"Patria" Fernando Aramburu
Inspirada por el sonido lúgubre y nostálgico de la txalaparta, por la humedad que destilan esos bosques verdes y colgantes de líquenes, esos bosques color esmeralda de árbol y musgo y gris acero de nubes amenazantes, esos bosques que solo son posibles en las orillas míticas del mar Cantábrico, os voy a contar un cuento.
Erase una vez una tierra húmeda y bella como el bosque que me inspira a la que, en adelante, llamaremos "Patria". En esa bella tierra, como en todo buen cuento, había una bruja. La bruja se llamaba Conflicto y había embrujado a los habitantes de aquel lugar. A todos les había adjudicado un embrujo bueno; un embrujo de amor por su tierra a la que querían defender de la amenaza de un Ogro Malo que vivía en un lugar cercano y trataba de impedir que los habitantes de "Patria" vivieran según sus costumbres; sobre todo odiaba que hablaran su idioma por lo que lo había prohibido.
Algunos de los habitantes se quedaron con ese embrujo y amaban a su tierra y la defendían de la manera que sabían y podían: algunos, manteniendo vivo su idioma, un idioma muy hermoso y antiguo; otros, tratando de mantener vivas las muy antiguas y queridas tradiciones; otros, intentando transmitir el amor a la tierra entre amigos y familiares que habían venido de fuera y con los que compartían, de buena gana, las cosas buenas de "Patria".
Pero otros habitantes, los menos, fueron maldecidos por Conflicto con otro embrujo, esta vez malo porque se trataba del odio. Odio a todo lo que sentían extraño, ajeno, extranjero. Ellos mismos decidieron el significado de estas palabras. Así, era extraño todo lo que mantenía algún aire que recordara al exterior; ajeno, el que no se expresara en su idioma o se atuviera a sus costumbres; extranjero, todo lo que no cuadraba con sus exactas exigencias, aunque hubiera nacido y crecido en "Patria" y hablara perfectamente su lengua. "Hasta los cinco años yo no hablaba ni jota de castellano. [...]. Joder, ¿no dicen que defienden al pueblo vasco? Pues si yo no soy pueblo vasco, ya me dirás tú quién lo es".
Estos patriotas (habitantes de "Patria") maldecidos por Conflicto con el estigma del odio, solo entendían la defensa de lo propio anulando lo ajeno; solo entendían la propia identidad enfrentándola al "otro", y de esa manera no dudaban en asesinar, extorsionar, secuestrar, amenazar, señalar y, en una palabra, tratar de eliminar todo lo que no les gustaba. Para ello, por amor a "Patria", eran capaces de los mayores sacrificios. Abandonaban su familia, sus amigos, su novia, su juventud, su vida. Languidecían escondidos en Francia o en pisos de los que entraban y salían con miedo; caían en manos de la policía y terminaban en cárceles alejadas de su amada tierra donde pasaban años mientras veían agotarse su juventud no disfrutada.
Los habitantes que sólo entendían de amor, aquellos a los que Conflicto había privado del odio, empezaron a ser vistos como enemigos por los otros, y se convirtieron, junto a los políticos y guardias de seguridad enviados desde el exterior por el Ogro Malo para mantener el orden, en unas víctimas más.
Comenzaron unos años muy largos, negros, tristes y violentos. Las hermosas calles de los hermosos pueblos y ciudades de "Patria" se llenaron de sangre, de pintadas amenazantes, de pancartas que exigían esto y aquello, y las gentes pacíficas no se atrevían a manifestar su opinión porque, aunque eran mayoría, poco podían contra el poder de las armas, la violencia y la sinrazón.
