Febrero 2018
El 24 de febrero de 1815,
el vigía de Nuestra Señora de la Guarda dio la señal de que se hallaba a la
vista el bergantín El Faraón procedente de Esmirna, Trieste y Nápoles. Como
suele hacerse en tales casos, salió inmediatamente en su busca un práctico, que
pasó por delante del castillo de If y subió a bordo del buque entre la isla de
Rión y el cabo Mongión. En un instante, y también como de costumbre, se llenó
de curiosos la plataforma del castillo de San Juan, porque en Marsella se daba
gran importancia a la llegada de un buque y sobre todo si le sucedía lo que al
Faraón, cuyo casco había salido de los astilleros de la antigua Focia y
pertenecía a un naviero de la ciudad.
Mientras tanto, el buque
seguía avanzando; habiendo pasado felizmente el estrecho producido por alguna
erupción volcánica entre las islas de Calasapeigne y de Jaros, dobló la punta
de Pomegue hendiendo las olas bajo sus tres gavias, su gran foque y la mesana.
Lo hacía con tanta lentitud y tan penosos movimientos, que los curiosos, que
por instinto presienten la desgracia, preguntábanse unos a otros qué accidente
podía haber sobrevenido al buque. Los más peritos en navegación reconocieron al
punto que, de haber sucedido alguna desgracia, no debía de haber sido al buque,
puesto que, aun cuando con mucha lentitud, seguía éste avanzando con todas las
condiciones de los buques bien gobernados.
Marsella, la isla y el castillo de If. A nadie le puede suponer ya una sorpresa cuál es el libro que inaugura en 2018 la sección "Bienvenido nuevo mes literario". Y menos aún si os digo que en El Faraón viene el segundo de a bordo, y a punto de ser nombrado capitán, Edmundo Dantés.
"El conde de Montecristo" de Alejandro Dumas padre (con la inestimable colaboración de Auguste Maquet) es una de esas novelas que cuando se leen en la adolescencia dejan en el lector, lectora en este caso, el sello de la fascinación por siempre jamás. Tenía catorce años y el libro era de la biblioteca del padre de una amiga. Formaba parte de una colección con las obras completas de Alejandro Dumas padre. Parece que los estoy viendo y oliendo: en papel biblia, encuadernados en piel marrón, con los cantos dorados y una cinta de seda como punto de lectura. No estaba yo acostumbrada a ediciones semejantes, pero no sé por qué, mi padre, que guardaba desde la infancia libros de Julio Verne, Emilio Salgari, Mark Twain, etc, no tenía ninguno de Alejandro Dumas. Al padre de mi amiga le debo no solo esta maravillosa novela, sino también, como no, "Los tres mosqueteros".
"El conde de Montecristo" es la historia de una venganza. Una terrible venganza con la que Edmundo Dantés hace pagar a culpables y no tan culpables, los años que pasó prisionero. Y es que la fortuna que le sonreía cuando llegó a Marsella a bordo de El Faraón, fue también la causa de su desgracia. Por envidia y por intereses variados, será acusado de agente bonapartista y condenado a permanecer encerrado en el castillo de If. Allí conocerá al abate Faria quien, mediante su muerte, hará posible una nueva vida para Edmundo y, mediante el plano del tesoro, una vida con todos los lujos imaginables y, lo que es más importante, la posibilidad de la más sofisticada y total venganza que un ser humano inteligente pueda imaginar.
Personajes miserables y traidores, merecedores de que la justicia vengativa del Conde caiga sobre ellos: Fernand Mondego, el Barón Danglars, Gérard de Villefort, Caderousse; personajes inocentes a los que Edmundo distingue con su amistad, a los que utiliza y de los que a veces se sirve para llevar a cabo sus intenciones y su desquite personal: Haydèe y Bertuccio, Valentine de Villefort, Albert de Morcef, la bella Mercedes...
Víctimas culpables, víctimas inocentes, demasiadas víctimas en todo caso para satisfacer un deseo de resarcimiento tal vez excesivo. El conde se pasa en su condición de juez y parte.
