"Desde el cuarto de Amadora" Juan Manuel Freire

Aquel año las amapolas florecieron en otoño al conjuro de la canción que cantaba Amadora en su lecho de muerte, allá en su cuarto perdido en las alturas de la Casa Grande: "Amapola, lindísima amapola..."
La voz de Amadora, llevada por el eco que rebotaba en las partículas invisibles del aire, obró el milagro y los campos tristes y un poco incoloros de la estación se llenaron del rojo vivo, orgulloso y arrogante de las amapolas.
Todo esto sucedió hace setenta años y uno de los testigos, el tío del narrador, se lo cuenta a su sobrino en el jardín de los tilos, uno de los jardines que sirven de antesala a la Casa Grande. "Recuerdo que era 1937, y noviembre, y el campo se hallaba enteramente cubierto de amapolas..." "Desde el cuarto de Amadora" constituye ese relato de los hechos acontecidos hace ya siete décadas, muchos años antes de que naciera el narrador, pero que fueron vividos en su temprana juventud por su tío. Tío que, tal vez (seguramente) debido a lo avanzado de su edad y al desorden algo caótico de su memoria privilegiada, se va por las ramas más de lo que el lector impaciente desearía. 
Y es que esta novela es como un árbol mágico en cuya cima, cual estrella errante de Navidad, se encuentra el cuarto de Amadora, ese que se nos promete desde el principio, pero al que no acabamos de llegar, al que deseamos arribar para saber por qué se muere Amadora, cómo se muere y, por encima de todo, qué extraordinario sortilegio le hace cantar, con una voz que nadie hubiera podido imaginar que llegara a salir de ella, "Amapola, lindísima amapola...". 
Estamos deseando encontrarnos con Amadora en su lecho de muerte, pero el tío se nos pierde por las ramas del árbol y el sobrino colabora intercalando sus recuerdos de infancia y sus sensaciones ante los espacios abandonados y decadentes de la Casa Grande, tantos años después de su propia infancia y del esplendor del edificio. "Aunque mis ojos buscaron el surtidor y el pequeño estanque de azulejos [...] no los encontraron. Estaban allí, donde siempre, pero el matorral los escondía a la mirada. [...] Por todas partes, fosilizado en aquel abandono, el tiempo advertía de su paso".
Tal vez alguien olvide que el placer de los viajes no está en la llegada sino en el recorrido y piense que sobran páginas, historias, anécdotas y que el autor se va por las ramas, y en su fuero interno le dice, "venga, al grano"; desde luego no seré yo ese lector. Cada rama, cada salida lateral, cada recuerdo, cada reflexión me fascina, me atrapa en la belleza de su contenido y de su forma, me envuelve de magia. Porque esta novela es puro realismo mágico gallego, al estilo de Álvaro Cunqueiro y "Cuando el viejo Simbad vuelva a las islas"; del Torrente Ballester de "La saga/fuga de JB"; de algunas novelas de Cela. Historias inverosímiles que se hacen posibles por obra de una literatura tan bella y mágica como las propias peripecias que nos cuenta y que, rápidamente, nos convence de que nada así contado puede ser pura fantasía. La belleza de la forma dota de realismo y sustancia al contenido y cualquier episodio que así nos llega toma carta de verídico o, al menos, verosímil.
Y así, partiendo de noviembre y del primer canto de Amadora, el tío y sus recuerdos, el sobrino y su narración, nos van introduciendo en las historias de la aldea y en sus delirantes personajes a lo largo de los meses sucesivos, y nos encontraremos con los sucesivos cantos de Amadora y las consecuentes floraciones de amapolas fuera de tiempo, pero siempre muy a tiempo.
Sabremos de Juanón y sus amores por Generosa y su empeño en que los pájaros le hablen porque ya le ha hablado uno y "usted, señor maestro, sabe más que yo, que además no estoy bien de aquí [...], pero hablar, hablan [...] Si habla uno, hablan todos". Seguiremos angustiados las andanzas de Tuco el del Penón, que un buen día se fue a la guerra, y el devenir de su correspondencia con su novia, Josefa, la niñera de la Casa Grande, correspondencia en la que un censor, no se sabe si narcisista o preciosista, se inmiscuye por encima de sus funciones y da lecciones y consejos y hasta suplica que se le libere de su misión censora.

