"La estrategia del pequinés" Alexis Ravelo

"Pues claro que algo salió mal en la recogida, pero no fue el contacto. Ese había cumplido: había dicho dónde —el nombre del barco, el muelle de atraque, el número y la letra del contenedor— y había dicho cuándo —el miércoles, a las ocho en punto de la mañana—; así que lo que había salido mal era el Rata. Marcos el Rata. El bobomierda que se había corrido una marcha del carajo con la pasta que Júnior le había adelantado; que no se había presentado a su hora al día siguiente en su puesto de estibador, ese puesto en el que el contacto le había asignado el contenedor de frigoríficos donde iba el gancho perdido con los dos kilos de polvo". Así empieza "La estrategia del pequinés" antes de empezar, Antes del comienzo que es como titula Alex Ravelo a esta primera parte o prólogo o preludio o como queramos llamarlo, y que termina con el Rata... malamente, como podemos imaginar, porque los malos no perdonan; el que falla lo paga con su vida y a veces (no en este caso) con la de su familia, porque no se debe dejar que la gente piense que puede hacer lo que le dé la gana y quedar impune. Es la primera ley mafiosa que aprendí cuando vi por primera vez "El Padrino" allá por 1978 (año más, año menos).

Después ya empieza la historia, una historia desencadenada por la desidia del Rata, porque Junior, que le había contratado, no es su propio jefe y el dinero perdido y la mercancía tienen otro dueño y ese dueño no se va a quedar de brazos cruzados, más teniendo en cuenta que es la segunda vez que Junior pierde una entrega y "El año pasado ya nos portamos bien: cubrimos las pérdidas, no se lo cobramos. Esta vez, que pague. Así tendrá más cuidado de ahora en adelante". No, el Turco no es tan mal jefe al fin y al cabo y por eso esta vez pide, tan solo pide, que se le reembolse la pasta perdida en lugar de poner a Junior en la misma situación definitiva en la que este puso al Rata.

Pero Junior no tiene dinero para hacer frente a la deuda y se le ocurre robar a los mismos a los que tiene que pagar como única solución para poder pagarlos. El problema es que el golpe tiene que pasar por el robo casual de unos rateros, sin nada que ver con él, y llevado a cabo por gente ajena al negocio. Y aquí entran en juego tres personajes que yo llamaría "los buenos", esos con los que el lector empatiza y a los que no quiere que les pase nada malo, quiere que todo les salga bien, aunque no dejen de ser ladrones y, si se tercia, asesinos, pero es que no todos los buenos son tan buenos ni todos los malos son absolutamente malos. 

"Y allí flotan ellos y hay que preguntarse qué hacía cada uno en esos momentos previos a la coincidencia". Y a continuación, en un apartado de gran belleza que empieza de esta forma, se nos presenta a los tres personajes "buenos" cuando aún no saben nada y muchas vías se abren ante ellos si bien con no muy buenas perspectivas ninguna de ellas; antes de recibir el encargo que promete solucionarles los problemas y que cerrará algunos caminos para abrir el que más esperanzador les parece a los tres. Y sabremos de la desolación de Cora arrastrando su trolley por una urbanización turística y de no muy buena calidad; de la soledad que rodea a Tito en sus compras de hombre que no goza de muchos posibles, que vive solo y que acaba de mudarse; de la preocupación que impide dormir a Estela al lado del Rubio y al Rubio al lado de Estela.

El Rubio, el Tito y Cora planearán el robo y lo tendrán que llevar a cabo sin que quede la menor duda de que el pastón encontrado no era el objetivo, sino que ha sido una grata sorpresa para unos vulgares rateros en busca de lo que cualquier ricacho "honrado" guarda en su casa habitualmente. 

Los tres personajes son perdedores; los tres tienen necesidades económicas más o menos perentorias; los tres ven en este golpe la forma de salir de sus problemas y empezar a tirar para adelante encarando lo que puede ser la cuesta final. "[...]el Rubio permanece ahí, mirando al cielorraso del dormitorio, con los ojos llenos de tierra y pensando en Estela, en un camino que lleve al final del sufrimiento de Estela y que no pase por la muerte". Y ese camino pasa por tener dinero para el tratamiento que podría curarla, porque hay un tratamiento, pero es caro y está lejos. El Rubio necesita dinero.

