"El comensal" Gabriela Ybarra

Antes de la muerte de mi madre yo vivía como si lo normal fuera morirse de viejo. Imaginaba mi corazón parándose en la víspera de mi ciento un cumpleaños, después de pasar la tarde jugando a las cartas y mojando cruasanes en el té. Antes no pensaba en la muerte. O pensaba poco. Ahora creo que lo más corriente es morirse antes de tiempo, como mi abuelo Javier, o como mi madre, o como una amiga de una amiga a la que atropelló un coche que se saltó un semáforo en la Castellana. La muerte antes de tiempo es siempre violenta, irse joven lo es. Igual que partir de un disparo es siempre antes de tiempo. No importa la edad.

El abuelo de Gabriela Ybarra, Javier Ybarra, murió de un disparo tras varios días de secuestro por parte de la banda terrorista ETA en 1977. Ella no vivió la tragedia familiar, aún tardaría seis años en nacer. Ni siquiera supo nada del caso hasta los siete años. 

Su madre murió de un cáncer en septiembre de 2011, mes y medio antes de que ETA anunciara el abandono definitivo de las armas. Esta tragedia sí que la vivó Gabriela. Por entonces tenía ya veintiocho años y vivía en Nueva York donde estudiaba un máster en márketing. Y allí, a Nueva York, fue su madre, al hospital Memorial Sloan Kettering, a tratarse el cáncer.

Y sobre estas dos muertes bascula este libro, a medias entre la novela y el libro de memorias. Dos muertes separadas por casi treinta y cinco años

«La muerte de mi madre resucitó la de mi abuelo paterno. Hasta entonces, para mí el asesinato eran solo unas esposas metidas en una vitrina al lado de las llamas de bronce que mis padres trajeron de Perú. El tedio de la enfermedad llamó al tedio de la espera del secuestro. Mi padre empezó a hablar de rosarios manchados con sangre. Yo aún tardaría varios meses en comprender su dolor».

Cuando secuestraron a su abuelo, en su propia casa de Neguri a golpe de pistola, el padre de Gabriela, que entonces vivía en Nueva York, estaba de visita en la casa. Los secuestradores esposaron a los hijos y a la asistenta, y son las esposas que le pusieron a su padre las que están en una vitrina al lado de las llamas de bronce. Un detalle que podría haberle hecho preguntar, pero que no resulta extraño a quien ha visto el objeto durante toda su vida en la casa. Al menos durante los siete primeros años, los que tardó en saber cómo había muerto su abuelo. Poco antes se había suicidado su tío, el hermano pequeño de su padre. Muchas muertes en la familia antes de tiempo y sin embargo, «Antes de que a mi madre le diagnosticaran la enfermedad, yo no le prestaba demasiada atención a la muerte»

Tampoco pensó demasiado, nos dice a continuación, durante el tratamiento, tal vez porque todo iba bien. Nadie imaginaba que no fuera a surtir efecto. Nadie se esperaba el resultado final hasta que no estuvo casi encima. Las muertes de nuestros mayores son muy distintas unas de otras. Cuando los abuelos mueren jóvenes suelen hacerlo antes de que hayamos nacido y no calan en nosotros más que como una vieja historia familiar. Como tenía asumida Gabriela la muerte de su abuelo hasta los siete años. «Me enteré del asesinato de mi abuelo por una vecina. Yo tenía siete años. Aquel día volví a casa llorando y se lo conté a mis padres. «No te lo habíamos dicho antes porque no nos habías preguntado cómo había muerto, me dijo mi madre. Los dos evitaron dar detalles sobre el secuestro».  Cuando ya se es consciente de su muerte, nos parecen demasiado mayores, aunque no lo sean en realidad, y encontramos lógica esa muerte. 

Como tal vez la encontró Gabriela hasta que otra tragedia se la hizo presente y le hizo indagar en libros, hemerotecas, documentales, etc. para ir sabiendo más y poder entender, o al menos conocer, las circunstancias en que se había fraguado su vida y la de sus padres. Y no solo debido a la muerte de su abuelo. También su padre, amenazado por ETA, tuvo que huir del País Vasco e instalarse en Madrid, aunque no pudo dejar de vivir con una escolta pegada a sus pasos. El traslado a Madrid supuso para la autora, con doce años, un exilio de lo que había sido su mundo hasta entonces. 