Más te valía no verte señalado en una pintada o en murmullos de iglesia, plaza o taberna, porque de la noche a la mañana te convertías en un apestado; te quedabas sin amigos, nadie se atrevía a hablar contigo y tenías que prescindir de la partida en el bar y de los domingos de bicicleta y huevos fritos con jamón para recuperarse del duro pedaleo. "En el pueblo, donde todos nos conocemos, tú no puedes tener trato con un señalado". Y tenías que contribuir con una parte de lo que habías ganado con tu pequeña empresa de camiones para sufragar las armas y los atentados con los que seguían matando y aun así te llamaban "explotador fascista, hijo de puta, ya puedes hacer testamento". Y una tarde de lluvia, tras dormir la siesta y salir hacia el trabajo, te pegaban cuatro tiros y te dejaban moribundo en una esquina donde tu mujer te descubría nada más asomarse al balcón de tu casa tras escuchar los fatales disparos.
Y como tú, como él, otros muchos, a lo largo del tiempo, fueron desapareciendo en charcos de sangre, en explosiones atronadoras. Algunos, al sentirse amenazados, huyeron de "Patria" o callaron y admitieron, pero otros muchos no se doblegaron. Si algo tiene la mayoría de los habitantes, los que solo aman y los que también odian, es que son muy tozudos. "Tenéis aquí a un español y os lo podéis cepillar sin problemas cuando vaya a comprar el pan. ¿Que es padre de familia? Pues que se lo hubiera pensado antes de meterse a concejal. ¿Que es buena persona y no ha matado una mosca en su vida? Bueno, pero es de un partido españolista que nos oprime y además aquí hay un conflicto"
Pero pasaron los años, muchos años. Los patriotas aquejados del maleficio del odio decidieron dejar las armas. "El telediario empezó con la noticia que Miren había oído de víspera en la radio. Cese definitivo de la lucha armada. No del terrorismo como dicen esos, que mi hijo no es terrorista". Y es que Miren tenía un hijo en la cárcel. Muy lejos. En El Puerto de Santa María. La primera vez que lo vio en una manifestación y sospechó que podía haber participado en la quema de un autobús, Miren estuvo a punto de golpear a su hijo con una sartén. Se contuvo porque la sartén estaba llena de aceite hirviendo.
Pero el maleficio del odio es contagioso y Miren se contagió. Odiaba más que nadie. Visitaba a su hijo una vez al mes y estaba orgullosa porque él no se doblegaba. Su hijo no era de los que se acogía a la reinserción. "Juani me preguntó el otro día si tú también ¿Estás loca? ¿Mi Joxe Mari? Le puse una cara que no creo que me vuelva a preguntar".
Pero Joxe Mari llevaba demasiados años en la cárcel. Estaba harto, ya no podía más, ya no creía en nada desde que "comprendió de sopetón, y fue como si le cayera encima el techo de la celda, que se le estaba escapando lo mejor de la vida [...], que había tirado por la borda su juventud". Así que una noche, a punto de acostarse, cuando llevaba ya diecisiete de sus cuarenta y tres años en la cárcel, Joxe Mari se dijo que hasta aquí hemos llegado, y sin comunicárselo a nadie se salió de ETA y durmió como un bendito.
Faltaban aún unos meses para el anuncio del fin de la lucha y cuando éste se produjo, Joxé Mari sintió que era un asunto que no le incumbía. Una desesperante convicción se apoderó de él y es que "durante largos años él había oscurecido su verdad íntima. ¿Y cuál era esa verdad? Cuál va a ser. Pues que había hecho daño y había matado. ¿Para qué? Y la respuesta le llenaba de amargura: para nada. Después de tanta sangre, ni socialismo, ni independencia, ni pollas en vinagre. Abrigaba la firme convicción de haber sido víctima de una estafa".
Por el otro lado, el Txato hacía ya unos veinte años que había recibido sus cuatro tiros y estaba enterrado en el cementerio de Polloe. Bittori, su mujer, se había ido a vivir a San Sebastián, pero tras el anuncio del cese de las armas quería volver a su casa del pueblo, quería saber quien disparó a su marido y estaba empeñada en que le pidiera perdón. Pero Bittori en el pueblo molestaba. Nada hay más molesto que una víctima que se empeña en mostrarse, en recordarnos que fuimos victimarios, o demasiado cobardes como para defenderla, o lo suficientemente traidores como para olvidar la amistad. "Yo no sé si has caído en la cuenta de que tu presencia en el pueblo causa cierta inquietud [...]. que tú tengas el derecho legítimo de volver a tu casa no quita para que otros vecinos tengan también sus derechos [...]. Por ejemplo, a que se les permita rehacer sus vidas y a darle una oportunidad a la paz". Las víctimas perturbaban el orden, impedían la paz.
