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Mostrando entradas de octubre, 2023

Tres eran tres 29

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Veintinueve entradas ya de Tres eran tres . En este caso, traigo dos novelas españolas pertenecientes a sendas series y una australiana que espero que no se convierta también en serie pues en ese caso perdería lo mejor que tiene, que es la originalidad, para convertirse en algo repetitivo.  “La vida secreta de Úrsula Bas”. Arantza Portabales.  «La diferencia entre la maduración y la putrefacción está en la humedad. Así sucede con la carne. Lo escuché en un programa de cocina. Aquí el aire es tan húmedo que no puedo parar de pensar que si muero, mi cuerpo, todos mis tejidos, se descompondrán rápidamente sobre este suelo» .   Desde las primeras palabras asistimos al encierro de Úrsula Bas. La vamos viendo y sabemos de ella mientras Abad y Barroso investigan y su marido se desespera y nadie sabe si está viva o muerta.  Este es el primer caso de Santi Abad cuando se reincorpora al trabajo tras dieciocho meses y veintidós días. Es lo que ha estado ausente de la comisaría entre la baja y l

"El comensal" Gabriela Ybarra

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Antes de la muerte de mi madre yo vivía como si lo normal fuera morirse de viejo. Imaginaba mi corazón parándose en la víspera de mi ciento un cumpleaños, después de pasar la tarde jugando a las cartas y mojando cruasanes en el té. Antes no pensaba en la muerte. O pensaba poco. Ahora creo que lo más corriente es morirse antes de tiempo, como mi abuelo Javier, o como mi madre, o como una amiga de una amiga a la que atropelló un coche que se saltó un semáforo en la Castellana. La muerte antes de tiempo es siempre violenta, irse joven lo es.  Igual que partir de un disparo es siempre antes de tiempo. No importa la edad. El abuelo de Gabriela Ybarra, Javier Ybarra, murió de un disparo tras varios días de secuestro por parte de la banda terrorista ETA en 1977. Ella no vivió la tragedia familiar, aún tardaría seis años en nacer. Ni siquiera supo nada del caso hasta los siete años.  Su madre murió de un cáncer en septiembre de 2011, mes y medio antes de que ETA anunciara el abandono defini

"Treblinka" Chil Rajchman

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Los tristes vagones me conducen hacia allí, hacia aquel lugar. De todas partes nos llevan: del este y del oeste, del norte y del sur. De día y de noche. En todas las estaciones del año, viajan los trenes: primavera y verano, otoño e invierno. Los transportes viajan hacia allí sin obstáculos ni restricciones y Treblinka se vuelve cada día más rica en sangre. Cuanta más gente llevan allí, más crece su capacidad para recibirla. Partimos de la estación de Lubartów, que queda a unos veinte kilómetros de Lublin. Viajo con mi joven y bella hermana Rivke, de diecinueve años, y mi buen amigo Wolf Ber Rojzman, con su mujer y sus dos hijos.  Igual que los demás, ignoro hacia dónde nos conducen y por qué. No obstante, tratamos, dentro de lo posible, de averiguar algo sobre nuestro destino. Los ladrones ucranianos que nos vigilan no quieren concedernos la gracia de contestarnos. Lo único que oímos de ellos es: —¡Entregad el dinero, entregad el oro y los objetos de valor! Treblinka fue escrito

"Islandia 2004" Ezequías Blanco

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Getafe no es Dublín ni Lisboa ni, mucho menos, Nueva York o Londres. Ciento cuarenta y cinco mil almas según el anuario del periódico El País. Getafe no es Salamanca, ni París... Ni punto de comparación. Solo en número de habitantes. No es más que un pueblo grande. "Un poblachón manchego" dicen que le llamó Pío Baroja. Producto de la inmigración de los años sesenta donde venían de todos los lugares de España, sobre todo del sur, gentes con una mano delante y otra detrás, lo peor de cada casa, con la intención de mejorar sus vidas al olor del aceite chirriante y oscuro de las industrias. Y, a pesar de que muchos de aquellos pioneros ya hayan muerto, la impronta y la pátina de la suciedad que arrastraban y de la pobreza en la que estaban sumidos, sigue siendo dominante Sobre todo la suciedad: los papeles y las bolsas de plástico danzando por las calles, las cáscaras de pipas rodeando cualquier banco, las aceras llenas de las manchas más extrañas... Es cuestión de educación. 

"No te veré morir" Antonio Muñoz Molina

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[…] cuando los dos sabían y aceptaban que se iban a separar pero no podían imaginar la magnitud del espacio ni la duración de los años que tenían por delante, demasiado jóvenes para sospechar siquiera esas amplitudes, las lejanías que pueden separar las vidas humanas, mucho más jóvenes y más inocentes y torpes de lo que creían, confiados de algún modo en la perduración del mundo y del tiempo que hasta entonces habían conocido, cuando una ausencia de uno o dos meses era una eternidad imperfectamente abreviada por las cartas, cuando los apenas diez años que los separaban entonces de la adolescencia y de su primer encuentro cobraban para ellos la lenta duración de sus vidas enteras, constituían la prueba de que lo vivido por los dos hasta entonces tenía raíces tan hondas que nada lo podía debilitar, y mucho menos destruir, ni siquiera la distancia que ahora estaba a punto de abrirse entre ellos, un océano y un continente enteros, un porvenir sin fechas previsibles de regreso, un abismo qu

"Una temporada en el purgatorio" Dominick Dunne

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Sé perfectamente que, al contar la historia que me dispongo a contar, corro el riesgo de perder todo lo que he logrado y adquirido en mi vida, incluyendo mi reputación. También sé que voy a ganarme la eterna animosidad de la familia y, a lo largo de los años, he sido testigo, en ocasiones muy cercano, de lo que significa su eterna animosidad, cuando eran otros muchos los que la sufrían. Ellos, la familia —o «la Familia», como la llaman ellos mismos y a veces también la prensa—, no son mi propia familia, pero sí la familia en la que fui aceptado hace veinte años. Mi primera visita a la finca de los Bradley la hice en calidad de compañero de colegio de Constant, y se prolongó durante un mes. Estudiábamos en Milford, un colegio de Connecticut para hijos privilegiados de familias católicas ricas  que había fundado setenta y cinco años atrás un millonario católico con una floreciente fortuna procedente de las minas de cobre, cuyo hijo, en opinión del millonario, no había sido admitido en