Asistiremos a las hipótesis de Rosalinda acerca de por qué en casa de las Amarantas huele a café americano y la mayor de las hermanas luce el domingo en la iglesia joyas nunca vistas. Sufriremos con Perico, el mendigo de libros, que salvó de la hoguera un ejemplar y lo escondió donde muchos años después, los niños de la Casa Grande, con el narrador entre ellos, lo encontrarían y, boquiabiertos, no sabrían dar explicación a tal portento, pero para entonces, Perico habría sufrido las consecuencias de indultar un libro condenado por el Glorioso Ejército Nacional. Ejército no tan Glorioso, aunque igual de Nacional, cuando se las tiene que ver con un escurridizo enemigo que lo insulta con las expresiones más soeces, mientras se burla esquivando balas, bombas y toda clase de subterfugios ideados por el Ejército para acabar con él. Nos asombraremos con Francisquito que en el catón era incapaz de pasar de la h de hilo hasta que... Viviremos las aventuras de Poldín que, aparte de tentar las manzanas del señor cura, pretende repoblar el bosque con una curiosa y desconocida especie de pájaro. Y más personajes y más historias y más magia...
Conoceremos a las fuerzas vivas del pueblo: el doctor Taboada que opina que Amadora cantará por última vez justo antes de morir; Tequeteque Menudita Pisaflores, el maestro, del que pocos en el pueblo entienden su lenguaje alambicado y complejo, pero al que todos escuchan con reverente silencio, más reverente y más silencioso cuanto menos lo entienden; Don Fructuoso, el cura, la tía abuela Sagrario, Doña Isaura que, cuando está nerviosa, habla en francés...
Y así, nuestro recuerdo se alejará y se acercará a Amadora a la vez que lo hace el del narrador arrastrado por el relato errático del tío, porque Amadora "había aparecido y desaparecido del relato como un fantasma. [...] A veces, las ramificaciones del recuerdo parecían alejarme de ella. [...] Oscuramente, seguía sabiéndola en su cuarto, cantando de cuando en cuando la canción que despertaba el florecer tardío de las amapolas, muriendo en tanto poco a poco".
Juan Manuel Freire
Juan Manuel Freire es un profesor jubilado de instituto donde impartió la especialidad de Lengua y Literatura. Gallego de A Coruña, nos entrega con esta su primera novela (que no su primera incursión en el mundo de la creación pues ya es autor de una obra de teatro, "Y Don Quijote se hace actor"), una obra deliciosa, de las que te hacen sonreír y, por momentos, te ponen los pelos de punta y, de nuevo, te hacen sonreír y ante la belleza y la inteligencia de algunas escenas te emocionas y también te emocionas ante lo bien escrita que está, ante su lenguaje ágil, poético, hermoso... mágico. 
Realismo mágico gallego, como ya he dicho, que fue anterior al sudamericano, porque García Márquez descendía de gallegos y para cuando nació, en 1927, Cunqueiro y Torrente Ballester ya tenían sus buenos 16 y 17 años y él ya llevaba la magia de su realidad en los genes... gallegos. Tal vez Juan Rulfo les llevaba a todos la delantera, pero "Pedro Páramo" es otra cosa. "Pedro Páramo" siempre es otra cosa.
Realismo mágico que no es lo mismo que fantasía, sino realidad que se convierte en magia de pura belleza, de puro absurda que es a veces la realidad. Y es que como dice el tío al narrador setenta años después de los hechos, "con el paso del tiempo [...] he aprendido a valorar el absurdo como parte integrante de la existencia". Tal vez su parte más interesante.

