Mario Vargas Llosa, In Memoriam
Desde la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú? Los canillitas merodean entre los vehículos detenidos por el semáforo de Wilson voceando los diarios de la tarde y él echa a andar, despacio, hacia la Colmena. Las manos en los bolsillos, cabizbajo, va escoltado por transeúntes que avanzan, también, hacia la Plaza San Martín. Él era como el Perú, Zavalita, se había jodido en algún momento. Piensa: ¿en cuál?
Me levanto temprano. A las ocho estoy preparando el desayuno y recibo un mensaje de mi hermana, "Se ha muerto Vargas Llosa", y sé que el día se ha torcido irremediablemente.
Mi idilio con Vargas Llosa empezó un poco como por obligación en 1979. Hacía un año que leía a García Márquez. Me costó atreverme con Cien años de soledad y empecé por novelas cortas del autor, hasta que me decidí con su novela más famosa y quedé entusiasmada. Mi siguiente deuda estaba con el siguiente autor sudamericano que más me atraía, Mario Vargas Llosa. Una deuda que tenía que saldar. Los veinte años son implacables con eso de cumplir obligaciones autoimpuestas. Lo intenté con La ciudad y los perros y fui incapaz, así es que me decidí también por alguna otra novela y lo hice con Conversación en la Catedral. El flechazo fue inmediato.
Seguí leyendo novelas de Vargas Llosa e intentándolo un par de veces más con su primera novela (antes había publicado un libro de relatos, Los jefes), intentos que no pasaron de eso. No al menos hasta muchos años después. Fue en 2017 cuando por fin algo hizo clic y pude leer (y asombrarme de no haber podido antes) esa magna novela que es La ciudad y los perros. Es algo que no he podido culminar con García Márquez. Nunca he sido capaz de enfrentar la lectura de El otoño del patriarca, pero eso es otra historia.
La ciudad y los perros se convirtió en una las las tres novelas que más me gustan del autor. Las otras dos son La fiesta del chivo y Conversación en la Catedral. Tres veces he leído esta última. No descarto una cuarta si me da por volver a leer su maravilloso comienzo, el mismo que he citado en el inicio de este In Memoriam. El mismo al que dediqué una entrada, cuando dedicaba entradas a comienzos de novelas. Creo que esas pocas líneas con las que empieza Conversación en la Catedral valen por sí solas un Premio Nobel. Bueno, puede que eso sea una boutade, pero al menos lo presagian. Y sí, cada vez que me acerco al libro para leer ese comienzo, me veo incapaz de dejarlo hasta que se escribe el final y es que, como dije en aquella entrada, es «Uno de los mejores libros que he leído nunca y en el que intento descubrir ciertas claves porque yo, como Santiago Zavala, hace ya mucho tiempo que me pregunto en qué momento se jodió España».
Cuarenta y cinco años disfrutando de un autor son suficientes para sentir que su muerte nos tuerce el día, nos lo nubla y nos deja un poso de perplejidad en la mirada. ¿En qué momento se nos hizo tan viejo? ¿En qué momento nos hicimos viejos leyendo sus libros?
Su trayectoria vital e ideológica se fue alejando de la mía. A mi alrededor la gente se negaba a leerlo porque no compartía las ideas que iba dejando en columnas de prensa y entrevistas. Yo siempre decía que ellos se lo perdían. Nunca he dejado que la persona me mate al autor. Los autores se matan en mis preferencias por ellos mismos, como autores que dejan de interesarme. Varios lo han hecho. Vargas Llosa ha tenido obras que me han gustado menos, pero nunca ha dejado de interesarme, nunca he dejado de tener la ilusión de volver a leerlo y siempre me ha vuelto a convencer.
De todos los autores que me han ido abandonando, de los que tienen su recuerdo póstumo en este blog, Mario Vargas Llosa es el que desde más temprano me acompaña, con la salvedad de Harper Lee que lo hace desde mi infancia. Por eso su ausencia se nota más, porque su presencia también se notó, se hizo necesaria con el paso de los años. El mismo paso de los años que se lo ha llevado de manera natural a una edad adecuada, pero...
