"No matarás" Ana Sofía González

Juan Pablo la sujeta con fuerza. Vicky dice que no. Él enrosca los dedos en su pelo enmarañado. La inmoviliza sin dificultad. Te gusta mi verga y lo sabes, dice y mete la lengua en su oreja. La tomó por sorpresa. […]

Con un rechinido se abre la puerta. El perro se abalanza feroz contra él. La primera mordida es en el muslo derecho. Sacude la cabeza y lo jalonea para arrancarle el pedazo. Mana sangre de una arteria perforada. Juan Pablo siente los colmillos despedazar el tejido. Se encorva para proteger pene y testículos. Grita. […]

Una adolescente atraviesa la puerta, Alejandra, la dueña del perro. […]

Alejandra grita. Él, aturdido, gira y repta hacia ella. Blande el filo. Le roza la espinilla. Un fino hilo de sangre le escurre. Alejandra alcanza una pala y golpea al hombre. Seco. Metal contra cráneo. Él aún se esfuerza, quiere herirla. Otro choque firme y preciso. Metal contra nuca. Un crujido. Un último golpe.

Juan Pablo no irá a la parada del camión.

No verá más a su esposa, ni a sus hijos.

Nadie lo volverá a ver.


No destripo nada con la cita anterior. Así empieza No matarás. Empieza matando. No es un asesinato, ni siquiera es un homicidio. Ha sido en defensa propia, propia y de Vicky y de Tyson, el rottweiler de Alejandra. Tampoco sabemos si Juan Pablo está muerto o tan solo herido. Lo podemos imaginar por la frase final de ese prólogo que tampoco nadie nos ha dicho que sea un prólogo: «Nadie lo volverá a ver».

No matarás es de esas novelas que te secuestran desde el primer párrafo y sabes que el rescate va a ser de lo más placentero: leer el libro hasta el final, volver a ese crimen que presientes que es el final, porque en cuanto avanzas en la novela te das cuenta rápidamente de que ella, la historia, retrocede. Nos lleva a un tiempo anterior, tampoco mucho, un tiempo en el que Alejandra era una niña más, una adolescente preocupada de sus amigos, sus estudios, las fiestas, el chico que le gustaba... No vamos a decir que Alejandra fuera feliz. Ella, en primera persona nos hace partícipes de sus penas, que no son pocas. 

«Mamá se fue el 11 de marzo de 1994, hace casi dos años que no la veo. Ni en Navidad ni en mi cumpleaños y apenas he hablado con ella. Me envía cartas sin remitente de vez en cuando. Vicky las separa del resto de la correspondencia para que mi papá no las vea. Me cuesta trabajo leer su letra manuscrita. En todas dice que me extraña, que está bien, que no me preocupe por ella, bla, bla, bla. En la última que recibí me dijo que pronto nos íbamos a ver. No sé a qué se refería con “pronto”, han pasado semanas y nada. No entiendo por qué tarda tanto».

No, Alejandra no es una niña feliz, pero al menos es una niña despreocupada, sin culpa, sin remordimiento, sin miedo. La primera parte del libro se divide en tres tipos de capítulos que podemos identificar con los tres personajes principales: Alejandra, Vicky y Juan Pablo.

Los que nos narra Alejandra están contados en primera persona y en presente. En presente, pero dando noticia de su pasado antes y después de la deserción de la madre, antes de que la dejara sola con el padre, cuando eran una familia de tres más o menos feliz a ojos de Alejandra, y después, cuando ya el abandono se había producido. Menos mal que está Vicky, la criada para todo que también le hace de madre. Alejandra nos cuenta su gran dolor por la marcha de la madre y sus pequeñas contrariedades: el vecino que le gusta, la amiga que no siempre es amigable, las disputas con su padre, las contrariedades típicas de su edad. Con sus propios recuerdos iremos sabiendo episodios de su propio pasado y entendiendo un poco más ciertas cosas.

También los capítulos dedicados a Vicky se narran en presente aunque en este caso en tercera persona y enfocados en todo momento en el punto de vista de la joven. Nos llevarán del presente al pasado, y de vuelta al presente. Sabremos de su madre que ya trabajaba para los Castillo, los padres de Alejandra, y que cuando murió, la señora Castillo se llevó a Vicky, casi niña, a vivir con la familia. Y allí sigue, recordando a su madre o más bien oyendo sus palabras siempre presentes. «Al principio, pensaba que esa voz era la de su ángel de la guarda, luego se percató de que no lo era, porque empezó a proferir palabras muy hirientes y, sobre todo, muy familiares. Le costó un tiempo inferir que se trataba de su madre».

