"Un fin de semana" Peter Cameron
"Si Tony estaba en una fiesta, había algo que terminaba por suceder siempre, de manera invariable: la gente bailaba o cantaba, o se bañaba desnuda o desfilaba, o jugaba a juegos. Se tiraban y se rompían cosas y, en mitad de aquel furor, Tony era capaz de permanecer relajado. Cuando estaba Tony, era fácil desaparecer. Si Tony estuviera abajo también, John no vacilaría en bajar. Pero Tony estaba muerto".
Hay fines de semana en los que cabe toda una vida porque en ellos se resume el pasado y en ellos se anticipa, aunque veladamente, el futuro. Puede que este fin de semana sea uno de ellos porque muchas cosas van a pasar ante los ojos del lector. Cosas veladas entre las actividades cotidianas y normales, casi vulgares, de un fin de semana en el campo en pleno verano. Comidas al aire libre, siestas al sol, baños en el río, paseos entre los árboles al anochecer...
Robert y Lyle se disponen a pasar un fin de semana en casa de Marian y John. Robert y Lyle se han conocido hace poco. Lyle es crítico de arte y su último libro, Neo-esto, neo-aquello: auge y caída de la pintura contemporánea, ha tenido gran éxito. El suficiente como para que le invitaran a impartir unas charlas para artistas emergentes en las que encontró a Robert, un pintor joven que trabaja de camarero. La relación entre ellos está recién empezada y supone para Lyle la esperanza de empezar a pasar página y recuperarse de la muerte de Tony, el hombre con el que compartió nueve años de su vida y que murió el verano anterior. Y es que piensa que no ha hecho "avance alguno en su duelo por la muerte de Tony. Había dado por sentado que el proceso progresaría de manera matemática, como una disminución gradual pero inexorable de la tristeza. Como un viaje lento pero seguro. [...] Sin embargo, el viaje de Lyle no estaba siendo así". Tony seguía siendo una presencia en su vida, nítida y dolorosa.
Marian y John esperan en su casa de campo, al norte del estado de Nueva York, a su amigo Lyle que no los visita hace ya mucho tiempo. Los tres se conocen desde hace más de veinte años, desde la Universidad. Marian ha transitado por los oscuros caminos de la depresión. Ello en parte fue lo que los llevó a vivir al campo, y ahora, lejos del trajín y el gentío de la ciudad y con su hijo de casi un año, parece haber dejado de lado sus fantasmas más perturbadores. Marian y John esperan a Lyle con ilusión, sobre todo Marian. "Esto de vivir en el campo se hace muy aburrido sin ti por aquí. Cuando nos mudamos me dijiste que vendrías a visitarnos todo el rato". Ilusión que se mezcla con un poco de aprensión porque Lyle viene acompañado de un amigo o, presumen, de algo más que un amigo. Nada del otro mundo si no fuera porque Tony, el antiguo novio de Lyle, era el hermano de John. "—Eran hijos de la misma madre. Los padres de John se divorciaron y su madre se fue a vivir a Italia. Tony nació allí. Suena más complicado de lo que es".
Conocer gente nueva es todo un desafío para algunas personas. Lo es para mí. Cualquier desconocido inesperado que aparece en una reunión en la que no cuento con él se transforma de inmediato en el enemigo. No dura mucho. Lo que tardo en hablar con esa persona y ver que es como todo el mundo. Ahora ya, un conocido. Pero la siguiente vez, me vuelve a pasar lo mismo. La costumbre no me ayuda a acostumbrarme y cada vez, los desconocidos, suponen para mí el mismo trauma mezcla de timidez y miedo a lo desconocido, a desconocerme, porque como dirá Marian "eso es lo interesante de conocer gente nueva: uno se ve a sí mismo de otro modo".
Tal vez es eso lo que me asusta, verme de un modo nuevo, distinto, en el que no me identifico conmigo misma, con quien estoy acostumbrada a quedarme a solas. Un desconocimiento que temo quizás más en los demás. Miedo a que los demás me vean distinta a como yo creo que me ven.
Me pongo en la piel de Robert y veo que yo no hubiera ido ni loca a esa casa en el campo ese fin de semana, pero Robert tiene esperanzas puestas en Lyle. Tal vez para él conocer a los mejores amigos, a lo más similar a una familia, de su nueva pareja, es todo un reto, algo que le ayudará a afianzar su relación. Hacemos esfuerzos cuando una relación nos interesa que, en cualquier otro caso, serían impensables.