Han pasado más años, porque el cuento se prolonga hasta el presente y aún no ha terminado. En "Patria", a pesar de estar en un lugar de clima lluvioso y gris, el sol sale cada vez con más frecuencia porque hasta el clima está cambiando. Conflicto empieza a perder sus poderes, ya casi ninguno le queda. Cada vez más, el embrujo del amor predomina en sus habitantes. El maleficio del odio se va perdiendo, se va amortiguando. Cada vez son menos los que lo padecen y ya casi no pueden articularlo porque los demás han perdido el miedo.
Este cuento tiene muchas probabilidades de acabar en un tiempo breve y de acabar bien. Tal vez hasta podamos decir aquello de vivieron felices y colorín colorado... pero cuánto sufrimiento por el camino, cuánta pérdida, cuánto dolor.
Más les hubiera valido que la primera bomba lapa colocada bajo un coche; el primer tiro en la nuca salido de un pistola, hubiera estado dirigido a la bruja Conflicto. Puede que el cuento nunca hubiera comenzado; Fernando Aramburu no hubiera podido escribir esta maravillosa e imprescindible novela, este triste cuento que yo he intentado resumir; nadie hubiera disfrutado lo mucho que se disfruta leyendo "Patria", pero la historia de la humanidad en general, y la de este país en particular, se hubiera ahorrado una de sus páginas más vergonzosas e inútiles.
Algunos de los habitantes se quedaron con ese embrujo y amaban a su tierra y la defendían de la manera que sabían y podían: algunos, manteniendo vivo su idioma, un idioma muy hermoso y antiguo; otros, tratando de mantener vivas las muy antiguas y queridas tradiciones; otros, intentando transmitir el amor a la tierra entre amigos y familiares que habían venido de fuera y con los que compartían, de buena gana, las cosas buenas de "Patria".
Pero otros habitantes, los menos, fueron maldecidos por Conflicto con otro embrujo, esta vez malo porque se trataba del odio. Odio a todo lo que sentían extraño, ajeno, extranjero. Ellos mismos decidieron el significado de estas palabras. Así, era extraño todo lo que mantenía algún aire que recordara al exterior; ajeno, el que no se expresara en su idioma o se atuviera a sus costumbres; extranjero, todo lo que no cuadraba con sus exactas exigencias, aunque hubiera nacido y crecido en "Patria" y hablara perfectamente su lengua. "Hasta los cinco años yo no hablaba ni jota de castellano. [...]. Joder, ¿no dicen que defienden al pueblo vasco? Pues si yo no soy pueblo vasco, ya me dirás tú quién lo es".
Fernando Aramburu |
Los habitantes que sólo entendían de amor, aquellos a los que Conflicto había privado del odio, empezaron a ser vistos como enemigos por los otros, y se convirtieron, junto a los políticos y guardias de seguridad enviados desde el exterior por el Ogro Malo para mantener el orden, en unas víctimas más.
Comenzaron unos años muy largos, negros, tristes y violentos. Las hermosas calles de los hermosos pueblos y ciudades de "Patria" se llenaron de sangre, de pintadas amenazantes, de pancartas que exigían esto y aquello, y las gentes pacíficas no se atrevían a manifestar su opinión porque, aunque eran mayoría, poco podían contra el poder de las armas, la violencia y la sinrazón.
