"La bofetada" Christos Tsiolkas
Una simple bofetada; algo que hasta hace unos años estaba a la orden del día en todas las familias con niños, y que, desde hace los mismos años, parece haberse convertido en cosa de sádicos desalmados. Esa simple bofetada desencadena en un grupo de amigos toda una serie de reacciones y sirve de pretexto al autor para mostrarnos una realidad curiosa en una ciudad, Melbourne, de un país-continente, Australia, que no suelen salir mucho en los libros. Un grupo de personas multiétnico donde, además de las razas (aborígenes australianos, griegos, indios, ingleses, árabes) y las religiones (hindúes, musulmanes, cristianos, judíos y muchos ateos de distintos orígenes), se mezclan las clases sociales, los muy ricos, con los menos ricos y con los que lo pasan mal para cubrir sus necesidades, pero todos juntos celebran una fiesta de sábado noche y hay armonía y buenas vibraciones y camaradería y amistad... hasta que una mano se eleva, corta el aire, desciende y golpea a un niño histérico, consentido y malcriado. Todo pudo quedar ahí, con unas disculpas del agresor y una cierta tolerancia por parte de los padres del agredido. Pero Hugo no es un niño indisciplinado casualmente, sino porque sus padres, Gary y Rossie, han hecho de él un pequeño diosecillo cuya norma es "nadie puede tocar mi cuerpo sin mi permiso" (lo que no es óbice para que él dé patadas, golpee y agreda a quien le lleve la contraria, grande o chico); es un niño que con cuatro años sigue mamando y es considerado poco menos que un genio por sus padres, un niño al que "se veía actuar con enorme sorpresa y dolor cuando se enfrentaba al mundo. Le conmocionaba no ser el centro del mundo cuando se apartaba de Rosie". Hugo es el claro resultado de una educación permisiva en que se considera que los niños tienen que ser felices por encima de todo, no se les debe contrariar de ninguna manera y son detentadores de todo tipo de derechos (y de ninguna obligación). Unos padres así no van a permitir que el agresor se salga con la suya.
Christos Tsiolkas |
La novela está narrada desde el punto de vista de varios de los testigos del suceso. A cada uno se le dedica un capítulo que, narrado en tercera persona, resulta como una radiografía del personaje, a la vez que nos da las claves de sus relaciones con los demás y de cómo los ve, de manera que vamos conociéndolos, no sólo por lo que cuentan de sí mismos, sino por lo que nos cuentan de ellos los demás.
Porque la novela es mucho más que la narración de las consecuencias que la bofetada tiene en el grupo de amigos. Retrata una serie de personajes muy variados y de procedencias muy dispares; muestra las claves de su pasado para entender su presente; desvela los secretos que se ocultan a las mejores amigas, al marido, incluso a una misma; descubre la soterrada violencia que permanece en la intimidad y de la que casi nadie tiene la más mínima sospecha; expone las dudas acerca de la propia vida matrimonial, esa que se creía tan perfecta y empieza a manifestar desconchones, manchas de moho y humedad que hacen que todo se replantee.
Después de la bofetada todas las relaciones se tambalean, todas se ven sacudidas, aunque a algunas no les hiciera falta mucho movimiento para caer. En todo el grupo de amigos y familiares surgen las opiniones a favor de uno u otro de los contendientes. Unos piensan que Hugo se merecía un correctivo y sus padres, que alguien les mostrara la necesidad de disciplinar al niño. Otros, por el contrario, opinan que nadie, bajo ningún concepto, tiene derecho a agredir a una criatura indefensa. La diferencia de pareceres enfrenta a maridos con mujeres, amigas con amigas, padres con hijos, suegros con nueras... Se ponen a prueba muchas lealtades y se plantea cuál de ellas debe predominar, la amistad de toda la vida o el pertenecer a una familia, aunque ésta sea la familia política; la fidelidad a tu esposa o a tu primo que es de tu misma sangre; la obligación hacia ti misma o la responsabilidad para con tu marido e hijos; la lealtad a tu independencia en soledad o a una vida más atada, pero más acompañada.
En una entrevista concedida a "El País" con motivo de la publicación del libro en 2011, el autor confesaba que no pretendía provocar un debate entre maltrato infantil o correctivo necesario, aunque reconoce que es una discusión vigente en el mundo occidental. "No tenemos un sistema educativo que cree personas éticamente responsables; de hecho, la educación en Occidente está en clara regresión, y lo mismo sucede con los valores éticos o morales de la sociedad. Los padres sobreprotegen a sus cachorros con tal egoísmo que, finalmente, solo se preocupan de ellos, sin que les importen quienes les rodean"*.
