéndose con los conceptos, personas o personajes que los motivaron es tan hermoso que los ojos se quedan pegados a las páginas, a las palabras, a las ideas. Buscaremos en un cementerio de París una tumba antigua que no encontraremos. Viajaremos con Pauline a Susa, en Túnez, donde, al igual que ella, nos enamoraremos de Tutu, un gatito ciego. Recorreremos, mientras ella investiga, el París de los ochenta y la acompañaremos a sus clases de danza clásica, mientras vemos como la relación con su compañera se va deteriorando ante la dificultad de comunicación con una Pauline devastada de blancura y silencio. Nos embarcaremos en la lectura de un libro de Paul Claudel que Pauline mezcla con su propia historia. Lo hará en un tórrido verano, en un pueblecito al que ha ido a refugiarse de un París y una compañera que se le hacen hostiles en su necesidad de silencio y soledad.

Todos esos hechos y escenarios irán abriendo las puertas a la comprensión, a la belleza que arrastran tras de sí las causas de cada uno de esos nombres. Jeanne, Jérôme, Ysé. Ninguno es baladí, ninguno fue por azar. Y esas causas son tan poéticas, tan literarias que en todo momento están acompañadas de autores y obras. Marguerite Duras, El amante, Paul Claudel, La partición del mediodía, Kant y sus tres preguntas: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? y ¿Qué puedo esperar? que dan título, respectivamente, a la parte dedicada a Jeanne, Jérôme e Ysé.

No se me ocurre mejor manera de terminar que hacerlo con una cita de la novela que pone de manifiesto el estilo y la prosa de Pauline Delabroy-Allard:

Escribo porque la mirada de mi madre se evapora, porque su silencio me envuelve. Escribo para rellenar los vacíos. Escribo para ver después. Escribo para gustar. Escribo para pasar la noche. Escribo para triturar con la yema del dedo las heridas de la existencia. Escribo para disgustar. Escribo para dejar de tener miedo. Escribo para salvar lo que puede salvarse. Escribo para saber quién soy. Si no obtengo respuestas, me lo inventaré. [...] Escribo para olvidar el ruido de la carne que golpea la carne inerte para despertar la vida que se ha ido, escribo para ignorar las cuerdas negras que vienen a engancharme de las pantorrillas intentando sustraerme al mundo de los valientes, escribo para decir lo que he creído ver en el mundo de las sombras, en el mundo desquiciado, escribo para decir que pasé por aquí, escribo para dejar un rastro de guijarros, escribo para volver a encontrar mi camino por el bosque».

Título del libro: La hija
Autora: Pauline Delabroy-Allard
Nacionalidad: Francia
Título original: Qui sait
Traducción: Lydia Vázquez Jiménez
Editorial: Lumen
Año de publicación: 2023
Año de publicación original: 2022
Nº de páginas: 224


"Voy a hablar de Sarah". Pauline Delabroy-Allard.
«Voy a hablar de Sarah, de su belleza inédita, de su nariz abrupta de rara avis, de sus ojos de color inaudito, pedregoso, verde, no, qué va, verde no, sus ojos de absenta, de malaquita, de cardenillo rebajado, sus ojos de serpiente de párpados caídos. Voy a hablar de la primavera en que entró en mi vida como quien sube a escena, briosa y conquistadora. Victoriosa»

Así empieza, empezaría, Voy a hablar de Sarah si no fuera porque ha empezado un poco antes, en un prólogo que nos anuncia tiempos menos luminosos que estos del principio de la relación, tiempos en los que el tiempo y la realidad han impuesto sus crueles reglas. Un prólogo que termina con tristes palabras «En la penumbra de las tres de la madrugada, la miro dormir.
No logro, en esta noche de calor húmedo, despegar los ojos de su cuerpo desnudo ni de su cabeza como de cera. De su perfil de muerta».

Entre esas dos citas, la del inicio y la del final, que es anterior a la del inicio, transcurre la mitad de la novela.

Sarah y la narradora se conocen en una fiesta. Por entonces la narradora es profesora y lleva una vida monótona y solitaria con su hija. «Soy madre de una niña perfecta, profesora de unos alumnos sobresalientes e hija de unos padres maravillosos. La vida podría haber seguido así mucho tiempo. Un largo túnel sin sorpresas, sin misterios».