Gabriela Ybarra

Gabriela Ybarra conjura los demonios de su pasado, tanto el remoto como el más cercano, con la escritura de un libro que la lleva a indagar en la Historia de España en los años más crudos del terrorismo etarra y en la historia de su propia familia. La lleva a analizar sus relaciones con su padre al que había estado muy unida de pequeña «Durante la enfermedad de mi madre, mi padre y yo tuvimos que volver a conocernos. No sé en qué punto nos perdimos. A veces pienso que fue el día que lo eché de mi cuarto para que no me leyese más poemas antes de dormir. "Prefiero leer yo sola", le dije, y se perdió por el pasillo con los versos de Catulo bajo la axila»

Repara en las diferencias entre sus padres «Mi padre es el opuesto de mi madre. Mi madre era una pluma. Mi padre es una mole de hormigón a la que le gustaría ser pluma. Mi madre era desprendida y viajaba en autobús. Mi padre solo podía moverse con escolta. Mi madre dejaba atrás el pasado. Mi padre siempre tiene presente su historia familiar»

Se da cuenta de esas casualidades que se nos presentan y que nos hacen pensar que tal vez no son casualidades de lo sospechosas que resultan «Al morir mi madre, yo tenía la misma edad que mi padre cuando asesinaron a mi abuelo. Él veintinueve, yo veintiocho. Los dos vivíamos en Nueva York».

Se espanta ante la humanidad que descubre en los asesinos «Miro fotos de etarras e investigo sus vidas. Me cuesta aceptarles, porque asumir su humanidad significa reconocer que yo también podría llegar a hacer algo así. Mi conciencia estaba más tranquila cuando imaginaba que eran locos o que no eran personas. Marcianos. Ficción».

«Me da un poco igual el género porque mezclo memorias y ficción, con partes reconstruidas e incluso tergiversadas, pero lo que he tratado siempre es ser leal a los personajes y a la realidad», declaró Gabriela Ybarra en una entrevista en 2019. Sea como sea, se trata de un libro profundo, escrito con una distancia que lo aleja del sentimentalismo, de la sensación de tragedia y, por supuesto, del victimismo. Un libro que, «tras ser traducido al inglés, fue finalista del premio internacional Man Booker».

«Mi madre era calor y presencia. Bondad y luz. Mi madre era muchas de las cosas que se suelen decir sobre la gente muerta, pero en su caso todas eran verdad».

Este libro participa en el Reto Autores de la A a la Z que organiza el blog  Lecturápolis. Con él relleno la letra Y.

Título del libro: El comensal
Autora: Gabriela Ybarra
Nacionalidad: España
Editorial: Caballo de Troya
Año de publicación: 2015
Año de publicación original: 2015
Nº de páginas: 176

Comentarios

  1. Una historia terrible marcada por la tragedia tanto en lo personal de la autora, como en lo vivido en España en los años de plomo. Recuerdo aquellos tiempos y las proclamas que se hacían para que ETA abandonara las armas y utilizará la palabra para defender cualquier idea sobre la independencia. Ahora, que el mundo independentista vasco toma la palabra en el congreso, como se pedía, pues tampoco les vale a los ultraderechistas por le que les dan una salida imposible. Menos mal que parte del arco parlamentario comprende que mediante la palabra se pueden y se deben defender las ideas que cada uno tenga. Por otro lado, la adaptación cinematográfica de "El comensal" de Ángeles González-Sinde creo que pasó demasiado desapercibida de manera inmerecida.
    Un beso, Rosa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Desde luego, para mí pasó desapercibida totalmente porque me acabo de enterar de que existe esa versión en cine. Ciertamente se mezclan vivencias personales de la autora y su familia con vivencias del país en momentos muy duros. Es curioso como la muerte de su madre le hace interesarse por la otra muerte que tuvo lugar en la familia y me ha gustado mucho cómo lo hace, sin caer en lo dramático o lo sentimental, con cierta distancia que consigue que la lectura resulte fácil. Buscaré la película que te agradezco que me hayas dado a conocer.
      Un beso.

