"Hombres buenos" Arturo Pérez Reverte


A finales del siglo XVIII, en vísperas de la Revolución Francesa, dos "hombres buenos", académicos de la Lengua Española, son comisionados por la Academia para viajar a París y traer con ellos un ejemplar de la Encyclopédie "la obra que compendiaba la mayor aventura intelectual del siglo XVIII: el triunfo de la razón y el progreso sobre las fuerzas oscuras del mundo entonces conocido". Bueno, más bien tenían que traer un ejemplar de cada uno de los veintiocho volúmenes que la componen. 
La Encyclopédie se editó por primera vez en "MDCCLI avec approbation et privilege du roy. [...] Cuarenta y dos años después de aquel MDCCLI, en 1793, el nieto del roy que había concedido su aprobación [...] era guillotinado en una plaza pública de París, precisamente en nombre de las ideas que, desde aquella misma Encyclopédie, habían incendiado Francia y buena parte del mundo". Para ironías, las de la Historia.
En España reina el Ilustrado Carlos III, pero la ilustración derramada por su Católica Majestad no se aleja demasiado de los círculos que rodean al rey y a una pequeña parte de la población culta y educada. Una gran parte de la nobleza y la aristocracia, e incluso gran parte de las personas con cierta formación permanecen ajenas a las luces que empiezan a brillar y a sacar de la oscuridad y el oscurantismo a parte de las sociedades de los países vecinos.
L'Encyclopédie está prohibida en Francia y en España. En Francia hay cierta tolerancia y circula bajo el marchamo de estar imprimida fuera del país, pero en España la prohibición es total. La Santa Inquisición aún tiene mucho poder "pese a la política ilustrada de los gobiernos de Carlos III". Y es que "Carlos III era uno de esos reyes con magníficas intenciones, pero sujetos a escrúpulos de fe…".
L'Encyclopédie
Sólo reciben permiso real para leer la obra (de la que el propio rey tiene un ejemplar) los académicos de la Lengua a los que se supone la formación suficiente como para que las luces que derraman las ideas ilustradas no deslumbren su entendimiento moral y religioso.
De manera que, con permiso del rey y seleccionados por sus compañeros académicos, Don Hermógenes Molina, bibliotecario de la Academia, y Don Pedro Zárate, "brigadier de Marina retirado [...] a quien todos en la Academia tratan de almirante", son comisionados para hacerse con la obra. Pero ni siquiera todos los ilustres, cultos y, se supone, ávidos de conocimiento académicos de la Ilustre Academia de la Lengua están de acuerdo en que la obra prohibida traspase las fronteras y contamine nuestra pureza. Parece ser que lo de Reserva Espiritual de Occidente, le viene a España de antiguo. 
De ambos extremos del espectro ideológico parten los desacuerdos: de un extremo, Don Manuel Higueruela que "es comediógrafo vulgar y poeta mediocre, pero edita el ultraconservador Censor Literario [...]. Desde su tribuna periodística lanza feroces ataques contra cuanto huela a progreso y doctrinas ilustradas"; del otro extremo, "Justo Sánchez Terrón es lo que se conoce en España como un ilustrado radical. [...] En lo que se refiere a autores modernos y filósofos, el asturiano pretende ser único mediador entre ellos y la atrasada sociedad española, de la que se proclama sin complejos faro e intérprete. Y salvador, si lo dejan". En su afán de salvador único y exclusivo de la cultura del pueblo, don Justo no admite rivalidades, ni soporta que nadie le haga sombra a la hora de ser antorcha iluminadora de tanta oscuridad hispana.
L'Encyclopédie de la Real Academia
de la Lengua Española
Por eso Higueruela y Don Justo Terrón, acaban coincidiendo en intereses ya que no en motivaciones. Y como los santos intereses aguantan cualquier método, aunque no sea muy santo, no dudan en contratar a un sicario capaz de poner todo tipo de trabas a la labor de nuestros hombres buenos. Así es que contratan a "un tipo de recursos, no le quepa duda. Y con los escrúpulos justos. Raposo, se llama… Pascual Raposo"
Perseguidos por Raposo, Hermógenes Molina y Pedro Zárate parten hacia París y a partir de ese momento, lo que impera en la novela no son las aventuras y desventuras que sufren en la realización de su misión, sino sus conversaciones y las conversaciones que tienen con otros personajes; da la sensación de que la novela no es más que un pretexto para analizar la situación de España y su diferencia con la de otros países europeos -Francia en especial- durante el siglo XVIII, en vísperas de la Revolución Francesa.