Título:              Desde el cuarto de Amadora.
Autor:              Juan Manuel Freire.
Portada:           Ana Freire Ramallal
Editor:             CreateSpace Independent Publishing Platform 2016.
Nº de páginas:   434.
Comprar en:    Amazon


Comentarios

  1. Vaya, veo que te ha gustado mucho. No conozco al autor pero he de tenerlo en cuenta. Pinché en el enlace de Amazon pero, qué pena, no está en ebook. (Y a no ser que sea absolutamente necesario ya no compro en papel, como, por ejemplo "Tú no eres como otras madres", que tampoco está en ebook y tendré que salirme de la costumbre; quizá este libro también se lo merezca). Vi que allí también tiene críticas entusiastas (está la tuya también). Bueno, ya veré.
    Muchas gracias, Rosa, por dar a conocer autores nuevos y buenos.

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    1. Conozco al autor porque está desde hace muchos años en mi tertulia del instituto, aunque él dio clase en otro centro. Pero no creas que mi entusiasmo es por eso. Realmente, el libro me ha encantado y está escrito maravillosamente.
      Entiendo lo que dices. Yo, de no ser algo muy especial, tampoco lo compro en papel. Ya no me caben en casa 6 además me parece insostenible medioambientalmente.
      Un beso.

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  2. ¡¡¡Hola Rosa!!!! Ayyyy no quiero seguir aumentando mi lista de lecturas pendientes pero claro, a ver quien se resiste al realismo mágico gallego. Me ha atrapado tu reseña y me apunto el libro, claro que si.
    Besos.

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    1. Merece la pena. Está lleno de historias preciosas; absurdas, algunas; divertidas, otras, pero todas muy ingeniosas y mágicas.
      Yo también soy una entusiasta del realismo mágico gallego.
      Un beso.

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  3. Muy tentador, Rosa, desde el primer párrafo. Me fascinan las asociaciones mágicas con flores, ornamentos y aromas. No sabía que existiera el realismo mágico gallego, aunque, viniendo de gallegos, te digo, que no me sorprende nada de ellos. Estupenda reseña que te agradezco.

    Un beso!

    Fer

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    1. ¿Te imaginas un campo lleno de amapolas en noviembre? ¿Te imaginas a Amadora cantando mientras muere y haciendo brotar las amapolas?
      Me ha parecido precioso.

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  4. "Nos convence de que nada así contado pueda ser pura fantasía". Con esta frase me has convencido, tanto como con ese mix de sonrisas y pelos de punta.
    No hay nada más atractivo para mí que "la inteligencia que emociona", y es que has empleado frases lindísimas, Rosa; tu post en sí es un hermoso relato y gracias a él lo anoto.

    ¡Un beso!

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    1. La verdad es que hay más sonrisas que pelos de punta, pero es pura belleza y las diferentes historias que acontecen en el aldea, relacionadas o no con las amapolas de Amadora, son mágicas y están contadas de una forma mágica.
      Un beso.

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  5. feliz año rosa! y hermoso! siempre lo veo por tu blog en comentarios o tu lo nombras, eses señor es estupendo con las palabras y ver esas amapolas, que no vemos pero imaginamos me lleva a las lagrimas, soy bastante llorona. pero es bellisimo!!!!! la vida sin ti y tu blog seria muy distinta para las buhas. y los que te conocen. saludobuhos.

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    1. Muchas gracias por vuestras palabras, búhos, que me emocionan casi tanto como la novela. La verdad es que un campo lleno de amapolas en noviembre, mientras una mujer de nombre poético canta en su lecho de muerte es una imagen digna, cuando menos, de arrancar alguna lágrima. Mucha belleza.
      Un beso.

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  6. Una novela que se presenta muy interesante con todos esos ingredientes que lleva. Además ese realismo mágico gallego me atrae mucho, como mi familia materna es gallega estoy más que acostumbrada a esas historias donde lo absurdo se convierte en cotidiano, como reservar un asiento en un autocar de línea para el espíritu de un muerto que no había ido de peregrinación en vida a San Andrés de Teixido.
    Me lo apunto, gracias por la recomendación.
    Un beso.

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    1. Leí el realismo mágico gallego muy pronto pues me enamoré de Torrente Ballester a raíz de la serie televisiva "Los gozos y las sombras" que no pertenece al género, pero que me hizo conocer al autor. Luego seguí con Cunqueiro, Cela, etc. Todo un género.
      Esta novela lo representa con total acierto y dignidad
      Un beso.

