"Días sin hambre" Delphine de Vigan

De nuevo en "Días sin hambre", como ya hiciera en "Nada se opone a la noche", la autora vuelve a arañar cada una de nuestras fibras y nos pone ante una historia límite. En esta ocasión, basada en su propia experiencia. Ya lo estaba "Nada se opone...", aunque en ese caso, la experiencia de la autora se diluía en la vida de su madre y en las terribles vivencias que la acompañaron hasta que puso fin a tanto dolor. 
En "Días sin hambre" nos habla, por medio de Laure, el personaje principal, de su infierno, a la vez que su placer, en el mundo terrible pero adictivo, de la anorexia. Podríamos pensar que se trata de una novela sin más, si no fuera porque sabemos que la autora padeció la terrible enfermedad, pero por si algo nos faltaba,
ya en "Nada se opone...", la biografía de su madre, Lucille Poirier, nos decía Delphine: "Días sin hambre es una novela autobiográfica en parte, [...] ninguno de los personajes secundarios existió realmente, la novela contiene una parte de ficción y, espero, de poesía"
Laure, ingresa en un hospital convencida por un médico, el doctor Brunel que se pone en contacto con ella. No sabemos a qué instancias responde el médico cuando la llama; algún familiar, algún amigo asustado al ver el camino sin retorno que Laure recorre sin mirar hacia atrás, mientras se adentra cada vez más en un túnel sin salida ni retroceso, ha decidido intentar poner remedio a tan crítica situación. No sabemos por qué el médico la llama, pero el caso es que la llama y tras mucho resistirse, tras mucho intentar seguir "controlando" su cuerpo y su apetito, "una mañana notó que el frío había llegado hasta la extremidad de sus miembros, a las uñas, al pelo. Marcó el número del hospital y pidió que le pusieran con él.
La muerte latía en su vientre, podía tocarla". Se puso en sus manos y él le salvó la vida.
Para entonces ella ya no podía salir sola. Lo único que le quedaba, de no haber aceptado la ayuda que el doctor Brunel le brindaba, era esperar la muerte, más helada cada vez, más emaciada, más colgada de una droga tan barata que solo hay que dejar de comer para hacerse con ella. Y es que para entonces Laure está a las puertas de la muerte "comida por dentro de tanto no comer".
A partir de ese momento, todos los esfuerzos del personal del hospital se dirigen a conseguir que Laure, treinta y seis kilos y un metro setenta y cinco, engorde; ponga kilos como sea, al precio que sea; que se aleje de la muerte que la ronda, a cualquier precio. Tiene que aprender a comer, a disfrutar comiendo, a no sentir asco de las calorías, de los pequeños acúmulos de carne que van tapizando sus huesos, esos huesos que traspasan la piel y hacen heridas, porque nada protege la cubierta externa del ataque de ese esqueleto cuya función es estar oculto tras carne, grasa, músculos, y que Laure tiene expuesto al contacto directo con la piel a la que agrede sin contemplaciones.
Delphine de Vigan
Le colocan una sonda enteral que, entrando por la nariz, llega hasta el estómago; la sonda deberá conectarse "toda la noche y como mínimo cuatro horas durante el día" a una máquina que le irá suministrando cientos de calorías. No basta con comer. Sin esa máquina proveedora de vida, es imposible revertir los daños que la enfermedad ha ido dejando en ella. Cuando no se come, el cuerpo echa mano de las reservas catabolizar las propias proteínas. En ese momento, el cuerpo se está comiendo a sí mismo, ha em: grasas, glúcidos; si se sigue sin comer, empieza apezado a morir de hambre. Laure tiene que ingerir cuatro mil quinientas calorías al día. No saldrá del hospital hasta haber llegado a los cincuenta kilos, una delgadez extrema teniendo en cuenta su estatura, pero una delgadez que ya es viable, que podrá seguir rellenando en casa hasta llegar a un peso razonable.
El de la supervivencia es quizás el instinto más primario, más inconsciente. Para que podamos salir victoriosos en el intento se ha inventado el dolor, el miedo, el placer, la pasión, el resentimiento, el odio. Sentimientos que sirven a esa gran tarea de los seres vivos que es la supervivencia. Pero a veces sobrevivir es una ardua tarea. A veces sobrevivir es una losa pesada que los seres tienen que llevar sobre sus hombros y con ella trepar una y otra vez la montaña que es el día a día.  Laure sufre. No quiere morir, pero "no quiere curarse porque sólo sabe existir a través de esa enfermedad que la ha elegido". Y es que a veces la vida duele. Duele tanto que la supervivencia se convierte en un castigo. Laurel,  como Delphine, ha tenido que enfrentarse desde muy niña a unas circunstancias extraordinarias: una madre enferma mental que pasa grandes temporadas internada; una vida lejos de París con su padre, un hombre severo que "lo destruye todo, los afectos, los sentimientos", y su madrastra. Laure se siente herida, poco atendida. Los problemas de sus padres y la atención que, justificadamente o no, se dedican a sí mismos diluyen la necesidad que sus hijas tienen de ellos, de su cuidado y protección. Ante una situación así se puede responder de muchas formas, Laure escoge la más perniciosa para sí misma: quiere "hacerles daño, herirlos en lo más hondo, tal vez destruirlos. A su padre y a su madre. Que no se vayan de rositas. Venenosos ambos". Lo más terrible, con todo, es que descubre que da lo mismo. Siguen demasiado metidos en su propio mundo "puede arrojarles a la cara su cuerpo descarnado como un insulto, y todo ese asco que le inspiran los dos, sabe que lo suyo todavía puede durar mucho tiempo, que se dejará la piel sin que ellos se den por enterados"
Mucho entrecomillado, pero es que no encuentro mejores palabras que las de Delphine de Vigan para expresar todo el dolor, el desvalimiento, la decepción, la rabia que lleva a una a dejarse el cuerpo y la vida por el camino en un intento, siempre vano, por controlar algo del entorno: ya que no puede controlar lo que desea de los demás, puede controlar, al menos,  lo que desea de sí misma. Controla lo que come y, mejor aún, lo que puede dejar de comer. Controla tanto que, de pronto, se da cuenta de que ya no tiene nada que controlar. Ha perdido el control y, cuando ya es demasiado tarde, comprueba que se ha vuelto "inaccesible al miedo y a la rebeldía. Se sentía bien. Mucho más ligera. No quería morirse, sólo desaparecer. Esfumarse. Disolverse. Con medio pomelo en el estómago, volaba por las aceras, días enteros en la calle, vaciando su cuerpo".
Puesto que en gran parte se trata de una novela autobiográfica, lo sentido mientra leemos cobra una intensidad mayor si cabe. El atribuirle los hechos a personajes de papel, pura ficción, contribuye a aligerar la carga. Cuando sabes, por el contrario, que todo ese sufrimiento ha encontrado cobijo en el autor de carne y hueso que lo describe, pocas excusas quedan para la indolencia o el alivio. Solo he leído dos novelas de Delphine de Vigan, pero en cada una se escribe a sí misma; se saca los sentimientos más íntimos y los despliega ante nosotros con total impudicia y sin importarle el dolor y el pasmo que nos pueda causar. 
No busquéis a esta autora para entreteneros ni para divertiros; huid de ella los amantes del feelgood. Huid tan deprisa como yo huyo del feelgood. Nada en sus novelas os hará sentiros bien ni reconciliados con el mundo, pero os sentiréis vivos, terrible, dolorosamente vivos; vivos con saña y sin paliativos. 



