"Papá nos quiere" Leticia G. Domínguez

A medida que pasa el tiempo y crezco, siento que mamá y papá han ido cosiendo una funda de colchón con los trocitos de piel que me arrancan con sus palabras y actos. Esa es la funda sobre la que depositan su peso al dormir, muy lejos el uno del otro, la que manchan con el sudor de sus pesadillas, la infección de sus enfermedades: ¿quedará algo de piel para esa mujer que vivirá lejos de esta casa y que llevo tantos años esperando ser?

[…] me doy cuenta de que, a pesar de mi juventud, a pesar de vivir independizada en Madrid, simplemente no puedo seguir. No puedo avanzar porque carezco de fuerzas, desconozco cuáles son mis deseos. No puedo sentir ni oír nada dentro de mí, allí no existe más que la noche guardada en un cuarto muy pequeño. Hay un cable telefónico cortado entre las preguntas que formula mi boca, y mi interior, que debería darme alguna respuesta.


La narradora está a punto de cumplir veinticinco años cuando comienza la historia y cuando escribe las palabras citadas arriba. Vive en Madrid, trabaja y es independiente, pero esa independencia económica no ha llegado a traducirse en lo emocional. Emocionalmente es prisionera del pasado, de un pasado que se prolonga en el presente, de unos padres exigentes, controladores, autoritarios y, en el caso del padre, violento.

Ahora, a punto de cumplir veinticinco años, su prima y hermana adoptiva, Jade, le hace prometer que visitará a un terapeuta. Y es solo por esa promesa por lo que la narradora empieza a visitar a Gomes. 

Y así, ante la insistencia del terapeuta, va sacando de su memoria un pasado cruel y violento. Y lo va compartiendo con nosotros a la vez que lo comparte con él y vamos viendo, casi con terror, cómo se puede matar a una persona desde la cuna, cómo se la puede matar mientras aparentemente sigue viva y cómo ese crimen puede ser obra de los padres. 

«Muchos años después y tumbada en el diván, Gomes me explica que lograr empatizar con la niña que fui es clave para deshacer los nudos que siento en mi garganta, ojos, estómago y muslos: para que nazca de nuevo el deseo. Tus padres lo han ensuciado todo, dice tras escuchar este relato. Tengo veintiséis años ya, pero me quedo en silencio porque no le comprendo: qué querrá decir, suena a perversión. Cómo no sé llevar la contraria, diría que sí, pero lo cierto es que en lo tocante a mis padres todo es diferente, siento que debo tener cuidado. No puedo evitar susurrar: Pero les quiero. Mis padres lo han hecho todo por mí, digo un poco más alto. Luego aprieto la boca, decido quedarme callada».

Cada capítulo, imagino, supone una visita al terapeuta. Suelen empezar y terminar hablando de él y del presente para contarnos, en lo grueso de cada uno, una etapa de la infancia, adolescencia o juventud. La vida de la narradora va pasando ante nuestros ojos y la vamos viendo cada vez más herida, más muerta, más perdida para un futuro que se presenta muy negro. Más prisionera de unos padres que la tienen controlada con medios perversos. El miedo, la amenaza, el chantaje... El padre es el dios omnipotente y omnipresente de la casa. No solo la tiene a ella en un puño, también a la madre, y es que esta es una historia de machismo profundo. «Mamá y papá no se hablan desde la pelea en la que él le retorció el brazo, la empujó contra la pared y luego le puso la mano en el cuello, como estrangulándola». Pero en ese machismo la madre es víctima y victimario porque ella no es menos machista que el marido. 

La figura de la madre es la que me ha resultado más difícil de asimilar. Padres violentos y controladores son algo asumido, pero una madre que lo padece y que a su vez se lo hace padecer a su hija es algo que se escapa a mi comprensión. Tal vez expulsa su dolor hacia su hija como una forma de conjurarlo y de librarse de él. Se aferra al cariño de su hija a la vez que la hiere de la forma más cruel. Y así, tan pronto la toma por confidente de sus quejas hacia el marido, como le recrimina sus ansias de vivir una vida normal; la aleja de toda vida social y la previene contra cualquier amiga que pueda tener.