Más te valía no verte señalado en una pintada o en murmullos de iglesia, plaza o taberna, porque de la noche a la mañana te convertías en un apestado; te quedabas sin amigos, nadie se atrevía a hablar contigo y tenías que prescindir de la partida en el bar y de los domingos de bicicleta y huevos fritos con jamón para recuperarse del duro pedaleo. "En el pueblo, donde todos nos conocemos, tú no puedes tener trato con un señalado". Y tenías que contribuir con una parte de lo que habías ganado con tu pequeña empresa de camiones para sufragar las armas y los atentados con los que seguían matando y aun así te llamaban "explotador fascista, hijo de puta, ya puedes hacer testamento". Y una tarde de lluvia, tras dormir la siesta y salir hacia el trabajo, te pegaban cuatro tiros y te dejaban moribundo en una esquina donde tu mujer te descubría nada más asomarse al balcón de tu casa tras escuchar los fatales disparos.
Y como tú, como él, otros muchos, a lo largo del tiempo, fueron desapareciendo en charcos de sangre, en explosiones atronadoras. Algunos, al sentirse amenazados, huyeron de "Patria" o callaron y admitieron, pero otros muchos no se doblegaron. Si algo tiene la mayoría de los habitantes, los que solo aman y los que también odian, es que son muy tozudos. "Tenéis aquí a un español y os lo podéis cepillar sin problemas cuando vaya a comprar el pan. ¿Que es padre de familia? Pues que se lo hubiera pensado antes de meterse a concejal. ¿Que es buena persona y no ha matado una mosca en su vida? Bueno, pero es de un partido españolista que nos oprime y además aquí hay un conflicto"
Pero el maleficio del odio es contagioso y Miren se contagió. Odiaba más que nadie. Visitaba a su hijo una vez al mes y estaba orgullosa porque él no se doblegaba. Su hijo no era de los que se acogía a la reinserción. "Juani me preguntó el otro día si tú también ¿Estás loca? ¿Mi Joxe Mari? Le puse una cara que no creo que me vuelva a preguntar".
20 de Octubre de 2011. ETA anuncia el fin de la lucha armada |
Faltaban aún unos meses para el anuncio del fin de la lucha y cuando éste se produjo, Joxé Mari sintió que era un asunto que no le incumbía. Una desesperante convicción se apoderó de él y es que "durante largos años él había oscurecido su verdad íntima. ¿Y cuál era esa verdad? Cuál va a ser. Pues que había hecho daño y había matado. ¿Para qué? Y la respuesta le llenaba de amargura: para nada. Después de tanta sangre, ni socialismo, ni independencia, ni pollas en vinagre. Abrigaba la firme convicción de haber sido víctima de una estafa".
Por el otro lado, el Txato hacía ya unos veinte años que había recibido sus cuatro tiros y estaba enterrado en el cementerio de Polloe. Bittori, su mujer, se había ido a vivir a San Sebastián, pero tras el anuncio del cese de las armas quería volver a su casa del pueblo, quería saber quien disparó a su marido y estaba empeñada en que le pidiera perdón. Pero Bittori en el pueblo molestaba. Nada hay más molesto que una víctima que se empeña en mostrarse, en recordarnos que fuimos victimarios, o demasiado cobardes como para defenderla, o lo suficientemente traidores como para olvidar la amistad. "Yo no sé si has caído en la cuenta de que tu presencia en el pueblo causa cierta inquietud [...]. que tú tengas el derecho legítimo de volver a tu casa no quita para que otros vecinos tengan también sus derechos [...]. Por ejemplo, a que se les permita rehacer sus vidas y a darle una oportunidad a la paz". Las víctimas perturbaban el orden, impedían la paz.
Han pasado más años, porque el cuento se prolonga hasta el presente y aún no ha terminado. En "Patria", a pesar de estar en un lugar de clima lluvioso y gris, el sol sale cada vez con más frecuencia porque hasta el clima está cambiando. Conflicto empieza a perder sus poderes, ya casi ninguno le queda. Cada vez más, el embrujo del amor predomina en sus habitantes. El maleficio del odio se va perdiendo, se va amortiguando. Cada vez son menos los que lo padecen y ya casi no pueden articularlo porque los demás han perdido el miedo.