A Tito su mujer le ha dejado por aburrido. El hotel Hespérides en el que ha trabajado por veinte años lleva seis meses cerrado y los ahorros de acaban. Ha visto un local en traspaso que podría llevar él mismo y que le permitiría tener "una vida digna, unos horarios a los que aferrarse, una actividad que justificara lo que ahora era simplemente un plúmbeo arrastrarse por la existencia, inexplicablemente avergonzado por no haberse muerto a tiempo". Pero el traspaso son cuarenta mil euros que no posee ni por aproximación. Tito el Palmera necesita dinero.

Cora es prostituta. Creyó que podía salir de la calle gracias al matrimonio con un armador gallego, pero el elegido resultó un fraude que "no era tan honrado ni la trataba tan bien, y los posibles se habían quedado, más que en posibles, en presuntos". Aún es bella y aún le responde su cuerpo, aún gusta a los hombres y puede vivir de ellos, pero eso no dura siempre y empieza a cansarse y las putas no cobran pensión. Le vendrían bien unos miles de euros para poder retirarse o, al menos, para asegurarse la vida una temporada. Cora necesita dinero.

Y ahí están los tres planeando el robo que les ha encargado Junior; bueno, que le ha encargado al Rubio, pero es que el Rubio se ha dado cuenta de que no lo puede hacer un hombre solo. "Todos ellos ahí, pensando que la vida sigue como siempre, sin saber que todo va a cambiar de pronto, que en tan solo unos días la rabia y la sangre y el miedo y la muerte se habrán cernido sobre ellos, que ya nada volverá a ser igual". Y no destripo nada porque esa frase sale en el primer capítulo.

A partir de ahí, se nos contará pormenorizadamente, el golpe y lo que vino después. No sabemos lo que va a pasar, pero sí intuimos y se nos dan pistas de lo que no va a pasar. No va a salir todo como estaba planeado. Las cosas casi nunca salen como se han previsto. Pequeñas alteraciones en los detalles, planificadas o casuales, pueden llevar a grandes cambios en el resultado final. Es la ley del caos funcionando a la máxima potencia y dando como resultado una trama que nos envuelve y nos acelera el pulso.

Alexis Ravelo

Y todo contado además de tal manera que solo nos ha faltado estar presentes, aunque quizás habiendo estado presentes no lo habríamos visto con tanta claridad porque el autor nos enseña la escena desde los ojos de distintos actores situados en distintos lugares del escenario. Somos testigos privilegiados, tan pronto en la piel de uno como en la de otro de los personajes que participan en la trama. Eso, además de lo que el narrador nos va contando de su propia cosecha. Con todo ello se ha construido una novela redonda, de las que cuesta trabajo desprenderse hasta haberla terminado y que siento haber tardado tanto tiempo en leer. Y es que el libro ya tiene sus años. Con esta obra Alexis Ravelo obtuvo el Premio Dashiell Hammett en 2014. De nuevo constato que el Dashiell Hammett nunca decepciona.

"Me gustaría poder decir aquello de que todos los hechos y personajes pertenecen a la ficción, pero eso, en esta ocasión, no sería exacto. Algunos de los personajes de esta novela existen o existieron y tengo, o he tenido en algún momento, contacto con ellos, en la noche, en el barrio o en las calles menos céntricas de esta ciudad amada y odiada por cuyas aceras arrastro los pies". No sé si se refiere Alexis Ravelo a que se ha basado en personajes que efectivamente conoce o si, sencillamente, se ha basado en tipos que pueden esconderse entre las calles y la noche de cualquier ciudad en los tiempos que corren. Y nos describe situaciones y lugares, y nos retrata un mundo que efectivamente existe, aunque sus protagonistas no sean el Rubio ni Cora ni el Palmera. Y nos lo retrata con frases rotundas y precisas como las que no me puedo resistir a poner como final de esta entrada:

"Le vio el rostro, lleno de ese tipo de maldad que solo un par de décadas de ignorancia pueden llegar a producir". 

"Conocía a demasiados tipos como aquel y le daban demasiado asco. Tras sus coches de puta madre, tras sus chabolos grandes de cojones, no eran más que mierda".

"[...] en este mundo solo hay dos tipos de personas: los ganadores y los perdedores. Y tú y yo no somos ganadores".

Título del libro: La estrategia del pequinés

Autor: Alexis Ravelo
Nacionalidad: España
Editorial: Alrevés

Año de publicación: 2017

Año de publicación original: 2013

Nº de páginas: 320