"La nieta" Bernhard Schlink
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[…] cuando llegaba a casa, Birgit solía estar ya acostada; o se la encontraba tumbada en el sofá o en el suelo, y la llevaba a la cama. Después se sentaba en el taburete del tocador y la miraba. El rostro arrugado, la piel marchita, pelos en la nariz, la boca abierta, baba en la comisura de los labios. A veces le temblaban los párpados, movía las manos nerviosa, decía cosas sin sentido, resollaba o suspiraba. Roncaba, no tan fuerte como para no poder dormir cuando se acostaba a su lado, pero lo bastante para que le costase conciliar el sueño. Tampoco le resultaba fácil soportar el olor. Birgit olía a alcohol y a acidez; a veces, lo penetrante de ese olor le recordaba las bolas de naftalina que su abuela ponía en los armarios. […] La encontró en el cuarto de baño. En la bañera, la cabeza bajo el agua, el pelo oscuro en el borde. Le levantó la cabeza, el agua estaba fría, Birgit debía de llevar horas ahí. Hacía tiempo que Birgit tenía depresiones y Kaspar trataba de co...