Molina es un hombre religioso, pero con ideas progresistas, "estima que el hombre debe alcanzar su bienestar y salvación en la tierra [...] y no aplazar esa plenitud para otra existencia no terrena que compense los sufrimientos de ésta". En una palabra, Molina cree en la justicia social y no en que los pobres heredarán la Tierra... cuando estén en el cielo.
Don Pedro Zárate es además de "un hombre culto, digno, honrado, como tantos que acabaron con escaso reconocimiento oficial, muertos en combates navales sin esperanza, o de simple miseria […] Porque el país en el que vivían no deseaba cambiar. Había demasiadas fuerzas oscuras tirando en dirección contraria", además de todo eso, como decimos, es un hombre ilustrado que no necesita de dioses que le justifiquen la existencia.
De esta manera, el diferente talante de ambos viajeros da lugar a interesantes coloquios en los que se analiza casi todo lo divino, gran parte de lo humano y todo acerca de la situación española: la religión, las bárbaras costumbres, la necesidad de más ciencia y menos misas, la escasez de una burguesía trabajadora de agricultores, comerciantes, marinos; el exceso de nobles que no trabajan y no pagan impuestos porque el trabajo se considera una maldición, y una vergüenza tener antepasados que hayan realizado oficios mecánicos; la tristeza que acompaña al pueblo español "en contra de lo que cree mucha gente" porque "lo único que se le tolera es ir a misa los domingos, la romería a la ermita del santo y el poco esparcimiento que acompaña a bodas y bautizos", porque los reglamentos policiales prohíben el baile y la música, y la Iglesia prohíbe la mayoría de los libros en contra del "dejad leer y dejad danzar que pedía Voltaire".
Vemos la diferencia entre la sociedad francesa y la española, a pesar de sus semejanzas "En Francia [...] el Estado arruina la vida de muchos de los que cultivamos las letras y las ideas [...] pero no ha podido arrancar la raíz de la libertad. Y eso es precisamente gracias a los libros" mientras que en España los libros son considerados algo peligroso y subversivo. "París tiene sus modas y Madrid sus devotas tradiciones". Pero gracias a las modas de París y gracias a los libros "pocos años más tarde prendería, con saña popular, la chispa revolucionaria que iba a incendiar Francia, derribar un trono y estremecer al mundo". Y, sin poder aplaudir la medida, ni estar de acuerdo con ella, decapitar a un roy iba a llevar a Europa de la Edad Moderna a la Edad Contemporánea y a abrir la puerta a los Derechos Humanos.
Arturo Pérez Reverte consultando
 un tomo de l'
Encyclopédie de la RAE
El otro personaje al que merece la pena no perder de vista es el Abate Bringas, un ilustrado español exiliado en Francia. Allí destacó "como sanguinario orador durante el Terror, y acabó guillotinado con Robespierre y sus amigos, ocupando exactamente el tercer lugar de esa jornada". Parece ser que antes de morir, sus últimas palabras fueron: "Iros todos al carajo".
Este personaje acompaña a nuestros buenos hombres, sin separarse de ellos, en todas sus correrías por París, comiendo, bebiendo y disfrutando de lujos a los que no está acostumbrado.
Aventuras, duelos, reflexiones... éste es el libro que iba a reconciliarme con Pérez Reverte, como ya vaticiné en la reseña que hice de "El francotirador paciente". Aquí vuelve a ser el autor al que estamos acostumbrados, de verbo fácil y cortante como un bisturí bien afilado, nada condescendiente, crítico sin concesiones; utilizando una curiosa técnica en la que, siendo los personajes de la novela históricos, el autor se nos presenta como un personaje ficticio que nos cuenta su labor de documentación y los problemas que ésta le creó; un autor de novelas inexistentes, pero en cuyos títulos y temas podemos rastrear las verdaderas novelas del Pérez Reverte real; arropando la novela con un final noble y emocionante en que hasta los bandidos sienten la llamada de las luces y llegan a pensar que  "es posible que [...], de vez en cuando el género humano necesite irse un rato al carajo. Irse bien ido, y que alguien dé un empujoncito para facilitar el viaje".
Tiene tantas frases memorables, como ya ha quedado patente a lo largo de esta entrada, que tengo que reprimirme para no pecar de exceso de citas (si es que no lo he hecho ya) y, sólo para terminar, me voy a permitir hacerlo con esta gran frase, del prólogo de l'Encyclopédie:
"Son los hombres inspirados los que iluminan al pueblo, y los fanáticos quienes lo extravían. Pero el freno que debe oponerse a los excesos de estos últimos no debe, en absoluto, coartar la libertad tan necesaria a la verdadera Filosofía".