Me quedan muchos libros del autor por leer, principalmente ensayos, pero sobre todo tengo muchas novelas por releer. Lo seguiré disfrutando
Sit tibi terra levis
Pues yo todavía tengo una deuda por saldar con Vargas Llosa. Yo también preferí leer pirmero a García Márquez, con Cien años de soledad, y quedé tan impresionado que seguí leyendo otras muchas de sus novelas. Y entonce pensé que le tocaba el turno a Vargas Llosa, pero entonce me pasó como a esas personas que has mencionado, que rechazan su lectura debido a su ideología política, hasta el punto de que me dije que no valía la pena leerlo, pues soy incapaz de separar la obra del autor. Pero ahora pienso que tengo que superar esta barrera ideológica y centrarme en su obra literaria y no en su pensamiento político, aunque sigo teniendo prejuicios con otros escritores que me resultan "incómodos", como es el caso de Pérez Reverte, aunque de este autor sí que he leido alguna de sus novelas cuando todavía no le había defenestrado, je,je.
ResponderEliminarAsí pues, me impongo leer, como prueba inicial, La ciudad y los perros, seguramente su obra más famosa, y luego ya veremos.
Un beso.
Hay personas deleznables, cosa que no se puede aplicar a Vargas Llosa, que tienen obras maravillosas y dejar de leer sus obras por lo que son como personas lo único que hace es impedinos disfrutar de ellas.
EliminarDale a La ciudad y los perros o a La fiesta del chivo.
Un beso.
Hubo un tiempo que siempre tenía una novela de Vargas Llosa en cabecera. La primera que l ei fue la excelente "La ciudad y los perros", que además creo que es la que más me gusta. Luego vinieron Pantaleón y las visitadoras, La casa verde, Conversaciones en la catedral, La tía Julia y el escribidor y alguna más. Todas joyas de la literatura.
ResponderEliminarDescanse en paz el maestro.
Abrazos!
Para mí, Conversación en La Catedral sigue siendo la favorita, pero muy cerca le anda La ciudad y los perros. Hasta diecisiete libros del autor he leído y ninguno me ha decepcionado.
EliminarUn beso.
Hola, Rosa, también yo he oído la noticia muy temprano esta mañana en la radio y he tenido una sensación parecida. No se puede decir que sea algo inesperado pero sí muy triste. Me ha gustado tu reflexión sobre que la persona no debe matar al autor porque es cierto que los últimos años en lo personal parece que hayan eclipsado un poco su obra y es una pena. Precioso el homenaje que le has hecho. Un beso.
ResponderEliminarTampoco su persona me repelió nunca como me ha llegado a pasar con otros. Tan solo me pareció que viraba demasiado para mi gusto hacia posiciones conservadoras que se alejan de las mías, pero su literatura no se resintió y leerlo ha sido un placer siempre.
EliminarUn beso.
Vaya faena… me acabo de enterar por ti, Rosa.
ResponderEliminarYa sabes que tenía un especial vínculo literario con Vargas Llosa, y las veces que viajo a Perú siempre, siempre, me acompaña alguna de sus novelas, de hecho he incursionado en alguno de los escenarios (reales) limeños, libro en mano, como el Jirón Quilca, esa callecita fascinante atestada de librerías de viejo (ignoro cual es su estado actual), tan frecuentada por Llosa en su mocedad.
Son varias novelas suyas las que atesoro en mi recuerdo, no tengo una favorita destacada, podría ser “La ciudad y los perros”, o “La tía Julia y el escribidor”, o El hablador", o “Lituma en los Andes”, o “Conversación en la catedral, por supuesto, etc, etc; en fin, cada una en su momento se acopló a mi ánimo de un modo significativo y único.
Actuamos igual en la cuestión persona-autor, no compartí su viraje ideológico, pero al abrir sus novelas ese dilema se desvanecía en mi mente, y solo quedaba su literatura, aquella que siempre me ha hecho pasar momentos magníficos, no he tenido dificultad para desvincular su pensamiento político de su obra, así que he ganado una literatura de muchos quilates, como bien dices.
Por rescatar algo bueno, decir que Llosa, como otros tantos autores latinoamericanos, ya figura en el canon de los clásicos, y éstos, de algún modo, siempre permanecen.
Pues eso, agradecido por todo lo que me ha dado, descanse en paz.
Un abrazo, Rosa.
Siento haber sido yo la portadora de tan mala noticia.
EliminarNunca he estado en Perú, ni en ningún lugar de Hispanoamerica, pero su literatura la he conocido por Vargas Llosa y por Bryce Echenique. A este último lo dejé de leer hace tiempo. Tampoco sabría decirte por qué. Vargas Llosa, sin embargo, nunca ha desaparecido de mis lecturas. Ha tardado más o menos en volver, pero vuelve.
