"Una mujer en Jerusalén" Abraham B. Yehoshúa
A pesar de que el director de recursos humanos nunca pretendió enfrentarse a una misión así, resulta que ahora, a la suave luz del amanecer, comprende que tiene un significado inesperado para él. Y tras conocer la sorprendente petición de esa anciana con hábito de monja que permanece de pie junto a la chimenea agonizante, le invade el entusiasmo. Y esa Jerusalén, atormentada y desgastada, de la que salió hace una semana, de repente recupera su gran esplendor, aquel de sus años de infancia. El motivo que dio lugar a esa maravillosa misión había sido un simple error burocrático que, tras la advertencia del redactor del periódico jerosolimitano, se podría haber subsanado con una explicación creíble, tal vez acompañada de una breve disculpa. Pero el dueño de la fábrica, un anciano enérgico de ochenta y siete años, se angustió al pensar en su reputación y para él esa mera disculpa, que podría haber hecho olvidar todo el asunto, no bastaba; por eso exigió a sus empleados -además de a sí mi...