Comentarios

  1. No he leído más de Delphine de Vigan desde "Nada se opone a la noche". Supongo que por miedo a que sus otros libros no estuviesen a la altura de este. Tenía apuntado el último que ha escrito pero ahí se ha quedado. Este que nos traes ya me llamó la atención cuando supe de él al leer "Nada se opone...". Enfermedades y problemas como la anorexia me gusta conocerlas de primera mano, para ir al origen del problema y saber cómo funcionan. Con solo un libro que he leído de Delphine ya sé que no se va a quedar en la superficie, que va a escarbar hasta el centro de su dolor. Y eso es lo que busco porque yo también huyo del 'feelgood', y no por regodearme en las desgracias ajenas sino para comprender.
    Me lo apunto, como no. Hay que quitarse los miedos.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aparte de que no sabría hacer otra cosa en mis ratos libres, una de mis razones para leer es esa que mencionas: comprender. Por eso nunca me canso de leer sobre guerras, el holocausto, el terrorismo del tipo que sea. Yo tampoco pretendo regodearme, pero no puedo renunciar a entender cada vez un poco más. O un poco menos, pero necesito sumergirme hasta el fondo y ver qué encuentro allí.
      No temo que la autora me decepcione. Es un miedo que hay que quitarse, como dices. La recompensa puede ser enorme.
      Un beso.