Este cuento tiene muchas probabilidades de acabar en un tiempo breve y de acabar bien. Tal vez hasta podamos decir aquello de vivieron felices y colorín colorado... pero cuánto sufrimiento por el camino, cuánta pérdida, cuánto dolor.
Más les hubiera valido que la primera bomba lapa colocada bajo un coche; el primer tiro en la nuca salido de un pistola, hubiera estado dirigido a la bruja Conflicto. Puede que el cuento nunca hubiera comenzado; Fernando Aramburu no hubiera podido escribir esta maravillosa e imprescindible novela, este triste cuento que yo he intentado resumir; nadie hubiera disfrutado lo mucho que se disfruta leyendo "Patria", pero la historia de la humanidad en general, y la de este país en particular, se hubiera ahorrado una de sus páginas más vergonzosas e inútiles.
Una reseña excelente de lo que es, en mi opinión, la mejor novela española en mucho tiempo.
ResponderEliminarbesos
Es genial. He disfrutado leyéndola de lo buena que era y he sufrido leyéndola por la dura historia que cuenta. Totalmente de acuerdo contigo. De lo mejor que se ha escrito en años.
EliminarUn beso.
Por cierto, hace mucho que no leo nada tuyo. Estás desaparecida. ¿Te has tomado un descanso? Se te echa de menos.
EliminarA pesar de las buenas críticas que está recibiendo, es una novela que no leeré, porque me toca el tema de cerca. Y que conste que tengo el libro en casa porque mi costillo se lo compró para leerlo, pero yo no puedo. Me alegro de que hayas disfrutado con su lectura. Besos
ResponderEliminarPues ya lo siento porque es una lectura que se disfruta tanto como se sufre. Es duro lo que cuenta y todos lo que hemos estado más o menos cerca del tema, reconocemos situaciones muy dolorosas, perola novela es tan buena que te atrapa.
EliminarPero cada una sabe su situación y lo que puede o no, debe o no, leer.
Un beso.
Hola!!!!!
ResponderEliminarDesde luego tiene muy buena fama y me apetece, pero no ahora porque sé que me iba a angustiar, ese libro es para un momento de relax, sin problemas, de esos enn los qu ela lectura no nos afecta más de la cuenta.
Genial reseña, como siempre.
Besos.
Toda la fama que tiene es muy merecida. Yo no disfrutaba tanto con una novela hace mucho tiempo y eso que, como se ve por mis reseñas, disfruto mucho de muchas novelas. Pero esta es especialmente buena. Te recomiendo que, en otro momento, cuando estés más relajada, le leas. Creo que tú también la disfrutarás.
EliminarUn beso.
Hola, es un cuento reseña, muy bien enfocado, pero yo no creo que lo lea, y la verdad es que se ve muy bueno, pero no me apetece demasiado. Besos.
ResponderEliminarHay lecturas que apetecen más o menos, o que apetecen en unos momentos y no en otros. Si lo tiene, encontrará su lugar en tus lecturas.
EliminarUn beso.
Qué bonito!! Esta tarde he estado en la presentación que ha hecho Fernando Aramburu; me ha gustado mucho; tendrías que enviarle esta reseña tuya tan original. Un beso
ResponderEliminarNo sabía que venía el autor a presentar la obra. No sé si, de haberlo sabido, habría podido ir. De lo que no me cabe duda es de que la charla sería de lo más interesante.
EliminarRespecto a enviarle mi reseña, ya sabes que soy tímida y discreta, ja,ja. Vamos que me moriría de vergüenza.
Un beso.
Qué buena la reseña! Y el libro...qué te voy a decir...el mejor que he leído este año y probablemente uno de los mejores que he leído nunca.
ResponderEliminarUn beso
El libro es maravilloso. Para mí también ha sido de lo mejor de este año. Acierta totalmente con el tratamiento que le da a la historia, no es nada panfletario y transmite de maravilla lo que sucedía en los pueblos pequeños y en la sociedad vasca en general.
EliminarUn beso.
Una forma original de contarlo! Me alegro de que te haya gustado...