Me pongo en la piel de Marian y John. El amigo esperado y anhelado viene con el enemigo (el desconocido). Aunque seguramente, ellos no padecen mis problemas de timidez. No Marian, desde luego. Un poco más, quizás, John. Quieren alegrarse por Lyle, quieren que supere su pérdida y empiece a ser feliz y recupere las ganas de vivir con una nueva relación. De hecho, se alegran; quieren demasiado al amigo como para que no les haga felices verle sonreír de nuevo esperanzado. Pero al mismo tiempo no pueden evitar, sobre todo Marian, un cierto resquemor ante la suplantación del amigo muerto. Para John y Marian, acostumbrados a ver a Lyle en otra compañía más querida, es extraño verle ahora interpretando con Robert el papel que antes interpretó con Tony "porque ese alguien conocido por ti desaparece y es reemplazado por otra persona diferente, más compleja. Lo ves girar en esa nueva compañía, revelando nuevas facetas, y no hay nada que puedas hacer, salvo desear que esas otras caras te gusten tanto como la que parecía ser la única cuando te miraba solo a ti".
El fin de semana transcurre lento, con la desgana perezosa de los días lentos del verano. Intercaladas con los acontecimientos se nos muestran pinceladas del pasado, de un pasado en el que Tony brillaba con su luz alumbrando a todos los que lo rodeaban, porque no solo pasaban cosas en las fiestas en las que él estaba presente. Tony era capaz de inventar mundos en los que yo estaría encantada de vivir; deseaba inventar un país entero, "todas las ciudades y pueblos y restaurantes y hoteles y museos y catedrales. O a lo mejor las catedrales no. No creo que hubiera catedrales en este país. Serían otra cosa, algo más divertido, como garitos. O spas. [...] En ese país siempre estaríamos en el siglo xix, creo. Pero con electricidad y agua corriente. Y sin coches. Habría trenes y barcos, pero coches, no". Sí, yo quería vivir en ese país maravilloso en el maravilloso siglo XIX. Querría vivir allí con Tony que cuando asiste a las fiestas siempre ocurre algo. Creo que con él no me asustaría ir a fiestas llenas de desconocidos porque se hacen cosas impensables por amor y tal vez yo me he enamorado de Tony, aunque sé que él nunca me va a corresponder.
Tony se quedó prendido en el recuerdo y en el pensamiento y en todas las nostalgias de Lyle que, aunque sabe que tiene que pasar página y recuperar una vida sin duelo, sabe también que "hay cosas que pierdes y que no vuelven. No puedes recuperarlas nunca, salvo en la copia borrosa que preserva la memoria. Hay cosas que parecen irreconciliables con las que, sin embargo, hay que encontrar la forma de reconciliarse. El simple transcurso de los días atenúa la intensidad del dolor, pero nunca lo desgasta del todo: lo que el tiempo se lleva, se lo lleva, pero te deja con el remanente frío y duro de algo, con un recuerdo que no se puede perder. [...] Y aquí, como una piedra que llevo conmigo a todas partes, tengo un pedazo del corazón de otra persona que guardé de un viaje que hice una vez".
Pero la novela es más de lo que podría parecer. Hay más personajes, del pasado y del presente, de los que no he hablado pero que tienen su importancia; hay sátira y humor ante los anhelos de una clase social acomodada, liberal y progresista que no termina de encontrar su cuota de felicidad entre el desarraigo y los miedos; hay situaciones supuestamente sencillas, conversaciones inocuas en apariencia, episodios aparentemente sin importancia. Mucha vida cotidiana que va llevando por caminos que nos hacen vislumbrar que ese fin de semana va a tener mucha importancia en el devenir de las vidas de sus protagonistas.
Una novela que parece hecha a la medida de mis más genuinos gustos literarios, que me ha hecho descubrir un nuevo autor en el que seguiré profundizando y que me reafirma en mi idea de que la literatura actual estadounidense está tocada por la gloria de las musas.