      Eliminar
    2. Ah, se me pasó comentarte que estoy totalmente de acuerdo contigo. La derecha se pasó la vida pidiendo que ETA entregara las armas y luchara por vía política y cuando por fin lo hace les siguen llamando terroristas. Claro que si tuvieran la más mínima posibilidad de pactar con ellos les llamarían Movimiento de Liberación Vasco, como ya hizo Aznar en su día.

      Eliminar
  2. Cuando en 2016 leí esta novela que me envió la propia editorial me agradó e hice una reseña en mi blog . En ella recogí el motivo que la propia autora hace de un libro de Robert Walser titulado "El paseo"; luego me he vuelto a encontrar con este autor y esta obra en muchas otras ocasiones. La última al visionar la adaptación cinematográfica de la novela que hizo Ángeles González-Sinde y que como bien dice Miguel en el comentario anterior pasó demasiado desapercibida de modo inmerecido.
    Veo que has llegado a ella de esa manera tan típica a que nos "obliga" el Reto de Lecturápolis para las letras difíciles.
    Un beso, Rosa

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En realidad llegué a la novela antes que al reto Autores de la A a la Z. Hace años que estaba en mi lista, porque los libros sobre ETA me interesan mucho. Lo malo es que había ido quedando sepultada por lo mucho que fue llegando y le cayó encima. Ahora, gracias al reto, la he rescatado y es otra de las cosas que tengo que agradecerle.
      Con Robert Walser me he encontrado varias veces. Ahora recuerdo, además de ésta, otra en Bartleby y compañía, de Vila-Matas. Aún no he leído al autor, pero con El comensal me han entrado ganas. Tengo El paseo en mi lista hace bastante tiempo. No prometo nada de todas formas.
      Un beso.

      Eliminar
  3. Una historia tremenda, durísima, pero que hay que conocer. Otro de esos temas que van cayendo en el olvido pese a tantísimos años de horror causados por el terrorismo. No he leído el libro pero sí he visto la película de Ángeles González Sinde y me pareció estupenda. Creo que respeta mucho el tono de la historia original por lo que leí en su momento en alguna crítica. Muy buena propuesta la que traes hoy, Rosa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Van cayendo en el olvido a pesar de que la derecha se empeña en sacarlos a la palestra como si no hubiera cambiado nada y siguieran matando por las calles. Cuando se espera un rédito político, cualquier cosa les vale. Creo, como tú, que el tema de ETA es otro de los que hay que leer todo aquello que nos merezca un mínimo de garantía. Como con el Holocausto, hay que intentar comprender cuanto más mejor, porque totalmente no llegaremos a entenderlo nunca.
      Un beso.