ResponderEliminarYo aún no he hecho mi reseña, ha sido una lectura, dolorosa, personal, triste y vergonzosa de todo lo que yo he vivido, de algunas situaciones he sido más consciente al leerlas, pero reconozco todo lo narrado en el libro.
Un beso
Yo lo he vivido un poco indirectamente. Mi marido es de Bilbao y toda su familia también. Las conversaciones que he oído y los relatos de algunos sucesos han ido, a lo largo de los años, dándome una idea que concuerda totalmente con lo que cuenta el autor. Los que lo habéis vivido directamente, tenéis que vivir también la novela de una forma mucho más cruda.
EliminarEstoy deseando leer tu reseña.
Un beso.
Fantástica reseña, amiga. Una realidad hecha cuento, con final ¿feliz? El camino hasta ese final, desde luego que no.
ResponderEliminarLa temática me ha recordado una novela que leí de muy joven, "Y Dios en la última playa" de Cristóbal que ganó un premio Planeta (seguro que lo habrás leído).
Aunque el libro pinta muy bien, yo me quedo con tu preciosa forma de haber contado de qué va.
¡Muchos besos, Rosa!
Quise decir Cristóbal Zaragoza pero no sé cómo me comí el apellido ;-)
EliminarPues no he leído ese libro que dices porque, generalmente, y salvo excepciones, no suelo leer Premios Planeta, pero este que mencionas, tras leer Patria, puede interesarme. Además el título, que me suena mucho, es precioso. No descartes leer esta novela, a pesar de haber leído mi reseña. La novela es maravillosa.
EliminarUn beso.
Cuando hay que defender lo tuyo anulando lo ajeno, mal vamos, el cuento no puede terminar bien. Y yo no creo que este cuento tenga un final feliz, hay demasiados muertos por el camino, demasiadas víctimas y verdugos.
ResponderEliminarEsos "arrepentidos" no me inspiran confianza, cuando están encerrados y castigados (tenuemente, comparado con lo que ellos hicieron a sus víctimas) es cuando se dan cuenta del "error" que cometieron. Es entonces cuando dicen que han sido estafados, solo que tardan demasiados años en darse cuenta y demasiadas víctimas se llevan por delante antes de reflexionar. Lo siento, pero no creo en ese arrepentimiento. Me repugna que se quejen los familiares porque sus hijos asesinos están en cárceles alejadas de su domicilio, me parece un insulto a los muertos.
El tema del terrorismo de ETA me toca muy directamente y me temo que el odio me ha contagiado. No puedo leer este libro por ese motivo, pero me conformo con tu maravillosa reseña.
Un beso, amiga.
Los muertos no resucitarán nunca y el dolor que las víctimas han padecido, nada lo podrá borrar. Si hablo de un final feliz, me refiero a un final en que el odio y los asesinos hayan desaparecido, la libertad haya triunfado y en cualquier parte se pueda hablar de cualquier cosa sin miedo a lo que te pueda pasar. Un futuro en el que confío y que poco a poco, veo acercarse, aunque sé que aún falta mucho, pero un mucho que espero que históricamente no sea tanto.
EliminarUn beso.
Bonita reseña, al final tendré que leerlo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu crítica, espero que el libro esté a la altura. Felicidades. Un abrazo
El libro está muy a la altura. Mi crítica es la que no está a la altura del libro. me parecía muy difícil abordar tantas cosas como se cuentan y opté por hacerlo en forma de cuento, pero no es más que una pálida imagen de lo que realmente trata el libro. No tardes en cogerlo.
EliminarUn beso.
Lo tendré muy en cuenta, Rosa, dado que expresas que te ha gustado tanto y en otros comentarios que te han hecho también lo afirman. Quiero saber si lo resuelve de manera acertada, aunque, así, a simple lectura el argumento parece previsible y que el autor eche mano del cuento también me lo parece. Pero que sea previsible el argumento o la idea que se trasluce no me importa si está bien narrado. Madame Bovary es previsible y es una maravilla. Magnífico resumen has hecho del libro, es un buen relato en sí mismo.
ResponderEliminarUn beso, mi niña.