      Eliminar
  2. Sólo he leído "Nada se opone a la noche" y no fue una novela que me llenase lo suficiente. Por ello tengo a la autora francesa más que apartada de mis intereses.
    Acabo de leer en tu reseña el término "feelgood". No, a mí tampoco me gusta la literatura superficial, y sé que la Vigan escarba profundo. En esta ocasión el asunto es la anorexia, dices. Bueno, a lo mejor le hago un sitio y la incoroporo a la lista.

    Buena reseña, amiga leonesa. Bueno, como ya nos tienes acostumbrados

    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues al contrario que a ti, a mi "Nada se opone a la noche" me encantó. Por ella decidí leer todos los libros de la autora que pueda conseguir. Profundiza de tal manera en el dolor que me hace sentir viva, como digo en la reseña, dolorosamente viva.
      Sí te animas, me gustará leer tu opinión.
      Un beso.

      Eliminar
  3. ¡¡¡Hola!!! A mí también me gusta leer para comprender, así que me la apunto. Dos amigos de mi hija son anoréxicos, han estado fatal, una sigue ingresada y el otro va muy lento aunque en vías de recuperación.
    Al chico mi hija ya le conoció con la enfermedad y no lo hemos vivido, pero a la chica la conoce desde hace años, cuando no le pasaba nada de esto, y solo mi hija se dio cuenta viéndola comer un día que comieron juntos en grupo, de lo que pasaba. ¿Cómo pudo llegar a ese extremo sin que nadie se diese cuanta? Ni padres, profes, primos, abuelos, amigos...y si ves las fotos alucinas, está en cuarenta Kg y es alta, ufffff. Y en estos casos sus familias son normales y de las que se preocupan por los hijos, pero a veces los padres no vemos la realidad. No te iimaginas que mal lo están pasando, pero al leer como la prota pidió ayuda al doctor me ha recordado a este caso, que la chica pidió ella que la ingresaran, antes de eso era imposible siquiera razonar con ella.

    Un besito y menuda reseña has hecho, genial como siempre.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo hice hace años un trabajo sobre trastornos alimentarios y me quedé alucinada de las cosas que descubrí y aprendí. Es terrible. Yo también tuve un caso relativamente cercano. Una chica que de vez en cuando se ingresaba voluntariamente en Valdecilla. Por desgracia, ella no lo pudo superar y murió hace unos años.
      Espero que los casos que tú conoces salgan adelante como la autora del libro.
      Un beso.

      Eliminar
  4. Un tema terrible el de la anorexia, mucho más para leerlo desde el punto de vista de alguien que lo ha sufrido hasta el extremo. Aunque se preveía, gracias por avisarnos de que no es una novela para "pasar el rato" ni para pasar la última página con una sonrisa en los labios. Hay ocasiones en que, si el libro es realmente bueno y está bien escrito, puede llevarte al mismo abismo que ocupe su protagonita. Todo es cuestión de valorar si se puede soportar en un momento dado o no...

    Con mi habitual mala cabeza no consigo recordar el título, pero ya leí en una ocasión un libro autobiográfico sobre el tema y puede llegar a ser devastador. De momento y por mi bien, no lo leeré, pero tu reseña y algunas frases de tu cosecha que usas en ella, me parecen brillantes.

    Un beso grande y feliz comienzo de semana, Rosa :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Leí hace años otra novela de Espido Freire, "Cuando comer es un infierno". Es autobiográfica y a lo mejor es la misma que leíste tú. La recuerdo muy bien, pero está me ha llegado más. Creo que es mejor novela.
      Entiendo que no son lecturas para cualquiera en cualquier situación. Yo, en según qué momentos tampoco podría. Ahora estoy pasando una época fuerte 6 puedo aprovechar.
      Un beso.