      Eliminar
  4. ¡Hola, Rosa! Hay una frase de la autora que recoges: "humanidad significa reconocer que yo también podría llegar a hacer algo así. Mi conciencia estaba más tranquila cuando imaginaba que eran locos o que no eran personas" que es el paradigma de la Psicología Política y las técnicas modernas de manipulación de masas. Desde la pandemia es un tema que me interesa mucho y esta idea aparece en varios ensayos de los que he leído sobre el tema y también en otros sobre psicología criminal. Es una verdad tan cierta como que también es una poderosa arma del Poder para crear un estado de opinión según interesa.
    Todos podemos cometer cualquier barbaridad llegados a un cúmulo de circunstancias y hasta el peor de los asesinos también es humano. Hay un asesino en serie, Unabomber, que me provoca sentimientos contradictorios. Por un lado la atrocidad de sus crímenes, por otro la absoluta lucidez de su pensamiento que nos lleva al dilema del uso de la violencia como opción contra lo que entendemos una tiranía.
    El problema no es comprender esa humanidad, sino quién decide cuándo conviene mostrarla o no. Porque humanos somos todos, incluidos Putin o Rubiales o Trump. La cuestión es cuándo conviene demonizar y cuándo humanizar. Recuerdo que antes de la guerra de Ucrania (por cierto, ¿por qué ha desaparecido de los telediarios de todos los canales de televisión?) Maduro era un demonio. Luego, necesitamos su petróleo y automáticamente pasó a ser humano. Con ETA pasa lo mismo, ahora toca humanizarlos e incluso ellos mismos se humanizan como Otegui el otro día, afirmando respecto a Palestina que "no son partidarios del uso de rehenes civiles para canjes" y se queda tan ancho.
    Perdona que me haya ido un tanto por los cerros de Úbeda con este comentario que a lo mejor puede resultar polémico, pero esa frase creo que es realmente esclarecedora y toda invitación al debate. Un fuerte abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes toda la razón. El libro está lleno de reflexiones muy interesantes, pero esa frase es de las que más me llamaron la atención a mí también. No le di esa vuelta de tuerca de a quién interesa demonizar a quién o salvarlo de la quema (también yo he comentado viendo las noticias que la guerra de Ucrania ha dejado de existir y es que ya se había convertido en algo muy visto; en cuanto ha venido otro conflicto a sustituirla, la ha desbancado de los telediarios). Independientemente de intereses de un lado u otro, el pensar que los asesinos son personas, que no son monstruos ni, la mayor parte de las veces, locos, nos pone en la terrible situación de preguntarnos si nosotros mismos seríamos capaces de algo terrible en según qué circunstancias.
      No te preocupes por irte por los cerros de Úbeda. Viene muy bien que alguien ponga un punto diferente en los comentarios y añada nuevos matices para la reflexión.
      Un beso.

      Eliminar
  5. Hola Rosa, el tema de ETA siempre me ha parecido muy duro pero también interesante, y eso que siempre lo he vivido un poco desde fuera, porque aunque los muertos tenían nombres y apellidos y eran un poco de todos, no los conocía personalmente; me imagino como debe ser crecer con esa historia familiar, y esa amenaza constante, con el miedo y la huida como eternos compañeros, tuvo que afectar a la familia en todos los órdenes, aunque la autora no se percatara de ello en sus primeros años. No había oído hablar de la autora pero me llevo apuntado el libro. Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un libro que tiene ya unos años y, cuando se publicó, salió bastante en blogs y redes. Yo lo tengo desde entonces, pero había quedado bastante relegado. El reto Autores de la A a la Z me hizo recuperarlo y me alegro muchísimo. Yo ya tenía nueve años cuando ETA empezó a matar, aunque no fui consciente hasta los doce o trece. Desde que se han empezado a escribir libros sobre el tema, suelo leer los que me parecen de calidad y la verdad es que hay mucho que aportar al tema y es otro de esos asuntos que que me gusta seguir.
      Un beso.

      Eliminar
  6. Leí esta novela hace varios años. Me pasó algo curioso con ella, y es que me caló mucho más la parte referida a la muerte de su abuelo (todo recreación, pues ella no lo vivió) que la de su madre (más memorialística, supongo, dado que ella la acompañó en su periplo hospitalario). Con esto no quiero decir que esa segunda parte no me gustara, simplemente es una observación de la que se puede tirar y que puede dar mucho de sí, pero no quiero enrollarme.
    Siete años (acabo de comprobarlo) desde su lectura y, por tanto, muchos detalles olvidados. Lo que más vívido guardo de la novela de Gabriela Ybarra es una imagen de nieve pura y blanca que me llevó (por cierto y sin mucho acierto) a leer El paseo de Robert Walser (me han entrado ganas de releerlo o de leer algo más del autor tras mi lectura del prólogo a Bartleby, el escribiente escrito por Enrique Vila-Matas), así como esos maravillosos versos de Antonio Machado que la preceden y que dicen: «¿Quién ha visto sin temblar / un hayedo en un pinar?»
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No he leído El paseo de Walser que, de nuevo, tras leer El comensal, me sale al paso y me tienta. Conocí al autor también de la mano de Vila-Matas, pero en su libro Bartleby y compañía. Creo que Walser es el primero de esos escritores que prefirieron dejar de escribir a los que se refiere. Ahora veo que dices que no fue un acierto leerlo y me queda la duda. Bueno, por intentarlo tampoco pierdo nada. Los versos de Machado son preciosos. Leí el poema al que pertenecen, Las encinas, muchas veces. Ahora hace ya tiempo que el libro de Machado que tenía siempre a mano se lo llevó mi hijo. Yo tengo una edición de la obra completa en cuatro tomos, pero se ve que es menos manejable y ya no acudo a él con tanta frecuencia.
      A mí he de decir que ambas partes me han gustado mucho. Cada una en su estilo; la primera, más novelada y la segunda, más tipo memorias. No sabría con cual quedarme.
      Un beso.

