«—Pues bien, resultando de los
cargos imputados y del pliego de descargos que la maestra presentó, tras
estudiar a fondo el sumario y ampliar la información por todos los medios al
alcance de esta comisión, tenemos a bien emitir el siguiente dictamen en el
expediente de la maestra Eulalia Morales Román, proponiendo, por unanimidad, la
revocación de su título de Magisterio expedido por la Escuela Normal de
Sevilla, y su inhabilitación para la prestación del servicio de magisterio.
El tiempo se detiene en la
dilatación de un suspiro.
No puede ser».
Comienza La maestra en 1939 cuando la Comisión Depuradora del Magisterio Primario de Sevilla da su veredicto a Eulalia y ese veredicto es «la revocación de su título de Magisterio expedido por la Escuela Normal de Sevilla, y su inhabilitación para la prestación del servicio de magisterio».
Para entonces se ha casado y se le recomienda vivir su vida al margen del magisterio, tener hijos y educarlos en la fe. Ah, y se le aconseja dar gracias por la magnanimidad de la nueva España que le permite rehacer su vida. No todas han tenido tanta suerte. Lo que no saben los miembros de la Comisión, lo que no pueden imaginar es que hay sentencias que, aunque no supongan la muerte física sí suponen la muerte del alma, de las ilusiones, del empeño de toda una vida, por corta que esta fuera aún, iniciada la veintena no hace mucho.
«En realidad, morimos muchas veces antes de que llegue la hora de la muerte. Basta con la memoria errante de un daño irreparable, con el luto prolongado de un vestuario oscuro o con las regiones fingidas de un nunca o de un jamás.
Todo eso nos mata, poco a poco».
A partir de esa especie de prólogo (se introduce sin título), comienzan las cuatro partes de que consta la novela. Cada parte, estas sí, tiene su título y sus capítulos correspondientes numerados y algunos, aquellos en los que hay un cambio, con la indicación del lugar y el año en que suceden. Nos introducimos así en una historia que empieza en Sevilla en 1972 cuando el matrimonio formado por Clemente y Eulalia recibe una visita que los hará, a ellos y a nosotros, viajar al pasado para completar una historia tan adictiva como ilustrativa de lo que fue la realidad de un tercio del magisterio español en aquellos momentos, unos veinte mil maestros que formados en los principios de la Institución Libre de Enseñanza creían en una educación en libertad, capaz de formar ciudadanos y no súbditos sumisos y contentos que era a lo que aspiraba el franquismo. Unos maestros que creían en «Aquello de lo que le hablaban con tanto afán sus profesores de la Normal: las metodologías activas, el aprendizaje por descubrimiento, la experimentación en el aula…». Algo que, de forma generalizada, no se ha conseguido aún casi noventa años después. Tal es el retraso que el franquismo ha supuesto en la educación en este país.
Pero volvamos a la novela. Decía que Clemente y Eulalia reciben una visita. Esa visita pondrá sus vidas patas arriba y hará que Eulalia, Lali como todos la llaman, vuelva al pasado, a una época que preferiría no tener que recordar porque la felicidad de entonces supone el gran dolor por la pérdida de lo que le arrebataron. Saltaremos de 1972 a mayo de 1936 y veremos a Lali enfrentarse a su primer destino como maestra, una sustitución en Alcalá del Valle, un pueblo de la Sierra de Cádiz cuya maestra titular, Juana, se ha roto una pierna al caerse cuando pintaba la fachada de la escuela.
Los inicios de Lali como maestra estarán ya por siempre unidos a lo que Juana le enseñó, a la influencia de aquella mujer tan particular cuyo destino compartirá durante un tiempo. Tantos años después, dando clases particulares a domicilio, aún recuerda
«Esa mirada que Lali fue capaz de despertar en sus alumnos de la sierra, en el pequeño Juanito, en Dolores, en Azucena, en los hijos de campesinos y jornaleros que acudían a sus clases con el entusiasmo de quien asiste a un espectáculo de magia [...] Aquel tiempo en el que pensaba, con el convencimiento del que ha tenido una revelación mariana, que la educación era el arma más poderosa para cambiar España».
En ese viaje al pasado de Lali la seguiremos hasta octubre de 1937. Para entonces habrá terminado su sustitución, habrá vuelto a Alcalá del Valle, habrá tenido que huir, habrá estado presa en el penal de mujeres de Málaga y finalmente habrá sido liberada. En el penal se habrá encontrado con un siniestro personaje, Antonio Vallejo Nájera, empeñado en eliminar el "gen rojo" de los hijos de las mujeres republicanas entregando esos niños a "familias de bien" que los criarían en un ambiente capaz de anular la actividad del supuesto gen.