      Eliminar
  5. Los tres libros que leí de Delphine de Vigan me gustaron bastante. Sabía de qué iba este, pero descarté su lectura; aunque adivino que tiene la fuerza, enganche y calidad de los demás. La anorexia me es muy conocida y no deseaba ahondar en ella desde el punto de vista literario.
    No conocía el término "feelgood", me imagino que te refieres a literatura facilona, intrascendente, romanticona. Por desgracia, esta nos rodea. Predomina en las librerías, en Amazon y hasta en los blogs. Hay momentos en los que viene bien; hay otros, en los que el espíritu crítico se pone en marcha y se rebela ante el tiempo perdido, pero hay que contenerse por educación y para no herir.
    Un abrazo, Rosa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo tampoco sabía nada de ese término. Lo conocí en los blogs. Es más bien literatura con buen rollo, con sensaciones positivas...
      Ni pretendo herir a nadie, por supuesto. Cada uno tiene sus gustos y lee lo que más le apetece. Yo también en según qué circunstancias busco libros fáciles y entretenidos, pero por lo menos tiene que interesarme lo que me cuentan.
      Esta autora me está gustando mucho. Esta es la segunda novela que leo de ella y me parece que sabe transmitir de maravilla las situaciones más duras.
      Un beso.

      Eliminar
    2. No me refería a que hirieras tú, por lo que te he leído, me da que eres más discreta y elegante que yo; más bien era una recomendación a mí misma, para atajarme, porque soy a veces muy burra.

      Eliminar
    3. Es que me quedó un poco de mala conciencia pues pensé que alguien podía sentirse herido a la leer lo que puse y para nada era mi intención.
      Me alegro de que no te haya parecido así porque no querría que nadie se sienta faltado al respeto.
      Un beso.

      Eliminar
  6. El libro tendré que leerlo para valorarlo, pero desde luego la reseña es apasionante y apasionada. Normalmente suelo huir de los libros en los que el autor habla de sí mismo. Aunque en realidad todos exponemos en el papel nuestros propios demonios, prefiero que estos aparezcan más escondidos en tramas e historias más ficticias. Pero en esta vida hay momentos para todo y desde luego tu crítica me anima a darle una oportunidad. Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad es que mientras me interese lo que me cuentan los libros no me importa si son vivencias propias, ajenas o ficticias. Esta autora me parece desgarradoramente sincera en su relato de sus experiencias, que, por otra parte, son muy duras.
      Me atrapado esta autora en sus vivencias. La recomiendo.
      Un beso.

      Eliminar
  7. Desde luego es una lectura muy comprometida al igual que aquellas en las que el autor se involucra hasta el tuétano, poniendo parte sino el todo de ellos mismos.
    La anorexia sigue siendo un problema para algunas (Sobre todo mujeres) esclavas de la imagen, las tendencias y la moda.
    Gracias por tu reseña que tiene algo de toque de atención.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que es algo más que una esclavitud de la moda. Eso puede ser un detonante, pero tiene que haber una predisposición. Yo siempre he querido estar delgada y cuido bastante lo que como, pero jamás podría ser anorexica. Me gusta demasiado comer.
      Un gran libro.
      Un beso.

      Eliminar
  8. Delphine de Vigan es una de mis escritoras preferidas. Absolutamente todo lo que escribe me ha cautivado siempre. Días sin hambre, Nada se opone a la noche...es su manera de escribir tan íntima lo que hace que centre mi interés en el libro y no pueda parar de leer.
    El último "Basada en hechos reales" no me lo he leído todavía, espero comprármelo en breve.
    Un saludo, muy buena reseña, felicidades :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. También es una de mis autoras favoritas. He leído solo los dos que mencionas, pero no pararé hasta haberlo leído todo.
      Como dices, su forma de contar y profundizar en los temas, atrapa y se hace adictiva.
      Un beso.

      Eliminar
  9. Terrible el problema del que trata principalmente la novela. La anorexia es una de las enfermedades más difíciles de comprender para todo aquel que no la ha padecido o que no es experto en la materia.
    Se presenta interesante, no sé si apuntarla o no porque ahora mismo no soy capaz de decir mi nombre con corrección (tengo un caos mental de importancia). Creo que puede ser una opción en un futuro.
    Por cierto, me he ido a tu reseña de "Nada se opone..." para recordar y ver qué comenté porque me sonaba mucho y estaba segura de que había escrito algo pero no me veo allí. No sé, estoy empezando a preocuparme porque juraría que yo comenté algo de esta autora en tu blog, estaba casi segura.
    Besos y espero que ya estés algo menos acalorada ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jaja.😃, te quiero tranquilizar, Kirke, no le pasa nada a tu cabeza. Leí esto que escribiste, fui a mi blog y vi que me hiciste un comentario sobre ella. Quizá por eso te suene. Un beso.