«Cuando Clara viene a terminar un trabajo de tecnología a casa, a mi madre le asombra que yo no me dé cuenta de su mirada achinada, falsa y envidiosa. Le parece peligrosa mi inocencia frente al veneno que esa cría me puede inyectar: el de la juventud de hoy en día. Soy una ingenua, eso está claro, ¿es que no lo veo? Cuando Teresa me llama por teléfono para preguntar dudas de matemáticas, a mamá le parece muy raro que yo no ponga freno al abuso de esa chica que me quita tiempo de hacer mis propios deberes, ¡qué poco carácter tengo!, ¡qué se apañe la otra como quiera! Soy excesivamente débil, eso que no se me olvide: ¿Cómo no puedes darte cuenta? No quiere que me junte con las sudaquitas, que tienen otra educación y valores, todas muy frescas y espabiladas, mayores antes de tiempo (y que diga "sudaquitas" es como que diga AHÍ abajo, me sienta tan mal como ponerme cuatro compresas para dormir)».

La narradora crece sola, sin amigas, sin la más mínima autoestima, sintiendo siempre que no vale nada. Sometida a todas las armas que sus padres esgrimen para tenerla en su poder. Y a su poder se somete por no hacerles daño. Estudia la carrera que ellos deciden, se viste como ellos quieren y hasta el sobre se lo da su padre cerrado con la papeleta del partido al que debe votar cuando en marzo de 2004, ya con dieciocho años, vota por primera vez. «Mi padre es el único que vota varias veces en las mismas elecciones».

Tan solo en Jade encuentra la complicidad necesaria para que su vida no se convierta en un erial devastado por la soledad. Ambas sufren la presión asfixiante de los padres, ambas aprenden a vivir excluyendo parte de esa vida que tan importante es para un ser en crecimiento. «Jade y yo marginamos de nuestras conversaciones todo lo que ellos dos castigan: chicos, sexo, ropa, pandillas, cine, amigos, viajes, ferias, romerías, cerveza, comida basura, festivales de música. No lo descartamos a propósito: no podemos hablar de lo que no conocemos».

El terapeuta intenta reconciliarla consigo misma, pero tiene ante sí un inmenso trabajo. ¿Cómo sacar del marasmo en que se encuentra sumergida la autoestima de la joven que a los veinticinco años es incapaz de romper cadenas y liberarse? Vive sola en Madrid, pero sus padres tienen la llave de su casa y aparecen cuando quieren, le llevan alimentos que debe colocar con las instrucciones precisas que su padre le da. Y esta lectora se rebela, ¿por qué no cambia la cerradura y se deshace de ellos para siempre? Y esta lectora sigue leyendo y va asimilando lo terrible que puede ser vivir desde el nacimiento bajo unas reglas impuestas, sin conocer otra realidad que esa «que me otorgan mis padres: esa soledad tan grande que me atrapa y de la que hago posesión, un gran regalo que defender a capa y espada para seguir protegiendo a las dos personas sin las que no puedo vivir, papá y mamá, esos conceptos de los que, pese a todo, sigo enamorada».

Y es entonces cuando esta lectora se da cuenta de que está leyendo una novela de terror, porque nada hay más terrorífico que vivir sometida desde la cuna, con toda la crueldad que eso supone, a los dicterios de unos padres que disfrazan de amor su egoísmo y sólo son capaces de entregar a sus hijos unas normas de vida que únicamente ellos entienden y que nadie les ha pedido.