      Eliminar
    2. Hay libros en los que o entras o te quedas fuera. Yo no entré en ese paseo de Robert Walser, experiencia que para nada ha de minusvalorar esa obra. Cuando me pasan esas cosas no atino muy bien a acertar si se trata de mí, del autor o del momento. Me gustaría algún día despejar la duda de si se trata de una falta de feeling con Walser o con esta obra suya en concreto o si (por lo que más me inclino) en otro momento conseguiría pasear a su vera. Vamos, que si te ves tentada de leer a Robert Walser, no dudes de hacerlo por mi desacierto.
      Besos

      Eliminar
    3. Lo más probable es que lo intente porque hace tiempo que lo anoté y se me ha reavivado la curiosidad después de leer El comensal.
      Un beso.

      Eliminar
  7. Buenas tardes, rosa.

    Qué vida tan impregnada de tristeza le ha tocado a esta chica. Una muerte en la familia siempre es algo que lamentar, pero cuando sucede de estas dos maneras tan trágicas... Yo he vivido el escenario ETA de nuestro país, mi generación al completo lo vivió. Por ello me solidarizo con ella y con su dolor. me llevo esta novela sin dudarlo.

    Un abrazo, y gracias por la reseña!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenos días, Undine.
      Sí, la tristeza se instaló en la vida de la autora seis años antes de que naciera, pero creo que eso no impidió que naciera con la marca de esa tristeza. Un hecho como la muerte del abuelo en las circunstancias en que se produjo no deja indemnes a los que lo viven ni a los que vienen después, que reciben ese trauma con los genes. Es un decir.
      Me alegro de que apuntes la novela. Ojalá la disfrutes.
      Un beso.

      Eliminar
  8. Hola, Rosa. Lo de ETA me tocó de cerca y no quiero ni oír hablar. Tampoco entiendo que haya un partido formando parte del gobierno que los apoye. Impensable en un país democrático y libre como El nuestro.
    Por lo demás, la historia podría ser de las que me gusta, centrada en relaciones familiares y sentimientos. Yo tuve la fortuna de conocer a los cuatro abuelos aunque eso supone a la larga también vivir su pérdida. Quién sabe si algún día.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Con este tema me sucede como con el Holocausto: necesito saber más y más para ir entendiendo un poco más cada vez, aun sabiendo que nunca entenderé del todo porque tampoco creo que sea algo inteligible. Pero saber cada vez más del tema, verlo desde distintos ángulos, etc. es algo que necesito. El libro es curioso porque sin tener nada que ver las muertes del abuelo y de la madre, las va tejiendo y le resulta una historia conmovedora sin caer nunca en el sentimentalismo ni en el drama.
      Un beso.

      Eliminar
  9. Cuesta asumir la humanidad de asesinos. Preferimos pensar que no la tienen, porque si no, llegamos a la misma conclusión que la autora. Que podríamos, cualquiera, cometer los mismos horribles actos... Lectura dura por los temas que trata. Pero has conseguido que me pique y mucho la curiosidad. La buscaré.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y sin embargo, la crueldad y el sadismo son características eminentemente humanas. Ningún animal, ni el más salvaje, mata con la minuciosidad y el deseo que hacer el mayor daño posible con que lo hace el ser humano. Con odio. Los animales no odian, igual que yo no odio al pollo que me como. Puede que haya más animadversión hacia el rival en el apareamiento y en ese caso ni siquiera suelen matar. Lo triste es que esos asesinatos de los que habla el libro solo se pueden cometer vestidos de humanidad. Un libro muy interesante que te engancha y se lee muy bien.
      Un beso.

