De mudanza
El sábado pasado, Carmen Pinedo en su blog nos lanzó un reto de los que suele proponer de vez en cuando. La entrada iba de casas vacías, vacías por causas muy variadas; la entrada tenía el sugerente título "Por ausencia, por cambio de costumbres", y nos pedía que escogiéramos una de las pinturas y la habitáramos, le inventáramos una historia con o sin fantasma.
Como me gustan tanto las pinturas que Carmen nos propone y las de Hopper en particular, yo me quedé con dos pinturas, con dos espacios para habitar con mi relato. Este que comparto con vosotros.
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He
tenido que mudarme. Nuestra casa, la que habitamos juntos estos pocos años, se
me ha vuelto hostil.
Demasiados espectros por todos los rincones. Demasiadas
voces saliendo de todos los objetos. El atril que utilizabas para leer mientras
me liabas los cigarrillos por la noche; la taza, tu taza, en la única que
consentías tomar el café de la mañana o el té de la tarde; el estudio con tus
libros y cuadernos, las plumas y los lápices que siempre tenía que afilarte
porque a ti se te olvidaba y renegabas si no encontrabas
a mano un afilado puñal de grafito con el que ir desgranando los pensamientos
que cada página de cada libro te iba sugiriendo o adornando los márgenes con
esos pajarillos delicados que dibujabas mientras reflexionabas en lo leído.
Escalera. Edward Hopper 1919 |
Se
me hizo insoportable. Bajé las escaleras y, cuando ya se vislumbraba la calle
desde el último tramo, sentí que mi espíritu se esponjaba, que la pena se hacía
más leve y los fantasmas quedaban atrás. Ahora estoy sola, en este piso
vacío,
luminoso y cálido de sol y ausencia (qué triste que llegue a calentar la
ausencia), esperando que los de la mudanza lleguen con los nuevos muebles, la
nueva vajilla, la nueva ropa de cama… todo nuevo, todo sin fantasmas, todo…
Sol en una habitación vacía. Edward Hopper 1963 |
Es un buen relato y desde luego la conclusión es que todo pasa, y desde luego la mejor decisión en muchos casos es cambiar de aires desde luego, así las penas desde luego son menos penas, a veces es lo mejor. Gracias por compartir tú relato. un beso. TERESA.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Sí a veces lo mejor que se puede hacer es huir de los fantasmas porque duelen demasiado.
EliminarUn beso.
Un relato precioso, Rosa, conmovedor. El párrafo final me ha puesto un nudo en la garganta. Me ha encantado, es pura poesía.
ResponderEliminarMil besos
Gracias, Chari. Es que los cuadros de Hopper me inspiran muchas cosas, montones de cosas. No ha sido difícil soltar la pluma (metafórica) para ir escribiendo todo lo que sus estancias y escaleras me iban diciendo.
EliminarUn abrazo.
A veces los fantasmas nos incordian con su presencia y su recuerdo constante de que una vez fueron carne y estuvieron a nuestro lado compartiendo vivencias. Pero quizás, sólo quizás, su ausencia sea aún más dura.
ResponderEliminarPregúntale a la protagonista de tu magnífico relato.
Un besote.
La protagonista de mi relato lleva tres años esperando un fantasma que no acaba de materializarse más que en el recuerdo. Ella querría verlo, pero no aparece y ante su ausencia, los objetos dejados, le duelen demasiado.
EliminarResumiendo, que tienes toda la razón: duele su recuerdo y duele el hecho de que no se aparezcan como verdaderos fantasmas.
Un beso.
Dos cuadros para ilustrar una historia: la nostalgia y la añoranza dan paso a la esperanza y a la renovación. Ocurrente y original, Rosa, la forma en que has hilado el argumento con las obras pictóricas. Una ausencia llena de recuerdos puede ser una trampa para la felicidad, pero siempre hay una forma de superarla... o al menos tú la has encontrado.
ResponderEliminarUn gran relato a pesar de su corta extensión, me ha gustado mucho.
Un beso!!
Gracias Julia. Con las cosas que tú escribes, me lo tomo con enorme ilusión. pero como decía más arriba, son las pinturas de Hopper que Carmen nos regala las que me inspiran.
EliminarUn beso.
Precioso relato. Comparto contigo mi pasión por el blog de Carmen y me encantan estos ejercicios que nos plantea. Un abrazo querida amiga.