También sabremos que Vicky sufre ataques. El primero, a los cinco años, la tuvo «varios segundos babeando con los ojos en blanco». Su madre pensó que estaba poseída por algún demonio, pero el especialista al que la llevó la señora Castillo diagnosticó epilepsia. Y así ha vivido Vicky desde pequeña, oscilando entre las creencias supersticiosas de su madre y las más racionales de los Castillo. 

El resto de los capítulos de esta primera parte están contados en primera persona por Juan Pablo, el Filipino. Y esta vez, nos los cuenta en pasado. Es el encargado de lavar los coches en algunas de las casas de la urbanización en la que viven los Castillo, Residencial Campestre El Palomar. Pero su verdadera pasión es la lucha libre. Juan Pablo vive con rabia sus frustraciones; la de no destacar en la lucha, la de trabajar en un oasis de lujo y dinero y vivir en un lodazal sin mucho porvenir para sus hijos. 

«El pinche residencial estaba bien mamalón y grandote de a madres. Debía caminar un friego entre casa y casa, porque me quedaban muy retiradas una de otra. La neta, me latía un buen, porque todo estaba cabrón de verde, los camellones, el campo de golf y los jardines [...] Fuera del Palomar, me cae que el pasto nunca era verde. En mi colonia quesque había una cancha de futbol, solo que en lugar de pasto había un terregal con unos pocos matojos de hierbas en las esquinas. Y la calle ni se diga, en temporada de lluvias todo se volvía un puto lodazal».

Y esa es la primera parte, el antes, porque después viene el después, lo que sucede tras esa cita del principio, esa agresión de Juan Pablo a Vicky que tan mal salió para él. Para él, para Alejandra y para Vicky, por no mencionar al perro que salió de la aventura sin un ojo. Y tan solo el perro volverá a ser quien era. Tan solo él seguirá mostrando el amor que le sobra «Es increíble el amor de un perro. Me ama como si me lo mereciera. Quisiera aprender a amar como él, sin expectativas, ni rencores, puro amor»

Alejandra y Vicky se alternan en los capítulos de la segunda parte. Ambas, cada una a su manera, tendrán que enfrentarse a la culpa, al miedo a ser descubiertas, a los remordimientos. Alejandra tendrá que luchar con la ausencia de la madre, en esos momentos tan necesaria, y con el fin de la infancia, porque hay situaciones que terminan con la alegría despreocupada de la inocencia, aunque en este caso no fuera muy feliz. Vicky tendrá que luchar con los fantasmas, fantasmas de verdad porque cuando se cree en ellos, su presencia es tan real como la de las hormigas que siente dentro del oído.

«Anoche despertó con el cuerpo paralizado. El pecho aplastado con los pulmones comprimidos. Abrió los ojos, estaba despierta, de eso está segura. La oscuridad era como un puño que amenazaba con golpearla. Lo escuchó llamarla varias veces: Psst, psst. Quiso gritar, también su voz estaba estrangulada por esa fuerza invisible. Sintió una mano apretar su garganta. Su respiración se restringió al mínimo, cerró los ojos y comenzó a rezar. Rezó sin parar hasta que lentamente recuperó el control de sus extremidades. Me estoy volviendo loca, pensó».

Ana Sofía González

Me decía mi profesora de Literatura en el bachillerato que el tema de una novela debería resumirse en una palabra. No estoy de acuerdo. La mayoría de las novelas tienen temas mucho más complejos y variados, muy difíciles de contener entre los límites escuetos de una palabra. No matarás, sin embargo, haría las delicias de mi profesora porque es una novela cuyo tema se define con una sola palabra y porque es el tema que más le gustaba: la culpa. Hay muchas culpas en esta novela. Cada personaje arrastra la suya. Hay más temas, claro, ya los he mencionado, pero esa culpa que cada uno siente se nos clava en la piel y saca a la luz culpas que todos almacenamos. Y hay, que aún no he hablado de ello, mucha violencia. Violencia explícita, física, y violencia más soterrada, de la que se ve menos. Esa violencia que sólo tras pensarla, se quita el disfraz y se manifiesta como tal. 

No matarás me ha gustado mucho. Como mi profesora, tengo debilidad por la culpa como tema literario, pero es que además me gusta cómo está narrada esa culpa, las culpas más bien porque las hay muy variadas. También me ha gustado la prosa, las prosas, que también son variadas porque cada personaje utiliza una distinta, adecuada a su origen, formación y cultura. Y aunque alguna de esas prosas ha resultado un tanto complicada (quien haya leído las citas sabe a qué me refiero), me he dejado llevar, no he pretendido entenderlo todo, y he disfrutado con lo que he entendido y con lo que he intuido.