Pero ese largo túnel se va a llenar de sorpresas y de amor cuando Sarah entre en la vida de la narradora. Una fiesta de Nochevieja en casa de unos amigos. Una fiesta tranquila en la que todos van arreglados para la ocasión, y de repente suena el timbre. Un timbre que va a descabalar, para bien y para mal, la vida de la narradora.

«Llega tarde, jadeante y risueña. Es un torbellino inesperado. Habla alto, deprisa, saca del bolso una botella de vino, algo de comer, un montón de cosas. Se quita la bufanda, el abrigo, los guantes y el gorro. Lo deja todo en el suelo, sobre la moqueta color crema. Se disculpa, bromea y revolotea. Habla mal, con palabras vulgares que parece que se quedan flotando en el aire mucho rato después de haberlas dicho. Hace demasiado ruido. No había nada, solo silencio, risas afectadas y rostros circunspectos, y de repente solo está ella».

Así empieza la narradora a hablar de Sarah y seguirá hablando. Sabremos que Sarah es violinista y toca con un cuarteto de cuerda. Y sabremos cómo se enamoran y cómo ese amor pone del revés las vidas de ambas. Sarah viaja mucho de concierto en concierto, de ciudad en ciudad. La narradora lo cuenta. «Lo recuerdo: la vida en suspenso, esa vida que dejaba en pausa, mientras estaba en apnea, ingrávida. Sí, estaba esperando. Estaba flotando a través de los días que pasaban, flotando mientras intentaba hacer como si nada. Me despertaba con sensación de náusea y me podía el cansancio en pleno día, un cansancio inconcebible, demoledor, como si fuera yo la que se hubiera marchado a Japón».

Un amor que arrasa, que es tan vertiginoso que no puede durar mucho tiempo porque las vidas humanas soportan un cierto grado de pasión, de arrebato, de locura. Luego empiezan a desajustarse y el amor termina por morir de éxito. 

La segunda mitad de la novela no la voy a describir. Hay que leerla. Transcurre en Trieste sobre todo, una ciudad que conozco y que creo que está muy bien retratada aunque sea desde la locura y la autodestrucción. 

Voy a hablar de Sarah es una historia de amor de verdad. De esos amores que arrasan con todo. Pero, de nuevo, como en La hija, si la historia es hermosa y rotunda, la prosa de la autora nos vuelve a cautivar y es un factor muy importante para que no podamos despegar las manos del libro. 

Título del libro: Voy a hablar de Sarah
Autora: Pauline Delabroy-Allard
Nacionalidad: Francia
Título original: 
Ça raconte Sarah
Traducción: Mª Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego
Editorial: Lumen
Año de publicación: 2019
Año de publicación original: 2018
Nº de páginas: 176


Comentarios

  1. Cómo alimentas mi hambre voraz de libros Rosa!
    Ya conseguí uno de Janet Frames ahora tomo nota de estos!
    Feliz finde y gracias!!

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    1. Pues no sé si alegrarme o pedirte disculpas, ja, ja, porque tu lista de pendientes no creo que me o agradezca en absoluto. Ahora en serio, me alegra que te animes a leer a Janet Frame y a Pauline Delabroy-Allard. Son dos autoras que merece la pena descubrir.
      Un beso.

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  2. ¡Vaya Rosa!
    no sabes como me alegra que te haya gustado tanto esta autora, cosa que por otra parte no me extraña, ya que es magnífica y muy especial. Me encanta como describes tú lo que te han transmitido ambas. Me encantan estas palabras tuyas sobre la primera novela, sobre La hija, "el relato, narrado en primera persona, de cómo va descubriendo el origen de esos nombres es, para mí, de una belleza que emociona. El ver cómo va haciéndose con los conceptos, personas o personajes que los motivaron es tan hermoso que los ojos se quedan pegados a las páginas, a las palabras, a las ideas", y es que tienes toda la razón, la prosa de esta mujer emociona, y me alegra tanto que la hayas percibido también así..., porque ya sabes que para gustos, pues los colores.
    Yo hice al contrario que tú, leí primero la de Sarah y esa novela ya me agarró fuerte y quedé prendada de la autora (creo que para siempre). Y fíjate que no soy de leer novela romántica, pero es que esta novela refleja un amor distinto, que como dices, arrasa, pero descrito y narrado de una manera que cautiva. En cuanto supe de La hija pues a por ella que me fui, acompañada en la lectura de Marianna, fue genial leerla juntas y poder comentarla entre nosotras.
    Pues lo dicho, que me alegra mucho que las hayas disfrutado y que para ti, Pauline Delabroy haya resultado todo un descubrimiento
    Un beso

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    1. Se me olvidaba agradecerte la referencia al blog y a nuestra lectura conjunta ¡muchas gracias!!

