"Einstein: su vida y su universo" Walter Isaacson

«Te prometo cuatro artículos», le escribió el joven examinador de patentes [Einstein] a su amigo. La carta resultaría ser portadora de algunas de las nuevas más significativas en la historia de la ciencia, pero su carácter trascendental quedaba oculto por un tono bromista muy típico de su autor. Al fin y al cabo, este acababa de dirigirse a su amigo llamándolo «ballena congelada», disculpándose por escribirle una carta que no era sino una «cháchara insustancial». Solo cuando pasaba a referirse a los artículos, que habría redactado en su tiempo libre, daba algún indicio que permitía percibir su trascendencia [...]

Lo que no le decía a su amigo, debido a que todavía no se le había ocurrido, era que aquel mismo año iba a redactar un quinto artículo, un breve apéndice del cuarto, que postulaba una relación entre energía y masa. De ahí surgiría la ecuación más conocida de toda la física: E = mc2.


El amigo al que Einstein escribió esa carta era Conrad Habicht y la fecha el 18 o el 25 de mayo de 1905. El artículo que no le mencionó y que dio origen a esa famosa fórmula era, como se dice en la cita, un breve apéndice del cuarto. Ese cuarto artículo, Einstein lo menciona en la carta diciendo «es todavía un tosco borrador de una electrodinámica de los cuerpos en movimiento que emplea una modificación de la teoría del espacio y el tiempo». Resumiendo, es su artículo sobre la Relatividad Especial. Once años después, en 1916, publicaría el artículo sobre la Relatividad General, demostrado en el famoso eclipse de 1919, y a partir de ahí, Einstein se convertiría en una figura pública mundialmente conocida.

Aparte de lo que me apasiona lo poco (poquísimo) que entiendo de Astrofísica, tuve que asumir algunos conocimientos como profesora de Biología y Geología en Secundaria. Son conocimientos de libros de divulgación por supuesto, desprovistos de fórmulas o modelos matemáticos. Son conocimientos más intuidos que entendidos, pero que me sirvieron para captar la atención de mis alumnos y para entender un poco (muy poco) más el mundo que nos rodea. Sabía por tanto algo de las teorías de Einstein cuando abordé este libro, pero desconocía muchísimo de su vida que he de decir que me resultado tan fascinante como su ciencia. 

Fue Einstein un hombre rebelde. Se rebeló contra su nacionalidad, contra su religión,  contra la Física de Newton:

«puede que una bola que choque con otra se comporte del modo en que predicen las leyes de Newton una vez y otra y otra; pero, estrictamente hablando, esa no es una razón suficiente para creer que la próxima vez ocurrirá lo mismo. "Hume vio claramente que ciertos conceptos, como, por ejemplo, el de causalidad, no pueden deducirse de nuestras percepciones de la experiencia por métodos lógicos", señalaba Einstein».

Fue un joven rebelde, sí, pero fue cambiando sus ideas a medida que los acontecimientos o la madurez lo hacían evolucionar. Pacifista e internacionalista pensaba que tenía que haber una organización supranacional a la que los países cedieran parte de su soberanía en aras de solucionar los conflictos que pudieran surgir. Y si bien toda su vida mantuvo ideas parecidas, su pacifismo se atemperó cuando los nazis subieron al poder en Alemania en 1933 y se empezó a vislumbrar la posibilidad de la guerra que asolaría a Europa unos años después. También contribuyó al desarrollo de la bomba atómica en el deseo, predominante entre los científicos contrarios a Alemania, de que no la obtuvieran los alemanes primero.

Su indiferencia religiosa y racial hacia lo que significaba ser judío, también se modificó a causa del nazismo. 

«El auge del antisemitismo alemán después de la Primera Guerra Mundial provocó una contrarreacción en Einstein, le hizo identificarse de una forma más acusada con su ascendencia y su comunidad judías. [...] No es que se incorporara a ninguna organización sionista o, para el caso, que frecuentara o fuera a rezar a ninguna sinagoga. Pero sí se declaró en favor de los asentamientos judíos».