Aunque No matarás es la primera novela de la autora, ésta ya ha publicado una recopilación de cuentos, Cuentos para iniciar una fiesta (La Caverna, 2018). También ha asistido a talleres literarios impartidos por el escritor y cineasta Guillermo Arriaga o las también escritoras Laura Martínez Belli y Verónica Llaca. 

«Leí una cita de Tolstói, “No hay felicidad en la existencia, no hay más que relámpagos de felicidad”, y sembró en mí una ligera esperanza.
Me recuesto sobre la cama, Tyson brinca y se echa a mi lado. Lo acaricio y me mira con su ojo de cíclope. Exhausto por la corrida, pronto se queda súpito. Ronca y sonrío con cada uno de sus ronquidos. Comienza a llover. Una tormenta eléctrica. Cae un rayo y cuento los segundos, pero nunca se escucha el trueno. Así será mi vida en adelante, una eterna espera del trueno».

La novela No matarás la hemos leído conjuntamente para nuestro Debate a tres con Marian, del blog Marian lee más libros, y con Marianna, del blog Los libros de Mava. En los enlaces correspondientes puedes leer las reseñas respectivas.

Título del libro: No matarás
Autor: Ana Sofía González
Nacionalidad: México
Editorial: Alfaguara
Año de publicación: 2024
Año de publicación original: 2023
Nº de páginas: 272

Comentarios

  1. ¡Hola, Rosa! Desconocía a la autora y a la novela. De lo mucho y bueno que nos comentas, me ha resultado apetecible esos distintos puntos de vista del narrador que suelen dar agilidad a la trama y cierta sensación de historias cruzadas que terminan encontrándose. Y es que el crimen suele ser siempre el final de una historia. Veo que coincidimos en cuanto a tema favorito: la culpa. Creo que es el motor perfecto de una trama, cuando el villano es uno mismo e intenta redimirse, pero también justificarse... Son muchas las sensaciones contradictorias de quien presenta un sentimiento de culpa y eso siempre lo agradece el lector. Un abrazo!!

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    1. Yo también desconocía a esta autora. Fue Marian quien me la descubrió con su propuesta para el Debate a 3. La historia es muy buena. La típica novela que comienza in media res y marca un punto de inflexión perfecto entre el antes y el después. Y es que si el tema es la culpa, también es una novela sobre lo que cambian las cosas a partir de ese terrible hecho. Ese antes y ese después que se establecen a partir del episodio inicial que, en realidad, se sitúa a mitad de la historia y que es el que hace que la culpa salga a relucir.
      Un beso.

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  2. Acabo de hacer los deberes y quedo muy satisfecho de las tres reseñas leídas y dedicadas a esta estupenda ópera prima. Desde luego un principio o presentación que enganche ya es una garantía en la continuidad de la lectura y de la narración. Me gusta también la distinta utilización de jergas o lenguajes según sea el personaje y por supuesto esa referencia a la culpa que es un gran asunto para la ficción. Anotadísima queda.
    Un beso, Rosa.

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    1. Es una maravilla cómo juega la autora con los lenguajes de los tres personajes. Y, como habrás visto por la cita, es de lo más complejo esa jerga de Juan Pablo, un mejicano de suburbio, imagino, cerrado, doblemente complicado para nosotros por lo que tiene de mexicano y por lo que tiene de jerga de barrio que imagino que sea complicada hasta para mejicanos con más formación y de zonas más privilegiadas.
      Además la autora ha sabido empezar la novela de manera que sería casi imposible abandonarla.
      Un beso.

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  3. ¡Hola, Rosa!
    Una lectura impresionante y muy cautivadora, la verdad es que las tres la hemos disfrutado un montón.
    La culpa es un tema recurrente en la literatura, donde se exploran las complejidades de la moralidad, la identidad y las relaciones interpersonales. Me ha gustado mucho como la autora ha abordado esta emoción desde diversas perspectivas, ya que cada personaje lleva a cuesta la suya, creando así una obra que invita a la reflexión sobre cómo la culpa y el remordimiento pueden afectar la vida de los individuos y sus decisiones. Una novela genial por todos los temas que aborda y que hemos discutido y analizado en nuestro Debate a tres desde diferentes perspectivas. Otra autora latinoamericana que promete, a ver si continúa sorprendiéndonos a futuro.
    Un beso y feliz fin de semana ;)

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    1. Desde luego yo no me perderá la próxima novela o libro de relatos que publique. Es curiosa la cantidad de primeras novelas que estamos descubriendo, tanto para nuestras lecturas conjuntas como independientemente. Y creo que todas de mujeres y muchas latinoamericanas.
      La culpa es un tema universal tanto en cine como en literatura. Da lugar a muy buenas historias por cuanto saca a relucir muchas facetas oscuras que se esconden en el interior de las personas. Creo que en la vida real las culpas se silencian, para los demás y para uno mismo y es por eso que nos fascina verlas en personajes de ficción. es una forma de ver en otros lo que casi no nos atrevemos a reconocer en nosotros mismos.
      Un beso.

