El campeón del videojuego

Con este microrreto colaboro en la primera convocatoria de El tintero de oro, para este curso 2022-2023 en la que se nos reta a escribir un micro relato inspirado en alguna cita de un escritor. Como se nos dice en la convocatoria. «Todo vale, ya sea una historia donde se desarrolle el momento en que creáis que al autor se le ocurrió la frase, el motivo real al que se cree que hace alusión, una alegoría del sentimiento que despierta, una interpretación totalmente distinta o simplemente la las ganas de compartir algo que dijo nuestro escritor favorito». Yo he optado por un relato tradicional. 

Desde la pantalla con la que controlaba el juego, el campeón veía su obra. Apretaba un botón u otro y se iba desplazando por sus personajes, y decidía lo que les haría vivir y si quería que con ello fueran felices o desgraciados. Si eran pescadores o marineros decidía huracán y naufragio o buen tiempo y travesía tranquila; si se trataba de una familia escogía si la quería feliz o les mandaba malos tratos, divorcio, viudedad, hijos descarriados o muerte prematura de los mismos. Equipaba a sus personajes con herramientas que les proveyeran de las mejores oportunidades o con una vida dura y sin esperanza. Estos se convertían en muñecos al servicio de sus favoritos más afortunados.

Cuando se aburría de las vidas pequeñas de gente pequeña, se dedicaba a jugar con los países que había diseñado para su juego y se desplazaba de una zona de su diseño a otra distinta. Los enfrentaba a ruinas económicas o catástrofes; apretaba el botón de sequía o buena cosecha, según el humor que tuviera, abocándolos a la opulencia o a la hambruna más terrible.

Cuando el aburrimiento era ya extremo, planeaba guerras en las que los países se enfrentaban y se sembraba la muerte y la desolación por todas partes. Entonces diseñaba personajes especialmente malignos y crueles, y formas de matar o de hacer daño sofisticadas.

Su juego era su mayor entretenimiento. En medio de ese mundo que había creado se creía Dios.

241 palabras

«Lo que las moscas son para los villanos somos nosotros para los dioses. Nos matan para entretenerse»

James Agee. Una muerte en la familia