Por cierto, al autor lo tenía como amigo en el Facebook pero dejé esa amistad a principios de año. No había interacción ninguna y probablemente ni viera mis publicaciones (teniendo en cuenta que solo se ve el veinticinco por ciento y con preferencia la de la gente que pone el me gusta). Me quedé con pocos, pero escogidos para inteactuar mejor con ellos, jeje. Por el contrario, en Google + soy yo la que no interactúo con nadie. No puedo por sobresaturacion de redes. Perdona el rollo, Rosa. Soy una " pesaíta".
ResponderEliminarEn realidad lo de hacer la reseña como si fuera un cuento es cosa mía. El autor ha escrito un pedazo de novela que espero que este año le caiga algún premio importante porque sin duda lo merece.
EliminarLo de las redes sociales es muy complicado y puede llevar mucho tiempo, pero ¿cómo puedes dejar la amistad con un autor justo cuando publica una novela que está siendo de lo más vendido hace ya unas semanas? ja, ja, vaya ojo.
Yo comparto los blogs amigos en ellas y respondo cuando soy mencionada. Poco más porque, efectivamente no hay tiempo.
Un beso y de pesaíta, na de na.
Perdona, Rosa, yo creo que el estrés que tengo últimamente hace que no controle bien. Creí que Conflicto y Ogro Malo eran elementos de la novela de Fernando Aramburu. La verdad es que como novela no me pareció muy original recurrir a la estructura del cuento para contar el problema; pero, lo que como novela no me vale, como reseña o resumen del libro me maravilla. Y, en este caso, tu reseña sí resulta originalísima si la idea es tuya. Felicidades y disculpa por no haber pillado bien la estructura.
EliminarRespecto a las redes, es que me da igual. Tenía escritores famosos, hasta a Rosa Regás, porque mucho escritores conceden amistad a todo el mundo para ampliar su público hasta que llegan al límite de 5000 (¡horror!)pero si no se produce intercambio o no los veo nunca por mi muro no me vale. Es que soy muy poco mitómana. Creo que pueden escribir algunos buenos libros pero no ser brillantes a tiempo total. En Facebook no se distinguìan de cualquier otro. Un gran beso, Rosa.
Pues muchas gracias por tus palabras porque la verdad es que sí, la bruja Conflicto y el Ogro malvado, son aportación mía. Me parecía un tema delicado y estuve dudando como tratarlo y, de pronto, se me ocurrió hacerlo de esta manera. Y no han sido ganas de trivializar en absoluto. Ya se sabe que no hay nada más terrible que los cuentos infantiles clásicos. Más terribles aún por el hecho de estar escritos para niños.
EliminarLo de las redes sociales lo decía en broma como ya habrás visto. Yo tengo algún escritor entre mis amigos, pero no son famosísimos y sí que hay intaracción.
Un beso, guapa.
Pues acertaste al hacerlo así. ¡Muy bien!
Eliminar(Borré el anterior comentario porque cada vez escribo peor: estoy en regresión).
Qué delicia de reseña, Rosa, y qué ganas dan de leer el libro para saber más de ese cuento que parece acabará bien finalmente.
ResponderEliminarEn este caso, como en tantos, he disfrutando tanto leyendo tu exposición sobre la obra, que la lea o no, ya llevo mucho ganado. ¡Un millón de gracias!
El tema es durísimo, una página negra de nuestra historia reciente, pero es importante saber, conocer y no permitir que vuelva a suceder nada parecido. A lo mejor alguno de nuestros políticos debiera leerlo y dejar así de elogiar a ciertos etarras que están ya en la calle, diciendo de ellos que son un ejemplo...
¡Un beso enorme!
Es un tema terrible y muy duro, como dices. La novela lo trata de maravilla y en todas sus vertientes y desde ambos lados. Por una parte, vemos el acoso a que se puede someter a alguien de manera indirecta, casi sibilina, robándole amistades y todo tipo de relación en el pueblo y, por otra, lo que puede ser creerse con la verdad en un puño y con el derecho, por tanto, de imponérsela a todo el mundo porque "caray, ¿cómo pueden ser estos tan idiotas que no ven que tengo razón?" En fin, la locura que fue aquello y que todos conocemos, sobre todo los que por una u otra causa, hemos tenido el problema más cerca.