ResponderEliminarDe todo lo bueno que este año largo de blog me ha traído, lo mejor ha sido las personas y blogs con los que me he encontrado. El de Carmen es de lo mejor y cada fin de semana Esperón sus entradas porque además es como un reloj. El resto no sabemos cuándo vamos a publicar, pero ella es segura. Aun así nunca pensé que gracias a ella (ni a nadie), yo llegara a escribir ficción. Y alucino con los relatos tan alucinantes que leo cada vez que nos propone estas cosas.
EliminarUn beso.
Qué bonito,me encanta este juego de Carmen de poner una historia a los cuadros, lo que me resulta más difícil es trasladarlas al papel.
ResponderEliminarPor eso, doy más mérito a tu relato, que me ha parecido precioso.
Un abrazo
Gracias, maja. Nunca se me hubiera ocurrido hacer algo así de no haber sido por Carmen y por Hopper, claro.
EliminarUn beso.
!Qué delicia! entró el sol a iluminar una vida nueva, a espantar los fantasmas. Excelente relato divido en dos, la primera parte sombría y la segunda luminosa. Muy bien logrado. Felicitaciones
ResponderEliminarEs que así eran los cuadros de Hopper y así me salió. Llegó el sol a iluminar un cuarto vacío listo para ser llenado por una nueva vida. Me alegro de que te haya gustado.
ResponderEliminarUn abrazo.
"Mi espíritu se esponjaba". Ahora el mío también. Gracias, Rosa.
ResponderEliminarGracias a ti, José Juan. Con muy pocas palabras, has dicho mucho de mi pequeñito relato.
EliminarUn beso.
Yo no puedo decirte más que lo que ya dejaron dicho los compañeros anteriores.
ResponderEliminarAñado únicamente la calidez, la desnudez y la indefensión de los sentimientos narrados fruto de la inspiración de esos dos cuadros.
Te animo a que sigas ejercitando ese don creativo que te posee sin reconocerlo.
Besos
Gracias, Francisco. Tus palabras como las de muchos de los que arriba me escriben, son para mí muy alentadoras pues vosotros sí que sois expertos en el arte de narrar. No sé si el don creativo me posee, pero seguiré creando porque le he cogido el gusto y es muy gratificante.
EliminarUn beso.
Tú sí que tienes un "afilado puñal de grafito con el que ir desgranando los pensamientos", Rosa, ¡me ha encantado! A veces, una se siente más llena con una 'ausencia' que con una 'presencia'. Admitirlo es doloroso también, pero la felicidad no hay que buscarla en los demás sino en uno mismo, por eso, si hay que mudarse a un piso "cálido de sol y ausencia", pues se hace ;-)
ResponderEliminar¡Un beso enorme, enorme escritora!
La felicidad es muy subjetiva como dices. A veces una ausencia es deseada, a veces un fantasma incomoda y a veces darías cualquier cosa porque ese fantasma se materializara sentado a los pies de tu cama velando tu sueño o consolándote de su pérdida, pero nunca viene.
EliminarUn beso Chelo.
Rosa el relato que has hecho a los cuadros de Hopper tiene tanto misterio como las desnudas paredes de estos rincones. Me ha encantado que te mudaras para espantar a los fantasmas.
ResponderEliminarUn abrazo
Es que a veces los fantasmas duelen mucho y no puedes soportarlo. Entonces es mejor dejar atrás todo recuerdo y empezar "ligera de equipaje" como diría Machado.
EliminarUn beso.
Felicidades Rosa por la iniciativa y por esas sentidas palabras que tu relato cuentan. Esas ausencias que pesan tanto, que uno no se decide a dejarlas atrás siendo prisionero del recuerdo y por fin ese atreverse que tu protagonista empieza y con ese momento llegan las esperanzas. Cuanto cuesta dejar atrás lo que se ha amado y perdido..
ResponderEliminarUn saludo
Creo que la protagonista de mi historia reacciona como haría yo. Ante una pérdida no soporto ver fotos ni objetos que me recuerden lo perdido. Me duele tanto que prefiero deshacerme de todo. Ya sé que hay personas que encuentran consuelo en el recuerdo de los días felices, a mí me destroza. Por eso creo que cambiaría de casa y, si se puede, de ciudad.
EliminarUn abrazo.