Casualmente hace un par de días, en un libro que estoy leyendo se mencionaba a Trujillo y me sentí tentada de releer La fiesta del chivo. Creo que lo haré.
Un beso.
Es cierto que nos hallamos ante un día nublado para la literatura, pero la parte positiva es el tremendo legado que nos deja como escritor, ensayista y columnista. Hoy escuchaba a un tertuliano decir que si no disfrutabas con la lectura de por ejemplo 'La fiesta del chivo' es que la lectura no era para ti. En lo personal creo haber leído casi todas sus columnas quincenales en 'El País' y es cierto que su evolución política fue transicionando hacia posiciones más liberales aunque de manera prudente y siempre inteligente. Quizás su última etapa tanto en lo personal como en lo político fue un poco más loca, pero eso pertenece a su ámbito personal.
ResponderEliminarUn beso, Rosa.
Soy incapaz de entender que alguien no disfrute con La fiesta del chivo, pero claro, hay gente que no disfruta leyendo, sin más. Estoy de acuerdo con ese tertuliano.
EliminarCon posiciones más liberales y conservadoras o menos, el hecho es que, como dices, siempre fue razonable e inteligente. Nunca lo ensombreció el dogmatismo y siempre abogó por la democracia y la paz. Podía no estar de acuerdo con él pero siempre lo respeté y, sobre todo, siempre disfruté con sus novelas.
Un beso.
Pues sí, Rosa, esas cosas pegan incluso sí nunca has leído o conseguido leer al autor. La noticia esta mañana me sacudió, la verdad. Yo he leído mucho a García Márquez, es un autor que me encanta y Cien años de soledad me parece una obra de arte. Pero reconozco que intenté solo una vez leer a Vargas Llosa, fue con La fiesta del chivo y la abandoné, nunca más lo volví a intentar, pero fíjate que tampoco pude leer la primera vez que lo intenté Cien años de soledad y la segunda, no solo la acabé sino que me fascinó. Nunca leí tampoco ninguno de sus ensayos ni columnas de opinión, que yo recuerde, de Llosa
ResponderEliminarEn la biblioteca tenía muchos adeptos y sé que ahora todo el mundo querrá leer sus obras, la verdad que se pegan por llevárselas en préstamo
Una pena...
Un beso.
Ay, Marian, La fiesta del chivo es una de mis tres novelas favoritas del autor. García Márquez con Cien años de soledad nos hizo subir al cielo de la literatura. Tiene otras dos novelas que son grandiosas, El amor en los tiempos del cólera y Crónica de una muerte anunciada, pero por lo demás, para mí, Vargas Llosa es mejor globalmente. Aparte de las tres novelas que son mis favoritas, tiene otras cuantas muy muy buenas.
EliminarAunque igual tampoco hay que comparar, ambos son grandiosos, cada uno a su manera.
Un beso.
¡Hola, Rosa! Se nos fue un grande y deja un gran vacío en el mundo literario. La noticia también me tomó por sorpresa, ya que no hace mucho tiempo, se le vio recorriendo lugares emblemáticos que fueron mencionados en sus novelas, como el colegio militar Leoncio Prado, el desaparecido bar La Catedral y las famosas cinco esquinas en el centro de Lima. Mirando esas imágenes, siento que él presentía el fin y fue despidiéndose de a pocos de esos lugares que lo inspiraron a crear historias maravillosas e inolvidables que nos acompañarán por siempre. El fin de semana daré un paseo por los alrededores de los barrios de Miraflores y Barranco, lugar donde vivió y a menudo se le podía ver paseando por el malecón, siempre con el mar pacífico de testigo de todas sus vivencias. Como consuelo, nos quedan sus obras, las cuales podemos leer y disfrutar, una y otra vez. ¡Un beso!
ResponderEliminarLo que me hubiera gustado conocer La Catedral. Qué suerte poder visitar los lugares que pisó y que inspiraron sus historias.
EliminarAl parecer desde 2020 sabía que tenía una enfermedad incurable y mortal. Lo leí esta mañana. No decía que enfermedad era, pero sí que él lo sabía. Qué triste me ha resultado.
Sí habrá que leer lo pendiente y releer el resto.
Un beso.
¡Hola, Rosa!
ResponderEliminarUna de las figuras más influyentes de la literatura hispanoamericana contemporánea, me enteré el pasado domingo en la noche, cuando oficialmente sus hijos hicieron el anuncio a los medios de comunicación 🥲
Tan polémico como prolífico, no hay duda de que el autor nos ha dejado una extensa y prodigiosa obra literaria de incuestionable valor y que trascenderá generaciones.