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Comentarios

  1. Veo que este libro, al igual que a mí, te ha reconciliado con Pérez Reverte y me congratulo. La verdad es que la crítica que hace con su afilada pluma es feroz. Yo también apunté muchísimas frases de esta novela porque las sentencias son lapidarias.
    Un beso

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    1. Tu reseña me dio el último empujón para leerlo y, desde luego, ha merecido la pena. Muy buen libro. Entre unos y otros, vamos intuyendo (que no entendiendo) en qué momento se jodió España, o, al menos, el tiempo que hace que está jodida.
      Un beso.

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  2. A mí me da un poco de pereza, lo confieso (es que ando muy perezosa), pero si os ponéis las dos así...

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    1. Yo me pongo así, pero sé que la pereza hace estragos o a lo mejor tienes cosas que te apetecen más. Ahora, amando como amas el siglo XVIII, es obligado.

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  3. Una magnífica y completísima reseña, Rosa, además el libro es de un autor que me encanta, pero tengo la sensación de que va a ser un poco denso (quizás sobre todo porque últimamente he estado leyendo otro tipo de cosas). En cualquier caso me lo apunto ;) Muchas gracias!!

    Besos y buen día.

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    1. Es una gran novela. Sí que resulta densa, pero se tratan temas tan interesantes que se lee muy bien. A mí me gustan los libros extensos (si son buenos) y este es ambas cosas. Además Pérez Reverte tiene una pluma tan afilada que no deja títere con cabeza y eso me encanta.
      Un beso.

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  4. A mi no me tienes que convencer para que lea este libro. Reverte es de los míos, de los que no se calla ni debajo del agua aunque se ahogue, pero cierto es, que había variado rumbos y derroteros que no me eran afines.
    Hasta ahora he leído todo lo suyo, con más o menos éxito y este que nos traes hoy no va a ser menos. Algunos blogueros como tu y Kirke dan muy buena opinión y eso ayuda, pero lo iba a leer sí o sí.
    Agradecido te quedo por la reseña.
    Besos

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  5. Es uno de los libros que tengo pendientes de lectura y que llevo en el ebook desde verano, pero...no consigo encontrar el momento de ponerme.

    Con Pérez Reverte he tenido como un "distanciamiento". Me gustaba, su manera de expresar sus ideas, su prosa irónica y como dice Francisco, su no callar ante nada ni ante nadie, pero algunas de las ultimas novelas que leí no me gustaron nada y ahora me da pereza, lo tengo preparado pero no acabo de dar el paso para ponerme a leerlo.

    Espero que con entradas como la tuya consiga ponerme porque sé que en el momento que lo haga me volverá a enganchar su pluma.
    Un saludo

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    1. A mí también me cansó su novela anterior que ya reseñé en el blog, pero esta me ha reconciliado totalmente. Puede que sea algo subjetivo derivado de lo mucho que me interesan algunos temas tratados, pero el hecho es que me ha gustado mucho. Te animo a leerlo y ya me contarás.
      Un abrazo.

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  6. Me ha parecido una magnífica novela de aventuras, muy bien contada, entretenida y de interés histórico. Qué más puedes pedir a una lectura?
    Saludos.

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    1. Yo creo que es mucho mas que una novela de aventuras. Casi la aventura es lo de menos; es un pretexto para contar otras muchas cosas y hacer una crítica despiadada de esta España que hace varios siglos que perdió el tren de demasiadas cosas. La verdad es que me ha encantado la novela.
      Un saludo.

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    2. Es obvio que Manuel Higueruela está inspirado en Juan Manuel de Prada (se definió como poeta mediocre) y Justo Sánchez Terrón en Pablo Iglesias Turrión.

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    3. Pues teniendo en cuenta que leí el libro en 2015, no recuerdo los detalles para ver esa comparación. Juan Manuel de Prada me pareció un genio cuando leí Las máscaras del héroe, en 1997. En todo caso fue un genio pasajero pues lo que ha escrito después, salvo alguna excepción que no está mal, deja bastante que desear, al menos para esta lectora. Respecto a Pablo Iglesias Turrión, creo que cuando leí el libro y escribí la reseña, aún no lo conocía.
      No obstante, no creo que se me hubieran ocurrido esos paralelismos puesto que Juan Manuel de Prada y Pablo Iglesias Turrión son personajes actuales y la novela está ambientada en el siglo XVIII. Aunque bien podría ser el caso, porque el señor Pérez Reverte no necesita coincidencias temporales para hacer una buena crítica.
      Un abrazo.

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