"Así es como se mata" Mirko Zilahy
Esta es una novela ambientada en Roma. En una Roma gris, sucia y lluviosa; en las orillas fangosas y ensopadas del Tíber; en edificios abandonados como el matadero de ganado de Testaccio, o el Gasómetro, antigua fábrica de gas para el alumbrado público en el barrio de Ostiense, al sur de Roma.
En estos y otros escenarios de la capital italiana, bajo esa lluvia inmisericorde y ese cielo gris y triste como las vidas de algunos condenados a la indiferencia del universo, aparecen unos cadáveres con curiosas señales y curiosas formas de morir. Curiosas por terribles y por extrañas.
"Enrico Mancini, funcionario de la brigada de investigación del destacamento de policía de Montesacro" no está en su mejor momento. Desde que su mujer, Marisa, murió hace unos meses de un cáncer de mama, no logra superar su desgana. Sólo los furtivos tragos de una botella de cerveza le proporcionan la fuerza y la motivación para seguir trabajando.
Cuando aparece muerta Nora O’Donnell en San Paolo Extramuros, Manzini está inmerso en la desaparición del Doctor Mauro Carnevali, un cirujano y oncólogo del que no se sabe nada desde que una mañana de hace varios días, faltó a una intervención quirúrgica que debía llevar a cabo. Este caso además ha sido capaz de sacar a Enrico de su apatía porque "Carnevali era el médico que había atendido… No, el médico que había intentado curar el cáncer de Marisa". Por eso cuando el superintendente Gugliotti le encarga que forme una brigada para investigar el caso del cadáver encontrado en San Paolo, no es precisamente entusiasmo la emoción que toma cuerpo en el ánimo del comisario. Para entonces ya han aparecido otros dos cadáveres en lugares abandonados de la ciudad y Enrico, licenciado en Psicología aplicada al análisis criminal, formado en Quantico, Virginia, en los cuarteles del FBI como especialista en perfiles criminales, es el hombre ideal para investigar lo que se presenta como uno de los casos más extraños de asesino en serie que se han encontrado en Roma... y en las
novelas del género.
La brigada que se ve forzado a formar está compuesta por personas de su confianza muy distintas.
"Caterina De Marchi, inspectora y fotógrafa en prácticas del destacamento", una mujer con problemas que se remontan a un pasado remoto que ha preferido olvidar. Para ella la fotografía es "su propio intento de poner orden, de disparar con el toque de un dedo una, diez, cien imágenes. Detener el movimiento, paralizar la caótica pluralidad de las cosas".
Walter Comello es el inspector más joven de la Brigada anticriminal y, tras haber admirado y seguido desde muy pronto la carrera internacional de Manzini, finalmente ha conseguido trabajar con él.
Carlo Biga, profesor de criminología jubilado. Con setenta años y un sobrepeso de más de quince kilos, asiste a las reuniones desde su chalet por videoconferencia cuando no se convocan directamente en la propia casa.
Antonio Rocchi, el forense que intentará descubrir las similitudes entre los cadáveres, el modus operandi, los lugares de aparición de los cuerpos... cualquier cosa que pueda relacionar los crímenes más allá de la propia rareza, brutalidad y sordidez que parece ser lo único que, en principio, tienen en común.
La fiscal Foderá, una mujer seria, impecable, impaciente, pero con más secretos, sentimientos y vulnerabilidad de lo que aparenta, coordinará toda la operación.
Todos ellos intentarán olvidar sus situaciones personales y dejar de lado sus problemas para impedir que sigan apareciendo los cadáveres y sembrando de terror las orillas del Tíber que crecen por momentos ante la incesante lluvia, amenazando con inundar la ciudad con agua sucia, lodo y sangre. Todos excepto Manzini que no puede relegar a un rincón la deuda que considera que tiene con Marisa y, por medio de ella, con Carnevali cuya desaparición seguirá investigando en los pocos momentos que le deja libre la sucesiva secuencia de muerte y horror que un asesino en serie está sembrando por el sur de Roma.