EliminarUn beso.
Fabulosa reseña la tuya Rosa sobre un libro que tengo que leer dado tu entusiasmo. Un tema que todavía colea. Un tema que me costó una amistad con una abogada que excusaba a los terroristas y los defendía. Ella es de Mondragón donde conocía a algunos terroristas y a sus familias y comulgaba con sus ideas infernales de violencia y muerte. Viajé en su día al país vasco y pude ver algunos de sus bonitos pueblos entristecidos por esas pintadas que nombras en las que algunas sus paredes eran paredones de fusilamiento de guardias civiles con arengas de muerte y destrucción.
ResponderEliminarConocí por otro lado a algunas victimas de los terroristas: Madres y esposas que habían perdido a sus seres queridos a manos de esos asesinos y lo más duro es que estos sicarios vivían cerca, pues eran sus vecinos.
¿Cómo puede tratarse de un cuento con final feliz? ¿Cómo estos verdugos "Arrepentidos" pueden decir que fueron engañados por otros?
No me dan ninguna lástima los que tanto sufrimiento han causado con sus acciones. ¡Lo siento! no los odio, pero tampoco los tolero.
Besos
Me imagino que habrás leído mi respuesta a Kirke. El final feliz radica en que el fin de tanto desatre, por fuerza tiene que constituir un "final feliz". El daño pasado y sufrido por muchos, es terrible y nada podrá borrarlo ni atenuarlo, pero saber que no se va a repetir creo que resulta algo bastante "feliz" a eso me refiero cuando hablo de final feliz; a que los niños crezcan en paz sin conocer el odio; a que cualquiera pueda ir por la calle sin escoltas y sin mirar los bajos del coche; a que, cuando estés en un bar tomando un txikito, no tengas que hablar en voz baja tras haber mirado alrededor para ver quien te rodea; a que en la Semana Grande de Bilbao, no tengas que clasificar las txosnas según las que apoyan a los terroristas y las que no. Esa situación, me parece bastante feliz. Y creo que a la mayoría de los vascos más aún.
EliminarUn beso.
Qué bella reseña, triste y desgraciadamente real. Ojalá hubiera libros que no se tuvieran que escribir. Y que no se tuvieran que leer. Este me parece precisamente de esos, de los de lectura necesaria, así que me lo apunto.
ResponderEliminarBesos
Tienes razón. Son libros que nunca deberían tener que escribirse, pero ya que, por desgracia, ha habido motivo para su escritura, creo que debemos leerlos. hay episodios que por dolorosos que resulten, tenemos que sumergirnos en ellos para que el dolor impida que, al menos por nuestra parte, se vuelvan a repetir, o a disculpar, o a entender.
EliminarUn beso.
https://www.mundiario.com/articulo/politica/p/20180114053731111452.html
ResponderEliminarEs evidente que una novela no le puede gustar a todo el mundo. A mí "Patria" me gustó mucho. Es una novela, no un ensayo histórico. Tal vez otro escritor, quizás la autora del artículo, hubiera escrito una novela distinta, potenciando más otras vertientes del asunto; tal vez me hubiera gustado más, menos o nada, pero la novela que Fernando Aramburu escribió es esta y a mí me parece que tiene muchos valores, como muestro en la reseña. Pero, por supuesto, no es más que mi opinión, la opinión de una persona nacida en León, casada con un vasco y que vive en Santander; una persona que se define de izquierdas y que repudia los nacionalismos del tipo que sean; una persona que despreció y criticó profundamente los atentados etarras y el ambiente que dictadura de hecho en la que mantuvieron al País Vasco cuando en el resto de España hacía ya más de veinte años que había algo muy parecido a una democracia.
EliminarUn saludo y gracias por tu aportación del artículo. Lo he leído con interés.