Era un declarado amante de la igualdad y de la justicia social, pero como enemigo de todo tipo de totalitarismos y dictaduras nunca fue partidario del régimen soviético a pesar de que en su archivo en el FBI muchas veces se le acusa de comunista y pro ruso. «Einstein no era el partidario de los soviéticos que algunos pretendían ver en él. Había declinado siempre las invitaciones de viajar a Moscú, y había rechazado los intentos de diversos amigos de la izquierda de convertirle en camarada suyo».

Respecto a su vida familiar, estuvo casado dos veces. La primera con Mileva Marić, «la única mujer de la sección del Politécnico en la que estudiaba Einstein». Con ella compartió vida y ciencia y tuvo a sus dos hijos, Hans Albert que se haría ingeniero y terminaría, como su padre, trabajando en Estados Unidos, y Eduard que, aquejado de esquizofrenia desde los veinte años, pasó casi toda su vida internado en sanatorios en Suiza.

Su segunda mujer fue su prima carnal Elsa Einstein con quien se casó en 1919 y con quien compartió su vida hasta la muerte de ella en 1936. 

Walter Isaacson

También en su faceta científica, Einstein evolucionó hacia posturas más conservadoras. Si con su teoría de la Relatividad había desafiado a la física clásica de Newton y Galileo, fue volviendo cada vez más hacia ella y desde el principio se opuso a la Física cuántica. La incertidumbre, la casualidad y la probabilidad que los físicos partidarios de lo cuántico preconizaban no eran bien vistas por Einstein quien repitió muchas veces a lo largo de su vida que Dios no juega a los dados con el Universo. Para él, en contra de lo que afirmaba la mecánica cuántica, hay una realidad objetiva e independiente de nuestra observación. Los hechos son los que son independientemente de que lo sepamos a no, de que lo hayamos visto o no.

«La disputa fundamental de Einstein con el grupo de Bohr y Heisenberg en torno a la mecánica cuántica no tenía que ver solo con que Dios jugara o no a los dados o dejara a los gatos a la vez medio vivos y medio muertos. [...] Trataba de la realidad. ¿Existe esta? O más concretamente, ¿tiene sentido hablar de una realidad física que existe independientemente de cualquier observación que podamos hacer?».

Está claro que el gato está vivo o muerto, independientemente de que abramos o no la caja y nos enteremos de su estado vital, pero cuando se trata de los átomos y de las partículas subatómicas las cosas ya no están tan claras. Y Einstein, que tuvo razón en muchas cosas, cuyas teorías abrieron la puerta a la mecánica cuántica de la que tanto renegó, del que aún se están descubriendo elementos que él solo había teorizado, como las ondas gravitacionales detectadas por primera vez en 2014 y predichas por él en su teoría de la Relatividad General; ese Einstein, decía, también se empecinó en cosas que han resultado erróneas. Y esos fallos y empecinamientos lo hacen aún más humano y más fascinante si cabe. 

Como fascinante me ha resultado este libro, la vida del científico, sus pensamientos y posturas sociales, políticas, religiosas y científicas, todo ello explicado con amenidad y documentado en cartas y todo tipo de documentos. También han sido de lo más interesantes las teorías científicas de las que nos habla, a pesar de todas las cosas que no he entendido y de las muchas que solo he intuido. Se ve que el autor, sabe de lo que habla y hace esfuerzos por explicarlo de forma asequible. No todo se entiende, pero tampoco es demasiado importante que queden cosas en la oscuridad. 

*Quiero decir que por problemas que no vienen al caso, perdí todas (bastante numerosas) las notas que había ido tomando del libro por lo que esta reseña está escrita a base de memoria (de mi mala memoria) y de hojear el libro de atrás hacia delante. Creo que nunca había escrito una reseña tan a tumba abierta.

Título del libro: Einstein: su vida y su universo
Autor: Walter Isaacson
Nacionalidad: Estados Unidos
Título original: 
Einstein: His Life and Universe
Traducción: Francisco J. Ramos
Editorial: Debate
Año de publicación: 2008
Año de publicación original: 2007
Nº de páginas: 736

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