Y entre las peripecias de la investigación policial, como Nico, el gitano adolescente, asiste en contra de su voluntad, asistimos nosotros atónitos y en cursiva, a los asesinatos que investiga la brigada. Somos testigos no sé si privilegiados, pero sí
perplejos, de la crueldad de las muertes, de la sorpresa ante la captura, del desastre que se desencadena inesperado; testigos mudos, aterrorizados e incapaces de contar lo que estamos viendo.
Mirko Zilahy, un escritor italiano de cuarenta y dos años, debuta con una novela sobre el dolor y las distintas maneras en que somos incapaces de superarlo; o las distintas maneras en que acabamos superándolo aun en contra de nuestra voluntad exhausta y de nuestra capacidad limitada; una novela sobre la venganza o la justicia por medio de la venganza o lo que una mente trastornada de sufrimiento puede confundir con la justicia, incluso con la justicia divina.
Una novela sin héroes y con un solo villano que está donde no se lo espera; donde los personajes son víctimas de sus circunstancias y de las ajenas; de sus errores y de los ajenos. Donde los cadáveres responden a la imaginación y la fantasía perturbada de un asesino en serie que se miente a sí mismo "y cuando su mentira gana a la realidad, la transforma, la domestica según su imaginación, la víctima se convierte automáticamente en un objeto, inútil. Un juguete roto. Para tirar. Y el juego tiene que empezar de nuevo con otro objeto".
En estos y otros escenarios de la capital italiana, bajo esa lluvia inmisericorde y ese cielo gris y triste como las vidas de algunos condenados a la indiferencia del universo, aparecen unos cadáveres con curiosas señales y curiosas formas de morir. Curiosas por terribles y por extrañas.
"Enrico Mancini, funcionario de la brigada de investigación del destacamento de policía de Montesacro" no está en su mejor momento. Desde que su mujer, Marisa, murió hace unos meses de un cáncer de mama, no logra superar su desgana. Sólo los furtivos tragos de una botella de cerveza le proporcionan la fuerza y la motivación para seguir trabajando.
Cuando aparece muerta Nora O’Donnell en San Paolo Extramuros, Manzini está inmerso en la desaparición del Doctor Mauro Carnevali, un cirujano y oncólogo del que no se sabe nada desde que una mañana de hace varios días, faltó a una intervención quirúrgica que debía llevar a cabo. Este caso además ha sido capaz de sacar a Enrico de su apatía porque "Carnevali era el médico que había atendido… No, el médico que había intentado curar el cáncer de Marisa". Por eso cuando el superintendente Gugliotti le encarga que forme una brigada para investigar el caso del cadáver encontrado en San Paolo, no es precisamente entusiasmo la emoción que toma cuerpo en el ánimo del comisario. Para entonces ya han aparecido otros dos cadáveres en lugares abandonados de la ciudad y Enrico, licenciado en Psicología aplicada al análisis criminal, formado en Quantico, Virginia, en los cuarteles del FBI como especialista en perfiles criminales, es el hombre ideal para investigar lo que se presenta como uno de los casos más extraños de asesino en serie que se han encontrado en Roma... y en las
El Gasómetro |
La brigada que se ve forzado a formar está compuesta por personas de su confianza muy distintas.
"Caterina De Marchi, inspectora y fotógrafa en prácticas del destacamento", una mujer con problemas que se remontan a un pasado remoto que ha preferido olvidar. Para ella la fotografía es "su propio intento de poner orden, de disparar con el toque de un dedo una, diez, cien imágenes. Detener el movimiento, paralizar la caótica pluralidad de las cosas".
Walter Comello es el inspector más joven de la Brigada anticriminal y, tras haber admirado y seguido desde muy pronto la carrera internacional de Manzini, finalmente ha conseguido trabajar con él.
Carlo Biga, profesor de criminología jubilado. Con setenta años y un sobrepeso de más de quince kilos, asiste a las reuniones desde su chalet por videoconferencia cuando no se convocan directamente en la propia casa.