Hay fines de semana en los que cabe toda una vida porque en ellos se resume el pasado y en ellos se anticipa, aunque veladamente, el futuro. Puede que este fin de semana sea uno de ellos porque muchas cosas van a pasar ante los ojos del lector. Cosas veladas entre las actividades cotidianas y normales, casi vulgares, de un fin de semana en el campo en pleno verano. Comidas al aire libre, siestas al sol, baños en el río, paseos entre los árboles al anochecer...
Robert y Lyle se disponen a pasar un fin de semana en casa de Marian y John. Robert y Lyle se han conocido hace poco. Lyle es crítico de arte y su último libro, Neo-esto, neo-aquello: auge y caída de la pintura contemporánea, ha tenido gran éxito. El suficiente como para que le invitaran a impartir unas charlas para artistas emergentes en las que encontró a Robert, un pintor joven que trabaja de camarero. La relación entre ellos está recién empezada y supone para Lyle la esperanza de empezar a pasar página y recuperarse de la muerte de Tony, el hombre con el que compartió nueve años de su vida y que murió el verano anterior. Y es que piensa que no ha hecho "avance alguno en su duelo por la muerte de Tony. Había dado por sentado que el proceso progresaría de manera matemática, como una disminución gradual pero inexorable de la tristeza. Como un viaje lento pero seguro. [...] Sin embargo, el viaje de Lyle no estaba siendo así". Tony seguía siendo una presencia en su vida, nítida y dolorosa.
Marian y John esperan en su casa de campo, al norte del estado de Nueva York, a su amigo Lyle que no los visita hace ya mucho tiempo. Los tres se conocen desde hace más de veinte años, desde la Universidad. Marian ha transitado por los oscuros caminos de la depresión. Ello en parte fue lo que los llevó a vivir al campo, y ahora, lejos del trajín y el gentío de la ciudad y con su hijo de casi un año, parece haber dejado de lado sus fantasmas más perturbadores. Marian y John esperan a Lyle con ilusión, sobre todo Marian. "Esto de vivir en el campo se hace muy aburrido sin ti por aquí. Cuando nos mudamos me dijiste que vendrías a visitarnos todo el rato". Ilusión que se mezcla con un poco de aprensión porque Lyle viene acompañado de un amigo o, presumen, de algo más que un amigo. Nada del otro mundo si no fuera porque Tony, el antiguo novio de Lyle, era el hermano de John. "—Eran hijos de la misma madre. Los padres de John se divorciaron y su madre se fue a vivir a Italia. Tony nació allí. Suena más complicado de lo que es".
Conocer gente nueva es todo un desafío para algunas personas. Lo es para mí. Cualquier desconocido inesperado que aparece en una reunión en la que no cuento con él se transforma de inmediato en el enemigo. No dura mucho. Lo que tardo en hablar con esa persona y ver que es como todo el mundo. Ahora ya, un conocido. Pero la siguiente vez, me vuelve a pasar lo mismo. La costumbre no me ayuda a acostumbrarme y cada vez, los desconocidos, suponen para mí el mismo trauma mezcla de timidez y miedo a lo desconocido, a desconocerme, porque como dirá Marian "eso es lo interesante de conocer gente nueva: uno se ve a sí mismo de otro modo".
Tal vez es eso lo que me asusta, verme de un modo nuevo, distinto, en el que no me identifico conmigo misma, con quien estoy acostumbrada a quedarme a solas. Un desconocimiento que temo quizás más en los demás. Miedo a que los demás me vean distinta a como yo creo que me ven.
Me pongo en la piel de Robert y veo que yo no hubiera ido ni loca a esa casa en el campo ese fin de semana, pero Robert tiene esperanzas puestas en Lyle. Tal vez para él conocer a los mejores amigos, a lo más similar a una familia, de su nueva pareja, es todo un reto, algo que le ayudará a afianzar su relación. Hacemos esfuerzos cuando una relación nos interesa que, en cualquier otro caso, serían impensables.