Asistiremos a conversaciones muy interesante entre Juana y Lali. Interesantes y necesarias ahora, casi noventa años después, en que repartir por igual las culpas de la guerra civil y blanquear el régimen de Franco se está poniendo de moda entre algunos jóvenes.
«Eso es lo que quieren que pienses. Lo que quieren que pensemos todos. Que la guerra era inevitable. Que tenía que ocurrir sí o sí. Pero yo te voy a decir algo. Claro que podría haberse evitado. O, si no, dime, ¿cuántas veces podría haber ocurrido una guerra durante el reinado de ese bastardo de Alfonso XII? ¿Cuántas veces España parecía que se rompía con las huelgas revolucionarias, con el ataque a los conventos, con la guerra de Cuba o de Marruecos? Muchas. Pero ¿sabes por qué no se rompió España entonces? Porque los militares se mantuvieron de su lado. Del rey. Del poder. Se mantuvieron de su lado porque el rey aseguró que nada atentaría contra sus privilegios. Los suyos y los de tantos que ya conoces, señoritos, curitas, burgueses».
Conversaciones en las que se ponen de manifiesto las diferencias ideológicas y de educación de ambas mujeres porque aunque ambas tienen claras sus prioridades en la educación de los niños Lali ha sido educada en colegios de monjas y por una madre sumamente religiosa, mientras que Juana se declara atea.
«—Estudié en un colegio de monjas. He vivido toda la vida entre el rezo del rosario y el del altar de la santa a la que se encomendaba mi madre. Soy una firme convencida de la educación republicana [...] Pero no sé muy bien si esa forma de romper con la creencia de tanta gente es lo que ha condenado a la República. [...]
—Te entiendo, Lali. [...] Pero hay algo que creo que no hemos hecho bien o no hemos logrado hacer que el pueblo entienda. Que no se trata de un ataque a su fe. Que su fe es legítima. Que se trata de cómo la Iglesia es en muchos casos un instrumento del poder. Del poder de los ricos. Del rey, de los militares. De todos ellos. Por supuesto que se han hecho cosas indeseables. Yo nunca he sido partidaria de ajusticiar curas ni de molestar a monjas».
Por su parte, el presente avanzará poco, tan solo unos días que no nos sacarán de abril de 1972. Pocos días, pero que cunden mucho porque en ellos se buscarán las huellas del pasado, lo sucedido desde que dejamos a Lali en octubre de 1937 hasta la actualidad. Una labor de investigación en la que, poco a poco, la mujer y su visita irán componiendo el puzle de todos los hechos que acontecieron mientras Lali vivía su vida, criaba a sus tres hijos y vivía con el sucedáneo de las clases particulares mientras trataba de olvidar, por doloroso, que una vez había tenido una escuela con niños ilusionados y había luchado por educarlos sabios y libres.
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José Antonio Lucero |
Hace ya más de seis años que leí La vida en un minuto, una novela que me gustó mucho. No había vuelto sobre el autor y la verdad es que no sé por qué. En La maestra vuelvo a encontrar una historia que me ha atrapado, en la que hay mucha Historia, muchas reflexiones muy interesantes, su parte de intriga, su giro final que sorprende... Una novela que recomiendo y que será seguida en breve por El alumno, una especie de continuación que he descubierto en esa indagación que suelo hacer al terminar un libro. Digo una especie porque todos los que la han leído coinciden en afirmar que no es necesario haber leído uno para entender del otro y que se disfrutan mucho también leyéndolos en sentido inverso.
Para los que no gustan de bilogías, trilogías y series en general, diré que disfruté mucho de La maestra sin saber que había un libro que retomaba personajes y ambientes, por lo que recomiendo el libro a todo el mundo interesado por la época y el tema, amante o no de las continuaciones.
Hola, Rosa.
ResponderEliminarLo de la educación en este país es para cabrearse solo de pensarlo. Es un auténtico desastre, todos sacando leyes nuevas a su antojo y empeorando cada vez. Y encima están las redes y el Internet trabajando a la contra de esa formación, y haciendo a los chicos cada vez mas indefensos.
Este libro, que ya tenía apuntado por la reseña de Lecturápolis, que también ha leído ya el del alumno, me llama la atención sobre todo por ese sistema de educación que no conocí ni de oídas.
Así que tengo apuntados los dos.
Besotes
Es muy fuerte lo de la educación en España. Me he dedicado a ello durante cerca de treinta y cinco años y puedo dar fe. Por muchas reformas y muchas leyes orgánicas, las he sufrido todas, nunca se ha cambiado lo fundamental: el modelo de aprende de memoria, suéltalo en un examen y olvídalo poco después. Es lo que quieren los alumnos que solo aspiran a que les digas lo que entra en el examen. Es lo que piden los padres porque es lo más fácil de juzgar y es lo que está preparado para hacer la mayor parte del profesorado. Al menos en la época en que yo estaba a tope. Luego empezó a venir gente joven y algunos intentaban cosas distintas, pero encontraban problemas de todo tipo y, por lo que me cuentan mi hijo y su chica, ambos profesores, la cosa sigue igual. La educación que preconizaba la Institución Libre de Enseñanza desde finales del siglo XIX hasta que la guerra civil terminó con ella, era muy abierta y experimental. En León tuvo bastante importancia y había una Fundación, Sierra Pambley, dependiente de ella.