Antonio Rocchi, el forense que intentará descubrir las similitudes entre los cadáveres, el modus operandi, los lugares de aparición de los cuerpos... cualquier cosa que pueda relacionar los crímenes más allá de la propia rareza, brutalidad y sordidez que parece ser lo único que, en principio, tienen en común.
La fiscal Foderá, una mujer seria, impecable, impaciente, pero con más secretos, sentimientos y vulnerabilidad de lo que aparenta, coordinará toda la operación.
Todos ellos intentarán olvidar sus situaciones personales y dejar de lado sus problemas para impedir que sigan apareciendo los cadáveres y sembrando de terror las orillas del Tíber que crecen por momentos ante la incesante lluvia, amenazando con inundar la ciudad con agua sucia, lodo y sangre. Todos excepto Manzini que no puede relegar a un rincón la deuda que considera que tiene con Marisa y, por medio de ella, con Carnevali cuya desaparición seguirá investigando en los pocos momentos que le deja libre la sucesiva secuencia de muerte y horror que un asesino en serie está sembrando por el sur de Roma.
Y entre las peripecias de la investigación policial, como Nico, el gitano adolescente, asiste en contra de su voluntad, asistimos nosotros atónitos y en cursiva, a los asesinatos que investiga la brigada. Somos testigos no sé si privilegiados, pero sí
Mirko Zilahy |
Mirko Zilahy, un escritor italiano de cuarenta y dos años, debuta con una novela sobre el dolor y las distintas maneras en que somos incapaces de superarlo; o las distintas maneras en que acabamos superándolo aun en contra de nuestra voluntad exhausta y de nuestra capacidad limitada; una novela sobre la venganza o la justicia por medio de la venganza o lo que una mente trastornada de sufrimiento puede confundir con la justicia, incluso con la justicia divina.
Una novela sin héroes y con un solo villano que está donde no se lo espera; donde los personajes son víctimas de sus circunstancias y de las ajenas; de sus errores y de los ajenos. Donde los cadáveres responden a la imaginación y la fantasía perturbada de un asesino en serie que se miente a sí mismo "y cuando su mentira gana a la realidad, la transforma, la domestica según su imaginación, la víctima se convierte automáticamente en un objeto, inútil. Un juguete roto. Para tirar. Y el juego tiene que empezar de nuevo con otro objeto".
Me había formado otra opinión de esta novela, y después de leerte creo que la voy a dejar pasar porque me faltan vidas para leer todo lo que me gustaría
ResponderEliminarPor lo que he visto en los comentarios que me han hecho en Facebook, las opiniones acerca de este libro son muy dispares. A mí me ha gustado y me ha parecido un planteamiento original. Quizás falla un poco en la resolución, pero la intriga que transmite y los personajes me han gustado bastante.
EliminarPara ser una primera novela, creo que está muy bien. A ver por dónde sigue el autor.
Un beso.
A mi no me gusto, me pareció un pelin espesa y demasiado maniático el hombre este!
ResponderEliminarSaludos!
Parece que hay mucha gente a la que no le ha gustado. Yo había leído buenas críticas y por eso la he leído y he de decir que no me ha defraudado.
EliminarUn beso.
Según ibas describiendo los personajes de la brigada policial, con el forense y la fiscal incluidos me parecía un episodio de Ley y Orden pero a la italiana.
ResponderEliminarYa sabes que este género no es mi favorito (el caso es que en series televisivas sí me gusta, qué cosas) y esa sordidez que mencionas me echa para atrás. Lo dejaré pasar, y así alivio un poco mi interminable lista de espera.
Gracias por la fantástica reseña.
Un besote grande, grande.
No he visto "Ley y orden" y viendo que hay 195 episodios no creo que la vea. No tengo tiempo de ponerme al día en varias vidas.
EliminarSí que es raro que te gusten las series policíacas y nada las novelas. Yo insistiría más, ja, ja.
Un beso.
Hola!!!! Pues a mí, al contrario que Kirke, me atrae la sordidez y me la apunto, aunque mi lista es enorme, es que ya no sé como me las voy a arreglar, siempre intento sacar tiempo para leer y tengo la sensación de que no leo nada.