Christos Tsiolkas es un autor de origen griego nacido en Melbourne en 1965. El paisaje australiano que nos muestra está muy alejado de
Melbourne |
Según el autor, "La bofetada" quiere mostrar cómo es la sociedad actual australiana o, al menos, como vive "un puñado de infelices del extrarradio de Melbourne"*. Y eso lo consigue metiéndonos en sus vidas, sus problemas, sus resentimientos y sus amores; sus logros y sus frustraciones; sus historias y los antecedentes familiares, duros en la mayoría de los casos, que los han arrastrado hasta donde están; nos cuenta las opiniones de cada uno, sus circunstancias, anhelos y dudas, y nos vamos metiendo en sus vidas y en sus casas para descubrir, en efecto, finalmente, como vive "un puñado de infelices del extrarradio de Melbourne".
*Extraído de una entrevista de Zigor Aldama al autor. (El País, 2011)
Me lo apunto y me lo apunto, vaya si me lo apunto. ¡Gracias, Rosa!
ResponderEliminarMe alegro de que te haya interesado tanto. La verdad es que es un libro peculiar, tanto pos su ambientación (no nos llegan muchas novelas ambientadas en Australia), como por su tema y la forma de abordarlo. Ya me dirás lo que te parece.
EliminarBesos.
Gracias Rosa. Otra estupenda y completa reseña de las tuyas, de esas que haces no solo desde el gusto personal sino también de forma emocional, osea, escribiendo las emociones que a su vez te ha trasmitido la lectura del libro.
ResponderEliminarUn libro que refleja muy bien la sociedad actual en lo que respecta a educación infantil. Tolerancia casi absoluta al igual que permisividad. Ese respeto debido al maestro que brilla por su ausencia, ese maltrato psicológico y físico que los niños ejercen sobre padres consentidores. Pequeños tiranos que patalean y ejercen violencia en todas sus variantes.
Hay dos frases que reflejan con fidelidad mi opinión sobre el tema: "Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres"( Pitágoras) y otra un poquito más larga que encontré por Internet que es muy ilustrativa : Mi madre con una simple bofetada dada a tiempo, nos equilibraba los chakras, nos limpiaba el karma y se ahorraba una pasta en psicólogos"
Creo que podría ser una buena lectura para padres que creen que sus hijos son los reyes del mambo.
Un beso Rosa.
No he querido ser muy explícita con el tema, pero las bofetadas de mi madre también me curaron muchos traumas y me limpiaron mucho el karma. Como profesional de la educación, lo que puedo decir (aparte de que la mayoría de los chicos y sus padres son encantadores, al menos en mi centro) es que cuando tienes un alumno violento y/o maleducado, suele tener detrás padres iguales a él o padres muy débiles que no han sabido ponerle límites a tiempo.
EliminarYo recuerdo una frase de mi abuela ""uando seas padre comerás huevos, mientras seas hijo, comerás cuernos"
Un abrazo, Francisco.
Qué debate más interesante has propuesto con tus reflexiones sobre este libro: la importancia de la educación en los niños, y cuando digo educación no me refiero a las materias escolares, sino a la actitud ante la vida, al saber convivir. Valores que deben aprenderse en casa y no en el colegio, como muchos padres creen.
ResponderEliminarYo que doy clases en la universidad compruebo casi a diario la inmadurez de muchachos que por su edad ya deberían comportarse como adultos, es deprimente. Yo, como madre, me planteo qué estamos haciendo mal los padres para que nuestros jóvenes (al menos una gran proporción) sean así, porque hay cosas que deben mamar desde pequeños y con el ejemplo que ven en casa. Incluso me planteo hasta qué punto nuestro amor incondicional nos ciega y no vemos las carencias de nuestros hijos que se traducen luego en mal comportamiento.
En el caso que nos describes creo que la bofetada se la tendría que haber dado el susodicho agresor a los padres y no al niño (o al niño también, qué caramba).
No sé si leer el libro o no porque intuyo que me voy a enfadar por las presentidas actitudes de alguno de los personajes que nos presentas, Rosa.
Perdona el rollo que he soltado pero este tema me parece polémico e interesantísimo.