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    2. Me ha fascinado realmente. Me encanta su prosa y me encantan sus historias. Voy a hablar de Sarah me gustó mucho. Es una historia de amor casi descontrolado, pasional hasta la médula más profunda, de esos que arrasan con todo y que, como digo, no puede durar porque destruye todo lo que toca. Y creo que aún me gustó más la segunda parte con ese toque de obsesión y autodestrucción y esa intriga que deja entrever (que en absoluto me intrigó porque realmente me daba igual el resultado de la intriga).
      Con todo y con eso, La hija me ha gustado mucho más, si eso es posible. Tal vez es que es una historia más para mí. Las causas de esos tres nombres son a cada cual más bonita, interesante, poética, literaria... Una maravilla.
      No podía dejar de mencionaros porque si no hubiera sido por vuestra lectura conjunta, no hubiera sabido de esta autora. De manera que, de nuevo, muchas gracias.
      Un beso.

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  3. ¡Hola! Después de terminar de leer tu reseña de La Hija, he quedado con muchas preguntas en la cabeza sobre esta lectura. Veo que tanto en tu reseña como en la del blog de Marian, coinciden en que La hija es una lectura imperdible y una de las razones, es porque la pluma de la autora, cautiva y atrapa al lector. Me la llevo apuntada y espero disfrutarla mucho. ¡Besos!

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    1. Ambas novelas son muy buenas, pero La hija, es realmente de no perdérsela. Tres bellas historias se esconden en las pesquisas de Pauline para averiguar el origen de sus nombres. Creo que te gustará.
      Un beso.

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  4. Hola Rosa, es la primera reseña de esta autora que leo y las dos novelas que la componen me parecen muy atractivas, sin embargo la que más me llama la atención es La hija; curioso que en una familia no se hable del pasado de los padres, cuando eso ocurre es que hay algo que ocultar, comprendo que es difícil a veces entrar en la intimidad de otro, pero si no si ignoras el pasado de tus padres también desconoces una parte de ti que no deja de ser importante. Yo he hablado siempre con mis padres, abuelos y tíos y me han contado cosas de su niñez, juventud, de la Guerra y he visto un montón de fotos, tanto que me parece conocerlos desde antes de haber nacido yo, supongo que algunas cosas se quedaron en el tintero por el motivo que fuera, pero aún así todo ello me ha parecido siempre fascinante. Tomo nota de la escritora. Besos.

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    1. Ambas novelas merecen la pena, pero La hija me gustó más también. Tal vez porque ese buscar los orígenes de los nombres, y lo que iba encontrando, me encantó.
      Lo malo de los relatos familiares es que a veces cuando se producen, una es demasiado joven para apreciar lo que le están contando y no presta la suficiente atención o lo olvida con el tiempo. Si una supiera el tesoro que están compartiendo con ella, se apresuraría a tomar nota. Yo tuve una bisabuela que me contó muchísimas cosas, pero yo era una niña de cinco, seis, siete años...
      Creo que es una autora para seguir muy de cerca.
      Un beso.

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  5. ¡Hola, Rosa!
    Antes que nada quiero agradecer de corazón tu mención a mi blog.
    No te imaginas cuanto me alegra saber que has disfrutado un montón leyendo a Pauline Delabroy-Allard.
    Tu reseña me ha fascinado, te he leído con entusiasmo y emoción, y concuerdo con todo lo que comentas, ambas obras me cautivaron, pero "La hija" definitivamente me enamoró.
    Me gustó todo de esta novela, la trama, los personajes, el marco escénico...
    Pauline es una de mis autoras favoritas, su prosa es maravillosa y es un verdadero deleite leerla.
    Yo leí "Voy a hablar de Sarah" el año pasado, y pensar que el libro reposaba en mi Kindle, olvidado junto a otros pendientes por leer, y que redescubrí haciendo limpieza de los archivos almacenados.
    ¡Madre mía, lo que me estaba perdiendo! Quedé deslumbrada leyéndola, me fascinó cómo la autora juega con las palabras, las frases, las repeticiones, quedé seducida, cautivada, atrapada por su pluma y este año, cuando Marian me propuso leer "La hija", pues no me lo pensé dos veces.
    Me contenta ver cómo las sugerencias literarias pasan de blog en blog y cómo de esa forma se descubren nuevos autores que a veces pasan desapercibidos para la inmensa mayoría del público lector.
    Una reseña estupenda, ha sido un verdadero placer leerte.
    Un abrazo y feliz fin de semana ;)