      Eliminar
  10. Qué reseñas tan interesantes haces.
    Me parece un libro muy duro, interesante pero duro. No me veo capaz, es raro, guanto temas muy duros, en especial de la II Guerra Mundial y cuando sale el tema ETA suelo agobiarme.
    Gracias por la reseña.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Está contado de una forma que se aleja del dramatismo. Se cuenta todo con mucha naturalidad y con sentimiento, pero sin sentimentalismos lacrimógenos. Todo ello hace que se lea con facilidad y no resulte agobiante.
      Un beso.

      Eliminar
  11. Desde luego, para mí pasó desapercibida totalmente porque me acabo de enterar de que existe esa versión en cine
    Perfecto cual es el nombre me encantaria verla

    ResponderEliminar
  12. Una reseña estupenda, Rosa. Y los comentarios a la misma, interesantes, sobre todo el de David rubio. (Comparto algunas de sus inquietudes sobre el tema, me parecen acertadas sin entrar en otras valoraciones).
    Leí este libro hace tiempo y recuerdo que me gustó. Más que un libro crítico o polémico como en algunas otras reseñas pude leer, me pareció un libro revelador para su autora. A través de él, también revelador para el lector. Indaga sobre la Muerte y sus circunstancias. Descubre la muerte en sus diferentes formas y motivos que la ocasionan y trata de comprender. Mientras que en su abuelo esa muerte es un asesinato (ETA); con su madre, la asesina, es un una enfermedad insalvable. La muerte se manifiesta en su tío como una opción elegida...
    Para mí es un libro que lejos de ser perturbador, deja de manifiesto los distintos motivos que llevan a los humanos a deshumanizarse. Como un asesino, probablemente no nace, sino que se va haciendo poco a poco hasta que no queda nada en él que le moleste, porque sus actos tienen justificación en las causas que persigue. El ideal de convivencia nunca ha estado claro entre los humanos, de ahí que desde que el homo es homo, siempre ha matado a sus semejantes y nunca ha tenido remordimientos. Lo vemos en las guerra actuales, tal cual. Y no deja de ser un asesino, justificado en religiones, territorialidad, intereses de todo tipo y a veces el más primitivo e instintivo, como son los asesinatos sexuales todos los días y en todas partes... (Bueno, no quiero desviarme del tema).
    Me ha gustado mucho tu reseña, el libro lo merece y su lectura es muy provechosa, al menos para mí y estoy de acuerdo con tu reflexión sobre el libro de que se aleja del victimismo, y eso me gustó mucho.
    Gracias, Rosa. Tus reseñas son estupendas, al igual que los libros que nos traes. (Voy leyéndote, te leo a ratos...). Te felicito.
    Un abrazo y feliz inicio de noviembre, uff... Y ya en noviembre! 🍂📚

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No entiendo cómo se me han pasado este comentario y el siguiente.
      La novela, en efecto, creo que trata sobre la muerte y nuestra relación con ella. El asesinato del abuelo, el suicidio del tío, la enfermedad mortal de la madre. Distintas formas de muerte, pero todas ellas, incluso la acaecida antes del nacimiento de la autora, la marcan sin remedio. La muerte de un ser querido o la huella de la muerte de un antepasado en nuestra vida, cuando es tan trágica y gratuita como la del abuelo, nos deja marcados irremediablemente.
      A mí también me ha parecido una novela estupenda y esa falta de victimismo, con la dureza de lo que cuenta, creo que es un valor añadido.
      Un beso.