Un besote, Rosa.
Desde que yo eras pequeña y recibí las correspondientes bofetadas y azotes, la educación de los hijos ha dado muchos tumbos, pero es que ahora, creo que, sencillamente, se ha ausentado.
EliminarA veces me he encontrado en el instituto con padres de adolescentes rebeldes, violentos y, totalmente disruptivos que te dicen "es que ya no sé qué hacer con él" y tú sabes, porque se sabe y hasta te lo han insinuado, que el problema es que no se han planteado hacer algo con él hasta que no ha empezado a dar problemas serios. De pequeño era muy rico (debieron comérselo) y le reían todas las gracias y se educó en la calle y delante de la tele y, claro, a los catorce años mira a ver qué puedes hacer con él.
Encantada de tu rollo, Kirke. Como ves, el mío tampoco se queda corto. El tema da para mucho.
Un beso.
Como siempre una magnifica reseña que trae la polémica sobre como hay que educar a un hijo y si una bofetada es adecuada, y bajo mi punto de vista, lo es, mis padres lo han hecho conmigo y mis tres hermanos, y yo con mi hijo. Hay una frase de mi madre que le oído muchas veces "una torta a tiempo nunca viene mal" y te puedo asegurar que cuando te soltaban la torta es porque la paciencia había llegado ya a un limite que ya no se podía mas y con motivo, nunca había una torta sin motivo.
ResponderEliminarDe modo que pienso que a los hijos no les viene mal y si no pasa lo que el niño del libro, que el niño literalmente manda sobre los padres y eso jamas, bajo mi punto de vista, nunca debe suceder. un abrazo Rosa y felicidades de nuevo por tu reseña y sin duda me lo apunto. TERESA
Lo malo, creo yo es que dejamos que la paciencia llegara al límite antes de actuar. Cuántas veces, tras darle a mi hijo un par de azotes, me arrepentí de no haberlo hecho antes. Porque fue darle y se acabaron los caprichos, las bobadas y el mal rollo. A veces pienso que él mismo, inconscientemente, estaba pidiendo un correctivo que le tranquilizara y le devolviera la paz. Hoy es un chaval encantador, trabajador, cariñoso y el mejor hijo que se pueda desear. Mis azotes no le vinieron mal.
EliminarUn beso, Teresa.
Recuerdo perfectamente la primera bofetada que le di a mi hija: tenía cuatro años y fue después de llamarme "idiota", la mano me salió disparada y le di en toda la boca. No sé si fue aquel tortazo pero mi hija nunca más me ha vuelto a insultar. Podemos discutir mil veces pero siempre con respeto y educación.
EliminarHola!!!!!! Ayyyyyy me apetece mucho leerlo. Yo la verdad es que nunca les di una bofetada a mis hijos pero tengo que admitir que tampoco me han puesto a prueba excesivamente, no han montado espectáculos ni cosas así po eso tampoco me pongo a criticar a quien lo hace porque claro, en mi caso tuve suerte pero hay cada niño,jejejeje.
ResponderEliminarUn besito.
Hay niños que, como digo, debieron comérselos cuando nacieron. Habrían ahorrado mucho en disgustos y guarderías. Ahora en serio, yo reconozco que tengo muy mal humor y poca paciencia para las tonterías, pero creo que con los niños hay que esmerarse, ponerse en su lugar, hacer planes con ellos y no a pesar de ellos. Ahora bien, algunos salen rebeldes y desobedientes y eso hay que atajarlo muy pronto porque si lo dejas se te desmadra y un azote a tiempo es la mejor manera de establecer unos límites. Con tres o cuatro años no le vas a contar un tratado de urbanidad y buenas costumbres.
EliminarUn beso.
¡Ay, ay, ay..., la educación de los hijos! Tema complicado. A mí nunca me dieron en casa mis padres un tortazo, pero, claro, yo era el 3° de 4 y había visto y oído más de una dada a mis hermanos mayores. La educación llegó hasta mí vía indirecta.
ResponderEliminarPero los que somos educadores (no sólo damos clase) estamos hartos de ver comportamientos impresentables en alumnos que no saben qué es educación y lo solemos achacar sin temor a equivocarnos a falta de autoridad en los padres.
