"Lo que pasa de noche" Peter Cameron

«La tarde cayó con inquietante brusquedad, precipitadamente, como el telón en una función de teatro aficionado que va camino del desastre. Y entonces el hombre notó que la oscuridad no se debía a la puesta de sol, sino a que el tren había entrado en un bosque tupido, dejando atrás las llanuras nevadas que llevaba toda la tarde atravesando. Los abetos, altos y frondosos, se amontonaban a lo largo de las vías como niños agolpados contra una ventana del aula para ver un macabro accidente ocurrido en la calle».

Casi todo pasa de noche en esta historia y es que en esta historia casi todo es noche. Primero porque estamos en invierno y después porque estamos en un país muy al norte. No sabemos en qué país aunque imagino un lugar de Europa, Rusia podría ser. El hombre y la mujer llegan de noche a su destino. Ni siquiera saben si es su destino. Ellos van a una ciudad, pero aquella estación está perdida en medio de la nada, entre árboles y nieve, aunque el nombre que figura en el cartel es el del lugar que les espera. Sabemos que vienen de lejos. «Llevaban varios días de viaje, primero en avión, después en tren y en ferri, y ahora otra vez en tren, porque su destino era un rincón en el fin del mundo, en el extremo norte de un país del norte al que no se llegaba fácilmente». 

El hombre y la mujer son los dos únicos personajes de esta historia que no tienen nombre. Se evita nombrarlos. Son solo el hombre y la mujer. El resto de personajes responden a nombres concretos. Hasta el camarero del bar del hotel tiene nombre, Lárus, pero ellos permanecen innominados a pesar de ser los protagonistas. Sabemos que la mujer está enferma, sabremos de la gravedad de su enfermedad, sabremos que han ido a esa ciudad del norte en un momento tan adverso meteorológicamente a recoger a un niño de un orfanato. 

Todo pasa de noche y casi todo le pasa al hombre. La mujer descansa mientras tanto en su habitación del hotel. Aunque a ella también le pasan cosas. El hombre baja al bar, entabla relaciones con distintos personajes. Lárus es el camarero siempre presente, el que le sirve las copas de aguardiente, una tras otra, el aguardiente que le ha recomendado una mujer.

«Lo hacen con líquenes, cosa que suena fatal, pero no. Le prometo que es uno de los mejores aguardientes que conozco. Lárus, ponle un poco de aguardiente, a ver si le gusta. Creo que le gustará.

El camarero [...] sirvió un chorro en una copa de brandy grande y la dejó delante del hombre, que vio entonces que el líquido no era claro, sino que tenía el brillo azul plateado de la nieve al caer la noche. Cogió la copa, removió el líquido contra el cristal, consciente de que tanto el camarero como la mujer lo estaban mirando, a la espera, y se la llevó luego a la nariz: sintió el olor limpio y tonificante de la ropa de cama lavada en una lavandería industrial, dio un sorbo y retuvo el líquido un momento en la boca: fresco y aromático, con un leve sabor a lejía, berro, hierbabuena y arroz.

Dejó el vaso despacio en la barra y dijo: Está buenísimo».

Esta mujer no es la mujer. Esta tiene nombre, Livia Pinheiro-Rima. La mujer está en su habitación descansando. Livia es uno de los personajes con los que el hombre se encuentra. Un personaje que, aunque no lo sepamos, va a tener una intervención imprescindible en la historia. También será importante Lárus. Y el bar. Todas las noches, el hombre terminará en el bar. «Siempre había soñado con ser cliente habitual de un bar, donde lo atendería un camarero que lo conociera y lo apreciara, pero como rara vez bebía y casi nunca iba a bares, este sueño siempre se le escapaba. A lo mejor, pensó, lo encontraba aquí, tan lejos de casa, pues se sentía especialmente a gusto y bien acogido en el íntimo y oscuro bar del Borgarfjaroasysla Grand Imperial».

En el bar conocerá también al ejecutivo que también será importante en la historia y le revelará al hombre cosas que desconocía de sí mismo. Y fuera del bar, fuera del hotel, surgirán otros nombres, otros personajes menos importantes puede ser, pero tan excéntricos como los anteriores porque toda la historia se desarrolla entre tinieblas; las de la noche, las del invierno, las del bosque, las de la media luz del bar. Hay algún momento luminoso de sol y nieve deslumbrante, pero es escaso, un intermedio entre noche y noche dando la sensación de que apenas amanece el sol vuelve a ponerse tras el manto de nieve y la negrura de los árboles.

La relación entre el hombre y la mujer también es neblinosa. La enfermedad de ella la hace susceptible y a él lo aleja de lo que no admite ni entiende. La sinceridad que siempre han practicado le impide darle falsas esperanzas que él no tiene. «La sinceridad en sí misma está bien, pero… ¡Tampoco hay que pasarse! La sinceridad puede ser muy desagradable. Y dañina. Eso en el mejor de los casos. Tienes que hacer todo lo posible por allanarle el camino a tu mujer». Hace he tiempo que pienso que la sinceridad está sobrevalorada.

Los sucesos que le ocurren al hombre son surrealistas, oníricos y a la vez verosímiles. Las pocas salidas fuera del hotel que hace por la noche están llenas de amenazas. Las salidas diurnas con la mujer tienen dos destinos, la casa del hermano Emmanuel y el orfanato. Al segundo van voluntariamente, a la primera los lleva una trampa, un enredo bienintencionado que finalmente será parte del destino. 

Peter Cameron

Lo que pasa de noche rezuma magia por cada renglón. Magia buena y magia menos buena. Magia en la forma y magia en el contenido. Las escenas se suceden con diálogos ágiles y un tanto increíbles; escenarios decadentes o góticos o recargados o agobiantes o todo ello a la vez; sucesos irreales dignos de cuento de hadas, hadas buenas o hadas malas; y siempre la magia de las palabras porque la prosa de Peter Cameron es de una belleza abrumadora, su sensibilidad para narrar emociona. Lo leo y me sorprendo sonriendo y no sonrío porque la escena lleve a ello, lo que me lleva a sonreír es la belleza, la originalidad, el genio. «El silencio y la quietud eran tan profundos que ver cobrar vida al coche resultó tan escalofriante como ver a un insecto encerrado en ámbar que despliega las alas y sale volando». ¿No es genial de puro bello?

La novela empieza y termina en un tren mientras anochece. Una ida oscura y triste, una vuelta luminosa y esperanzada. Y todo ello expresado con las palabras justas, las frases precisas y las imágenes preciosas. La cita con la que abro la entrada es el inicio del libro y ese anochecer en el tren a la ida. La cita con la que termino es también con la que termina el libro y el anochecer en el tren a la vuelta. Véase.

«Se dio cuenta de que mientras [...] dormían el tren había cambiado ligeramente de rumbo, hacia el sur, lo suficiente para que se viera el sol. El luminoso disco naranja pegado al horizonte derramaba su luz dorada y cálida en las llanuras blancas, y estas la reflejaban en las ventanillas del tren, iluminando el compartimento como una antorcha.

Despertó a Simon y lo puso delante de la ventanilla. Quería que viese el sol antes de que desapareciera».

Otras novelas de Peter Cameron que he leído:

Un fin de semana

Algún día este dolor te será útil

Aquella tarde dorada

Coral Glynn

Título del libro: Lo que pasa de noche

Autor: Peter Cameron
Nacionalidad: Estados Unidos
Título original: What happens at night

Traducción: Catalina Martínez Muñoz

Editorial: El Asteroide

Año de publicación: 2022

Año de publicación original: 2020

Nº de páginas: 280