EliminarCreo que disfrutarás del libro.
Un beso.
Me ha recordado un poquito, por lo que cuentas sobre el pasado de Eulalia, a "Historia de una maestra" de Josefina Aldecoa. Qué época aquella de la Institución Libre de Enseñanza y qué lástima que durara tan poco y ya nunca se pudiera recuperar. Estupenda esta recomendación, Rosa. Anoto la novela porque sé que me va a gustar. La época y este tipo de historias me enganchan enseguida. Un beso y gracias por la recomendación.
ResponderEliminarEn realidad duró algo más de lo que parece pues se fundó en 1876, aunque se suele identificar con la República. Una lástima que tantos años después no se haya conseguido nada que se le asemeje y nuestro sistema educativo siga estando basado en la memoria y las notas del examen. Sí que recuerda a Historia de una maestra porque Josefina Aldecoa, aunque se había formado ya en época franquista, estaba influenciada por la Institución Libre de Enseñanza. Ella en su colegio de Madrid, Estilo, trató de llevar a la práctica aquel tipo de educación.
EliminarUn beso.
¡Hola Rosa!
ResponderEliminarno me extraña que hayas disfrutado tanto con esta novela, lo tiene todo para fascinarte... tema franquismo de fondo y protagonista maestra. Curioso, nunca me había parado a pensar que, en el como está la situación actual de la educación en nuestro país, haya influido y siga arrastrando las consecuencias de lo que el franquismo dejó en ese campo
Me parece una lectura muy interesante por todo lo que nos cuentas, y por mas que esos temas de momento no me atraigan demasiado como para leerlos, ya lo sabes, ya me conoces un poquito, jeje.
La verdad es que se aprende mucho leyéndote, Rosa, y me encanta, también me encanta saber de este tipo de lecturas para poder recomendarlas en la biblioteca, muchos usuarios me piden libros de este tipo
Un beso.
El tema de la depuración de los maestros durante y después de la guerra, la cantidad de ellos que fueron asesinados solo por practicar su profesión de la mejor forma posible, tratando de educar a los niños para ser ciudadanos libres y con capacidad de decisión, todo ello es algo que desde hace años me ha interesado mucho.
EliminarDurante la República la educación experimentó un gran avance. Se trató de llevar a todos los pueblos y había muchos maestros formados e según los principios de la Educación Libre de Enseñanza. El franquismo terminó con todo eso y lo más terrible es que tantos años ya desde que Franco murió y nada ha sido capaz de enderezar la situación. Ha habido leyes que en teoría eran bastante avanzadas, como la LOGSE, pero que chocaron con la práctica, tanto por falta de suficiente dotación económica como por estar demasiado alejadas de la realidad en que se movía el mundo de la educación. No sé si algún día saldremos del atolladero. Por lo que me cuentan mi hijo y su chica, no parece que haya muchas esperanzas.
Un beso.
Hola, Rosa.
ResponderEliminarMe interesa muchísimo, será que ha sido leer lo de: en realidad, morimos muchas veces antes de que llegue la hora de la muerte.
Esa opresión, esa libertad que se basa simplemente en seguir las reglas, ¿y las propias? ¿las elegidas? Parece mentira esa limitación se siga manteniendo a diferentes escalas, pero está ahí. Y el papel de la mujer, hija, mujer, madre. Es terrorífico porque últimamente me están llegando mensajes tan radicales que es como si hubiéramos retrocedido 20 años.
Y la historia sea como sea como nos llegue, es justo para eso, para aprender de ella y no volver.
Bueno, lectura segura para esta semana.
Un beso.
Espero que disfrutes de la novela si finalmente te decides a leerla. El tema es muy interesante y muestra una realidad que en estos momentos es puesta en duda por muchos jóvenes que vuelven a ver en Franco un héroe. Hoy en día la libertad se considera (por una parte de la población) la capacidad de hacer lo que me dé la gana y decir lo que quiera, aunque moleste, aunque sea mentira, aunque falte al respeto. Esa es la libertad que muchos exigen y se olvidan de la verdadera, de la que exige un compromiso. Aquellos maestros trataban de inculcar en sus alumnos esa libertad responsable, pero eso era muy peligroso para quienes pretendían tener siervos sumisos y no ciudadanos libres.
EliminarUn beso.