En fin un tema interesante. Al principio, al leer la reseña, me vino a la cabeza "El nombre" ('Le nom') en la que unos futuros padres y amigos discuten a raíz del nombre que le piensan poner al no nacido aún. También otra cuyo nombre no recuerdo en la que dos parejas se ven para solventar una pelea de patio entrevdus dos hijos pequeños y a raíz de ahí...
Muy buena reseña, Rosa, que incita a leer "La bofetada"
Un beso
La segunda que mencionas, de la que no recuerdas el nombre creo que es "Un dios salvaje", una obra de teatro de Yasmina Reza que se hizo muy famosa por su versión cinematográfica con Jodie Foster y Kate Winslet. Una gran película que en teatro tiene que resultar mejor aún.
EliminarComo cuento más arriba en algún comentario, hijos disruptivos, padres incapaces o más disruptivos aún (sin querer generalizar, pero casi siempre). Eso es lo que vemos en los institutos. Aunque vuelvo a repetir que la mayoría de los chicos, al menos en mi insti, son encantadores. O será amor de profe.
Un beso.
Rosa me enganchè mucho con tu reseña, hay una etapa de ls niños pequeños en que nos prueban y yo ya la veo en mi hijo, es pequeño y cundo no le doy lo que quiero se tira al suelo a revolcarse. Nunca lo he golpeado, a veces lo ignoro o a veces lo cargy lo llevo hasta la cama para que no se lastime y me le quedo vieno muda. Por el momento me està funcionando. Entonces cuando se de un niño de cuatro años que ya habla para decir lo que desea o lo que le duele, cuando entiende las explicaciones de sus padres de por què no se le pueda dar esto o aquello, me parece que se trata de un caso en donde la corecciòn no se dio a tiempo.
ResponderEliminarAunque acà el conflicto es mucho peor porque como padres, con muchso defectos, tampoco podemos permitir que otros golpeen a nuestros hijos. No sè si este personaje que imparte la bofetada tenga 15 años, o 30 o si antes habrà advertido a los padres de la histeria de su hijo malcriado; pero como adulta jamàs tocarìa a un hijo ajeno por insoportable que fuera, en todo caso preferirìa salirme de la habitaciòn o retirarme de la fiesta. En todo caso quienes màs merecen el golpe son los padres que lo han consentido demasiado.
En resumen, quiero leer el libro jejej
Creo que debes leer el libro. El personaje agresor es todo un adulto. El autor no pretende defender una u otra postura. Creo que ni siquiera ese altercado es lo más importante de la novela aunque sí es el eje vertebrador de todo lo demás.
EliminarLo de dejar que los niños griten y pataleen sin consentir que se salgan con la suya es lo mejor, lo malo es que a veces, se pierde la paciencia o el niño se pone agresivo. Yo conocí al hijo de una vecina que se tiraba al suelo ya daba vueltas sobre la cadera deprisa, deprisa y luego se levantaba y la emprendía a patadas con todo lo que tenía cerca, animado o inanimado. Una vez, sólo una, asistí a un bofetón que le pegó su padre. Se calmó en el acto y no veas lo cariñoso que estuvo a partir de entonces.
Te recomiendo la novela. Yo la cogí en Amazon muy barata. Lo digo porque a veces te cuesta encontrar algunos libros en Panamá y este ya es de 2011.
Un abrazo.
El libro, que llego a mí por mi interés por el tema de la educación de los niños, es una verdadera caja de sorpresas por lo poliédrico que es. No se queda solo en el efecto de la bofetada sino que va socavando los cimientos de cada uno de los implicados. Has explicado muy bien esas mezclas de lealtades y todos los problemas surjidos de ese ambiente multirracial. Como señalas, no nos llega mucha literatura australiana. A mí también me ha gustado mucho descubrir esa complejidad social de ese país, y a la vez comprobar que pese a las diferencias con España lo narrado en el libro bien podría también suceder aquí.
ResponderEliminarMe alegra mucho que te hay gustado el libro y me ha encantado tu reseña.
Besos
Es que en lo que se considera el mundo occidental todo se va pareciendo cada vez más. Los avances en las comunicaciones hacen que todo se transmita con gran rapidez y al final, todos copiamos el estilo de vida americano que tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, pero ante todo, es su estilo de vida y deberíamos intentar mantener un poco el nuestro también. Me temo que acabaremos celebrando Acción de gracias con todo y el pavo.
EliminarLa novela me ha gustado porque la bofetada es un pretexto para contar otras muchas cosas, pero además es un episodio con entidad suficiente para tener importancia por sí mismo y para vetebrar las actuaciones del resto de los personajes.