"El conde de Montecristo" es un libro de aventuras que en la adolescencia fascina y apasiona, pero es un libro que, para un adulto maduro deja al descubierto una ética inmoral que resulta excesiva, y, entonces, vemos la mano crítica de Dumas y el libro deja de ser una aventura para convertirse en algo mucho más trascendente.
La primera vez lo disfruté con la pasión de la adolescencia que descubre; que descubre París y el Pére Lachaise y Roma y las islas del Mediterráneo; que descubre la pasión de la venganza y el amor correspondido y la traición. La segunda vez, con casi cuarenta años, adulta y madura, me pareció excesiva la venganza, me parecieron graves e inadmisibles los "daños colaterales". Pero esta vez completé la lectura con "La mano del muerto" y me di cuenta de que Alejandro Dumas, tal vez insatisfecho por la desproporcionada satisfacción que le había concedido a Edmundo Dantés, se la hace pagar en esta continuación. Y es que, por grande que sea la ofensa, la venganza ha de estar siempre dentro de unos límites justos y proporcionados y algo se le había ido de las manos al querido y elegante conde de Montecristo. Alejandro Dumas se convierte en vengador a su vez y se venga de Dantés en esta segunda parte, sin la cual la primera queda un poco coja y la situación, un tanto desequilibrada.
Las novelas que aparecen en esta sección, "Bienvenido nuevo mes literario", no están recién leídas, pero están leídas. Se trata de novelas que empleo para comenzar cada mes, y por eso empieza la entrada con el inicio del libro. No pretende ser una reseña, sino el comentario sobre una historia que me marcó lo suficiente como para poder hablar de ella aunque haga ya muchos años que la leí. Por ello, espero que me perdonéis si incurro en algún error.
Ay, El conde de Montecristo, ya no se escriben novelas así.
ResponderEliminarYo creo que me aficioné al género de aventuras leyendo este libro.
Gracias por traerlo a la memoria, bonita manera de empezar febrero.
Besos.
Ni se escriben ni sé si hay paciencia para leerlas. Estamos en una sociedad de consumo rápido y estas novelas, al menos en sus ediciones originales, no en las adaptadas, son para degustar con lentitud.
EliminarUn beso.
Una novela que demuestra que el número de páginas no es óbice para disfrutar de una grata lectura. No hay que pasar por alto la época del folletín, el tipo de literatura de aventuras que trata de enganchar para comprar el siguiente capítulo, y dentro de ese tipo de lectura, de las más logradas.
ResponderEliminarSaludos
Creo que esta novela y otras por el estilo ("Los tres mosqueteros", "Los miserables", "Veinte mil leguas de viaje submarino"...) me hicieron amante de las novelas de más de cuatrocientas páginas e hicieron que haya rechazado los cuentos y relatos durante mucho tiempo (recién empiezo a reconciliarme con ellos). Cuansdo se vendían en forma de folletín, tenían que dejar al público de los nervios hasta que llegara la continuación. Yo lo hubiera pasado fatal.
EliminarUn beso.
Es una de mis novelas de cabecera, la habré leído un par de veces y veo cualquier adaptación cinematográfica que se haga de ella. Besos
ResponderEliminarYo, sin embargo, siempre me siento defraudada por las adaptaciones. Una de las que más me gustaron fue la que hizo TVE allá por 1969 con Pepe Martín como protagonista, claro que era muy pequeña (aún me quedaba mucho tiempo para leer el libro) y poco exigente.
EliminarUn beso.
Llámame inculta, Rosa, pero yo no la he leído, por tanto no he reconocido lo que dabas por supuesto en tus primeras líneas del post.
ResponderEliminarHago propósito de enmienda e intentaré leerlo. Creo que en casa de mis padres hay uno con unas tapas también muy bonitas.
¡Un beso enorme!