Leticia G. Domínguez

Leticia G. Domínguez tiene algunos rasgos de la narradora. Su novela, que es opera prima, se define como de autoficción. Es licenciada en Ciencias Físicas, como la narradora, y como ella trabaja de programadora de startups o, como se define a sí misma en X, desarrolladora de software. En una entrevista, cuando le preguntan que cómo decidió escribir este libro, responde: «Llevaba tres años de proceso de análisis con mi propia infancia, buscando un reencuentro con la niña que fui, y empecé a ser consciente de hasta qué punto la sociedad ignora las repercusiones de los traumas infantiles en la vida adulta». No sabemos, por tanto, lo que de autobiográfico hay en la novela, lo que sí sabemos es que se ha documentado exhaustivamente acerca de la familia y el maltrato infantil que en ella se dispensa a los niños. Un maltrato que no siempre supone golpes o agresiones sexuales. A veces tan solo es un maltrato psicológico, aunque no por ello menos dañino. Y es que como también dice en esa entrevista: «la familia no siempre es lugar de cuidados y refugio, por mucho que socialmente nos empeñemos en decir que en las familias todo se hace en nombre del amor».

Papá nos quiere la hemos leído conjuntamente para nuestro Debate a tres con Marian, del blog Marian lee más libros, y con Marianna, del blog Los libros de Mava. En los enlaces correspondientes puedes leer las reseñas respectivas.

Título del libro: Papá nos quiere
Autor: Leticia G. Domínguez
Nacionalidad: España
Editorial: Caballo de Troya
Año de publicación: 2023
Año de publicación original: 2023
Nº de páginas: 224
 

Comentarios

  1. ¡Hola, Rosa!
    Concuerdo contigo, una historia de terror que nos ha dejado impresionadas por todos los hechos que en ella se cuentan y sí, cabe preguntarse qué tanto de autobiográfico hay en esta autoficción.
    Un padre machista y una madre que no se queda atrás, llama la atención como ella, siendo víctima del marido, es capaz de comportarse como victimaria con su hija y claro también con Jade, aunque desde el comienzo sabemos que no tolera a su sobrina y una vez que ella se convierte en su hijastra, le muestra su rechazo y hostilidad sin contemplaciones.
    Duele pensar en que hay montones de familias disfuncionales y en el daño que estos padres causan a sus hijos, anulándolos poco a poco desde su niñez 🥲 Aunque algunos padres creen que insultar no es igual que golpear, resulta que las palabras fuertes y humillantes generan los mismos sentimientos de dolor emocional, frustración e impotencia que el castigo físico.
    Una estupenda novela para dar comienzo a nuestro año de lecturas conjuntas, y, tanto para variar, una ópera prima que llega con mucha fuerza y también muchas ganas de desmontar los mitos sobre la familia.
    Has hecho una maravillosa reseña, 👏🏻 Una vez más, me ha encantado compartir y debatir esta lectura con Marian y contigo 😍
    Un beso y feliz fin de semana.

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    1. Me he preguntado frecuentemente leyendo el libro cuánto habría de realidad, cuánto habrá sacado la autora de su propia infancia. Algo hay, desde luego, y espero que no sea mucho. Lo que sí hay, por lo que ella cuenta, es mucha labor de documentación acerca de la psicología infantil, la familia y su relación con los hijos y las secuelas que esa relación deja en los adultos.
      Sí, a veces se cree que solo la violencia física es violencia, pero esa forma de aniquilar deseos, e iniciativas, esa manipulación que mediante la culpa se hace con la voluntad del niño, débil, asustado y necesitado del apoyo de los padres que son sus referentes... Mira, lo escribo y se me ponen, otra vez, los pelos de punta. Efectivamente, hemos empezado el año de lujo en nuestro Debate a tres.
      Un beso.