      Eliminar
    2. Ya ves que no andabas descansada Kirke. Has leído y comentado "Nada se opone...", pero en otro blog.
      En breve estarás descansada y podrás leer lo que quieras.
      Hace años, como digo en otra respuesta, hice un trabajo sobre trastornos alimentarios y me quedé perpleja al descubrir que la inanición segrega endorfinas que crean adicción. Eso y otras cosas. Razón tienes en que es una de las enfermedades más incomprensible, puesto que es de las pocas en que el sujeto va en contra de su propia supervivencia.
      Un beso.

      Eliminar
    3. Ay, gracias, Ángeles. Yo sabía que esa escritora me sonaba mucho y que el problema de su madre ya me era conocido, como Rosa hablaba de esa primera obra creí que había sido con ella con quien había tomado contacto con la escritora, al no ver el comentario allí me descoloqué completamente. Ya pensé que tenía alucinaciones.
      Un beso grande para las dos.

      Eliminar
    4. Donde pone descansada, en el primer sitio que lo pone, debería poner desencaminada. Lo del móvil es un suplicio...

      Eliminar
  10. Es un tema muy duro, yo no lo he vivido cerca, pero por los reportajes que he visto y demás se que lo es.
    No dudo que sea muy interesante pero no se que haré si la apuntaré en la lista o la dejaré de momento pasar, eso si a pesar de eso tú reseña como siempre genial. un beso. TERE.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo tampoco lo he vivido muy de cerca. Aunque un amigo tuvo ese problema con su mujer. Digamos que medianamente cerca. Esa chica murió y fue muy triste. También había muerto la hija de una compañera de instituto, aunque fue antes de que yo la conociera.
      Es un problema terrible y el libro, desde el punto de vista del enfermo, lo borda.
      Un beso.

      Eliminar
  11. hola! lectura fuerte y sensible, tan presente en nuestra juventud! es un problema grave. gracias por la excelencia de la reseña y mostrar otro tipo de literatura, a la que no todos se atreven, y nadie como tu, rosa! saludosbuhos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un tema terrible y que me causa un gran estupor porque, como decía Kirke, es de lo más incomprensible. Desde que empecé a leer algunas cosas sobre el asunto, y hablo de 1994, me resultó fascinante lo que supone y cómo se desarrolla.
      Un beso.

      Eliminar
  12. Para mi la lectura de este libro fue un reto, pues tengo un caso muy cercano de anorexia, que ahora después de casi 6 años ha pasado a trastorno alimentario no especificado. Sigue (seguimos con ella) venciendo la enfermedad.
    Y en este libro vi muchas aptitudes y situaciones reales. Se nota la parte autobiográfica. Y es una lectura dura.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si lo has vivido tan de cerca la lectura de este libro tiene que ser estremecedora y especialmente dura.
      Espero que consigáis salir de tan difícil situación o al menos controlarla a un nivel aceptable.
      Un beso y gracias por tu visita.

      Eliminar
  13. Me he quedado impactada, Rosa, tras leer tu excelente reseña porque, afortunadamente, no conozco ni de lejos ningún caso. Estoy de acuerdo en lo que dices de que es distinto que te cuenten una historia a saber que esa historia la ha sufrido el que la escribe. Es un problema tremendo que tampoco entiendo, porque como tú dices también, me gusta mucho comer ;-)
    ¡Besos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo, como ya he dicho, he sido testigo de algún caso, no demasiado cercano, pero tampoco tan lejos como para dejarte indiferente.
      Es terrible porque la chica, finalmente, murió, aunque para entonces se había separado de la persona que me era más cercana. Aún así todo, me dio mucha pena.
      Es muy duro este tema y está autora lo transmite de maravilla y sin dramatismos innecesarios.
      Un beso.

      Eliminar

Publicar un comentario

Con tus comentarios reflexionamos, debatimos y aprendemos más.

Lo más visto en el blog este mes

"La buena letra" Rafael Chirbes

"Tan poca vida" Hanya Yanagihara

"Mujer en punto cero" Nawal El Saadawi

"Golpe de gracia" Dennis Lehane

Tres eran tres 33

"Del color de la leche" Nell Leyshon

"El ancho mundo" Pierre Lemaitre

"Propios y extraños" Anne Tyler

"La sal de todos los olvidos" Yasmina Khadra

"La hija del optimista" Eudora Welty