No te llamo inculta (todos tenemos muchos libros pendientes que podrían suponernos el calificativo de incultos), pero me da pena que te lo hayas perdido a la edad en la que más gusta y sorprende. De todas formas, nunca es tarde. Si lo tienes por casa de los padres, más a mi favor.
EliminarUn beso.
Hola Rosa, es una historia que es curioso lo que cuentas de ella, es verdad que se queda cuando sabes de ella y eres adolescente, yo la vi en película ¿o en serie? no me acuerdo, pero a mi madre le gustaba mucho. Después la vuelves a ver en otras versiones, pero ahora ya mayorcita, no me he dado cuenta lo que describes, esa relación de Dumas con su protagonista, uhm que interesante: la venganza y la represión, el preso y el exilio, el poder y el dinero, y todas ellas están engarzadas entre sí, no se da una sin la otra. Gracias. Un beso
ResponderEliminarEs una novela apasionante. Ver cómo va pergeñando su venganza y cómo la va llevando a cabo, es maravilloso, aunque se pase varios pueblos. Vi de niña la serie de TVE, antes de leer el libro y me gustó, pero después, no he vuelto a encontrar una adaptación que merezca la pena. Es una obra demasiado grande y compleja y resulta muy difícil hacer una adaptación que sea algo más que una pálida sombra del original.
EliminarUn beso.
Dumas y en especial "El Conde de Montecristo" fue una de las lecturas de mi infancia. Recuerdo un libro ilustrado que me regalaron en uno de mis cumpleaños. Me gustó mucho. Tu escrito revivió esos momentos que había olvidado. Gracias por darme ese gusto. Saludos.
ResponderEliminarEl mío no tenía ni un solo dibujo. Era una edición para adultos que devoré en cuatro o cinco días. Pocos libros recuerdo haber disfrutado tanto y haber quedado tan impresionada tras terminarlos.
EliminarMe alegro de haberte regalado esos recuerdos.
Un beso.
Yo también la descubrí por la misma época y en aquel momento me encantó. Después vi una serie o una película y acabas pensando que sí, que la venganza acaba arrastrando a culpables y a inocentes.
ResponderEliminarEs un gran libro de aventuras o al menos así me lo pareció entonces y ahora porque lo sigo recordando.
Besos
En la adolescencia es un gran libro de aventuras, aunque yo creo que Dumas lo concibió como algo más. Cuando se lee la continuación, "La mano del muerto", se nota que el autor tenía alguna deuda que cobrarle al personaje. No sé si se arrepintió de haberle permitido su terrible venganza o si quiso vengarse a su vez. Se completa la idea que se tiene de la historia.
EliminarUn beso.
Un gran libro para comenzar el mes, Rosa. Fíjate que no tenía ni idea de que tuviera una continuación, una segunda parte. Yo conozco la historia porque he visto varias versiones de cine y televisión, pero no porque haya leído la novela, que supongo que es mejor que cualquiera de ellas. En fin, una más de las muchas lecturas que tengo pendientes.
ResponderEliminarUn beso y feliz jueves de estreno de mes :)
Esta tiene una continuación y "Los tres mosqueteros" tiene dos continuaciones. Nada que ver las adaptaciones con la novela. Ni siquiera esas ediciones resumidas e ilustradas que se hacen para niños y jóvenes tienen nada que ver con la novela original que es la que siempre he leído. Es realmente apasionante. Tú devoras la novela, pero mientras tanto, la novela te devora a ti.
EliminarUn beso.
Reconozco con vergüenza que no lo he leído. De adolescente vi varias adaptaciones televisivas y, al conocer la historia, siempre me decanté por otras historias desconocidas, de mayor es de esas historias que me digo ya la leeré con tiempo. Sin falta ha de caer este verano. Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarVergüenza, no, pero pena penita, sí. Es que las adaptaciones nunca le hacen justicia a estas historias tan densas. A ver, las hay buenas, pero después de leer la novela, te dejan muy insatisfecha. Y ya sabes que yo no doy de las que buscan que se parezcan y distingo bien entre cine y literatura, pero hay historias que son para leídas.