Me pongo en la piel de Marian y John. El amigo esperado y anhelado viene con el enemigo (el desconocido). Aunque seguramente, ellos no padecen mis problemas de timidez. No Marian, desde luego. Un poco más, quizás, John. Quieren alegrarse por Lyle, quieren que supere su pérdida y empiece a ser feliz y recupere las ganas de vivir con una nueva relación. De hecho, se alegran; quieren demasiado al amigo como para que no les haga felices verle sonreír de nuevo esperanzado. Pero al mismo tiempo no pueden evitar, sobre todo Marian, un cierto resquemor ante la suplantación del amigo muerto. Para John y Marian, acostumbrados a ver a Lyle en otra compañía más querida, es extraño verle ahora interpretando con Robert el papel que antes interpretó con Tony "porque ese alguien conocido por ti desaparece y es reemplazado por otra persona diferente, más compleja. Lo ves girar en esa nueva compañía, revelando nuevas facetas, y no hay nada que puedas hacer, salvo desear que esas otras caras te gusten tanto como la que parecía ser la única cuando te miraba solo a ti".
Peter Cameron |
Tony se quedó prendido en el recuerdo y en el pensamiento y en todas las nostalgias de Lyle que, aunque sabe que tiene que pasar página y recuperar una vida sin duelo, sabe también que "hay cosas que pierdes y que no vuelven. No puedes recuperarlas nunca, salvo en la copia borrosa que preserva la memoria. Hay cosas que parecen irreconciliables con las que, sin embargo, hay que encontrar la forma de reconciliarse. El simple transcurso de los días atenúa la intensidad del dolor, pero nunca lo desgasta del todo: lo que el tiempo se lleva, se lo lleva, pero te deja con el remanente frío y duro de algo, con un recuerdo que no se puede perder. [...] Y aquí, como una piedra que llevo conmigo a todas partes, tengo un pedazo del corazón de otra persona que guardé de un viaje que hice una vez".
Pero la novela es más de lo que podría parecer. Hay más personajes, del pasado y del presente, de los que no he hablado pero que tienen su importancia; hay sátira y humor ante los anhelos de una clase social acomodada, liberal y progresista que no termina de encontrar su cuota de felicidad entre el desarraigo y los miedos; hay situaciones supuestamente sencillas, conversaciones inocuas en apariencia, episodios aparentemente sin importancia. Mucha vida cotidiana que va llevando por caminos que nos hacen vislumbrar que ese fin de semana va a tener mucha importancia en el devenir de las vidas de sus protagonistas.
Una novela que parece hecha a la medida de mis más genuinos gustos literarios, que me ha hecho descubrir un nuevo autor en el que seguiré profundizando y que me reafirma en mi idea de que la literatura actual estadounidense está tocada por la gloria de las musas.
Título del libro: Un fin de semana
Autor: Peter Cameron
Título original: The Weekend
Título original: The Weekend
Traducción: Álvaro Marcos
Editorial: Asteroide
Año de publicación: 2018
Año de publicación original: 1994
Nº de páginas: 248
Esta historia parece un estudio psicológioc del comportamiento humano en grupo, como un Gran Hermano a pequeña escala. Parece una de esas obras de teatro con solo cuatro personajes que interactúan sacando a relucir sus personalidades y sus prejuicios. O una obra de Ingmar Bergman sobre las relaciones humanas. Supongo que me paso de adivino sin haber leído esta novela y basándome únicamente en lo que me ha parecido entender y he entresacado de tu reseña.
ResponderEliminarEn mi humilde opinión, Tony tiene que ser un personaje muy especial (así lo parece) para que la historia gire a su alrededor una vez muerto, pues de lo contrario me resultaría un tanto aburrida y farragosa, cosa que entiendo que no es así. Por lo general, las historias que se desarrollan a base de recuerdos suelen gustarme mucho.
Si sigues leyendo otras obras de este autor ya nos darás tu impresión global.
Un beso.
Si te refieres al "Gran Hermano" de Orwell, diré, para mi vergüenza, que no he leído "1984". Si te refieres a esa vergüenza (esta vez no mía) de programa televisivo, pues puede que sí, pero con personajes humanos y con sentimientos humanos, ja, ja.
EliminarSí que se podría comparar con el cine de Bergman y su profundización en los sentimientos humanos, pero sin esa opresión y angustia que caracteriza las películas del director, esos ambientes cerrados... no sé, hace mucho que no veo películas de Bergman, pero las recuerdos agobiantes y deprimentes (y conste que me gustan) Los americanos llevan una vida más alegre y relajada y eso se nota en sus novelas que cada vez me gustan más.
Tony está muerto, pero algunos capítulos están ambientados en la época en que estaba vivo y entre eso y los recuerdos que suscita, se ve un personaje muy atractivo.