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  4. ¡Hola Rosa!
    Esa cita del principio de tu reseña y que también es el comienzo de la novela, pues impacta mucho, te deja con las patas vueltas, jeje, ¡madre mía!! Que comienzo tan espectacular y brutal...
    No queda más remedio que seguir leyendo, porque como dices, quedas totalmente secuestrada, y con ansias de saber qué pasa y la verdad que te engancha mucho y no se puede soltar, aún con ese lenguaje un tanto complicado en algunos capítulos, pero que no ha sido ningún obstáculo real para entender lo que se nos quiere contar.
    Cierto que No matas haría las delicias de tu profesora, la culpa, la grandísima culpa es el tema de fondo, aunque claro, hay muchos otros temas interesantes que lo aderezan con maestría. A mí también me resulta un tema por el que tengo debilidad, la culpa, que todo lo marca y de la que es tan difícil deshacerse, y más después de lo que tienen que vivir esas dos mujeres por defenderse de un mal nacido.
    Me encanta lo que dices de Tyson, él es el único que no sufre la culpa incluso después de hacer todo lo que hizo, y que vuelve a ser el mismo de siempre, aunque sin su ojo, me dio mucha pena.
    El personaje de Vicky ha sido mi preferido, sin duda, complejo e interesante desde el punto de vista literario y la prosa de esta mujer me ha resultado fascinante, habrá que seguirla de cerca
    Ha sido genial leerla a tres, debatirla y disfrutarla juntas
    A por más...
    Un beso.

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    1. Tyson, para su fortuna, es el único que no tiene capacidad para plantarse las cosas. Actúa según su instinto. Tiene que defender a las personas a las que es fiel y lo hace sin más. No sabe si ha matado o si puede morir. Actúa como está programado para actuar. En eso y en todo lo que viene después. Alejandra también actúa un poco por instinto. Tiene que defender a su nana y a su perro. Lo malo es que ella sí se plantea después lo que ha hecho y, a diferencia de Tyson, le surgen todo tipo de culpas y remordimientos.
      Sí que hay muchos más temas en la novela, como dices. La violencia machista es tal vez el más patente. Tanto la de Ricardo Castillo hacia su mujer como la de Juan Pablo, que no solo es la que ejerce hacia Vicky. También me ha gustado ese clima de exclusividad social del condominio (la palabra es de Marianna y me ha encantado) donde viven los Castillo a diferencia del barrio donde vive Juan Pablo y del ambiente, entre ambos, que muestra Vicky en sus recuerdos de infancia.
      Una propuesta magnífica, Marian. Has estado de lo más acertado.
      Un beso.

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  5. Hola Rosa, la culpa es un tema muy interesante literariamente hablando, puede parecer que solo hay una pero adopta muchas formas y afecta de diferentes maneras, hay personas a las que le destruye la vida y otras que pueden seguir adelante sin que aparentemente les influya para nada, aunque pienso que en algún momento se paga su precio. Tengo un amigo que opina que la culpabilidad es una construcción judeocristiana y moral más que nada y que no es natural sino educacional, para limitar el mal
    y asegurar la supervivencia de la humanidad. Me apunto la novela. Besos.

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    1. Tal y como lo plantea tu amigo veo una mezcla de tipos de culpa. Hay un tipo de culpa que sería más una estrategia evolutiva. La supervivencia, tanto humana como de cualquier forma de vida se consigue mediante adaptación evolutiva. Esas creo que son culpas muy primarias y naturales por así decir y sería el caso de la novela. No hay nada que ayude más a la supervivencia que no matar.
      Las influencias judeocristianas van más por el camino de controlar a la gente y de tenerla subyugada con la amenaza del mal y de la condenación eterna, y en ese sentido las culpas son más artificiales. Como ves estoy de acuerdo (casi) con tu amigo.
      Un beso.

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  6. Tampoco estoy de acuerdo con tu profesora de literatura. Imposible reducir una novela a una sola palabra. Suelen haber tantos temas en ellas... Y desde luego me seduces con esta reseña. Esta novela es de las que suelo disfrutar así que tomo muy buena nota.
    Besotes!!!