Un interesante hallazgo que te agradezco.
Un beso.
El libro se me antoja súper interesante, no solo por el hecho que origina toda la obra, sino por el retrato social que hace y la controversia que encierra. Últimamente he leído varios posts y artículos sobre la educación actual de los niños, demasiado permisiva, y sobre padres que no saben cómo educar a sus hijos siguiendo las directrices políticamente correctas de los tiempos que vivimos. Yo no tengo hijos, pero dado que los niños de hoy son los adultos de mañana, creo que merece la pena saber sobre el tema :)
ResponderEliminarUn resela fantástica, Rosa. Me apunto libro y autor sin dudar :))
¡¡Un beso y feliz finde!!
La educación actual es muy permisiva (por lo general porque hay de todo). Yo veo por familiares y amigos que tienen niños que se afanan por hacer todo lo que los niños quieren y darles todo lo que piden. Rara vez he visto que los padres, tras una negativa, se mantengan firmes. Siempre acaban cediendo. En una ocasión le dije a una madre "para eso se lo podías haber dado la primera vez" y me miró como si acabara de decir un disparate. Es como si consideraran que educar bien consiste en no conceder los caprichos... hasta le tercera o cuarta petición. Veo mucha desorientación, muchas cosas poco claras por parte de los padres y, lo que es peor, mucho empeñarse en conseguir que los niños les molesten lo menos posible y eso con la tele, el ordenador y las tablets y móviles ya está conseguido.
EliminarUn beso, Julia.
Me gustan esas historias que a partir de un pequeño suceso, desencadena todo una serie de planteamientos sobre cuestiones básicas se nuestra sociedad, en este caso la educación, de la que tú además supongo que tienes algo que decir. Me viene a la mente ahora mismo una película de la que no consigo recorda el título (era argentina) en la que también se reúnen un grupo de amigos, judíos, para celebrar el próximo nacimiento del hijo de uno de ellos y, el futuro padre les comunica a todos la intención de llamar a su hijo Adolf. Imagínate la que se desata. Un beso.
ResponderEliminarLa he visto!! pero hace mucho. No recuerdo nada más que ese detalle y que me gustó mucho. En esta, como le decía a Lorena, la bofetada es el pretexto del que surge toda la trama y las circunstancias de los distintos personajes, pero también se trata el hecho desde el punto de vista de cada uno y de lo que les muestra a cada uno de sí mismo y de sus relaciones. Es interesante.
EliminarUn abrazo.
Muy interesante Rosa, tu entrada y las reflexiones posteriores sobre un tema muy complejo.
ResponderEliminarAlgunos dicen que una bofetada nunca arregla nada, que es un fracaso e una incapacidad de afrontar la situación o que es la propia frustración de los padres ante su incapacidad de educar. Ser padres, educar es muy difícil, los niños no vienen con manuales y los adultos hacemos lo que podemos. Es cierto que hay niños que se merecen no sé si una bofetada, pero sí un poner límites, un decir hasta aquí hemos llegado y esto no toca.
Quizás ahora todo se permite en exceso. En las escuelas el profesor nunca tiene la razón porque se cree antes a los chicos, los hijos son los mejores y nunca se equivocan, todo lo hacen bien... Estamos haciendo pequeños tiranos que serán adultos tiranos, porque creen que tienen derecho a todo solo por pedirlo.
Me ha encantado la reseña y me apunto el libro para leerlo.
Un saludo y feliz sábado
Parece que todos estamos de acuerdo en que hay demasiada permisividad con los niños. es cierto que muchas veces la bofetada es más un desahogo de los padres que un castigo meditado. eso es lo que veo en algunos de los casos que le contaba a Julia. Hay padres que mientras el niño no moleste, se le consiente todo, pero en cuanto empieza a molestar se le grita y hasta se le da un azote sin plantearse si hay o no motivo, el caso es que deje de molestar.
EliminarLos niños vienen sin instrucciones es cierto y todos hemos metido la pata y hay cosas que haríamos de otra manera si volviéramos a empezar, pero es que ahora hay muy poca meditación al respecto y se improvisa mucho (por lo general).