Del autor solo leí hace muchos años "La tía Julia y el escribidor", una novela semi-autobiográfica que llevaron también a la pantalla grande, pero la adaptación no fue nada fiel a la novela.
Lamentablemente una gran pérdida para la literatura... que descanse en paz.
Un abrazo.
Es bien cierto que nadie se queda aquí y que con 89 años tampoco se ha ido pronto, pero hay muertes que significan pérdidas mayores. Pérdidas que no sólo sufren las gentes cercanas, sino la humanidad en general. Siempre he pensado que esas personas deberían ser Patrimonio de la Humanidad y estar dispensadas del penoso deber de la muerte. Pero no sé con quién o en qué negociado se tratan esos asuntos.
EliminarUna gran pérdida, sí.
Un beso.
Hola Rosa, magnifico reconocimiento a una de las figuras literaria del siglo XX y XXI-
ResponderEliminarHe leído mucho libros suyos .
Un abrazo
Yo también he leído muchos libros del autor. Y alguno hasta tres veces. Veo que somos forofas. Imagino que con más tiempo podía haber quedado una entrada más elaborada y mejor estructurada, pero ha sido tan repentino... Lo que sí es es espontánea y sentida.
EliminarUn beso.
Fue ayer un día triste, sí. Siempre duelen estas noticias, más cuando es un autor de los que te gusta. Del autor solo he leído dos novelas, La ciudad y los perros, que terminé por cabezonería (tendré que darle una segunda oportunidad) y La fiesta del chivo, magnífica. Y tengo otros libros suyos pendiente en la estantería pero no termino de animarme.
ResponderEliminarBesotes!!!
En mi lista de leídos aparece diecinueve veces, pero teniendo en cuenta que Conversación en la catedral lo he leído tres, diecisiete son los libros del autor que he leído, todo novelas. Creo que debería animarme con sus ensayos que son muy literarios también.
EliminarMe costó como tres intentos leer La ciudad y los perros, pero cuando lo conseguí, me entusiasmó. Ahora es una de mis tres favoritas del autor.
Un beso.
Yo también me enteré temprano de la noticia. Al poco de despertar y encender el móvil me llegó una notificación de una red social y ahí me puse a corroborar la noticia. Yo, sin embargo, no he leído nada de Vargas Llosa. Es uno de esos autores de los que llevo tiempo pensando que debería leer, pero que no sé por qué no me inspira lo suficiente para terminar de animarme. Lo más cerca que he estado de hacerlo es con su novela Le dedico mi silencio (la última, o una de las últimas), que no sé por qué me llamó la atención. Luego en alguna parte leí que no era de sus mejores obras y mi intención se enfrío. Tomo nota ahora de tus tres favoritas del autor, a ver si de una vez me animo con alguna de ellas (aunque no sea en un futuro inmediato, pues me temo que se avecina sequía lectora para mí). Igualmente entiendo tu sentimiento por la pérdida de un escritor que te ha acompañado durante tantos años. A mí también me gusta separar la persona del autor. De hecho, no me interesa la vida de los escritores y escritoras que admiro más allá de la influencia que esta pueda o haya podido tener en su obra. Pero es cierto que, a veces, inevitablemente nos llega algo que nos puede gustar o disgustar más o menos. En fin, los seres humanos somos complejos y contradictorios. También un instante efímero dentro del inclemente tiempo.
ResponderEliminarBesos
Hola, Rosa. Sin duda, una pérdida irreparable, aunque lo que sucede con los grandes escritores, sus obras permanecerán en la eternidad esperando a que nuevos lectores se acerquen a ellas. Era uno de los pocos referentes literarios que nos quedan, de esas figuras reconocibles y con voz propia que cada vez son más escasas.
ResponderEliminarMe hacen mucha gracia aquellos que leen tal o cual obra dependiendo de las opiniones o vida de tal o cual autor. La ignorancia, aunque se disfrace de ideología, es lo que tiene. Y en lo personal, siempre valoraré no solo a quien no tiene miedo a manifestar su opinión y posicionamiento, y ya no te cuento sí, además, demuestra que sus ideas pueden cambiar con el tiempo. Eso demuestra inteligencia y compromiso, quienes no cambian de opinión jamás son los fanáticos. Vargas Llosa, desde luego, no lo era. Un abrazo