Tengo echado el ojo a otras dos novelas del autor. A ver si me quito algún compromiso y algún otro capricho y me puedo volver a poner con él.
Un beso.
Me gusta mucho lo que comentas, creo que disfrutaría bastante la lectura. La apunto.
ResponderEliminarBesotes
Seguro que disfrutas. Es corta además con lo que se lee muy bien.
EliminarUn beso.
Hola Rosa, por lo que veo se trata de una novela muy gustosa de leer y de un autor que demuestra la calidad de la narrativa estadounidense contemporánea. Observo que la publicación original es del año 1994, por lo que entiendo no ha llegado a España con su consiguiente traducción hasta la actualidad. Me gusta la temática, y como lo has reseñado. Como dice Josep, veremos si te animas con más libros del autor. Besos y buen fin de semana.
ResponderEliminarIndagando por la red, he visto que hay una edición de Alba de 1996 y con otra traducción. Pero debe de estar súper agotada. Esta se la debemos al esfuerzo que Libros el Asteroide hace por recuperar autores y novelas. Y lo hace con tal acierto que leer libros de la editorial es garantía de calidad. Ni uno he leído que no me haya gustado.
EliminarSeguro que en unos meses leeré más cosas de Peter Cameron. Antes tengo alguna cosa mandada por el autor, lecturas para la tertulia del insti y otros caprichos propios.
Un beso.
No conocía el nombre del autor y menos el título de su novela. Es cierto que cuando Libros del Asteroide publica alguna obra raramente es mala; a mí está editorial me da mucha confianza. Luego tras leer tu reseña me reafirmo en que está novela debe de ser interesante. A mí estas historias que tienen un fuerte componente psicológico y que caminan en círculos dándonos -dosificandonos, más bien- las informaciones en estudiadas dosis suelen agradarme. Como Josep María que me ha precedido en el comentario estaré atento a tu opinión sobre otras novelas del autor, si es que decides ir en busca de ellas.
ResponderEliminarBuen fin de semana. Un beso
Ya he ido en busca de más novelas del autor y tengo dos apuntadas. Tendrán que esperar su turno.
EliminarTodo eso que comentas es esta novela: psicología de personajes, situaciones que se nos van contando poco a poco y no de forma lineal. Es lo que se llama una novela de personajes y de situaciones que son las que más me gustan. Y con esa ligereza de la literatura estadounidense que, sin pretensiones, te cuenta cosas de las que le pueden pasar a cualquiera Te cuenta vidas y te engancha porque eso, la vida, es lo que nos sucede a todos.
Yo también me fío totalmente de Libros El Asteroide.
Un beso.
Es que Lyle hace un poco de trampa y creo recordar que hasta que no están en camino hacia la casa de John y Marian no le cuenta a Robert cuán profunda era la relación de estos con Tony. Porque es cierto que vaya papelón que tiene el pobre de Robert. Y fíjate también qué curioso es que John, que es el más introspectivo, en cierto modo es el más receptivo.
ResponderEliminarBueno, ya sabes que me encantó esta novela. Es de esas historias en las que parece que casi no ocurre nada y sin embargo pasan tantas cosas... Y Peter Cameron también fue para mí todo un descubrimiento. Espero leer más suyo.
Besos
Sí, es cierto, Lyle juega sus cartas, pero las juega con bastante sinceridad y realismo, aunque en ese caso dosifique demasiado la información.
EliminarDe todas formas, yo no hubiera ido (o me hubiese costado muchísimo) aun no sabiendo la relación de Tony con los anfitriones. Eso de ir a una casa en la que no conozco a nadie, a pasar un fin de semana, me produciría terror.
Me he sentido muy identificada con John. Yo soy bastante poco sociable, pero creo que también soy bastante receptiva. Suelo aceptar y comprender, sin problema, situaciones que a otras personas les parecen reprobables o, cuando menos, extrañas. Soy bastante respetuosa con cualquier contexto por poco habitual que sea, siempre que sea respetuoso a su vez. Ya sabes, vive y deja vivir: típico de una persona que lo que más desea es que la dejen en paz.
Tal vez esa introspección nos da la oportunidad de pensar y analizar escenarios de todo tipo. En la situación de John, yo también me refugiaría en el huerto, pero yo me pondría a leer. El trabajo hortofrutícola es muy duro.