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  7. Me ha gustado la coincidencia, tengo un relato medio escrito en el que a la protagonista, le encantan las amapolas, su fragilidad y su libertad como flores silvestres imposibles de dominar. Me esperaré a acabar el relato para leer el libro.
    Besos guapa

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    1. Pues me dejas con muchas ganas de leer tu relato y seguir profundizando en las frágiles amapolas que, tienes razón, son imposibles de poner en un jarrón. La vida está llena de estas maravillosas casualidades.
      Un beso.

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  8. Me encanta el realismo mágico aunque he leído el latinoamericano, no el gallego. Claro que ese océano que nos separa ha sido testigo de tantas idas y vueltas, trae, lleva y regresa tantas cosas que qué más da de dónde proceda. Hace mucho que no leo nada así y tu reseña me ha encantado porque me ha traído el recuerdo de lecturas maravillosas. Además, yo en los libros no tengo prisa por llegar al final, me encanta disfrutar del viaje.
    Besos

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    1. El realismo mágico gallego es todo un género. Yo creo que es el origen del género. Puede que no haya dado obras de la magnitud de "Cien años de soledad", pero poco que envidiar al resto.
      Este es un libro para degustar sin prisa, deteniéndose en los detalles, en las distintas historias, unidas todas por la aldea y los cantos de Amadora. Es como un pequeño bocado para degustar con calma. Creo que te gustará.
      Un beso.

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  9. ¡Qué gusto releerse en tus palabras, Rosa!
    Me ha traído, además de mucho contento, un recuerdo lejano. Había un catedrático de Literatura en la universidad de Oviedo, donde yo estudiaba, que tenía colgado en una pared de su casa un autógrafo enmarcado. Decía esto o algo parecido a esto: “Con críticos como usted, da gusto escribir”. Luego venía la firma: José Martínez Ruiz, "Azorín".
    Nada añado yo hoy a estas palabras, salvando la sustitución del usted por el tú, pues te tuteo, y mi nombre en la rúbrica.
    ¡¡Gracias!!

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    1. Pues yo te cambio la frase: con escritores como tú, es una delicia hacer comentarios y opinar (no me atrevería a llamarlo critica)
      Cada una de mis palabras es sincera por mi parte y merecida por la tuya. Y disfruto más leyéndote a ti que a Azorín, aunque tengo que reconocer que lo he probado poco y tambuén que no me han quedado muchas ganas de repetir. En cambio estoy deseando tener entre manos tu segunda novela.
      Un beso enorme y enhorabuena.

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  10. He recibido tu crítica con mucho interés ; yo todavía no acabé la novela (me lo estoy tomando con muucha tranquilidad), pero eso no quiere decir que no me esté gustando sino que me gusta entretenerme en las descripciones.
    Intentaré leer un poco más deprisa y así, poder comentar el libro con más conocimiento y poder felicitar al autor de corazón. Un beso

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    1. Es que es para tomársela con calma. Yo creo que la leí demasiado deprisa porque me tuvo enganchada desde el principio. Y eso que, como siempre, la alterné con la policíaca de turno por la noche.
      Tiene tantos matices y tantas historias en las que perderte que requiere su tiempo. Ya nos contarás cuando lo termines.
      Un beso.

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  11. Chica, cuando haces una reseña no dejas de sorprender con los matices y las significaciones de lo leído. Dan ganas de seguir el rastro de tus lecturas, pero ya te dije que me es del todo imposible seguir esa estela tan densa, tan extensa y significativa.
    Debe de ser todo un placer compartir tertulias con escritores de tal calado.
    Besos

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    1. La tertulia es muy amena, lo malo es que Juan, con el horario de teatro que tiene (dirige un grupo), suele ensayar en el instituto y casi nunca puede quedarse hasta el final de la tertulia y, a veces, ni siquiera puede venir.
      Esta novela es muy sorprendente para ser una opera prima (en lo que a novela se refiere, él ha escrito otras cosas en teatro), pero no hay que olvidar que Juan ha sido profesor de literatura y que ya no es un jovencito bisoño. La experiencia también hace lo suyo
      Un beso.

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