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  2. Hola, Rosa.
    Vengo de la reseña de Marian.
    Me he quedado a cuadros cuando he leído eso de que los padres también tienen llaves de la casa y siguen amargándole la vida. Pienso como tú, que cambie la cerradura pero entonces la esperarían en la calle, seguro.
    Está claro que todos los padres cometen errores, como seres humanos que son, pero esto no es un error, esto es maldad pura y dura y también estoy de acuerdo contigo, la madre igual de culpable. Que nadie dice que sea fácil salir de ahí, pero se supone que el amor de una madre tiene que darle el valor suficiente.
    Me lo había apuntado y sigue ahí aunque me queda saber algo más del final.
    A ver qué nos cuenta Mava.
    Besos

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    1. Los padres cometemos errores, y algunos (yo misma), enormes, pero lo que tuve muy claro desde antes de que mi hijo naciera es que él no me pertenecía. Él era una persona autónoma y con capacidad de decisión. Los padres de la novela no quieren a sus hijas. Cuando realmente quieres a los hijos, hay errores que nunca cometes. Jamás coartas su vida hasta el punto de anularlos. Y la prueba está en que al hijo sí que lo querían y lo trataban de forma harto distinta.
      Al final yo le encontré una pequeña pega, que es lo que comenta Marian en su reseña, pero no he querido comentarla para que nadie se disuada de leer el libro porque es una cosa menor que, probablemente es debida a mi propia subjetividad y a lo mejor nadie más nota. No dejes de leerlo. Creo que te gustará.
      Un beso.

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  3. ¡Hola Rosa!!
    me parece que te ha quedado una reseña magnífica..., coincidimos en varios de los párrafos elegidos y en nuestras percepciones. Cierto que realmente, si te pones a pensarlo, estamos ante una novela de terror, terror psicológico, pero terror, quizás más terrorífico aún. Y como le acabo de decir a Mariana en su blog, pues cómo a ti, me ha llamado mucho la atención el comportamiento de esa madre que sufre en carnes propias ese tremendo machismo y maltrato psicológico (cierto que algo físico hay, algún retorcimiento de brazo, etc, pero lo predominante de la novela es el tema psíquico) y que es incapaz de proteger a sus dos hijas de pasar por lo mismo. Una madre igual de machista que el marido, y que no sabe querer ni demostrar amor a sus hijas, llama mucho la atención, impacta (y más sabiendo que igual la autora debió de pasar por algo similar, ya que es autoficcionada)
    Tremendo papel el que tiene delante Gomes, durante la lectura te preguntas si realmente lo va a conseguir, si va a conseguir que esa supuestamente adulta, reconecte con la niña que fue y sea capaz de liberarse del yugo de esos padres que tanto la han dañado y tanto la siguen dañando en su presente
    Respecto al final..., pues creo recordar de nuestro Debate, que aunque también te gustó, pues te pareció demasiado abrupto y en cierta forma poco creíble ¿no? (lo digo para que nuestra Norah se aclare un poco respecto a ese final que en mi blog digo que me gustó mucho pero del que diferí un poco contigo)
    Pues nada..., a por más lecturas conjuntas para disfrutar en buena compañía
    Un beso.

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    1. Yo no sé si la madre no sabe demostrar el amor a las hijas o es que ese amor no existe. La madre es de un egoísmo alucinante pues mientras toma a su hija por confidente de su propio maltrato, la hace a ella objeto mismo de maltrato.
      Como le digo a Norah y te dije a ti en tu blog, no he mencionado ese final que me chirrió un poquito porque a veces la gente decide no leer un libro por detalles como ese y además por pensar que puede ser una manía mía no muy justificada.
      Olvidé comentar en tu blog que ambas hemos leído la misma entrevista a la autora. De ella se deduce que hay ahí una infancia tormentosa que le ha servido de inspiración, lo que no sé es si es tan tormentosa como la de la novela. Por su bien espero que no.
      Un beso.

