"Kaplan" Álvaro Brechner


Jacobo Kaplan, un hombre de cerca de ochenta años, judío europeo llegado a Argentina después de la Segunda Guerra Mundial, se nos presenta al inicio de la película subido a un trampolín porque, aunque no sabe nadar, "no hay mérito en eso. Se hace porque se hace [...]. No sé nadar, pero si tuviera que nadar, nadaría. Es el instinto de supervivencia lo que te hace nadar".
Así que termina subido al más alto trampolín al que se habrá visto enfrentado en su vida... y salta. Pero nadar es algo más que el instinto de supervivencia y lo tiene que rescatar su mujer vestida de fiesta, tras despojarse de los zapatos con tacos altos.
Y es que Jacobo es un hombre muy tenaz. Cuando algo se le mete en la cabeza, no para hasta llevarlo a buen término (o malo, pero a término). Ahora le ha dado por querer hacer algo notable en su vida porque a veces se pregunta "¿Qué hice de memorable? ¿Es el mundo mejor gracias a mi?" y aunque ya tiene setenta y seis años otros empezaron más tarde.
La ocasión de hacer algo grande se le presenta cuando su nieta le habla de un alemán que tiene un bar en la playa, un alemán viejo "tendrá ochenta años. Le llamamos el Nazi". Jacobo pone a trabajar los engranajes de su cabeza y, ayudado por sus lecturas de todo lo referente a Eichmann, decide secuestrar al Nazi y llevarlo a Israel.
Junto a un policía retirado, Wilson Contreras, comenzará el acecho de su presa y los planes para el secuestro, tras asegurarse de que efectivamente es un nazi porque "si algo se mueve como un pato, nada como un pato y suena como un pato, ¿qué es?". Y desde luego el Nazi suena como un nazi, ¿acaso no tiene un restaurante llamado la Estrella? y ¿no se llama Estrella su hija? y ¿no llegaron muchos nazis a Sudamérica a borde del barco "Stern" que significa Estrella?. Pues, está claro, si parece un nazi, es un nazi. 
Comienza, de esta manera, una película disparatada, en la
Néstor Guzzini y Héctor Noguera
que los personajes se embarcan en una serie de vivencias que, en ocasiones con música y escenografía de western, dan idea de la épica de ciertas hazañas que sólo caben en imaginaciones desbordadas. Y es que si Jacobo no ha hecho nada memorable en su vida, Wilson, que sí lo ha hecho, no es consciente de su grandeza y necesita llenar su vacío existencial y hacer algo grande y reseñable que, tal vez, le ayude a recuperar a su mujer y a sus hijos. Entre aventuras típicas de investigadores sagaces, tras crueles discusiones y reconciliaciones con flores, pasando por achicharramientos solares de uno, y ciegos de cerveza de otro, van elaborando un plan para llevar a cabo el secuestro y traslado del Nazi
"-Y ¿cómo lo vamos a llevar.
-En barco.
-Yo no sé nadar.
-Y yo tampoco".
Pero las cosas nunca son como parecen (y cuánto me gusta que no lo sean), hay que ver la película para enterarse porque yo no voy a contarlo. Sólo diré que, finalmente, Wilson y Jacobo se lanzan al agua para salvar al Nazi, pero ninguno de los dos sabe nadar, y ni siquiera sabemos si sabe el Nazi.
Una película tierna y divertida escogida por Uruguay para representar al país en la pasada edición de los Óscar 2015. No pudo ser. Se ve que en estados Unidos no gustó, o gustaron más otras. 
Una película con unas interpretaciones muy buenas por parte de los dos protagonistas, Héctor Noguera como Jacobo Kaplan borda el papel de viejo cascarrabias, malhumorado y tenaz, empeñado en pasar a la historia como el hombre que devolvió parte de su orgullo y dignidad a la comunidad judía de la que está un poco decepcionado. Néstor Guzzini da vida a Wilson Nogueira y, si al principio se siente un poco de rechazo por este personaje gordo y bebedor, sucio y vestido con enorme descuido, poco a poco nos va ganando su bondad, la mirada de sus ojos tristes, pero llenos de bondad y
Álvaro Brechner
generosidad. Néstor Guzzini borda el papel de hombre fracasado, un héroe tan anónimo que ni él sabe que lo es, abandonado por todos y al que Jacobo da una razón para convertirse en un superhombre justiciero. 

No conocía al director, Álvaro Brechner, pero creo que, a partir de esta película, intentaré conocerlo un poco más.
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Comentarios

  1. A España no llegó esta película, ni siquiera por circuitos no comerciales, que son los que menos me atraen. Gracias por tu reseña

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    1. Yo la he visto en la televisión en DVD prestado. No recuerdo si a Santander llagó a la filmoteca, y es una pena porque sin ser una película excepcional, se ve con mucho agrado y resulta muy tierna y divertida (con un humor un poco ácido)

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  2. ¡Me gusta! Por lo que cuentas de esta película, ¡quiero verla! Y Jacobo tiene mucha razón: si hay que nadar, se nada. Así aprendí a nadar: ahogándome. Gracias por tan buenas recomendaciones, Rosa.

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    1. Pues si la ves, ya me contarás. Creo que te gustará. Yo me reí, me enternecí y, por momentos, me emocioné. Merece la pena.

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  3. Pues yo voy a intentar visionarla por dos razones que expones en tu reseña. La primera porque es disparatada y eso me atrae. La segunda porque no gustó en EEUU, eso quiere decir que no es una película convencional lo que apoya la idea de que seguramente me va a gustar.

    Gracias por descubrirme un cine diferente.

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    1. Pues si esta no gustó en EEUU, imagínate Loreak. De todas formas no debemos olvidar que allí se sigue haciendo el mejor cine (basura aparte, que hacen mucha también). A mi me fascinan el cine y la literatura americana.
      Si tienes ocasión, no dejes de ver esta peli. Creo que disfrutarás.
      Un beso.

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  4. Este tipo de humor disparatado y a la vez con carga de profundidad me gusta, sin ser sensiblero claro. Gracias por descubrirla. A ver si la puedo conseguir.

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    1. Creo que te gustará. No es nada sensiblera. Y yo me reí mucho.

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  5. Acabo de verla. La locura de vivir, aunque sea de tu imaginación. Preciosa, creo que así solo lo saben hacer los sudamericanos.

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    1. Es tierna y loca, pero contagia optimismo y ganas de vivir. Es una pena que ese cine pase sin pena ni gloria. Eso sí, la secuela de los ocho apellidos vascos, ahora en catalán, recaudará millones. Una lástima. Me alegro de que ta haya gustado.

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