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    1. Aunque es cierto que hay novelas cuyo tema se resume en una palabra, como ésta o como Crimen y castigo que resumiríamos en remordimientos (que no dejan de ser un tipo de culpa), la mayoría son una mezcla de temas bastante más compleja. En ésta predomina sobre todo la culpa, pero como ya se deja ver en la reseña hay más: remordimientos, locura, abandono, violencia machista... Ojalá disfrutes de la novela.
      Un beso.

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  7. Hola, Rosa.
    La culpa es de los temas que siempre me impulsan a leer cualquier lectura, creo que para comprender parte de la esencia humana, de sus acciones uno debe posicionarse en cada partícula que queda adherida de ella. A veces, viéndolo desde fuera puedes decir, no, no es así, pero si uno se posiciona en ese intrincado mundo, puede ver parte de si mismo en ese reflejo. Y si es prosa, entonces no puedo decir más que será mi próxima lectura.
    Besos, y feliz domingo.

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    1. Pues ojalá te guste, Irene. Como comento más arriba con Mar, entre las culpas creadas por las religiones y las culpas naturales que surgen con motivos sobrados, el ser humano se debate entre perdonarse a sí mismo o condenarse, un tema que como es lógico, tiene desarrollos literarios y cinematográficos magníficos.
      Un beso y feliz domingo también para ti.

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  8. Dostoievski resumió con tres palabras la culpa en una de sus novelas más famosas: Crimen y castigo. En el caso de "No matarás" no sé si hay finalmente castigo, pero sí remordimientos.
    El tema me seduce mucho y el hecho de dar voz a sus tres protagonistas por separado, aunque no sea una práctica muy original, también me gusta. Y el retroceso en el tiempo para ir descubriendo la vida y vicisitudes de todos ellos es una fórmula que nunca falla, pues despierta todavía más el interés y curiosidad del lector.
    Si bien la cita de la introducción dice poco, aunque ya engancha, y mucho, es de suponer que durante el transcurso de la novela se van descubriendo hechos mucho más impactantes.
    Me la apunto.
    Un beso.

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    1. No sé su culpa y remordimiento es lo mismo. Creo que se parecen, pero atisbo algún detalle distinto en ambos. Crimen y castigo siempre me ha parecido más de remordimiento, aunque igual estoy diciendo una bobada. Sea como sea, en esta novela la propia culpa ya significa castigo y cada una de las personas implicadas lo vive y lo enfrenta de muy distinta forma.
      La forma de narrar, con ese comienzo in media res para retroceder y luego seguir avanzando, engancha totalmente. Seguro que te gusta.
      Un beso.

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  9. Buena historia parece la que ha escrito Ana Sofía González, autora que no conocía. Ve o que a las tres lectoras de Debate a tres os ha encantado la novela. Siendo como sois buenas y exigentes lectoras no tengo más remedio que tomar nota del título.
    La cita inicial que es, según dices, lo que abre la novela, es de las que captan al lector y no hay manera luego de dejar de leer. Bravo por ello a la autora. Dices que como es en defensa propia no puede hablarse de asesinato y tampoco de homicidio. De asesinato no, desde luego; pero de homicidio, claro que sí. Otra cosa es que luego en juicio el acusado sea exculpado o no, pero que ha habido una muerte de un ser humano eso es evidente.
    Y sobre tu profesora de literatura y expresar el tema de una novela con una sola palabra, pues en fin hay que transmitir al alumnado ideas sencillas: amor, muerte, culpa, machismo, inocencia... Creo que eso es lo que la profe pretendía transmitir, pero conviene expresar el tema adecuadamente y una sola palabra no siempre sirve. Además, estoy contigo, en una historia aunque suele predominar un tema principal hay otros que derivan del anterior (subtemas) o que lo acompañan (temas secundarios).
    Buena reseña, buena novela, buenas reflexiones... Todo bueno, querida Rosa.
    Besos

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  10. La culpa como tema literario es todo un caramelito que puede dar mucho de sí. No me extraña que tanto tú como tu profesora de Literatura del Bachillerato sintáis predilección por él.
    En cuanto a la novela, sin duda tiene un comienzo potente que invita a seguir leyendo. Y parece también una novela muy poliédrica tanto en cuanto a estructura narrativa (con los diferentes puntos de vista de los personajes principales y sus diferentes registros) como a temática (por esos otros temas más allá de ese principal que se puede englobar en una sola palabra).
    No conocía título ni autora, así que eso que me llevo.
    Besos

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