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  4. Aunque disfrazada de novela, parece un relato autobiográfico. Si bien, como apuntas, puede ser todo ficción y esta autora se ha documnetado muy bien sobre el maltrato paterno-filial, tanto detalle parece sacado de la vida real, propia o ajena. Sea como sea, este relato terrorífico podría ser también un libro de autoayuda para quienes han vivido o viven una situación similar. En esos casos, recuperar la autoestima es fundamental para curar definitivamente la llaga y el trauma causados por los padres en la infancia y que no acaba de sanar. Solo un terapeuta ducho en la materia puede ser de gran ayuda.
    Para el lector, la lectura de esta obra puede ser un revulsivo para abrir los ojos e implicarse en esos casos de maltrato y es, a la vez, una denuncia social, aunque sean estos unos casos mucho más ocultos o invisibles que los que solemos ver casi a diario en los que es la mujer adulta la que es sometida a vejaciones por un marido maltratador.
    Una novela, en definitiva, valiente y dura, que en algunos casos puede provocar una bajón emocional y en otros un desafío de concienciación social.
    Un beso.

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    1. Por lo que he leído en la entrevista a la autora algo de autobiografía sí que hay. Habla de la necesidad de enfrentarse a su infancia. No recuerdo las palabras, pero se deduce que hay zonas oscuras en esa infancia. Me queda la duda de hasta que punto hay ficción y realidad.
      Es cierto que estamos acostumbrados a los malos tratos físicos hacia mujeres o al abuso sexual hacia niños. Aquí hay violencia física, pero muy poca (o se habla de ella muy poco) lo que hay es una violencia psicológica alucinante, de tal forma que ya con cerca de treinta años la narradora sigue bajo el yugo de los padres. Una novela que recomiendo sin duda.
      Un beso.

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  5. Una novela dura, por lo que veo. Llevo tiempo sin acercarme a la editorial Caballo de Troya, que siempre nos trae escritores jóvenes interesantes por descubrir. Me he ido acordando al leerte de la novela La familia, de Sara Mesa, aunque, al menos estructuralmente, parecen novelas muy distintas. Y sí, realmente el terror puede ser a veces muy sutil. Es difícil ponernos a veces en el papel de la víctima cuando no nos ha moldeado su mismo contexto y los mismo factores. También me parece interesante el personaje de la madre porque tristemente creo que hay mujeres así y porque muchas veces se puede ser vícitima y verdugo a la vez. En fin, una novela a tener muy en cuenta.
    Besos

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    1. Últimamente se leen novelas que son opera prima y que son muy buenas. Esta es un buen ejemplo. Desde luego las editoriales que se arriesgan a dar a conocer a estos autores jóvenes tienen mucho mérito.
      Sí que recuerda a la novela de Sara Mesa, aun siendo distinta. Allí también hay una niña adoptada por los tíos, pero esta es mucho más aterradora por lo que recuerdo de La familia, aunque puede ser que al tener esta más reciente tenga más interiorizada esa sensación de terror.
      Un beso.

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  6. El miedo inculcado, la amenaza, el chantaje -que también supongo serían delitos dentro del ámbito doméstico- suele acabar en muchas horas de psicoterapia para intentar sacar esos demonios exteriores y liberarse de una infancia o una juventud arruinada. Lo que parece claro es que la historia da para realizar narrativa y para reflexionar a su vez. Otra autora que conozco en este caso gracias a vuestra triple reseña.
    Besos, Rosa.

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    1. Es que lo has resumido muy bien. Miedo inculcado, a los hombres, a las amigas, a todo (hay escenas alucinantes); chantaje emocional con una tremenda carga de culpabilidad ;la amenaza de todos los males si se sale del camino trazado... Algo horrible. Es una historia para hacer reflexionar y por eso es muy interesante transformarla en narración.
      Un beso.

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  7. Rosa, me has dejado con el corazón encogido. Espero que haya muy poco de esa realidad en la vida de la autora. Lamentablemente, si que la hay en demasiadas personas.
    Además del contenido, me ha gustado como enfocas la reseña incluyéndote como lectora.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Yo también quedé con el corazón encogido y pensando que ojalá no hubiera mucho de realidad en la historia porque es muy dura. Qué bien que te haya gustado mi irrupción como lectora en la reseña. Lo hago algunas veces. Según me sale. Muchas gracias.
      Un beso.

