"Amoniaco" Carlos Augusto Casas

«La fregona abofetea el suelo del salón con parsimonia. La lengua de un amante hastiado que besa por rutina. Es curioso que limpiar casas ajenas aún me siga proporcionando placer. No es que me sienta realizada ni nada por el estilo, pero acabar con la suciedad, dejarlo todo reluciente, de alguna extraña forma me hace sentir que contribuyo a devolver el equilibrio a las cosas. Ayudo a que todo quede como siempre debería estar. Sé que se trata de un placer servil, como el perro que da la pata esperando una caricia que no llega, pero es un placer, al fin y al cabo. Y en mi vida los placeres no son algo común. —Isabel, por el amor de Dios, ¿qué es esa peste? ¿Con qué estás fregando? —Con amoniaco, señora, como hago siempre —respondo». Es esta una novela que sorprende por más que ya el subtítulo en mitad de la portada anuncie lo que está por venir: «Ser asistenta y asesina tiene una ventaja: que eres invisible» . La vida de Isabel es bastante tonta. O así lo siente ella que inicia la n...