"La iniquidad" Alexis Ravelo

Aunque en algún sitio he visto tratar a La iniquidad de trilogía, por el momento solo se han publicado estas dos partes. No sé si Alexis Ravelo tendrá en su mente la idea de continuar con una tercera entrega, pero viendo que la segunda se publicó ya en 2010, nada me hace pensar que así vaya a ser.

Se trata de dos novelas duras, totalmente alejadas de lo políticamente correcto, en las que no se salva nadie. No hay un solo personaje que merezca nuestra indulgencia; no hay un Eladio Monroy que nos haga desear su existencia en el mundo real para convertirlo en algo más vivible, más soportable. En estas novelas solo hay iniquidad. Aunque quizás sí hay alguien que podría salvarse: el Benito de "Las noches de piedra", Benito al que en otros tiempos habríamos llamado el tonto del pueblo, posteriormente, con más corrección, discapacitado y hoy, en el colmo del papanatismo, supongo que deberé llamarlo un joven con capacidades especiales. Imagino que en este mundo, hay que tener capacidades especiales para no caer en la tentación de convertirse en un ser inicuo. 

Dos novelas que nada tienen que ver una con otra en cuanto a la trama, los personajes o la ubicación espacio-temporal. Lo único que tienen en común es la iniquidad de sus personajes y de sus acciones. Unos personajes que nos ponen la piel de gallina cuando nos comparamos con ellos y nos vemos hasta cierto punto retratados, entonces nos preguntamos cuál sería nuestro comportamiento en situaciones similares. La respuesta a esa pregunta hay que dejarla a la honestidad y la iniquidad real o potencial de cada uno de nosotros.

También tienen en común el estar escritas con la maestría, tanto en la forma como en el contenido, de Alexis Ravelo del que poco a poco terminaré por leer toda su obra.

Leyendo estas novelas del autor no podemos dejar de recordar a escritores tan grandes como los más grandes autores de novela negra y menos negra. El propio autor menciona entre sus fuentes a Truman Capote, William Faulkner, James M. Cain, Juan Carlos Onetti, Jorge Ibargüengoitia, Georges Bataille, John Fowles. No les conozco a todos (aunque sí a casi todos), pero me ha extrañado, y mucho, no ver entre ellos a Jim Thompson, cuyos personajes Nick Corey y Lou Ford no he podido dejar de tener presentes a lo largo de estas dos historias. 

Asegura el autor en las Advertencias preliminares de "La noche de piedra"  que la historia que se cuenta en la novela responde a hechos verídicos acaecidos en San Expósito. "El origen de este libro está en los tristemente célebres sucesos ocurridos en San Expósito en fechas relativamente recientes, pero desde una recreación libre de los mismos. Se trata, pues, de una novela y no de un documento con pretensiones de objetividad". Y sin embargo esas advertencias preliminares ya son novela, ya forman parte de la irrealidad de la novela, porque ni he encontrado un San Expósito en ninguna de las islas Canarias (ni en ningún otro lugar), ni he visto la más mínima referencia a hechos similares a los que aquí se tratan. No sé por tanto si poner la cita anterior en verde (color que utilizo para citas que no son propiamente de la obra que trato) o en granate. La dejaré en verde en un guiño de complicidad con el autor.

"Ahora intentamos olvidar el horror y por eso queremos pensar que la fiesta de la sangre nos sorprendió; que fue espontánea e inédita y que nadie la presentía. En esa creencia viviremos. Pero el otro pavor coincidente, periódico e inevitable, el espanto anual del meteoro, sí se presentía. Se olía en el aire". Y ese meteoro era la tormenta que anunciaba la locutora en la radio, aunque no fuera necesario el anuncio de algo que se repetía cada año, si bien este se preveía más fuerte. El cabo Casañas, de la policía local de San Expósito, ya sabe lo que se avecina: desastres estructurales en tabiques y tejados, desbordamientos en alcantarillas y pozos negros, avalanchas de tierra y piedras dificultando el tráfico en carreteras y caminos por los que no le queda más remedio que patrullar esa noche junto a la agente Estrella. "Es la misma puta tormenta de antes del verano de todos los putos años".