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  8. Hola Rosa, se ensalzada mucho la maternidad y la paternidad pero no todo el mundo está preparado para ser padres, y no me refiero solo a no cuidar adecuadamente, sino a anular a los hijos y destruirlos como personas, hasta que sienten que no son nada y no merecen nada y luego por mucha terapia que hagas la situación en muchos casos es irreversible. No me atrevo del todo a juzgar a la madre, porque cuando se es víctima muchas veces intentas desviar la atención hacia otros para protegerte, aunque sean tus hijos, no la disculpo, pero no sé que haría en su caso, quiero pensar que no actuaría así, pero afortunadamente nunca me he visto en esa tesitura. Muy dura la novela y muy interesante. Me la apunto. Besos.

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    1. La verdad es que no veo yo a la madre muy digna de disculpa. A ver, ella es una víctima más, pero es que es tan machista, racista, clasista... Yo creo que aunque el marido no la maltratara y ninguneara se portaría igual con las hijas. Trata de convencerlas de que el padre las quiere a todas cuando está claro que solo se quiere a sí mismo y no soporta que nada se salga de lo que él tiene previsto en cada momento.
      Siempre he dicho que las relaciones de padres e hijos tienen mucho de egoísmo. Eso que suelen decir algunos padres, "me debes la vida", es la mayor mentira del mundo. Si tienes un hijo es por tu propia conveniencia, no le eches encima en cara el haberlo traído al mundo. Pero cuando encima pretendes que toda su vida se la pase agradeciéndote no se sabe qué y te la pasas provocándole culpas y remordimientos, ya la situación es sangrante y, como dices, a veces no hay terapia que reconduzca eso.
      Un beso.

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  9. Hola, Rosa.
    Sí que es de terror. Un sometimiento, desde la cuna, es un problema grave cuando uno crece bajo ese prisma, porque, aunque una parte se quiera rebelar al comprobar desde otras perspectivas que eso no es correcto, solo dañino, es complicado romper una cadena que de algún modo se comprende como normal.
    La figura de la madre, esa víctima y al mismo tiempo abusiva, esa no puede entenderla. Mi cabeza la rechaza al momento.
    Vaya lectura nos traes, de verdad que dan ganas de acoger a esta protagonista de inflarle algo de fuerza y protegerla, pero hay historias que uno como individuo debe afrontar solo.
    Un beso.

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    1. Hay que afrontarlo solo o con ayuda de esa terapia a la que la narradora se resiste, aunque no le vaya mal. Cuando los padres son del pelaje de los de esta novela los hijos se convierten desde bien pequeños en sus rehenes. Porque lo peor es que, como dices, lo ven todo como natural y además quieren a sus padres, no conocen otra cosa ni tiene otros referentes. Es una lectura dura y que merece mucho la pena. Ojalá no haya mucho de la vida de la propia autora.
      Un beso.

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  10. Qué terrible la manipulación psicológica y qué difícil y cuánto sentimiento de culpa suele provocar el intento de escapar de ella. Las víctimas de maltrato pueden convertirse muy fácilmente en maltratadores, de ahí quizá el comportamiento de la madre que comentas. Durísima historia que aunque no sea autobiográfica del todo sí que es muy real y una reseña estupenda que duele leer. Un beso, Rosa.

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    1. Es una novela que duele, con la que se disfruta a base de sufrir. Está tan bien narrada que cuesta pensar que es una opera prima. Al menos en lo que a publicación se refiere. Puede que la autora tenga más cosas escritas. No sé hasta qué punto será autobiográfica, pero como ya he dicho en otros comentarios, espero que no mucho por el bien de la autora.
      Un beso.