EliminarUn beso.
Muy buena recomendación, a mí me gustó mucho cuando la leí. Lo que no sabía es que había continuación, ahora tendré que leerla.
ResponderEliminarBesos
Pues esa segunda parte, cuando la leí, me dio otra visión de toda la historia. Te la recomiendo.
EliminarUn beso.
Un gran comienzo de mes, sin duda. Todos tenemos, creo yo, uno o más libros que nos han marcado por haber formado parte de nuestras primeras lecturas. En mi caso sería Tom Sawyer, obra y libro del que todavía conservo un gran recuerdo por lo que significó para mí leer las aventuras y desventuras de ese chaval con el que acabé identificándome. Incluso me parece recordar el olor de sus páginas.
ResponderEliminarEl Conde de Montecristo es todo un clásico y la habré visto por televisión muchas veces, como Rey de Reyes durante la Semana Santa en la época franquista, jajaja
Aun así, es una historia que siempre me cautivó, de niño, de adolescente, e incluso de adulto. Será que me gustan las historias de superación y venganza.
También desconocía la existencia de esa segunda parte. ¿A nadie se le ocurrió hacer una versión cinematográfica? ¡Qué extraño!
Un abrazo.
"Las aventuras de Tom Sawyer",
Eliminar"Las aventuras de Huckelberry Finn" y "Príncipe y mendigo" son tres novelas de Mark Twain que habré leído tres o cuatro veces cada una, siendo aún una niña. Qué novelas tan maravillosas. Son de esas historias que, por muy buenas adaptaciones que les hagan, siempre las superarán por muchísimo.
No sé si habrá alguna adaptación de "La mano del muerto". No tiene tanta fama como las continuaciones de "Los tres mosqueteros".
Un beso.
Otro clásico que tengo pendiente. Es curioso lo que comentas sobre la edad a la que uno lee un libro determinado, sobre todo cuando se es adolescente. A mí me pasó también con algunos clásicos, como "Orgullo y prejuicio" o "Cumbres borrascosas", de los que me perdí muchas cosas subyacentes por no tener la madurez necesaria para captarlas. Menos mal que existe el buen hábito de la relectura.
ResponderEliminarUn abrazo.
Se aprecian de muy distinta manera las historias a las distintas edades. Es normal en las buenas novelas que tienen varios niveles en los que puedes sumergirte. Cuanto más maduro se es, se llega a una profundidad mayor y se entiende de distinta manera. Es apasionante ver como avanzas mentalmente en las relecturas.
EliminarUn beso.
Una de mis novelas favoritas de todos los tiempos. Lo que llegó a emocionarme, está escrita con un pasión difícil de hallar a día de hoy (en parte porque te acusarían de sentimentaloide o demagogo o vete a saber). Lo mismo pasa con Los Miserables, aunque esta segunda creo que es algo inferior. Una lección moral, puesto que Edmundo Dantés al final se da cuenta de que la venganza le ha dejado un poso amargo. Repara en su exceso, en que para estar en paz con uno mismo, es preferible sufrir una injusticia a cometerla (así lo vi yo, Rosa).
ResponderEliminarY a lo mejor tiene sus ardides folletinescos, porque cada obra literaria es hija de un tiempo y lugar. Pero lo prefiero a los vicios del nuestro, que ya veremos lo que dicen de los intocables de hoy dentro de doscientos años (si es que se siguen leyendo).
Un abrazo.
Creo que a ti, como a mí, a estas alturas ya nos da igual lo que nos puedan llamar y "El conde de Montecristo" es una de las cumbres de la literatura y una de las novelas más capaces de provocar todo tipo de emociones en un lector. A Edmundo Dantés no le devuelve le felicidad ni los años perdidos su tremenda venganza. No podría ser de otra manera. Ese es uno de los niveles a los que yo no llegué a los catorce años, pero sí a los casi cuarenta.