Un beso.
Qué gustazo leer tu reseña, Rosa. A lo mejor ya ni tengo que leer el libro para quedarme con lo mejor de él, tú lo has desgranado para nosotros :))
ResponderEliminarQué casualidad que hables de reuniones de amigos donde hay desconocidos. Hace poco mi cuñado y su pareja nos invitaron a pasar el día en un cortijo, con su "pandilla". Eran más de treinta personas que no conocíamos de nada y mi primera reacción fue decir "qué horror, yo no voy". Luego lo pensé mejor y decidí que sería una prueba, hace como un millón de años que no me veía en una situación así. Fuimos y no es que fuera el mejor día de nuestra vida, pero "engrasamos" un poco nuestras capacidades socializadoras y no lo pasamos mal jajajaja. Comprendo perfectamente tu timidez en esas situaciones :))
Todas tus reseñas me gustan pero hay algunas que me parecen soberbias en sí mismas, al margen del libro. Ésta ha sido una de ellas.
¡Un besazo de finde, guapa!
Gracias por tus palabras. Así da gusto escribir.
EliminarYo he estado en tres ocasiones en situaciones de fiestas de un montón de gente. Han sido cumpleaños (dos de ellos, sorpresa) de esos multitudinarios en los que se invita a toda la gente que se conoce o poco menos. Los días previos estaba súper nerviosa, pero la verdad es que en las tres ocasiones lo pasé bien y fue peor lo imaginado antes que lo realmente sentido después, como suele suceder.
Y por muy buena que sea mi reseña, te aconsejo leer el libro porque es infinitamente mejor y yo no cuento mucho tampoco. Lo verdaderamente importante, queda oculto, aunque pueda parecer mentira.
Un beso.
Tengo reciente el recuerdo de esta novela gracias al blog de Lorena, con una magnífica reseña sobre estos personajes un tanto snobs, decía nuestra común amiga. Y ahora se suma la tuya, igualmente seductora sobre estos neoyorquinos sofisticados que se refugian en la campiña.
ResponderEliminarTambién me incomodan, a priori, las reuniones en las que apenas conoces a la gente, pero igualmente se me pasa el agobio, y luego rajo lo mío... no te creas, jaja. Aunque yo estoy la mar de a gusto enclaustrado en mi mundo, que es casi como decir en los libros, o paseando solo por el campo.
Ha sido interesante volver a saber del libro a través de dos grandes lectoras ;)
Besos y buen finde, Rosa.
Lorena fue la que me llevó a leer esta y tantas otras novelas.
EliminarSí, los personajes son gente guapa y rica, aunque no muy feliz, la verdad. Tampoco es que tengan ellos toda la culpa de su infelicidad porque las circunstancias no han sido muy amables, pero se intuye en ellos, sobre todo en Marian y John, esa infelicidad que deriva de la insatisfacción de los que lo tienen todo. Lyle y Robert, son otra historia
Yo, en las reuniones con mucha gente y mucho desconocido, como pille a alguien con quien me sienta a gusto, también soy capaz de hablar mucho, pero por si acaso, procuro arrimarme a la gente que ya conozco y con la que sé a qué atenerme, ja,ja.
Un beso y feliz fin de semana para ti también.
No conocía el libro ni al autor, pero me ha gustado todo lo que has explicado. Me lo apunto, aunque no sé cuándo lo leeré. Conocer gente nueva en una reunión o en una simple cena a veces puede ser tedioso o a veces genial. Yo no soy tímida pero a veces sí me sale un lado un poco antisocial. Y entiendo lo que comentas.
ResponderEliminarRespecto al tiempo del duelo, creo que es un tema puramente personal y nunca sabes cómo lo vas a llevar. Tengo una amiga que está pasando el duelo de la muerte de su padre y lleva dos años muy mal. A veces me sorprende que no trate de estar mejor, pero luego me doy cuenta de que no soy nadie para juzgar y menos cuando no he pasado ni por esa experiencia. Cada uno necesita el tiempo que necesita y punto.
Me ha llamado mucho la atención este libro, anotado queda!!
Un besote!!
Conocer gente nueva, a priori, para mí no es tedioso ni genial, sino muy tenso y digno de tomar un ansiolítico. Luego ya, una vez conocido el personal, puede convertirse en tedio o interés. Lo malo son los antes porque yo soy de una timidez casi patológica.