Casañas tiene un pasado turbio y un presente despreciable que el lector irá descubriendo. Estrella no alberga los mejores pensamientos e irá desarrollando otros aún peores. Marta es la mujer de Casañas y amiga de Estrella desde hace muchos años. Marta es una víctima que puede terminar convertida en verdugo. 

Pero hay más personajes. Julia ha tenido un accidente con su coche o eso parece. Bajo la lluvia, hurgando bajo el capó, espera que alguien venga a socorrerla. "Y así, dale que va, reproduciendo mediocridad, haciendo el imbécil. Y tú aquí, en medio de la nada, bajo el gran diluvio, sola y absurda como una puta en un convento". Y aparece Germán, el dueño de la casa El Roque del Malo en cuyas cercanías Julia ha tenido el accidente. Germán la invita a su casa mientras el hermano de la joven acude a buscarla y enseguida surge la atracción entre ambos a pesar de la diferencia de edad. Lo malo es que nadie es lo que parece en esta historia. Ni Julia ni Germán ni el hermano de Julia.

La noche se agita a la par que la tormenta y muchas cosas se van sucediendo en el pueblo mientras Casañas y Estrella patrullan ajenos a lo que se avecina. Huéspedes que no han vuelto a la pensión, el hijo de la dueña, Benito, que ha vuelto a escaparse. Y no es extraño que Benito se escape pues su gran afición son las caminatas por los alrededores, pero con la noche que hace no es conveniente que un chico discapacitado ande solo a la intemperie. 

Y en esta noche de tormenta "San Expósito sigue siendo San Expósito, sólo igual a sí mismo: un pueblucho que quiere dárselas de progresista y tranquila localidad costera y en realidad no es más que un nido de comadres y brutos que arrastran el estiércol de una endogamia rencorosa". Pero San Expósito es además un lugar tranquilo, en el que nunca ha habido delincuencia; un hermoso paraje costero en el que ya las promotoras inmobiliarias se han fijado y se vislumbra el negocio para todos. Aunque para unos más que para otros.

Pero esa tranquilidad privilegiada está a punto de terminar. La violencia se desata esa noche de tormenta en el pueblo. Y aunque todo debería llevar a pensar en un accidente desencadenado por la situación, a Casañas que no es honrado pero tampoco es tonto, algo no le huele bien en todo este asunto. Empezará a investigar y a ver su oportunidad en todo el asunto. Muchas personas verán su oportunidad y los engaños, las traiciones y la iniquidad convertirá San Expósito en un lugar conocido por los macabros acontecimientos que en el pueblo acontecieron. Unos acontecimientos de los que el autor ha procurado mitigar los contenidos más sórdidos o desagradables, aunque no siempre lo ha conseguido por lo que se ve obligado a trasladar la responsabilidad "a partir de esta misma línea a la temeridad del lector que se aventure en la lectura de La noche de piedra desoyendo el aviso constituido por el párrafo anterior".

Título del libro: La noche de piedra

Autor: Alexis Ravelo
Nacionalidad: España

Editorial: Anroart

Año de publicación: 2007

Año de publicación original: 2007

Nº de páginas: 268

Si "La noche de piedra" está ambientada en un momento más o menos actual en algún lugar de las islas Canarias, "Los días de Mercurio" nos lleva a alguna ciudad de la península en la posguerra.

"[...] yo necesitaba dinero, él lo tenía, y yo sabía unas cuantas cosas vergonzosas sobre él. No me resultó difícil combinar esas tres circunstancias y convertirlas en una oportunidad para huir con Pilar de aquella ciudad gris donde yo llevaba un par de años llamándome Pedro y ella toda una vida convertida en un trozo de carne". Pedro trabaja de camarero y vive en una pensión. Se acuesta, o más bien se tira en el suelo de la cocina, con Pilar, la mujer del dueño, un viejo que "más que enamorarla, la había comprado". 

