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Mostrando entradas de febrero, 2024

"Prometeo americano" Kai Bird & Martin J, Sherwin

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En aquel mundo de promesas nació J. Robert Oppenheimer, el 22 de abril de 1904, en el seno de una familia de inmigrantes alemanes de primera y segunda generación que volcaron todo su afán en ser estadounidenses. Pese a ser de etnia y cultura judías, los Oppenheimer de Nueva York no pertenecían a ninguna sinagoga. Sin repudiar sus raíces, optaron por construir su identidad en el marco de una rama singular del judaísmo, la Sociedad por la Cultura Ética, [...] Sin embargo, a Robert Oppenheimer le ahondaría la ambivalencia que sintió toda su vida respecto a su identidad judía. Tal vez fuera esa identidad judía ambivalente la que le llevó a querer, por encima de todo, ganarle a los nazis al menos una batalla, la de la construcción de la primera bomba atómica. Y puede que su educación en la  Sociedad por la Cultura Ética le llevara hacia un humanismo que le hizo estar siempre a favor de ideas que podían considerarse de izquierdas. Así, era contrario a la segregación racial, partidario de l

"Santander 1936" Álvaro Pombo

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–¡Tú eres un señorito, Alvarín! –exclama Rafael Mazarrasa, dando una palmada en el hombro a su amigo [...] –¡Señoritos, sí, a mucha honra! Sí, nosotros llevamos corbata; sí, de nosotros podéis decir que somos señoritos... ¿Te acuerdas de esas frases? Tú acababas de llegar a Santander, a España, a finales de octubre de 1933. Comentamos, ¿te acuerdas?, ese discurso. Somos señoritos porque así lo fueron siempre, en la historia, los señoritos de España. Así lograron alcanzar la jerarquía verdadera de señores, porque en tierras lejanas, y en nuestra patria misma, supimos arrostrar la muerte y cargar con las misiones más duras... –Señoritos es despectivo, somos niños bien, diga lo que diga José Antonio Primo de Rivera. Así hablaban paseando por el Muelle Alvarín Pombo y Rafa Mazarrasa, su mejor amigo. Era finales de 1934 y hacía un año que Alvarín había vuelto a España tras sus estudios en Francia. Tenía diecisiete años y los discursos de José Antonio Primo de Rivera ya le habían encandil

"La mala costumbre" Alana S. Portero

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Vi caer como ángeles terminales a una generación entera de muchachos. Adolescentes con la piel gris a los que les faltaban dientes, que olían a amoniaco y a orina. [...] Con la sonrisa elevada de los crucificados. Indefensos pero ya flotando en lugares donde nada podía tocarlos. Los vi brotar y hacerse cada vez más lentos hasta alcanzar la quietud final y descomponerse en el fango que se acumulaba en nuestro barrio con nombre de santo pero dejado de la mano de Dios. La primera vez que me enamoré fue de uno de aquellos ángeles. Se precipitó desde la ventana de casa de sus padres, que quedaba encima de nuestro bajo de treinta y cinco metros cuadrados, con una jeringuilla clavada en el pie. La cita anterior es también el inicio de la novela. Un puñado de palabras hermosamente hiladas para ponernos en situación, para ubicarnos en el tiempo y en el espacio de una forma inequívoca. Estamos en San Blas, un barrio obrero y conflictivo en aquella época en la que la droga hacía estragos. No ha

"Las cenizas de la inocencia" Fernando Benzo

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Para acceder al Dixie, no se exigía ni etiqueta ni el pago previo de quince pesetas, como en el Pasapoga. Un portero de mirada taciturna vestido con una austera levita se encargaba de autorizar o denegar el paso al interior. Pero, aunque no se cobrase por ello, uno sabía que si acudía varias noches al local sin dejarse dinero en la barra o en las mesas, el portero acabaría identificándole y el Dixie le quedaría vedado para siempre, por lo que eran pocos los que se atrevían a disfrutar del lugar sin el obligado gasto en bebidas. Las cenizas de la inocencia  n os traslada a la posguerra, a la década de los cuarenta. Aunque no se especifica un momento concreto es la época del estraperlo tras la guerra, una práctica que terminó a principios de los años cincuenta. Una práctica que aprovechaba el desabastecimiento de todo tipo de mercancías para enriquecer a unos pocos y para que los que se lo podían permitir mínimamente accedieran a un complemento de las magras raciones a las que las carti

"Plenilunio" Antonio Muñoz Molina

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De día y de noche iba por la ciudad buscando una mirada. Vivía nada más que para esa tarea, aunque intentara hacer otras cosas o fingiera que las hacía, solo miraba, espiaba los ojos de la gente, las caras de 1os desconocidos, de los camareros de los bares y los dependientes de las tiendas, las caras y las miradas de los detenidos en las fichas. El inspector buscaba la mirada de alguien que había visto algo demasiado monstruoso para ser suavizado o desdibujado por el olvido, unos ojos en los que tenía que perdurar algún rasgo o alguna consecuencia del crimen, unas pupilas en las que pudiera descubrirse la culpa sin vacilación, tan solo escrutándolas, igual que reconocen los médicos los signos de una enfermedad acercándoles una linterna diminuta. Se lo había dicho el padre Orduña, «busca sus ojos», y lo había mirado tan fijo que el inspector se estremeció ligeramente, casi como mucho tiempo atrás, aquellos ojos pequeños, miopes, fatigados, adivinadores, que lo reconocieron en cuanto el

"Cervantes para cabras, Marx para ovejas" Pablo Santiago Chiquero

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Para los periodistas e intelectuales de izquierdas, la ínsula Esperanza era la prueba palpable, enjalbegada y primorosamente adornada, de que los preceptos del socialismo eran válidos para sacar a la clase trabajadora de la pobreza y la ignorancia; para los otros, los conservadores, que también acudieron en buen número a la colonia agrícola, aquello no tenía nada que ver con el socialismo, sino con el trabajo honrado y la racionalización de la producción agrícola y artesana. Mateo, que nunca llegó a tener carné del Partido Comunista, nunca le negó la razón ni a unos ni a otros; así quedaban todos contentos y no se hablaba mal de la ínsula Esperanza. Y es que cuando el trabajo se hace bien, cuando los que trabajan en una empresa se sienten felices y además es rentable y se ven los frutos del esfuerzo, nada tienen que decir (o no deberían, porque seguro que hoy le sacarían mil pegas a la Ínsula Esperanza ) ni los unos ni los otros; ni los conservadores ni los intelectuales de izquierda

Tres eran tres 32

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Aunque los tres libros fueron leídos en 2023, no he querido publicar la entrada hasta dejar pasar tiempo desde la entrega 31. Suelo dejar un mes entre un Tres eran tres y el siguiente. Traigo dos novelas españolas y una francesa, pero ambientada en España. Las dos españolas están ambientadas en provincias, concretamente en Segovia y Gran Canaria. La francesa, transcurre mayoritariamente en Salamanca, aunque también tiene partes en Madrid, Segovia, el Pirineo oscense y Benalmádena. Por lo tanto mucha geografía española en la ambientación de este Tres eran tres .  " Hontoria ". Juan Carlos Galindo. Hontoria es la primera novela de Juan Carlos Galindo, periodista de El País en donde realiza entrevistas y críticas para Babelia y para Cultura. Su profesión se nota en la novela que por momentos nos parece una crónica periodística. Está escrita de tal manera que continuamente tenemos la sensación de que estamos ante un caso real. Hay que meterse a indagar en Google para ver que e