EliminarLos duelos dependen de muchas cosas. Cuando yo era niña, o muy joven pensaba que nunca podría superar la muerte de mis padres, pero les va llegando el momento y de pronto sientes que estás preparada. Cuando murió mi padre en junio, era algo que se veía venir por su enfermedad y lo único que quería era que no sufriera lo que, afortunadamente, se cumplió. Lo sentí, por supuesto, y le echo mucho de menos, y a veces deseo con enormes ganas poder volver a verle, aunque sea en forma de fantasma (a mí no se me aparecen, con lo que me gustaría), pero no ha sido ningún trauma. Lo malo es cuando las cosas suceden antes de tiempo. Y luego, claro, depende también de cada persona. Es algo que hay que respetar de manera absoluta.
El libro es muy bueno. Te gustará.
Un beso.
Yo me voy de tu reseña completamente convencida. Disfruté mucho en su día de otro de sus libros (Algún día este dolor te será útil) así que me apunto este libro para comprarlo el día del libro ;-)
ResponderEliminarBesos y feliz sábado!
"Algún día ese dolor te será útil" es una de las que tengo echado el ojo. En cuanto me puse a indagar en el autor y su obra, ese título me enamoró. Puede que yo también lo compre el día del libro. Si puedo resistir hasta entonces.
EliminarUn beso.
Con cada persona nueva se pierde esa falsa sensación de control que tratamos de ejercer sobre nuestro entorno y de ahí viene el desasosiego. A las personas introvertidas nos pasa más o de forma más intensa, pero creo que es algo universal.
ResponderEliminarConforme leía iba diciéndome, "esta novela es marca Rosa Berrós" y me topo con el último párrafo, jaja.
Disfruta del fin de semana.
Un abrazo.
Es curioso cómo llegamos a conocernos tan solo con hablar de libros y de lo que nos gusta. Pues ahora que ya sabes cuál es mi marca, no dejes de avisarme cuando encuentres algo que responda a ella.
EliminarEstaba claro que era un libro de "los míos". Lorena y yo tenemos gustos parecidos (salvo en lo que a negra y criminal se refiere, ja, ja).
Yo es que, aparte de introvertida, soy tímida y lo paso fatal. Con desconocidos con los que no me encuentro a gusto enseguida, mi conversación debe de ser aburrida hasta la lipotimia. Pienso qué podría decir y la mente se me cierra con lo que termino acudiendo a lugares comunes y frases hechas. Luego, a solas, se me ocurren cosas brillantes que podría haber dicho y me daría de bofetadas, pero bueno, me tengo asumida. Y hasta me quiero a pesar de todo.
Un beso.
Lo que nos cuentas en esta reseña tiene muy buena pinta, d emodo que este me parece qeu si lo voy a anotar a mi lista de libros pendientes.
ResponderEliminarEn cuanto a las reuniones, esas en las cuales no conoces a nadíe, tengo la suerte de ser una persona muy abierta y no me cuesta nada, pero nada hacer enseguida con la persona que tengo al lado y darme a la conversación, de modo que para mi no es ningún problema, eso si mi marido si que es mas tímido y le cuesta mal, y aunque al principio le cuesta luego se suelta y lo acabamos pasando bien.
Besos y buena primavera.
Yo, normalmente, también termino pasándolo bien, pero los previos, los días antes si es algo planeado, lo paso fatal. Si voy a una reunión de amigos y resulta que hay alguien desconocido con quien no contaba, me siento muy incómoda de entrada, aunque luego suelo ar a gusto y entenderme con la persona porque ya se sabe: los amigos de mis amigos... De hecho, así se conoce a la mayoría de la gente por amigos que te presentan amigos. pero al principio, es todo un trauma.
EliminarEl libro es genial y creo que te gustará.
Un beso.
¡Hola!
ResponderEliminarPues esta sí que me gustaría, ainnnns mi lista crece y crece.
Qué buena reseña has hecho, com siempre.
Muy feliz semana.
Las listas crecen sin remedio. Estoy por romper la mía y volver a empezar de tantos libros como hay en ella que nunca podré leer.