Pedro en realidad no se llama Pedro. Perdió la guerra y anduvo varios años en el monte, pero se bajó cansado del miedo y de la falta de esperanza, se cambió de nombre y se perdió en esta ciudad de provincias que solo aparece en los mapas más precisos. Ahora Pedro se ha enterado de un secreto de Uribe, el jefe local de Falange. Un secreto que Uribe no puede dejar que se descubra y Pedro hará todo lo posible para conseguir el dinero que cuesta su silencio. "No le odiaba. Ni siquiera me caía mal del todo. Daba buenas propinas; cuando estaba de buen humor, me llamaba para preguntarme mi opinión sobre el tema de la tertulia o para contarme alguno de sus chistes de putas y marineros; alguna vez me regaló un farias". Tampoco odia a su antiguo amigo y compañero de colegio, Ramiro López Calle, pero está mezclado en el chantaje y tendrá que pagar también por haberse cruzado en los intereses de Pedro.

Pedro nos cuenta la historia en primera persona y nos la cuenta desde un lugar en el que está en la actualidad, un lugar en el que ocupa un catre que antes ocuparon otros, un lugar de donde se puede salir más viejo, más sabio, más miserable, pero nunca como se entró. Pedro nos cuenta en primera persona historias que resultan aún más impactantes por la ausencia de pesar o arrepentimiento. No hay remordimiento, pero tampoco afán de enmascarar las culpas. No hay más que el relato crudo de lo que no sé si llamar maldad o ansias de sobrevivir a cualquier precio. Aunque algunas de las acciones que se nos cuentan no fueran imprescindibles para esa supervivencia. Pedro quiere abandonar "este país de mierda, con sus uniformes grises, sus señoras con mantilla y rosario, sus cielos de mercurio en invierno y de fuego en verano". Lo acabará abandonando, pero no de la forma que pensaba. 

Al igual que en "La noche de piedra", los personajes carecen de la más mínima generosidad y hacen alarde del más salvaje egoísmo y la más cruda crueldad. Nada se les pone por delante a la hora de conseguir aquello que les permita salir adelante de la forma más airosa posible y a poder ser, ricos. Si en la novela anterior se salva Benito, en esta lo hace Viera, el periodista que comparte con Pedro pensión, cine y alguna copa y al que le soporta algún discurso. "Viera me hablaba de libros que yo no había leído, de escritores a quienes jamás había oído nombrar y de ideas que, sin embargo, me resultaban familiares, hasta el punto de que incluso hubo un tiempo en que maté y me arriesgué a que me mataran por ellas. Pero yo conocía bien a los tipos como Viera. Militantes de salón. Camaradas de biblioteca. [...] Yo le escuchaba hablar a media voz, pero con vehemencia, de luchas de clases, de plusvalías, de caciques y capitales, de revoluciones y federalismos, y, mientras bebía mi orujo, le decía con los ojos (en los que nunca supo leer) que él no tenía cojones, que en la barra del bar se puede ser muy valiente, muy reformista y muy revolucionario, pero que no hubiera tenido cataplines para coger una pistola, amartillarla y ponerla en la cara de alguien, y mucho menos si el otro también estaba armado". Viera se verá mezclado en una historia que desconoce y que se le queda muy grande a su postura de revolucionario de salón.

Creo que "Los días de Mercurio" es la novela menos extensa de Alexis Ravelo de las que he leído hasta ahora, pero también es de las más directas, con una prosa casi perfecta en la que nada sobra ni falta; una obra que destaca por su sobriedad y por la intensidad de los hechos y los sentimientos que quedan expuestos, si cabe, con más crudeza que en cualquier otra de sus novelas.

 

Título del libro: Los días de Mercurio

Autor: Alexis Ravelo
Nacionalidad: España

Editorial: Anroart

Año de publicación: 2010

Año de publicación original: 2010

Nº de páginas: 185