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  11. Buenos días, Rosa.
    Como siempre, nos sorprendes con las lecturas que comentas. En este caso, el tema de la novela me parece, al igual que a ti, terrorífico. Sin embargo, y muy lamentablemente, no es algo inusual. Kafka ya introdujo en gran medida este motivo, que reflejó de algún modo en su Carta al padre. Anotado quedael título.

    Un abrazo, y enhorabuena por la reseña!!

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    1. Es que la novela sorprende. No es algo nuevo lo que cuenta, pero creo que sí lo es la forma de contarlo. Y tampoco se trata del maltrato habitual en novela o película. Hay muy poca violencia física y la que hay es más insinuada que mostrada, pero es un control tan férreo de las chicas y tan horribles las secuelas, que resulta realmente terrorífico.
      Un beso.

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  12. ¡Hola, Rosa! Vengo de leer las reseñas del blog de Mava y de Marian y la verdad que mientras más leo sobre este libro, más asombrada quedo. Las tres reseñas coinciden en lo duro y cruel que es convivir con padres que ejercen una violencia psicológica y por otro lado, tenemos a las victimas, quienes solo buscan sanar y seguir adelante. Espero poder leer este libro y contarte qué me pareció. Gracias por la reseña. ¡Besos!

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    1. No lo dejes pasar porque es muy interesante. Las tres hemos coincidido en el impacto que nos ha causado y la sorpresa de ver una opera prima tan bien escrita y que transmite tantas cosas. Dura, pero de las que merecen mucho la pena.
      Un beso.

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  13. ¡Vaya historia! Y encima puede ser autobiográfica. Los padres que siguen interviniendo en las vidas de los hijos, dicho en el peor de los sentidos, aunque ellos ya se hayan emancipado deberían reflexionar y corregir de inmediato su actitud. Me parece que un buen comienzo sería leer esta novela.
    Abrazos!

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    1. Sí, lo malo es que las cosas que deberían leer algunos, solo las leemos los que ya estamos convencidos. Una historia dura en la que no sé cuánto habrá de autobiográfico, pero, por lo leído en la entrevista a la autora, algo hay.
      Un beso.

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  14. Qué historia y qué miedo, como dices en un padre ya hasta lo asumimos pero lo de la madre es increíble.
    Los hijos son personas libres, los padres estamos para criar, educar, apoyar y querer. Nos equivocamos mil veces pero lo que cuentas es horrible.
    Feliz día.

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    1. Tan horrible que, como digo en la entrada, podría considerarse una historia de terror. Pocas veces he visto padres tan manipuladores, creadores de culpas, provocadores de miedos, anuladores de personalidades e iniciativas. En fin, todo lo que no deben hacer los padres.
      Un beso.

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  15. Por mi trabajo tristemente he comprobado en numerosas ocasiones como los padres lejos de ser un referente y proteger a sus hijos como por instinto y naturaleza se debería , los usan, los mediatizan, victimizan y en definitiva les generan traumas y secuelas nocivas de todo tipo. Incluso sin ser conscientes q es lo peor, no es q hablemos de seres perversos , en esta novela parece q es así, son personas normales q incluso por ser tb víctimas, ejercen de rebote esa misma tiranía q sufrieron en quienes tiene al lado, porque han normalizado comportamientos q no lo son...En fin, te agradezco mucho otra de tus estupendas reseñas, pero me parece q se me va a hacer demasiado dura su lectura.
    Un placer leerte leerte ROSA!

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    1. Me cuesta pensar que estos padres pensaban que lo hacían por el bien de las niñas. Sí, no son excesivamente violentos (aunque alguna violencia se intuye) tampoco hay abuso sexual ni nada similar, pero se anula a las chicas con tal encono y tanta variedad de formas que no puedo disculpar por desconocimiento o buenas intenciones mal entendidas. La prueba es que al niño sí que lo tratan con sumo cuidado.
      Es una novela dura, en efecto, pero cuya lectura compensa totalmente.
      Un beso.

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