EliminarMe alegro de que te haya gustado la reseña. Este es uno de esos libros que no hubiera querido perderme por nada del mundo.
Un beso.
hola! como siempre un lujazo leerte y titulos muy llamativos para mi lista que se titula Rosa,en mi cuaderno, sino después no recuerdo a quien cada cosa, tu eres la principal fuente de recomendaciones!!
ResponderEliminar¡¡No me lo puedo creer!! ¿Doy nombre a una lista en tu cuaderno? Es todo un lujo que agradezco muchísimo. Me alegro de serviros de guía lectora. Todo un honor.
EliminarMil besos y mil gracias.
Post interesante, me encanta venir pues siempre me topo con algo que me gusta, un saludo y un gusto estar aqui.
ResponderEliminarMe alegro de que encuentres en este blog cosas que te interesan y te gustan.
EliminarUn beso y sé bienvenida.
La muerte tiene esa inmediata tristeza salvaje, pero tiene otra tristeza más profunda y pausada, una tristeza melancólica cuando nos damos cuenta de que la vida sigue. Nos hace ver que cuando nosotros no estemos otro día amanecerá sin nosotros para verlo. Leyendo tu reseña, me ha producido esta sensación, parecida a cuando leí El Aleph de Borges.
ResponderEliminarMagnífica reseña que demuestra todo tu oficio porque esta novela es de esas que leyéndola te atrapa en las emociones que consigue, pero que a la hora de explicarla, y hacerla atrapante, solo está a la altura de lectoras como tú. Un fuerte abrazo, Rosa!!
Deduzco que la has leído por lo que cuentas. Me ha parecido una novela preciosa. Tan sencilla en acontecimientos, pero tan rica en sentimientos y emociones.
EliminarLa muerte de Tony sobrevuela toda la historia y es cierto que la necesidad de seguir adelante con sus vidas del resto lo tiñe todo de melancolía y nostalgia.
Hay que ser un gran escritor para transmitir tantas sensaciones con la pura cotidianidad de un fin de semana de verano en el campo.
Un beso y gracias por tus palabras.
De Cameron sólo he leído una de sus novelas, Un día este dolor te será útil, y recuerdo que me dije tenía que leerle más, una novela no es suficiente para obtener una idea de la escritura de un autor. Me gustó y con lo que nos has contado en tu reseña creo que Un fin de semana también podría gustarme, así que tomo nota Rosa de tu recomendación.
ResponderEliminarAbrazos.
"Un día este dolor te será útil" es la siguiente nivela de Peter Cameron que quiero leer. Me ga gusta tanto que no creo que sea cuestión de una sola novela. Ya creía, y tú me lo confirmas, que sus novelas son buenas en general.
EliminarEspero que disfrutes de "Un fin de semana".
Un beso.
La apunté cuando Lorena expresó su parecer. Del mismo autor me espera 'Algún día...'. Me resulta interesante la situación de conocer gente. En lo personal, detesto la multitud porque siento que no comparto más que superficialidades. Por eso, la última vez que recibí un diploma -hace veinte años-, saludé a los pocos conocidos y me fui de la fiesta.
ResponderEliminarTus líneas refuerzan la decisión de hacerme de un ejemplar; el problema es que aún no ha arribado a aquí.
Un beso.
Ay, Marcelo, si a mí me dan un diploma, no podría ir a recibirlo y ser el centro de la atención de todo el mundo. Me pondría malísima el día antes, no sé si real o figuradamente (probablemente, real).
EliminarYo también tengo apuntada esa novela y no creo que tarde mucho en animarme.
"un fin de semana" lo tienes en Amazon. Yo cada vez, compro más allí. En digital, si lo tienen y si no, en papel.
Un beso.
Hola, me atrae mucho está historia, no se si sabría analizarla tan bien como lo has hecho tú, jeje pero creo que la disfrutaré mucho. En estos momentos estoy de pendientes bien surtida, así que habrá de esperar, pero me lo llevo apuntado. Gracias por la reseña.
ResponderEliminarUn saludo
Es una preciosa novela que no se tarda demasiado en leer y que cuenta muchas cosas de los seres humanos y de una forma muy sencilla. Es de esas historias en que parece que no sucede nada extraordinario más allá de un fin de semana en el campo, pero que está llena de acontecimientos soterrados.
EliminarMuy recomendable.
Un beso.