"Los nombres prestados" Alexis Ravelo

«El perro surgió del bosque y se plantó en el camino.

El chico también se detuvo.

Pasaron unos segundos en los que no ocurrió nada. Después, el perro abrió la boca y contrajo los carrillos hasta mostrar los dientes.

Cualquier otro que no hubiese sido el chico habría huido o buscado un palo, una piedra, algo con lo que asustar al animal enorme y desconocido. Pero lo que él hizo fue acuclillarse y fijar la vista en el suelo, mordisqueándose el labio inferior en un ensayo de sonrisa. Entonces, el perro corrió hacia él moviendo el rabo y lo olisqueó. El chico le acarició la cabeza y el cuello, le hizo cosquillas detrás de las orejas».

Así empieza Los nombres prestados, así empieza una amistad entre el perro y el chico. Faltan aún el hombre y la mujer. El hombre es el dueño del perro; la mujer parece la madre del chico, aunque luego sabremos que no lo es. La mujer y el chico llevan un tiempo viviendo en Nidocuervo; el hombre y el perro acaban de llegar. La mujer y el hombre tienen un pasado. Todos tenemos un pasado, pero cuando de alguien se dice que tiene un pasado, nos referimos a algo oculto, algo que puede ser trágico, vergonzoso, triste, traumático, cruel, heroico; casi nunca claro y alegre.

Marta Ferrer es la mujer. Llegó con el chico a Nidocuervo hace un par de años ante la fama de la escuela especial de San Expósito, el pueblo grande más próximo. La escuela era buena para chicos como el suyo, una de las mejores. El chico se llama Abel y es un chico diferente. «Si se lo miraba de lejos, parecía un hombre más que un adolescente, pero visto de cerca resultaba fácil adivinar que su mente pertenecía, más que a un adolescente, a un niño. Su cuerpo era grande y robusto. Demasiado grande y demasiado robusto».

Tomás Laguna es el hombre que acaba de llegar y no es ningún turista. Ha alquilado la que fuera casa de los guardeses en la finca de La Condesa. Tomás es el amo de Roco, aunque no siempre lo fue. Antes Roco tuvo otros amos y se llamaba Sultán, pero eso Tomás no lo sabe. Roco encontró a Tomás cuando era un despojo de hombre. Ahora Tomás ha cambiado mucho y cuida de Roco, aunque cuando se encontraron era Roco quien cuidaba de él. «Se encontró con el amo hacia finales de enero. Pero no era aún el amo, sino el bulto de un borracho, con los pantalones meados y con la nariz rota durante una trifulca en un tugurio. Se había quedado dormido en un descampado tras tocar fondo en la apoteosis de su dolor, en el casi punto final de un largo duelo, de una depresión devastadora, aunque esto solo se lo contó más tarde, cuando él ya hacía tiempo que era Roco y el amo había adquirido el hábito de hablarle».

Pero ni Marta Ferrer es Marta Ferrer ni Tomás Laguna es Tomás Laguna. Como dije al principio, ambos tienen un pasado, y si Marta ignora el pasado de Tomás, Tomás conoce bien el pasado de Marta. Lo que no tiene muy claro es su presente. ¿Ha roto con el pasado y este puede venir a buscarla para vengar la traición? ¿Sigue fiel a su pasado y es todo una cortina para despistar?

Nosotros sabemos el pasado de los dos, porque el narrador omnisciente en tercera persona nos lo va contando a la vez que nos hace partícipes del presente. Y en ese pasado hay mucho de lo que ambos se arrepienten. Tomás acumula muchos pecados en su cuenta «Aquellos pecados que él y los suyos habían llamado errores, aquellos crímenes (sí, crímenes: no eran otra cosa), siempre lo inquietaron cuando bajaba la guardia, pero lograba domesticar los remordimientos utilizando la razón de Estado o el estado de la razón». Marta también acumula pecados. «En ocasiones, en el duermevela del amanecer, [...] recordaba aquella última ocasión en que disparó un arma contra alguien. El recuerdo era doloroso y liberador a un tiempo». 

Ambos han practicado la violencia desde campos enemigos. Ahora ambos tratan de poner tierra por medio entre su pasado y su futuro. Pero las cosas no siempre salen como se planean. Una catástrofe natural, un fotógrafo que cubre la noticia, una foto indiscreta que llega a donde no tendría que haber llegado, alguien que reconoce a alguien... Toda una serie de circunstancias que ponen en marcha la venganza y desencadenan los acontecimientos. 

Alexis Ravelo

Los nombres prestados, última novela de Alexis Ravelo, obtuvo el Premio Café Gijón 2021.  En ella volvemos al mundo imaginario de San Expósito, ampliado ahora con el pueblecito cercano de Nidocuervo y paisajes aledaños. Por primera vez, Ravelo nos mete en el mundo de las bandas terroristas de los años setenta y ochenta, en este caso el FRADA, Federación Revolucionaria Antifascista Diez de Agosto. No hace falta decir que se trata de un grupo tan imaginario como San Expósito. No tan imaginario es el mundo policial de la época dado a torturas y todo tipo de presiones para conseguir las confesiones deseadas, reales o no; dado a tener con los prisioneros tan poco cuidado que tendían a tirarse por las ventanas con improbable frecuencia. Como en todas las novelas de Alexis Ravelo también en esta hay cosas imaginarias y otras que no lo son tanto.  «Esta historia transcurre a mediados de los años ochenta del pasado siglo en Nidocuervo y San Expósito, lugares inventados situados en un país que sí existe» nos dice él mismo antes de entrar en materia.

Estamos en los años ochenta y el terrorismo está más vigente que nunca. Marta y Tomás tratan de acallar a los fantasmas del pasado. Tratan de perdonarse, cada uno a su manera, los errores cometidos, los pecados que acumulan; tratan de compensar el daño infringido a las personas queridas. No pretenden huir de todo ello porque saben que la huida solo puede estar fuera. En su interior no hay lugar donde esconderse y hasta la huida externa termina por hacerse imposible. Cuando el pasado los encuentre cada uno responderá de la mejor forma que sabe y puede, pero ambos están preparados para ello.

La novela está contada con un ritmo muy preciso que va ganando en tensión sin acelerarse, pero sin detenerse. Con capítulos cortos que nos llevan de uno a otro casi sin darnos cuenta. El narrador omnisciente nos va llevando por el pasado y por el presente de Marta y Tomás y, por su boca, hasta el perro nos cuenta su historia. 

No me atrevería a decir que esta sea la mejor novela de Alexis Ravelo, y no porque no lo sea, sino porque tiene tantas tan buenas que me resulta imposible escoger una de ellas y declararla la mejor. Tras haber leído diecisiete novelas del autor, decir que ninguna me ha decepcionado es todo un logro que habla de la calidad de su obra.   De Los nombres prestados solo diré que es muy buena, tan buena como para, casi, hacerme decir que es la mejor.

Las otras novelas de Alexis Ravelo que he leído:

*Tres funerales para Eladio Monroy

*Solo los muertos

La ceguera del cangrejo

*Los tipos duros no leen poesía

La estrategia del pequinés

La noche de piedra

Los días de mercurio

*Morir despacio

Los milagros prohibidos

*El peor de los tiempos

La otra vida de Ned Blackbird

Los perros de agosto

Un tío con una bolsa en la cabeza

Las flores no sangran

*Si no hubiera mañana

La última tumba

* Pertenecen a la serie Eladio Monroy

Título del libro: Los nombres prestados

Autor: Alexis Ravelo
Nacionalidad: España

Editorial: Siruela

Año de publicación: 2022

Año de publicación original: 2022

Nº de páginas: 280