Respecto a lo de que el profesor no tiene razón, es cierto, pero hay algo peor: yo he visto a una madre hablar con otras y criticar a la maestra de los niños con gran dureza ¡¡delante de los niños!! Yo no digo que los profesores tengamos siempre razón y entre nosotros hay de todo como en todas partes, pero desautorizarnos delante de los chicos es lo peor que puede hacer un padre para la educación del hijo.
Un abrazo.
Conocía el libro por una reseña en el blog de Lorena, si no recuerdo mal. Me ha gustado mucho tu enfoque, Rosa. Me atrae también que el autor utilice varios puntos de vista y no está de más que los escritores se preocupen e indaguen en el tiempo que les ha tocado vivir.
ResponderEliminarEs curioso, pero este problema parece que afecta al mundo occidental en su conjunto, lo que quiere decir que nuestro modo de vida es parte del problema. Tenemos pocos hijos, muy tarde y los convertimos en el centro de nuestras vidas. Es fácil caer en la sobreprotección. Por otro lado, el ritmo de vida hace que pasemos poco tiempo con ellos y para compensar seamos permisivos, ¿si paso una hora al día con mi hijo, cómo voy a castigarle? (lo he llegado a escuchar). Es una cuestión de límites y de saber decir no; creo que la sociedad está reaccionando poco a poco, porque se esta viendo el tipo de jóvenes que hemos producido con esta educación tan permisiva. En fin, entre padres hoy día se habla y ya no es tabú ser firme, ni mucho menos. Otra cosa es si en casa educas y pones límites, pero en la calle, en televisión, en clase y hasta en el Congreso de los Diputados, los límites brillan por su ausencia: el pobre crío se vuelve loco. Ya decía Marina que para educar se necesita a la tribu entera.
Qué pena que esta conversación sea virtual, respondería a todos los comentarios, pero tengo aquí de tarea pendiente.
Un saludo y feliz finde.
Precisamente fue en el blog de Lorena donde tuve noticia de la novela. Nada más terminar su reseña, entré en Amazon y me compré el libro.
EliminarDe acuerdo en todo lo que dices, sólo un punto de optimismo al añadir que, si bien es cierto que los chicos tienen muchas influencias además de las familiares, también lo es que lo que ven en casa es lo que más les marca y les hace ser críticos con lo que ven fuera. La educación de los padres es lo que les queda al final. Sin olvidar que, en ocasiones, te sale el tiro por la culata y el hijo por peteneras, pero es lo menos normal.
Un beso y feliz finde. Y atareado por lo que veo.
Hola, Rosa. Por lo que cuentas, este libro me atrae bastante, creo que toca un tema muy actual y al que, desde mi punto de vista, no se le da la importancia que debiera. Me atrae la idea de los narradores múltiples, ayudan a dar una visión más amplia de lo que se plantea.
ResponderEliminarComo siempre, una reseña genial. Mil besos, Rosa
Es un tema el de la educación de los niños del que todo el mundo habla, pero no parece que se pongan muchas medidas en práctica. Todos mencionamos la permisividad y la sobreprotección, pero no veo que nada cambie y tengo la impresión de que va a más.
EliminarEntre todos los personajes que intervienen se acaba teniendo una idea muy completa del mundo en el que se mueven todos ellos.
Un beso.
Pues me lo llevo, que no lo conocía y creo que podría gustarme =)
ResponderEliminarBesotes
Creo que te gustará. Es original y bastante interesante.
EliminarUn beso y perdona el retraso. Volví ayer de un largo viaje.
Hola, soy judith, del blog http://neverrainsforever91.blogspot.com.es/ vengo de la iniciativa seamos seguidores y ya te estoy siguiendo :)
ResponderEliminarUn saludo
Gracias por tu visita. Yo también te sigo.
EliminarUn beso y perdona el retraso, pero es que volví ayer de un largo viaje.
Esta novela lleva ya unos dos o tres años en mi Kindle, después de una recomendación igual de entusiasta que la tuya. Creo que la educación de los niños hoy en día es un tema largo, ancho y profundo. Gracias por recordarme el título que, creo, me parecerá muy interesante. En cuanto a la literatura australiana moderna, te puedo recomendar "El camino estrecho al norte profundo" de Richard Flanagan, por la cual le concedieron Man Booker Prize en 2014. Es una novela impactante, muy dura y muy recomendable.
ResponderEliminarsaludos
Muchas gracias por la recomendación. He leído poca literatura Australiana y creo que puede resultar interesante, sobre todo tras esta muestra.
EliminarUn abrazo.