"La isla mínima" Alberto Rodríguez: cuando la historia con minúscula se hace Cine con mayúsculas.



Y si digo con minúscula no es porque la historia no sea buena, que lo es, sino porque no sé si se puede considerar historia al año 1980; porque, evidentemente no es una película histórica y por todo eso y, solo por eso, la  minúscula.
Lo que sí es, es Cine con mayúsculas. Del que hace mucho tiempo andamos escasos por estos pagos españoles.
Y es que, recapitulando, en los últimos años, cuatro de las cinco mejores películas se las reparten entre dos directores: Daniel Monzón con "Celda 211" y "El niño" y Alberto Rodríguez con "Grupo 7" y "La isla mínima". La quinta, la excelente "No habrá paz para los malvados" es del veterano Enrique Urbizu. Y, casualmente, todas pertenecen al género negro.
Alguna se me escapará, pero por más que intento recordar, no se me ocurre ninguna ota película con la que haya salido del cine tan satisfecha como con estas.
Pero vamos con lo que nos ocupa hoy que es "La isla mínima". Una película de género, un thriller con una buena historia, muy bien contada, sobriamente interpretada y estupendamente dirigida; ambientada el 1980, en las marismas del Guadalquivir, un escenario en el que la Naturaleza se manifiesta sin tapujos, bella hasta hacer que te duela la mirada, pero feroz y cruel hasta hacer que te duela el alma, como solo la Naturaleza puede serlo. Y en ese escenario sucede la vida, dura y austera,  de los personajes de la historia; y también la muerte, cruel, gratuita, innecesaria.


Y para investigar las muertes, llegan dos policías. Uno joven (Raúl Arévalo), acorde con los tiempos, ansioso de democracia. Deseoso de que cambien los métodos
y se acaben las palizas, las intimidaciones y cualquier tipo de brutalidad policial, pero... a veces, la brutalidad ayuda a clarificar las cosas.
El otro es mayor (Javier Gutiérrez), viene de otros tiempos, de las torturas en la Puerta del Sol, de los disparos en las manifestaciones pero... si hay que dar la vida por un compañero, se da, que carajo!
En fin, como decía Pérez Reverte, lo mejor y lo peor de la gente, a veces en la misma persona, a veces, con pocos minutos de diferencia.


Jesús Castro
Y, para terminar, aunque podría seguir varias páginas más, una interpretación de las que más me gustan, sobria, sin excesos, en la que no falta nada, pero sobre todo, en la que no sobra nada: pocas palabras, pero miradas elocuentes; pocos gestos, pero que lo dicen todo. Muy buenos actores, muy bien dirigidos. Impresionantes Nerea Barros y Antonio de laTorre, los padres de las niñas, manifestando esa tristeza sin aspavientos ni alaracas de la gente que vive pegada al paisaje y está acostumbrada a tomarse la desgracia y la alegría con cierto escepticismo,como sin acabar de creérselo, pero intensamente.Y hablando de actores, dejo para el final a Jesús Castro a quien vimos en "El niño" y veremos en la segunda parte de la serie "El Príncipe" y que, con 21 años, parece tener futuro en el cine. Veremos.

Comentarios

  1. Después de leer esto entran mas ganas de ver la película. Gracias, de nuevo, Rosuca, seguir tu blog es una gozada, además de una gran ayuda para estar al día en cine, lecturas, viajes.......!!qué suerte!!!

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