EliminarLuego, en "La mano del muerto" es él la víctima de la venganza y se cierra el círculo. Un verdadero clásico que superará modas y tendencias.
Un beso.
Hola Rosa, una bonita forma de comenzar el mes de febrero y con ello conozco una sección muy interesante de tu espacio. Adaptar este tipo de novelas al lenguaje cinematográfico es de una complejidad manifiesta, de ahí que quizás no se haya realizado una versión a la altura de esta joya. Recordando ahora novelas leídas en la infancia, las de Julio Verne fueron mi fascinación. Sigo releyendo alguna de vez en cuando.
ResponderEliminarUn beso y feliz fin de semana.
Leí muchísimo Julio Verne. "Veinte mil leguas de viaje submarino" y "Dos años de vacaciones" unas tres o cuatro veces cada una. Y no eran ediciones para niños, sino ediciones de los años cuarenta de mi padre, a dos columnas y sin concesiones. Pero me fascinaban. Emilio Salgari y Mark Twain también los leí de niña. Dumas tuvo que esperar a la adolescencia. Mi padre no tenía sus mayores joyas.
EliminarYo a Dumas, lo releo, pero a Julio Verne ya no. Lo intenté hace años y me resultó muy fantasioso. Se ve que he perdido la capacidad de asombro y de ilusionarme con lo increíble.
Un beso.
Leí El conde de Montecristo cuando estaba en la universidad y me gustó muchísimo, no la he vuelto a releer, pero como dices, las segundas lecturas siempre dan otra visión. Supongo que más allá de las aventuras la novela tiene una gran moraleja.
ResponderEliminarLos tres mosqueteros sí la leí siendo adolescente y la tengo bastante olvidada.
Me ha gustado tu entrada porque has nombrado los primeros grandes clásicos que se suelen leer. Mis primeras lecturas más o menos adultas fueron las de Julio Verne y Mujercitas, así que para mí estas siempre serán un poco especiales, sobre todo Mujercitas, que la leí con 12 años y estaba embelesada con la lectura. Evidentemente tampoco recuerdo los detalles de Mujercitas. Quizás si la leyera ahora me pasaría como a ti, que descubriría algunos aspectos que no advertí.
Muy buena entrada, me ha gustado recordar los grandes clásicos :))
Un besito!!
No mencioné "Mujercitas", otro libro que veo por casa desde antes de saber leer. pero mi edición es de esas de Historias Selección de Bruguera que se hacían basándose en la película y cada dos hojas tenían la historia en viñetas. Sabrás de qué te hablo. En esa edición estaba toda la colección de "Sissi". Después me han dicho que la verdadera versión de "Mujercitas" nada tiene que ver con esa que yo habré leído más de diez veces entre los seis y los doce años. Yo sí la recuerdo en casi todos sus detalles. Ando pendiente de leer la versión real que escribió Louise May Alcott, pero tengo la historia tan asociada a la que yo he leído que me da un poco de miedo.
EliminarUn beso.
Has puesto la novela preferida de mi madre, que ha releído hace poco y jamás se cansa.
ResponderEliminarComo siempre una reseña estupenda.
Besos.
Es que es una novela de esas que se llaman novelones, en el buen sentido de la palabra, porque tienen de todo para enganchar y que cuando la terminas te dé pena despedirte de la historia y de los personajes.
EliminarMuchas gracias por tus palabras.
Hola. Desde la primera línea he reconocido la novela de la que nos ibas a hablar. Es un clásico de los buenos. También la he leído (en dos ocasiones) y nunca deja de sorprenderme. Un saludo.
ResponderEliminarPara cualquiera que conozca la historia es fácil reconocerlo. El castillo de If y El Faraón son inconfundibles.
EliminarYo creo que es una novela que, tras leerla una vez, hay que repetir, porque te deja con pena de terminarlo y con unas ganas tremendas de volver a transitar por sus páginas. No descarto una tercera lectura porque de la segunda ya van casi veinte años.
Un beso.