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    1. Cómo no iba a mencionar tu blog y el de Marian. Gracias a vosotras conocí a la autora y ha sido un descubrimiento maravilloso. Seguiré de cerca su obra porque es distinta y es interesante y, desde luego, se sufre y se disfruta con ella o se disfruta sufriendo.
      Yo pienso a veces en las joyas que estarán durmiendo en mi estantería de pendientes, tanto en la física como en la virtual del Kindle, y me entran sudores, pero en fin, no da tiempo a todo y prefiero relajarme y dedicar también tiempo a la relectura, cosa que me encanta, aunque últimamente no lo hago mucho.
      Yo he descubierto muchos autores gracias a los blogs y desde que tengo el mío y sigo a otros, mi mundo literario se ha abierto de forma espectacular.
      Me alegro de que te haya gustado la reseña y de que hayas disfrutado leyéndola.
      Un beso y gracias de nuevo.

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  6. Por lo que veo, un gran descubrimiento el que has hecho de Pauline Delabroy-Allard gracias a Marian y también a Mava. Yo también conozco a esta autora por el blog de Marian. Me llamó mucho la atención La hija cuando leí su reseña. Además el tema de la identidad, de esa familia tan reacia a hablar del pasado, el misterio en torno a los tres nombres de la protagonista,... en fin, difícil decirle que no a un libro así. Veo además que la prosa de la autora es de esas que te envuelven y no te dejan escapar. Y aunque a priori podría llamarme más la atención este libro que el segundo de estos dos de Pauline Delabroy-Allard, la verdad que tus palabras y todo lo que comentas sobre ese amor pasional de Voy a hablar de Sarah la hacen también una novela muy apetecible. Mucha belleza, mucho dolor y mucho sentimiento intuyo en estos dos libros como para dejarlos pasar.
    Besos

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    1. Ni tú ni yo somos lectoras para dejar pasar estos libros una vez tenemos conocimiento de ellos. Del lenguaje de la autora, poco tengo que añadir una vez vistas las citas que traigo. Me he tenido que reprimir para no poner más porque hay tantas, tan bonitas, que se empieza y no se ve el momento de terminar. Respecto a los argumentos, La hija me ha emocionado. Con cada nombre de esos que, misteriosamente, Pauline porta junto al suyo de siempre, se han hecho preciosos homenajes que ella va descubriendo. También es muy bella la forma de descubrirlos y, por supuesto, la forma de contarlo.
      Voy a hablar de Sarah es una historia dura y muy pasional, con dos partes bien definidas de las que me he tenido que cortar también para no contar... muchas cosas. Seguro que los disfrutas. Ya nos contarás.
      Un beso.

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  7. Hola Rosa. Afortunadamente ya tenía apuntados estos libros aunque todavía no había decidido por cuál empezar. Así vistos juntos creo que me gustaría más La hija, porque da mucho juego, muchos escenarios y mucho por descubrir. Me encantan estos libros con tanto sentimiento de por medio, tan intensos pero además bien escritos. Lo tienen todo. También es cierto que estos libros no te dejan salir indemne, así que tengo que tener el ánimo adecuado. Seguro que enseguida cae uno de los dos, por lo menos.
    Besos

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    1. La hija es, desde mi punto de vista, una preciosidad. Cada historia de cada nombre es pura poesía y sensibilidad. Voy a hablar de Sarah es una historia muy pasional y es dura, pero está contada de una manera que tampoco se pasa muy mal. Al menos así lo he percibido yo. Aunque tengo un nivel muy alto de resistencia a lo duro, eso también es cierto.
      Un beso.

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