      Eliminar
  13. ¡Hola, Rosa!
    Hasta leer "Patria", sabía muy poco sobre el tema ETA y el conflicto vasco, solo lo imprescindible que se transmite en las noticias internacionales y que uno suele leer y/o escuchar, a veces sin profundizar mucho al respecto.
    Para poder entender mejor la novela de Aramburu, me apeteció investigar más sobre el tema y hoy día, te cuento que es una época de la historia española que llama bastante mi atención.
    No conocía el libro ni a la autora, la verdad es que me gusta mucho lo que nos cuentas de "El comensal", y los pasajes que nos compartes, así que, tanto para variar (ja, ja, ja), tomo nota para acercarme a ella en algún momento. También me gustaría ver la peli.
    Es cierto que, la mayoría de las veces, la muerte de los abuelos suele ser vista como historia familiar, por lo menos en mi caso lo es en gran parte, ya que solo llegué a conocer a mi abuela paterna.
    Con la muerte de los padres, todo es distinto, la de mi padre cambió totalmente mi vida, el día de su entierro yo cumplía 17 años y él apenas tenía 46. Con mi madre, ya fue diferente todo, de adultos esos acontecimientos toman otro matiz.
    La muerte de un familiar tan cercano, casi siempre suele ser difícil de asimilar y más si te es arrebatado de manera tan trágica.
    Muy acertada tu reseña, siempre me encanta leerte, aunque con retraso, nunca me pierdo tus publicaciones ;)
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como le digo a Clarisa justo encima, no sé cómo se me pasaron vuestros comentarios. Bueno, tú sabes que no he estado en mi mejor momento y eso puede haberme despistado.
      Casualmente este libro habla sobre la muerte de la madre (además de la del abuelo) y lo leí justo antes de perder yo a la mía, de sospechar incluso que podía perderla. Eso ha hecho que lo haya leído sin dramatismo y sin darme por aludida. Se ve que nunca se puede contar con nada. Yo no contaba con que en unos días me iba a ver afectada por una situación similar.
      Yo conocí a tres abuelos y una bisabuela. Lis vi morir a los tres y también a todos mis tíos paternos y maternos, pero perder a tus padres, aunque por edad ya toque, es una experiencia muy dura. Como me dijo una auxiliar en el hospital la noche que murió mi madre, no vemos a una madre anciana, vemos a la madre de siempre que se nos va.
      Qué te voy a contar. Muy triste.
      La novela (aún no he hablado de ella) merece la pena. A poco que te interese el tema de ETA, te gustará leerla. Aunque hay mucho más en ella.
      Un beso.

      Eliminar
  14. ¡Hola!
    me atrae bastante este libro por una parte, aunque por la otra, el tema ETA pues se me hace algo duro, a la par que me interesa, porque lo viví muy de cerca y fueron años de mucho miedo y una liberación cuando terminó.
    Gabriela Ybarra es una autora que siempre tengo en mente para leer en un futuro
    Por cierto, me encanta ese último párrafo que has elegido, porque podría referirse a mi madre, estar escrito para ella: «Mi madre era calor y presencia. Bondad y luz. Mi madre era...
    Me la llevo
    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como digo en otros comentarios, el tema de ETA, como el del Holocausto, son temas de los que no me puedo resistir a leer cualquier novela que salga con un mínimo de calidad. Aunque pienso que conocer el pasado no libra de repetirlo, sí es bueno que conozcamos cuanto más mejor. Por una parte nos puede ayudar a entender un poquito más las claves de ciertos comportamientos humanos y por otra, creo que es un deber que tenemos para con las víctimas. De todas formas creo que lo puedes leer tranquila. No me ha parecido que cargue las tintas con el tema de ETA y del asesinato de su abuelo. Su forma de abordarlo tiene un toque de imparcialidad que lo hace muy digerible. Como ella no lo vivió y casi todo lo ha tenido que investigar, aparte de lo que ha ficcionado también, resulta poco dramático. Creo que si lo lees, te gustará.
      Un beso.

      Eliminar

Publicar un comentario

Con tus comentarios reflexionamos, debatimos y aprendemos más.

Lo más visto en el blog este mes

"Mujer en punto cero" Nawal El Saadawi

"La amiga estupenda" Elena Ferrante

"Tan poca vida" Hanya Yanagihara

"La caída de Madrid" Rafael Chirbes

"La sombra del cardo" Aki Shimazaki.

"El imán y la brújula" Juan Ramón Biedma

"La ciudad y sus muros inciertos" Haruki Murakami

"La trenza" Laetitia Colombani

Dos clásicos de amor y desamor.

"Las maldiciones" Claudia Piñeiro