El cine francés decepciona muy pocas veces y, desde luego, esta no es una de ellas. Es un cine sin pretensiones, ni grandes gestos; no abundan las superproduciones, pero cada año se realiza un montón de películas y, la mayoría, mantiene una calidad muy aceptable. Es un cine que cuenta historias de gente normal, episodios cotidianos, pero muy bien contados y siempre, incluso en historias duras como esta, transmite optimismo, buen rollo, "joie de vivre", en una palabra. Esta es una película sencilla, que cuenta una historia sencilla, al menos en apariencia: una chica se encuentra, tras un periodo de baja, con que la empresa ha decidido despedirla o pagar una prima de 1000 euros al resto de empleados (una cosa u otra) y, por si fuera poco, deja en manos de dichos empleados la decisión. Deberán votar por cobrar una prima bastante sustanciosa o renunciar a ella para que su compañera mantenga su trabajo, y ella tiene un fin de semana (dos días y una noche) para convencerlos...