ResponderEliminarBesos.
Ni se te ocurra intentar cumplir con tu lista. Ella es más rápida que tú y solo conseguirás frustrarte, ji, ji.
EliminarUn beso.
Yo lo leí este verano y conocí al autor en la semana negra. Me gusto bastante, solo tengo pendiente la reseña. Besinos.
ResponderEliminarMenos mal que hay por aquí alguien más a quien le ha gustado la novela. Empezaba a pensar que tengo mal gusto. Qué tal el autor?
EliminarUn beso.
Hola Rosa: Esta me la apunto, ya que la novela negra me gusta, y como encima me gusta otro novelista de ese genero, Andrea Calimieri, también italiano, pues lo leeré. un beso: TERESA.
ResponderEliminarDe Camilleri solo he leído la primera de la serie de Montalbano. Con este hombre sí que tengo que ponerme al día. De Donna Leon y Brunetti, su comisario, he leído más, aunque me quedan bastantes para terminar la serie.
EliminarUn abrazo.
Es curioso como al género humano en general le gusta la sordidez. No me disgusta la novela negra, pero últimamente estoy tan saturado de otras lecturas y con tanto proyecto por delante... que desbordo.
ResponderEliminarNunca pretenderé ponerme al día con mis lecturas, no dejo de hacerlo, pero las reseñas las tengo muy arrinconadas en un baúl del que algún día sacaré.
De momento te agradezco enormemente tus reseñas que me mantienen informado sobre ciertos libros a los que no me atrevo ni a arrimarme por si acaso.
Gracias tentadora.
Besos.
Yo creo que nadie puede ponerse al día con sus lecturas. Siempre habrá mucho más que deseamos leer que tiempo para hacerlo y luego hay épocas y momentos más lectores y otros en que la cosa se pone difícil.
EliminarYo espero poder seguir en ello y publicado reseñas para seguir tentándote.
Un beso, amigo.
Suena macabra, por el momento paso de ella. Y no me pasa como Kirke, porque cuando se trata de asesinatos crueles y despiadados en las películas, yo me tapo los ojos y oídos porque me producen pesadillas más tarde.
ResponderEliminarEntonces, Leslie, esta novela no es para ti porque un poco macabra sí es.
EliminarYo sólo me tapo los ojos cuando a alguien le ponen una inyección o se pincha droga. No puedo ver como pinchan a alguien, sin embargo cuando me pinchan a mí, en los análisis, no puedo dejar de mirar. Rara que es una.
Un beso.
A mí me pasa como a Kirke: me gusta el género en la tele, y, de hecho, estoy viendo una serie policial basada en un libro sueco con Kenneth Branagh - que me encanta - titulada "Wallander". Hace poco terminé otra, muy recomendable, por cierto, llamada "River". Esta última, en mi caso, fue adictiva. Y luego que me engancho, lamento el tiempo de lectura que me quitan...
ResponderEliminarPor lo que aquí nos compartes con tanta maestría, no me extrañaría que este libro diera origen a una nueva serie televisiva. Es notable la avidez de las audiencias modernas por este tipo de creaciones literarias, y realmente encuentro admirable a los autores que se lanzan a crearlas. Se requiere mucha imaginación negra de la mejor, y un esfuerzo de coordinación con tantos personajes como los que presentan y tanto cabo suelto como andan dejando para atar recién sobre el final.
Estupendo trabajo, Rosa. ¡Muchas gracias! Un beso.
Fer
Wallander es uno de los personajes más entrañables que he conocido. Leí toda la serie de sus novelas en orden por lo que se puede decir que lo he visto envejecer. Cuando murió su autor hace unos meses lo sentí muchísimo. La serie de Kenneth Branagh la he visto y he de decir que interpreta muy bien al personaje.
EliminarA mí también me parece muy difícil atar los cabos sueltos en una novela policíaca, y crear los cabos que hay que atar casi me parece más difícil. Es un género que me gusta mucho.
Un beso.